Kyra sigue obsequiándome con una semana dedicada a la lectura de mis dos novelas publicadas. Los dos últimos días el libro protagonista ha sido La arena del reloj. Ha hecho una reseña maravillosa de la novela que os invito a leer en su propio blog, Hojeando Mundos. Pinchad en el enlace:
Reseña
También tiene otra sección, a la que ha llamado Entre Líneas, en la que rescata frases que le han parecido interesantes. También os dejo el enlace:
Entre líneas
Para quienes queráis leer los libros, éstos se pueden descargar de manera gratuita siguiendo el enlace que hay en este mismo blog, en la página MIS LIBROS. Este enlace también os llevará hasta su versión en papel. He decidido prolongar más tiempo el precio especial de seis euros, por si hay alguien que prefiere el formato tradicional.
MAYTE ESTEBAN. Escritora. Abrí paso en España al mundo de la autoedición. Hoy publico con HarperCollins.
jueves, 28 de julio de 2011
martes, 26 de julio de 2011
HABITACIONES CERRADAS. CARE SANTOS.
SINOPSIS
Ambientada en la Barcelona modernista, Habitaciones cerradas es una historia de secretos ocultos que traspasan las fronteras invisibles del tiempo. A caballo entre el pasado y el presente, la historia nos cuenta fragmentos de la vida de una familia acomodada de finales del XIX, la del pintor Amadeo Lax, y la de sus descendientes en el XXI.
MI OPINIÓN
Habitaciones cerradas es una novela con mayúsculas, perfectamente escrita y con una estructura para nada habitual. Lo que más me ha sorprendido de esta novela es eso, la estructura que elige para contarnos la historia. La autora siembra el relato de diferentes documentos (fichas de cuadros, correos electrónicos, cartas, artículos de prensa...) que no inserta dentro de la narración de ningún modo. Esta fluye en un continuo flash back: nos presenta fragmentos de la historia pasada de la familia Lax mezclados con acontecimientos que se suceden en el presente. La sensación constante es que Care Santos nos deja piezas de un puzzle que nosotros debemos completar para comprender el relato, como de hecho ocurre cuando finalizamos la lectura.
Al principio pensé que, cuando hablaba de la primera generación, lo hacía con tiempos verbales pasados y cuando volvía al ahora lo hacía con el presente, pero pronto descubrí que no es así exactamente. Otras veces hace algo que también es poco frecuente: el narrador que parecía omnisciente dos líneas antes, pide atención, en presente, al lector, para que escuche con él, para que juntos sigan descubriendo qué pasa. He llegado a pensar que siempre que usa el presente lo que busca es activar la atención del lector, hacerle cómplice, espectador de primera línea de esa historia que llega desde otro tiempo, que ha estado oculta y que necesita del presente para solucionarse. Al final descubrí quién hablaba realmente y por qué era así. Tenía la sensación de que alguien me contaba una historia tal y como se recuerda todo, yendo hacia adelante y hacia atrás, sin demasiada lógica, porque no hay vida o historia que se recuerde con precisión. A lo sumo reconstruimos y muchas veces olvidamos cosas que es necesario retomar en algún momento.
El título para mí no sólo hace referencia a habitaciones cuyo acceso ha estado bloqueado mucho tiempo, sino también a secretos inconfesables de los protagonistas que necesitan tiempo para salir a la luz. En la portada aparece una escalera, y mientras leía pensaba que la autora me hacía ir subiendo y bajando sus escalones constantemente.
Los personajes están muy bien trazados, pero como la autora no sigue una línea temporal hay que ir construyéndolos mentalmente mientras se va leyendo. Me ha gustado en especial el de María del Roser Golorons, la madre del pintor, una mujer muy diferente a lo que te imaginas cuando piensas en alguien de su posición y de su tiempo.
En conclusión, esta es una novela que hay que leer. Si siempre me resulta difícil decir algo de un libro, lo justo para despertar interés, sin desvelar nada, en este caso es más complicado porque todo el libro está plagado de secretos que salen a la luz cuando se derriban muros, a veces invisibles. No quiero estropear ninguna intriga, así que lo dejo aquí para que las descubráis.
Otra cosa que me ha llamado la atención, y mucho, ha sido esta frase que a cualquiera le podría resultar anodina:
"Esta novela se escribió en Mataró, Madrid, Turégano y Como entre abril de 2009 y noviembre de 2010."
La razón: Turégano. Viví allí durante cinco años y, aunque no es mi pueblo de verdad, lo siento mío, no sólo porque mi hijo nació en este hermoso lugar, sino porque fueron cinco años en los que fui muy feliz. Y he escrito mucho allí, con el castillo al otro lado de la ventana de la habitación de Alex. Me gustó saber que esta historia se gestó en un lugar que llevo en el corazón y que ha sido también escenario en alguna de mis novelas.
Leedlo con tiempo y calma. No es sólo un libro para pasar el rato. Es un Libro.
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NUEVA RESEÑA DE SU CHICO DE ALQUILER
Esta semana, Kyra, de Hojeando Mundos, está dedicándome una semana ¡entera! Empezó ayer, con una reseña de Su chico de alquiler. Espero que os paséis por su blog, porque creo que ni yo hubiera sido capaz de captar la esencia de mi propio libro mejor de lo que lo ha hecho ella.
Desde aquí vuelvo a darle las gracias a Kyra por sus palabras, así como a los que habéis comentado que sois de los que atraviesan con frecuencia el espejo. ¡Qué bonito principio de semana! Seguid haciéndole llegar vuestros comentarios. Esta semana somos dos las que los esperamos con impaciencia.
No os perdáis también su sección Entre líneas, donde ha rescatado algunas frases de la novela.
jueves, 21 de julio de 2011
PROBANDO PORTADA PARA LA NUEVA NOVELA
martes, 19 de julio de 2011
LA ANÉCDOTA DE QUEVEDO
Supongo que a vosotros, lectores voraces, no tengo que explicaros que Don Francisco de Quevedo fue uno de los escritores más brillantes del Siglo de Oro español. Desde mi punto de vista, nada objetivo, el mejor. Hay quienes opinarán que Góngora, cultivador del culteranismo, era bastante mejor que este genio del conceptismo, pero qué queréis, de siempre he preferido la inteligencia a las florituras.
Pero no voy a hablar de literatura sino de juegos de palabras, de esos a los que era tan dado este escritor. Lo leí en un libro que editó El País Aguilar hace ya algunos años, llamado El Capitán Alatriste de Arturo Pérez-Reverte y la España del Siglo de Oro y es una de mis anécdotas favoritas para ilustrar la brillantez de pensamiento de este hombre, que practicaba el humor con mala leche mucho antes de que se inventara ningún club de la comedia.
Cuentan que en el XVII, momento en el que las medidas de higiene de las ciudades españolas (como las del resto del mundo, no nos engañemos) eran inexistentes. La gente meaba en cualquier lugar, eligiendo casi siempre rincones entre edificios o portadas de las casas. Como medida disuasoria, algunos vecinos colocaban hornacinas con santos y cruces, y como el respeto que se tenía en esos momentos a la religión era casi reverencial (bueno, y sin casi, que por esas calles andaban los Inquisidores…) la gente evitaba vaciar la vejiga en esos lugares. Quevedo, muy dado a transgredir normas, orinaba siempre en el mismo lugar, el portalón de acceso a una casa. Los dueños, hartos, pusieron una cruz pero ni eso disuadió al literato, así que a la cruz le añadieron un cartel con las siguientes palabras:
"Donde se ponen cruces, no se mea"
De vuelta al lugar, en otro momento de "necesidad", Quevedo no se cortó un pelo, y cual si fuera mensaje de Twitter, breve, conciso y certero escribió debajo:
"Donde se mea, no se ponen cruces".
En fin…
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Quevedo
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