miércoles, 29 de octubre de 2025

TERMINADA LTDC

Vamos a llamarla así, LTDC, no sea que llegue la autora copia títulos y encima se me adelante.

LTDC es oficialmente la última novela que he escrito. Creo que será la 21 terminada , si no me he perdido entre tantas.

Sé que conté hace nada que le puse las primeras palabras el 15 de septiembre y hace ya un par de días que acabé, pero debo explicar varias cosas para que esta velocidad se entienda. Ni es la mía, ni probablemente se repita.

En los últimos siete meses, no he parado de escribir y esto agiliza mente y dedos. Mi claridez mental y mi velocidad se han multiplicado.

Me he sentado a escribir todos los días. Que diréis, qué tontería. Pues no, los parones de escritura hacen que pierdas ritmo, fluidez y claridad.

La novela es muy sencilla, gira casi solo en torno a dos personajes y su entorno es limitadísimo. No expandir el mundo, no añadir subtramas que enriquezcan la principal hace mucho más sencilla la tarea.

He prescindido de las descripciones de los espacios por los que se mueven los personajes. No hay nada.

O sí, libertad absoluta para el lector.

La novela es puro ritmo, tanto en los diálogos como por la narración cinematográfica. Eso sí, he escrito con raya, interrogaciones, tildes... ¡Faltaría más! No seré superventas, pero soy escritora y para mí, dictar lo primero que te viene a la cabeza, aunque luego se corrija, pues como que no me convence.

Entre un cirujano de palabras y emociones, y un mercader o un mercenario, hay un trecho.

Por eso, lo que sí me he hartado de describir en esta novela son las emociones de los personajes. Esas son marca de la casa y para todos hay un arco de transformación. Aunque hablen poquito.

Cuando parece que va a pasar algo, intento que pase otra cosa. No siempre soy tan capulla, claro, es romance contemporáneo, no me salto todas las normas.

Son 60.000 palabras. He escrito todos los días unas 6 horas, tampoco ha sido tanto al día y los primeros los dediqué a hacer un detalladísimo esquema que me he saltado. Ahora me duele mucho el culo y he tenido que volver a cambiar la silla por la bola de pilates.

Pero pasará.

He usado un montón de clichés de la romántica y con ellos encima de la mesa he montado este puzle. Dos personas que son como la noche y el día, que no se gustan a priori, obligados a fingir una relación para conseguir un trabajo... 

Ese era el objetivo, pero al final trastocado algunos clichés. 

Y esto es lo mejor.

Se la he escrito a Patricia, mi amiga, que entró en el salón de mi casa y vio mi cartulina, la que pongo delante del portátil,  encima de la mesa del salón. Hoy ella la habrá empezado a leer y yo me estoy mordiendo las uñas.



Le he hecho hasta portada. En su versión hay letras con el título y no un borrón, claro.

Quería recuperar esto, la ilusión por escribir, la que tenía en esas primeras historias que componía y después se leía solo mi hermana en nuestra habitación. 

Reto reconquistado. 

En este mundo saturado de escritura y de escritores, yo quiero ser quien siga escribiendo por necesidad del alma y no del bolsillo, y para eso no necesito teatros llenos y colas eternas de lectores (roba mucho tiempo de escritura), sino corazones generosos que entiendan mis locuras y se apunten a ellas.

Este mercado a veces me empuja a que me rinda, pero yo no puedo. No voy a dejar de escribir. No, mientras paea las historias laten dentro de mí, y existan otros ojos que quieran leerlas.

No, porque creo que, independientemente de los premios, los años, los miles de lectores y las editoriales, soy escritora. 

Lo soy porque contar historias es lo que mejor sé hacer. 

Por cierto, mi protagonista es Mar y él se llama Gael, y son arquitectos. 



sábado, 11 de octubre de 2025

HOSTIAS COMO PANES

Es que no hablas nada más que de tus cosas...

¿Y de qué voy a hablar? ¿De la boda de Cayetano Martínez de Irujo? ¿De lo que se lleva en faldas esta temporada? ¿De con quién se ha liado la vecina?

Todas esas cosas me la sudan y, además, me parecen una falta de respeto como temas de conversación.

Me encantaría encontrar a alguien para poder hablar de los libros que leo, de algún hecho histórico interesante, de cómo en astronomía hay algunas cosas que, de puro perfectas, parecen magia.

Pero resulta que las personas con las que puedo tener esa conversación, no existen.

Hoy no estoy bien del todo, hoy me he llevado uno de esos bofetones que te da la vida que no te los esperas y te dejan sin respiración, pero ahora, que habrán pasado ¿cuatro horas? estoy mejor. Analizando por qué, tengo que decir que he dado un paseo de casi cuatro kilómetros por la orilla del río, en silencio, intentando encontrar la calma.

Y me he dado cuenta de algo.

Desde que empecé a publicar, bueno, más bien desde que mis libros empezaron a llamar la atención, me he llevado hostias como panes por parte de gente que no me conoce de nada. A veces, porque el libro que fuera no les gustó, pero otros han sido ataques a mi persona.

Joder lo que dolieron.

Pero joder, lo que he aprendido de ello.

Me he puesto a pensar que si he logrado respirar después de algunas de las putadas que me han hecho desde que estoy aquí, puedo con todo lo que me echen. He pensado que, si he logrado escribir tres novelas este año, y voy por la cuarta, después de todo lo que cargo en completa soledad en mi mochila, puedo con todo.

Lo de hoy es duro, por inesperado, por inexplicable, pero también tengo la conciencia muy tranquila. Empecé diciendo que no me gusta hablar de los demás, así que, en lo que ha pasado, mi pecado ha sido ese, no hablar de los demás, centrar todo en mí, porque no tengo por qué hacer leña con nada de nadie.

 Y resulta que ese ha sido mi error.

Tenía que haber sido cotilla, maleducada, borde, y muy empática con la persona de enfrente, pero maligna con otra que no soy quien para juzgar si se lo merece. Y no haber intentado ilustrar todo con ejemplos que no implicasen a nadie más que a mí.

Pues vale.

Error anotado, paso página para siempre.

La próxima vez que suene el teléfono la conversación durará dos minutos, lo justo para decir que no tengo tiempo para hablar.

En quince días termino del todo un trabajo. Ya no es ni será jamás mi responsabilidad. Siento que lo he intentado hacer lo mejor posible, pero si no me ha salido, también es verdad que nadie me preparó para ello. Ahora sé que solo con querer con toda tu alma, no sabes hacer las cosas. Y, bueno, ese error sí lo cometí, pensé que podía con todo

Pero se acabó.

Una cosa menos por la que preocuparme.

A partir de ahora me voy a concentrar en mis propias cosas. Sé que no tengo nada más que lo que consigo por mis medios, así que aprenderé a hacer algo que revierta en mí y así iré pasando las horas.

Así, y escribiendo.

No sirvo para nada más, resulta que no tengo ni habilidades sociales.


lunes, 6 de octubre de 2025

MI NUEVA NOVELA

 


Lo primero que he puesto es una fotografía que incluye los datos del archivo porque, de otro modo, es imposible explicar esto. A lo único que no hay que hacer caso es al tiempo de edición, porque tengo la mala costumbre de no cerrar los archivos en los que estoy trabajando y los tiempos no salen. Siempre me digo que para la siguiente novela voy a modificar la costumbre, pero se me olvida.

Llevo 108 páginas.

Van 34092 palabras.

Empecé el 15 de septiembre.

Le estoy dedicando horas: por la mañana, hora y media o dos. A medio día, un par de horas. Después de cenar, otras dos.

Y ahora viene lo mejor: no es para nada.

Lo he dicho, tengo que mantener la forma. Antes escribir en redes cubría esa necesidad, porque merecía la pena dedicarle un rato a un post, a un relato, o a cualquier cosa que tenía un feedback. Ahora no, así que me he dedicado a hacer esto para mí.

Ya sé a quién le voy a dedicar esta novela y quién va a ser mi lectora cero. Está ilusionadísima y esa ilusión me la contagia a mí.

Esta novela es un experimento que está llenita de clichés de la romántica contemporánea. Todos los que me cabían, todos los he puesto. Creo que el otro día en redes se pensaron  que hablaba en broma, pero no, era completamente en serio.

No estoy revisando, igual me contradigo porque no me acuerdo de algo, pero esto está siendo tan divertido como cuando escribí Armando, esa novela loca en la que un chico aterrizaba en una clase llena de chicas y no entendía nada. La escribía los sábados por la noche, cuando mi hermana se estaba desmaquillando antes de meternos en la cama, después de estar toda la noche de fiesta. Después, cuando me tocaba desmaquillarme a mí, ella leía lo que había escrito y nos moríamos de risa.

Escribir en este país o en este mundo, ya no es un acto de rebeldía, es una puñetera moda. Yo, que crecí buscando ser distinta, cada vez me siento menos vinculada a esto. Voy a seguir escribiendo porque soy escritora, pero no de postureo, de ponerlo en redes, lo soy por convicción, por formación, por reconocimiento, por los pasos que he dado en la vida ya. Y como no tengo nada más que demostrar, creo que voy a buscar la manera de seguirlo siendo y de seguir marcando la diferencia hasta que me muera.

Si ahora me apetece escribir para una minoría y fuera de la ley, pues que me detengan.