Hace un rato estaba viendo en un blog que hacemos poco recuento de nuestros logros, mientras que muchas veces nos paramos a hacerlo de los demás, sintiendo envidia.
Tal vez no le pasa a todo el mundo, solemos pintar la vida como la vemos, pasa por nuestro filtro y acabamos pensando que esa es la única verdad posible, sin cuestionarnos que, tal vez, sea solo la nuestra.
No suelo hacer recuento de mis propios logros, pero estos días, en concreto ayer, sucedió algo que esa entrada de blog me ha recordado. Y, mira por dónde, lo voy a recoger aquí.
Ayer, día de la mujer, La colina del almendro fue seleccionada por la aplicación de libros de Huawei para celebrar el día de la mujer. Es mi logro, pero ayer era un día de todas y la verdad es que preferí contarlo casi de pasada, tuve la sensación de que no venía mucho a cuento cuando era el día que era, con otras cosas que eran más importantes.
Ayer, día de la mujer, también dos de mis novelas fueron seleccionadas como lecturas para el día de la mujer por HarperCollins. De las siete que había separado la editorial, dos eran mías: La colina del almendro y Entre puntos suspensivos. Además, fui la única autora española en esa selección. Otro logro para mí que suma, pequeñas cosas que juntas, son mi biografía.
Única.
Me la he ganado yo sola. Sin débitos que deba pagar porque me he ocupado muy mucho de no endeudarme.
Ayer, en el día de la mujer, día que llevo celebrando más de treinta años de manera activa, me paré a pensar justo en esto. Es lo que tengo muy claro desde hace mucho: la lucha siempre tiene que incluir a uno mismo, ser personal y no debérsela a nadie. Los obstáculos no se solventan solo en manifestaciones masivas ni arengando a las masas, hay que remangarse y trabajar, y eso es lo que hago. Lo que llevo haciendo toda la vida. Por la igualdad efectiva, por romper los techos de cristal y por lograr avances. Esforzándome lo que sea. Aunque sean pequeños, son pasos que allanan el camino para mi hija.
Terminar número 2 de una promoción universitaria en la que el 85% eran hombres, por ejemplo.
Ayer, día de la mujer, me lamenté de que muchas veces se nos llene la boca con la palabra sororidad, cuando en muchas ocasiones contra quienes más tenemos que luchar es con actitudes bochornosas que parten de mujeres que se hartan de decir que son feministas y después sus actos las desdicen. De eso nos queda también mucho que aprender. Mucho que avanzar.
Sigamos adelante, yo lo voy a hacer. Cordura no me falta. Corazón, mucho menos, es una cosa que no se puede fingir. Cuando se tiene, se nota y cuando no, muchísimo más.
Y voy a seguir sumando, porque para restar ya están otros.
Muchísimas felicidades por tus logros, Mayte! Que como bien dices, te lo has ganado por tus propios méritos. Y sí, a veces somos nosotras mismas las que nos ponemos piedras en el camino...
ResponderEliminarBesotes!!!
No lo tengo fácil donde vivo, pero no he dejado de trabajar desde que llegué salvo en dos momentos puntuales. Si no había trabajo, me lo he inventaba y eso me llena de orgullo.
EliminarPor otro lado, soy lo que soñé y ese es el reconocimiento que quiero, el de sentirme orgullosa de mí misma y que mi hija, que al final es quien importa, también lo esté. Estoy segura de que así es, eso de ponernos malitas y de pasar un par de días muy jodidos de ánimo por el virus, nos regaló una preciosa conversación. Le enseño a ser dueña de su vida y que sus decisiones vayan en esa dirección.
La verdad es que estoy pensando que soy muy afortunada. Mis hijos son maravillosos. Hago lo que me gusta y se me valora por ello. Tengo una madre que no puede ser mejor ejemplo y tuve un padre que templó mi carácter impulsivo y me obligó a pensar antes de actuar. No, realmente no se puede pedir más.
Bueno, sí, alguna piedra menos, que aunque sé sortearlas la paz nunca viene mal.
¡Besos!