El desconsuelo hoy tiene la cara de un día de lluvia y el aliento gélido del viento del norte. Murmura bajito en el alma y huele a flores de despedida temprana.
De las que no debieran hacerse.
MAYTE ESTEBAN. Escritora humana.
El desconsuelo hoy tiene la cara de un día de lluvia y el aliento gélido del viento del norte. Murmura bajito en el alma y huele a flores de despedida temprana.
De las que no debieran hacerse.
Hay inviernos pespunteados de tristeza, deslucidos y ásperos, cuyos días se balancean entre sabores amargos de despedida y torpes intentos de sonrisa. Se van dejando paso a una primavera marchita, que asoma leve y fría, ordenado a los gélidos vientos del norte que adviertan a nuestros corazones susurrándonos su mensaje: no os fieis de estos días sazonados de lluvia, de este paréntesis suave.
Todo termina.
No sobran en el mundo los abrazos ni las palabras dulces que
hacen palpitar el corazón, que les dan alas a los dedos y suavizan los rigores
de la vida. No sobran la oxitocina, serotonina y dopamina, y si no sobran, el
sistema inmune se resiente. Como a una planta que se le niegan el agua y el sol,
se arruga y la seguridad, energía y fortaleza ceden sus sillas al estrés, que
como buen señor de este siglo se ha pedido todos los asientos de primera fila.
Qué fácil es abrazar para mejorar la vida, la memoria, el
corazón triste, el insomnio y la autoestima y qué complicado se pone a veces
encontrar ese confort, esos brazos que reciben dispuestos a apretar tu cuerpo
con algo más que cortesía.
Ni siquiera es un beso lo mejor que puedes darle a alguien,
es un abrazo.
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarán.
Hace unos días, Mónica Gutiérrez, una de mis compañeras escritoras (de esa generación literaria que destaqué hace años, cuando el mundo ya no recordaba apenas qué era una pandemia ni la mitad de su población había escuchado hablar de confinamientos) me dijo algo muy bonito:
"Vas a publicar en primavera, como los grandes".
No tengo mucha conciencia de cuándo publica nadie, el mercado editorial es ahora mismo un batiburrillo confuso de libros que no se podrán ordenar hasta que no se haga un expurgo, como se hace en las bibliotecas en las que ya no queda sitio. Pero es verdad que los grandes, los que ya están en los libros de texto, si son de Barcelona el libro lo tienen para el 23 de abril y si son de Madrid para llegar a la Feria del Libro del Retiro.
Entonces, sí, voy a publicar como los grandes, aunque no sea más que un pez pequeño. Me hace ilusión por lo que evoca la novela: me gusta más pensar que voy a volver en primavera como las golondrinas de Bécquer.
Y voy a volver de la mano de HarperCollins Ibérica, la editorial con la que he ido creciendo como escritora, en un formato maravilloso: trade con solapas, dentro de la colección Harper F. Ya estamos preparando el texto, la portada y el audiolibro.
Todo para que esté listo el 8 de mayo y para que pueda encontrarme con mis lectores en la próxima Feria del Libro de Madrid.
Como las golondrinas, vuelvo; como ellas, seguiré jugando a escribir.