martes, 12 de agosto de 2025

NUEVO RICO, NUEVO POBRE, MI SERIE DE ESTE VERANO

 

La trama de esta serie juega con un tema clásico: el cambio de vidas. Todo comienza con un error médico cometido hace 30 años por una enfermera ebria que intercambia a dos bebés recién nacidos en una pequeña clínica rural de Colombia.

Una de las madres, Antonia Mancera de Ferreira, es de clase alta y el parto le pilla de excursión. La otra, Esperanza Romero de Galindo, vive en un ranchito en la zona y es de condición humilde.

Los padres, varias veces a lo largo de la vida de los niños, muestran su desconfianza a que sean sus hijos por lo poco que se parecen a ellos, pero no es hasta que la enfermera está a punto de morir cuando, arrepentida, busca a Antonia y le confiesa lo que hizo. Esta, que hace 15 años que está viuda, busca a su verdadero hijo y acaba descubriendo que vive en una pensión del barrio Bosquecitos de Bogotá con su padre Leonidas (también viudo). 

Brayan (o Brallan juraría que cuando empieza la serie el padre insiste en que lo escriban con dos eles), el verdadero hijo de Antonia, es un joven de clase baja, perezoso y un poco vago, pero con buen corazón. Su obsesión es que él no pertenece a ese lugar, que él tiene que ser rico.

El otro muchacho que nació ese día es Andrés, un hombre de la alta sociedad. Es el niño que debería de haber ido a parar a los brazos de Leonidas, pero que por el error de la enfermera es criado por Antonia. Estudioso, inteligente y trabajador, se ha convertido en el presidente de la exitosa compañía de paquetería y está acostumbrado a una vida de lujos. Su peor defecto es que es arrogante, duro e indiferente con sus empleados y con su entorno. Es insoportable y hermético, lo que hace que, cuando quiera echar mano de sus amigos, descubra que no los tiene.

La razón por la que los padres deciden intercambiar sus vidas, y que el "nuevo rico", Brayan, aprenda a manejar una empresa, y el "nuevo pobre", Andrés, tenga que adaptarse a una realidad llena de necesidades y carencias, es una idea loca que se les ocurre a Antonia y Leonidas: quieren darles una lección de vida para que corrijan sus defectos.

Tras ese punto de partida, sabemos que las vidas de Brayan y Andrés ya se habían encontrado, porque la novia de Brayan, Rosmery, es la secretaria de Andrés. A partir del momento en el que Andrés y Brayan son forzados a intercambiar sus vidas, se desatan una serie de enredos, risas y situaciones complicadas que mantienen la atención del espectador.

Hay dos versiones de la serie, la original de 2007, producida por Caracol Televisión, y la de 2025, un remake modernizado.



En esta primera versión, Brayan está interpretado por el actor Jhon Alex Toro. Al principio me parecía que sobreactuaba mucho, pero la verdad es que al personaje de Brayan esa actuación le va como anillo al dedo. Para mí ha sido el motor para ver la telenovela, es que cuando le pillé el punto, no podía dejar de reírme con él.

Tanta “malicia indígena” me mantuvo sonriendo.

Los que no me gustaron nada, pero son esenciales para entender la trama, son Fernanda Sanmiguel, la supermodelo interesada que pasa de ser novia de Andrés a novia de Brayan cuando la fortuna cambia de manos, y el “tinieblo” de esta, el “primate Mateo” como le dice Brayan, un López Ferreira que trata de hacerse con la fortuna de la familia de Antonia.

El personaje de Andrés está interpretado por Martín Karpan, es el millonario que de repente se ve sin un peso y al que la vida le va bajando los humos. Es muy tierna la interacción progresiva con el perro sarnoso (Chanda) que vive en la pensión la Caridad y tiene mucha química con Rosmery (que de novia de Brayan pasará a novia de Andrés).

Como vemos, los guionistas intercambiaron todo.

También me encantaron María Cecilia Botero en el papel de Antonia y Hugo Gómez en el personaje de Leonidas Galindo.



La nueva producción de Caracol Televisión, que se estrenó en febrero de 2025, mantiene la esencia de la historia original, pero con un elenco y una ambientación actualizados. Aunque las dos series conserven la misma historia, hay grandes diferencias, porque los años que han pasado han provocado tantos cambios en la sociedad que no se podía hacer exactamente igual. Por ejemplo, en la primera versión solo los multimillonarios tienen móvil... Ese pequeño detalle supongo que obligó a cambiar la trama, muchas partes no funcionarían con verosimilitud en una historia con una comunicación fluida como la de ahora. Además, en la nueva aparece un personaje, Adi, la asistente de IA del multimillonario. La interacción de Brayan con ella es muy divertida también. En esta versión de 2025, los inversores son cataríes, mientras que en la primera eran americanos y las empresas no se llaman igual: la primera era Mundo Express y la segunda Card Smart.

Además, tiene la mitad de capítulos, porque se han eliminado algunas subtramas que no aportaban mucho a la novela, sino que la alargaban innecesariamente. 

La serie está en Netfix. 

Bueno, las dos.

¡Me encanta la canción que abre la novela! No sé cómo se llama, pero "Nadie sabe lo que tiene hasta el día que lo pierde" es una verdad como una catedral. Al principio, me la saltaba, pero acabé viendo la cabecera solo por la canción.

¿Cuál me ha gustado más? Sinceramente, la primera, la de 2007. No ha sido por la trama, que creo que está más ajustada en 2025, ni por la ambientación, la pensión es mucho más bonita en la nueva, es por los actores. En la primera, todos están soberbios. En la segunda, ni Andrés ni Rosmery me han convencido. Sin embargo, Fernanda Sanmiguel, sí.

El que me ha vuelto a cautivar es Jhon Alex Toro. Interpreta a Leonidas, que es uno de los personajes más bonitos de la novela; mira que lo hizo bien Hugo Gómez, pero es que él lo vuelve a bordar.

Pero, a pesar de que una me guste más que la otra, las he visto las dos y las volvería a ver. Últimamente no consigo que nada me mantenga mirando la televisión más de diez minutos, así que esto tiene que tener algo para que así haya sido.

La serie, para alguien de Castilla, tiene las dificultades propias de las palabras que no conocemos aquí, pero he de decir que no tardas nada en entenderlas. Eso sí, hubo una vez que mi hijo se quedó mirando la tele, en una de las escenas que protagoniza Jhon Alex Toro, y me preguntó si de verdad lo estaba entendiendo por lo rápido que habla.

¡Pues claro! 

La recomiendo. No he visto una telenovela desde el siglo XX, hará como 40 años, y pensaba que no iba a ver nunca más una, pero me equivoqué. 

Después de esta, lo intenté con otra y me aburrí en el capítulo uno.

Personajes principales.

Primero, el actor de 2007, después, el de 2025.

 

Andrés Ferreira (Martín Karpan, Juan Manuel Guilera)


 





Brayan Galindo (Jhon Alex Toro, Variel Sánchez)

 







Rosmery Peláez (Carolina Acevedo, Lina Tejeiro)

 





Fernanda Sanmiguel (Andrea Nocetti, Laura Barjum)

 




Antonia Mancera (María Cecilia Botero, Marcela Agudelo)


 





Leónidas Galindo (Hugo Gómez, Jhon Alex Toro)






Sé que este blog habla de libros, pero los libros cuentan historias y a las historias bien contadas, les hago sitio.


lunes, 4 de agosto de 2025

39718 PALABRAS

Mi intención era actualizar cómo voy con la novela el 2 de agosto, el día que hacía tres meses desde que empecé la novela.

No ha sido posible.

He pasado unos días un poco intensos, en los que se suponía que iba a estar descansando, pero que los he pasado apagando fuegos (traducción: llevando a médicos, colaborándole a un albañil, limpiando y desalojando el agua de una inundación en el garaje de mi madre).

No he escrito ni una palabra.

Pero, a pesar de esto, estoy contenta porque llevo 16 capítulos, cuatro horas de grabación de novela y casi 40.000 palabras.

Todavía me queda documentación por leer, así que es posible que tenga que ajustar algunas cositas antes de darla por concluida, pero no sé yo. Hice un pedido a IberLibro, a una librería de A Coruña, y hace ya una semana que se supone que debería haber llegado, pero no tengo noticias de ella.

Eso sí, cobrarla, el primer día.

Esta novela me está abriendo el apetito de Granada, pero también de volver a París. Y Roma. Y, sobre todo, Portici

Quiero notar en mi piel su luz.


jueves, 17 de julio de 2025

YELA, UNA HISTORIA DE 800 AÑOS

Bicheando por la red, he ido a recalar en el PDF de un libro que habla del pueblo de mis abuelos, Yela, un diminuto pueblo de la Alcarria, cerca de Brihuega, que sufrió de tal modo los estragos de la Guerra Civil que casi quedó deshabitado.




El libro, de Julián del Olmo García, explora los 800 años de historia del municipio. 

Al principio, invita a que, quien quiera, complete los datos, porque las páginas que le ha dedicado le parecen muy pocas para resumir ocho siglos de historia.

Yo no he hecho nada más que empezarlo y creo que, por justicia, tengo que corregir un dato.


Llegó un momento en la guerra en el que la población civil no tuvo más remedio que abandonar el pueblo. Mis bisabuelos y mi abuela, y supongo que su hermano Máximo, fueron evacuados como dice aquí, de la noche a la mañana. La anécdota de mi abuela, que me la repitió hasta la saciedad mientras vivió, fue que intentó entrar en su casa (la que estaba pegada a la fachada de la iglesia) para recuperar su muñeca y llevársela. Mi bisabuelo Julito le dijo: "Si entras, te quedas aquí". Se marchó sin ella a San Lorenzo de la Parrilla, el pueblo de Cuenca donde los evacuaron, y cuando volvieron no la pudo recuperar porque de su casa no quedaban ni las paredes.

Pero este texto lo he recuperado por la parte final.

Dice que no se sabe quién escondió en la vega la cruz de plata y que, años después de la guerra, una mujer la encontró.

Eso es así, y se llamaba María, pero no Sanz García, sino Puado Sanz.

Era mi tía abuela.

Por su memoria, por el mal rato que pasó por culpa de haber encontrado la cruz de plata, tengo la obligación moral de publicar esta historia.

La tía María volvió al pueblo después de haber pasado la guerra en Valencia. Fue a visitar a sus padres, en ese tiempo breve que tardaron en tomar la decisión de dejar el pueblo y emigrar a Madrid, y en esa visita se acercó a la vega a buscar leña. Supongo que para cocinar o para calentarse, o para ambas cosas. Para ayudar a sus padres, en definitiva. Mi bisabuelo no tenía movilidad, así que la abuela, que tenía problemas cardiacos, cargaba con más cosas de las que podía y su hija hizo lo que cualquier buena hija haría: quitarle tarea.

En ello estaba cuando tiró de un tronco y, debajo, apareció la cruz.

Ella me contó que el corazón le dio un bote, sabía que estaba desaparecida y el recuperarla fue una alegría inmensa. La llevó a la iglesia, donde debía estar, y hasta que le alcanzaron las fuerzas siguió yendo a la romería de Yela en el mes de mayo para poder besar su cruz.

Pero esa cruz, también fue su cruz.

Durante mucho tiempo, tuvo que asistir a interrogatorios nada amables de la policía franquista, que trataban de acusarla de haber sido ella la que había escondido la cruz. Era imposible, ya digo que pasó la guerra en Valencia, con una familia que se marchó de Madrid en una aventura que se merece por sí sola una novela.

Así que no, no fue esa María que dice el libro, fue María Puado Sanz, la mujer más bella que he conocido en toda mi vida, mi tía abuela, alguien a quien quise y quiero y ni he olvidado ni voy a olvidar mientras viva.

Y si tengo que escribir una novela para subsanar que se hayan confundido de nombre en un libro que hace peligrar su memoria, pues igual lo hago.

María Puado Sanz, lo repito.

En el libro también ha habido otro párrafo que me ha emocionado:


Esa segunda boda del pueblo es la de mis abuelos. Mi abuela también me contó mil veces la misma historia: se casó de negro en una iglesia sin tejado.

Y eso era lo que necesitaba contar hoy. Otro día, María será la protagonista de una novela, es algo que le debo, aunque no será la primera vez que escriba sobre ella. Ya hay una historia que solo tenemos en mi familia. Esta:


Está en Amazon, pero solo en borrador.






jueves, 10 de julio de 2025

A COLINA DA ALMENDOEIRA. HARPERCOLLINS

Se me ha pasado venir a contarlo al blog. Hace diez días, el 1 de julio, se publicó La colina del almendro en Portugal. Ha salido bajo el sello de HarperCollins, bajo el título de A colina da almendoeira y esta vez la han catalogado en ficción histórica.

Ya era hora de que le diera alguien su sitio de verdad.

Querría haber hecho una publicación entusiasta en el blog, pero la vida te lleva por donde le da la gana y la verdad es que no he podido.

El martes 1 de julio, mi madre tenía una cirugía menor y yo tuve que poner por delante lo que es prioritario y me dediqué a ella. Publiqué algo que tenía guardado de antemano, claro, pero sin la dedicación de otras veces, por más que este sea uno de esos sueños importantísimos que crees que jamás vas a cumplir porque yo no tengo agente.

De ese tema hablaré en otro momento, pero cuando ya no escriba.

El caso es que ya está aquí y es así de requetechula. La estoy viendo en pequeñas librerías portuguesas, en centros comerciales, en grandes librerías... Ojalá se encuentre con lectores como los de aquí, como vosotros, que habéis disfrutado tantísimo con ella en estos seis años que hace que se publicó en español.

Puede ser una imagen de 1 persona y texto

Con todo el morro del mundo le he robado la foto a la Papelaria Ribeiro Fernandes de Lisboa, tan bonitos ellos, que la destacaron entre las novedades que les han llegado. Muchas gracias y perdón por el asalto, espero que tengáis que reponerla un montón de veces. Ojalá la vida me dé la oportunidad de agradeceros en persona este gesto.

Hoy, cuando por fin llego al blog, es 10 de julio y es el día más triste del año para mí, porque hoy es el aniversario de la muerte de mi padre. 

Diecinueve años ya, tantas vivencias preciosas que he tenido desde que se fue y que no he podido compartir con él. Sé lo feliz que estaría y lo feliz que estaría yo con él a mi lado. 

No he hecho coincidir esta entrada con este día, simplemente ha pasado; en realidad es que hoy es mi resurrección después de cinco días muy jodidos. 

Hace dos días, pasé unas horas de madrugada en las que pensaba que me estaba muriendo. No sé qué virus habré pillado, pero ni las cuatro veces que he tenido Covid me había sentido tan mal. No era nada que detecte un test, me lo hicieron y dio todo negativo, pero me mantuvo con fiebre y medio inconsciente día y medio.

Ni siquiera pude abrir el ordenador, mucho menos acordarme de que había una novela emprendiendo un camino que va a tener que hacer sola porque no tengo ni idea de portugués y solo la puedo acompañar con frases cortitas que escribo con un traductor, con más miedo que vergüenza en mis redes de alcance limitadísimo. 

¿Sabéis lo que pensaba en esa oscura noche en la que no veía salida? Que en mi familia, las personas importantes tienen la mala costumbre de marcharse en verano, que parece ser que las vacaciones eternas nos gustan con buen tiempo y yo, en ese delirio febril, creía que me había sumado a la moda. Sí, ahora parece que exagero, pero esa noche de hace dos días lo creía tan en serio que escribí una pequeña nota de despedida.

Soy escritora, qué le vamos a hacer...

El caso es que no, que aunque sigo sin voz, sin muchas ganas de nada, con la espalda doblada y los bolsillos llenos de pañuelos, voy para arriba. Soy, como Mary Davenport, una superviviente.

Y como ella, aunque el camino parezca imposible, voy a encontrarlo hasta llegar a conseguir mis metas. Aunque esa meta solo sea poder decidir por mí misma en algún momento.


domingo, 22 de junio de 2025

52 DÍAS, 12 CAPÍTULOS, 27189 PALABRAS

Cuando empecé con la escritura de la novela en la que me encuentro inmersa, me prometí que haría un seguimiento del proceso, utilizando el blog para documentarlo.

No he cumplido mi promesa.

La primera razón es que, por mucho que sepa que no hay demasiados ojos posándose sobre este blog, siempre puede haber alguno y no es plan ir contando lo que estoy escribiendo. No es que no sea plan, es que es un poco temerario.

La segunda razón es que se me ha ido olvidando.

Cada vez que encuentro momentos para sentarme a escribir, hago eso, escribo en la novela. Leo y releo lo que termino y, después, lo grabo en audios que estoy escuchando para saber si el ritmo es el adecuado, si hay alguna incoherencia o si simplemente engancha.


Ya sé que pone 17 y he dicho que son 12 capítulos, pero en realidad son 24, porque cada capítulo tiene dos líneas temporales. El caso es que al principio empecé siendo ordenada, pero al final fui grabando en cuanto tenía una de las líneas y por eso ya no cuadra.

En audios me estoy acercando a las tres horas, porque la novela tiene un ritmo muy pausado.

En lo que se refiere a la trama, no sé calcular, quizá esté más o menos a la mitad.

En cuanto al recorrido de mi personaje, me quedan solo seis años que narrar.

En cuanto a mí, estoy FELIZ.

Además, en los últimos tres días, mucho más lúcida que de costumbre porque estoy durmiendo bastante mejor y eso se nota cuando me siento por la mañana delante del teclado. También se nota que ya conozco a mi personaje y que ya no me cuesta tanto empatizar con él, vestirme su piel y recrear sus reacciones.

Esta vez he elegido un hombre, no sé si será una temeridad, pero bueno, qué más da. Yo escribo sobre todo para mí y ya digo que estoy pasándomelo genial.

Y estoy aprendiendo.

No un poquito, una barbaridad, tanto que creo que voy a seguir escribiendo novelas de este tipo, tratando de que sean cortas, independientemente de lo que al final haga con ellas. Lo voy a repetir hasta la saciedad: lo importante es el camino. Ojalá hubiera tenido tan clara esta lección hace años, ojalá tuviera treinta menos y supiera lo que sé ahora, porque me comería el mundo. Ahora me conformo con que no me coma a mí y con vivir en paz.

Que no siempre tengo la suerte.