Entre los olvidos, el que más me preocupa, es el abandono de mis propias cosas. Sé que muchos lo sabéis, porque compartís mi perfil en las redes sociales, pero habrá quien todavía no se haya enterado de que La arena del reloj está en Amazon, acompañando a El medallón de la magia. Con portada renovada. Hasta eso se me había olvidado contar aquí.
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¿Por qué está ahí después de tanto tiempo? Pues por la sencilla razón de que me pareció un buen escaparate, una manera fácil de acceso para quien lo quiera buscar desde cualquier lugar del mundo. No esperaba que ocurriera demasiadas veces, cuatro años circulando por la red son muchos para cualquier cosa, en este mundo tan rápido y tan volátil, pero es un libro especial que consigue, sin mi ayuda, lo impensable: se vende. Me han comprado en la tienda americana, en la alemana, en la del Reino Unido y, por supuesto, en la española. Ventas más que discretas, no os vayáis a pensar, pero que este mes rebasan a las de mi libro más reciente. Me supero a mí misma.
Curioso.
¿Lo mejor? Sin duda no son las ventas, sino los comentarios de vuelta, las palabras que me regalan los lectores. Me siento orgullosa, sobre todo, del padre que tuve. De su capacidad para transmitirme el amor a los libros, de su aliento para que no dejase de perseguir mis sueños... incluso, aunque a veces piense que no, de lo pesado que era para que me superase a mí misma. El "tú puedes" que me repetía incansable (él, porque yo, a veces, estaba harta de oírle).
Estos días, varias frases revolotean por mi cabeza:
Lo imposible solo tarda un poco más.
La vida te devuelve lo que le entregas. Cuando eres honesto y generoso, te compensa. Cuando actúas mal, también te lo hace saber.
Creía que llegar a tantos lectores desconocidos era un imposible. La arena del reloj ha tenido, y lo sigue teniendo, un recorrido en papel que no me deja de sorprender, pero este, sinceramente, no lo esperaba. Supongo que aspiraba a que las personas que amo lo leyeran (me faltan algunas que espero que algún día lo hagan), pero nunca pensé en desconocidos. Ese poco más que ha tardado, me empuja a pensar que otros sueños, los que uno no se atreve a poner en palabras, no sea que se estropeen, al final, serán. Lo imposible, que aunque tarde, llega.
La otra frase me hace pensar en balanzas. Lo que das y lo que recibes... pues lo estoy comprobando, encuentro un equilibrio. Poco a poco, sin prisa, como hay que hacer siempre las cosas. La vida no es eterna pero tampoco conviene poner el pie en el acelerador a tope, porque un frenazo brusco, ante cualquier contratiempo, puede hacer que te dejes los dientes en el cristal. (Soy, lo reconozco, muy conservadora con respecto a mis dientes, así que no tengo nada que decir entonces sobre mi alma.)
Control.
Paciencia.
No parar nunca pero no llevarse por delante ni a nada ni a nadie, para no tener que preguntarse, jamás, por qué a mí...