Sinopsis:
Tras la muerte de su abuela Cora, Madison descubre unas cartas que aquella nunca envió al gran amor de su vida en Irlanda, de modo que decide pasar las vacaciones de verano allí para intentar encontrar al hombre con el que Cora nunca pudo ser feliz. El viaje da sus frutos y Madison consigue su cometido, aunque ya sea inútil para su abuela.
Pero no será tarde para ella misma, que se verá envuelta en una historia de amor más fascinante que las clases de Historia que imparte en la universidad, pues en Irlanda conoce a un atractivo médico. Su romance pasará por una red de malentendidos y engaños, al igual que les sucedió a Cora y a su amado en el pasado. Y, como ellos, Madison encontrará un amor inolvidable.
Mis impresiones:
Lo primero que tengo que decir es que esta novela la leí hace varias semanas, pero me pilló en un momento sin acceso al blog, dejé correr la reseña y he tardado más de lo previsto en volver a ella.
Conocía a Raquel, escritora leonesa finalista como yo del HQÑ con su anterior novela, Tres deseos para Isolda, pero he empezado leyéndola por la segunda que ha publicado. Bueno, en realidad con Raquel el proceso casi ha sido inverso en todo, porque antes de leerla la conocí en persona en el RA y os puedo decir que es un encanto de mujer. Alguien que sientes muy de verdad, con quien estás cómoda desde el minuto uno. Vivimos las charlas sentadas juntas, con otra grande, Sara Ventas, y seguro que por la foto veréis mejor lo cómodas que estuvimos y lo bien que lo pasamos las tres.
Mientras me recuerdes es una historia de segundas oportunidades, de secretos familiares ocultos durante muchos años que Madison empieza a destapar al encontrar en un armario de casa una caja con viejas cartas. En ellas redescubre a Cora, su abuela, con la que ha vivido toda su vida en Estados Unidos, pero que es de origen irlandés. Leyéndolas es consciente de un pasado que desconocía, del gran amor que dejó allí cuando se tuvo que marchar a los 17 años. La imagen de su abuela se redibuja en su mente y enseguida su curiosidad se despierta. Es profesora de Historia y la historia de Irlanda siempre ha sido su pasión, por lo que empieza a germinar la semilla del deseo de marcharse allí para averiguar más.
Madison tiene ganas de conocer la tierra de sus antepasados y su situación personal, que en esos momentos no es la mejor del mundo con su novio (mejor no hablamos del novio), le da el empujón definitivo para viajar (a pesar de su fobia a los aviones). Desde el momento en el que pone un pie en Cork se siente como en casa, sensación que se multiplicará al conocer a Kieran, un atractivo doctor al que tiene que acudir al torcerse un tobillo.
Raquel Arias dibuja un pequeño hotel irlandés en el que la familiaridad del trato se cuela entre las líneas y hace que hasta tú, como lector, te sientas tan cómodo como Madison, a pesar de las tormentas (las internas y las externas) que de tanto en tanto se desatan.
Yo me la bebí en poco más de un día.
Me ha quedado la sensación de una historia bonita, de una novela de esas que hacen falta de vez en cuando para soñar, de unos personajes, un paisaje y un clima que apetece sentir. Y de ese primer capítulo de la historia que, desde aquí te lo digo, Raquel, da para una novela entera él solo.
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