domingo, 2 de julio de 2017

EL PUERTO DE LA LUZ DE JANE KELDER

Antes de empezar, tengo que contaros que esta lectura pertenece a una iniciativa muy bonita emprendida por HarperCollins Ibérica: el libro viajero.

¿En qué consiste?

Varias autoras y una bloguera nos vamos a ir pasando este ejemplar de la novela ganadora el V Premio HQÑ y en él anotaremos impresiones, subrayaremos frases... en realidad todo lo que se nos ocurra. Pero claro, el espacio que te deja un libro es muy limitado, así que tenemos también una libreta en la que podemos extendernos aún más. Tanto el libro como la libreta terminarán su recorrido en manos de Jane Kelder, la autora, que a su vez anotará sus propias impresiones.

Al final, libro y libreta se van a sortear.

A mí me ha tocado ser la primera, así que me he movido un poco a ciegas y he hecho más o menos lo que me ha dado la gana. Como un pequeño adelanto os voy a mostrar algunas de las hojas de la libreta.



Mi color era el verde y los marcadores y las notas que he puesto en el libro son de ese color, aunque es evidente en los dibujos que he empleado otros colores, sobre todo el negro. La verdad es que es una novela que se presta mucho a dibujar y a hacerlo con calma, porque es muy visual, pero no nos podíamos extender más allá de quince días y yo empiezo a trabajar mañana, así que tenía que acabarla sí o sí hoy, para que me dé tiempo a pasársela a la siguiente. 

Espero con impaciencia para ver en las redes las notas de mis compañeras, o las fotos que hayan ido haciendo de la novela viajera. Yo he hecho algunas fotos que he colgado estos días.










Sinopsis:

Natalia tenía que decidir entre dos hombres y el agradecimiento o el amor.

El Puerto de la Luz es un viaje en el que se mezclan la huida y la búsqueda. ¿Cuántos nombres necesita una persona para saber quién es y desenterrar su origen? ¿Qué motivos llevan a esa persona a hacerse pasar por alguien que no es?

Nathalie Battle, Nathalie Lindstrom y Louise Fairley son la misma mujer en busca de respuestas: quién es, quién cree ella ser, quién piensan los demás que es. El camino en busca de su identidad la llevará a Gran Canaria, donde Natalia también encontrará el amor y la libertad de ser ella misma.


Mis impresiones:

El puerto de la luz es un homenaje a la isla de Gran Canaria y una época que, al menos para mí, ha resultado ser bastante desconocida: cómo era a principios del siglo XX.

La novela comienza en un frío día de marzo en Londres, con la muerte del señor Lindstrom, al que la protagonista ha considerado siempre su padre. Su abuela le dice a Nathalie que en su lecho de muerte, su hijo le ha confesado que ella no es hija suya, sino de un español de Canarias, y la abuela, que nunca ha sentido mucho cariño por la muchacha -no se parece en nada a su hijo, sino que tiene rasgos españoles- la echa de casa, prohibiéndole hasta usar el que ha sido su nombre toda la vida.

De la noche a la mañana, Nathalie se encuentra en la calle, sola, sin dinero y sin saber qué hacer. Empiezan tiempos duros para ella que, lejos de mejorar, cada vez van más. Cuando ya se ha rendido, cuando le da igual morir, la encuentran dos viejecitas que la cuidan y le consiguen un trabajo de dama de compañía para una mujer acomodada, aunque algo fría, la señora Cunningham. Estando allí, lee sobre las islas Canarias en un libro de Olivia Stone y cuando la mujer enferma y viene su hija a encargarse de ella, decide que se irá allí. Quiere investigar quién es su padre.

Para cuando Nathalie toma esta decisión es julio de 1902. Es una vuelta a nacer.

En Southampton  conoce a William Nordholme por accidente y él la introduce en su grupo de amigos, confundiéndola con alguien acomodado. Un equívoco lleva a otro y acaba comprometida con él, un hombre que le dobla la edad  -que piensa que se llama Louise Farley- y al que podría considerar casi más como un padre, pero que le ofrece la posibilidad de viajar a Canarias, que es lo que ella desea. Una vez allí, tropezará con Dan Nordholme, el hijo de William, por quien siente una atracción instantánea. Él también siente lo mismo, pero empezará a desconfiar de ella. No entiende por qué una mujer tan joven quiere convertirse en la esposa de alguien de la edad de su padre. 

O eso se dice, porque al joven Dan le pasa algo más con Lou, o Nathalie, o Natalia...

La novela destaca por su amplia documentación sobre la isla de Gran Canaria de principios de siglo XX. Aparecen los lugares más emblemáticos y por ellos veremos moverse a los personajes. Las costumbres inglesas, el contraste con los autóctonos canarios, sirven a la autora para ambientar esta historia de amor y búsqueda, puesto que Natalia aunque esté tratando de encontrar a su padre se acabará encontrando a sí misma.


Lo que me ha gustado menos es que a veces el narrador me anticipaba datos clave sobre la trama que me hubiera gustado que me dejase descubrir a mí, que no me contase determinadas cosas, dosificando un poco más la información. Quizá en algunos momentos las sorpresas hubieran sido mayores.

Os recomiendo la novela porque es un viaje doble: un viaje hacia las islas Canarias, pero también un viaje en el tiempo. Nos hace retroceder un siglo y nos ofrece un perfecto mosaico de cómo era la isla en ese momento. 

Sentáos, ponéos cómodos y cerrad los ojos un instante, lo justo para imaginar el mar. Abrid los oídos y escuchad el rumor de las olas. Y, si estáis atentos, igual podréis hasta oler la sal en el aire. No olvidéis dejar que la brisa cálida de Canarias os acaricie la piel y degustad esta novela.

Es una buena opción para el verano.

jueves, 29 de junio de 2017

QUÉ DICE DE TI LO QUE TÚ DICES DE TI




Soy muy fan de las autobiografías de la gente en Twitter. En unas pocas palabras tienes que definirte para que los demás sepan algo de ti y decidan seguirte o no. Puedes optar por dejarlo vacío, si es que no se te ocurre nada, piensas que no tienes nada interesante que aportar al mundo o solo estás ahí para charlar virtualmente con tus amigos, pero también puedes buscar una manera de atraer seguidores si tu perfil es, de algún modo, profesional.

O si buscas convertirte en un influencer, "profesión" de los tiempos modernos para lo que no te piden ni la ESO ni nada.

Pero no solo lo que pongas en tu perfil dice algo de ti, también, y mucho, lo que compartes con los demás.

Al principio de abrir mi perfil en Twitter estaba muy perdida. Puse dos o tres tontunas sobre mí (que no incluían escritora, en esa época me tenía prohibido hablar de mí con esa palabra aunque ya hubiera publicado varios libros). Hice lo que me sugería la aplicación, seguir a unos cuantos famosos (ahora me explico por qué tienen tantísimos seguidores), a periódicos... no me acuerdo demasiado bien, pero sé que sin criterio. Sin embargo, cuando fui encontrando gente que conocía decidí hacer un barrido y quité a todos esos famosos que no me aportaban nada, saqué los periódicos y me centré en las pocas personas que conocía.

Inactivas.

Era un rollo, así que me dediqué a buscar otras. No le veía mucho más uso a Twitter que matar el tiempo en la sala de espera de la consulta del médico, que se hace muy pesado y a veces no tienes la cabeza como para ponerte a leer un libro.

Decidí seguir a gente que ponía en sus biografías cosas divertidas.

Deduje que, por una regla de tres simple, compartirían cosas igual de divertidas.

Recuerdo a uno de los primeros y la razón por la que lo seguí. En esas pocas palabras, destacaban unas para definirlo: "primo del Richard". La carcajada que me hizo soltar se la premié con ese seguimiento, que me imagino que debo mantener porque no recuerdo haberlo quitado.

Luego, cuando empecé a leer que Twitter era básico del todo para ser un escritor y el apoyo mutuo era imprescindible para ser alguien, seguí a escritores.

Muchísimos.

Casi todos, como yo, encontraron en Twitter una herramienta utilísima para promocionar sus libros. Y eso hacían, una y otra vez,

una y otra vez,

una y otra vez,

una y otra vez,

una y otra vez...

Aún tardé en darme cuenta de que ese no es el camino, ni siquiera si intercalas libros de otros en la asfixiante promoción. No era el camino porque, si a mí no me aporta nada lo que comparten esas personas, ¿les va a aportar a ellas algo de lo que ponga yo?

Volví a hacer otra regla de tres simple y me salió que no.

Rotundo, redondo, contundente o como queráis, es más cada vez me provoca más rechazo. Es como si siempre te dieran de comer el mismo plato, sin variar ni uno solo de los ingredientes. Acabas más que harto, aborreciéndolo.

Empecé a usar esto de otro modo, a medir los tuits de promoción y a obligarme a que no fueran lo único que contuviera mi perfil, ni siquiera lo más importante ni lo que más ocupase. Empecé a mirar Twitter de otro modo. Igual que me lo exigí a mí, se lo empecé a exigir a los demás. No quité a nadie, me limité a seguir solo a aquellas personas que me pareció que podrían aportarme algo y a quienes no los dejé ahí. Aunque no leo sus tuits. En serio, los paso rápido y ni me paro, seguro que alguna vez me salto algo de vital importancia, pero bueno, podré sobrevivir.

Lo que hice es quedarme (mentalmente) con quien aporta CONTENIDO y son a los pocos que leo, que me paro, que decido si le doy a me gusta, me río, reflexiono o no.

Me quedé con quien comparte enlaces de algo interesante con lo que pueda aprender (aunque de vez en cuando me ponga promo de sus libros, en esos casos no me importa), con quien de vez en cuando comente una noticia o una tontería que se le ha pasado por la cabeza. Con quien hay un feedback mínimo que me haga saber que no soy un número más en su perfil. Con quien me aporte algo.

Ah, muy importante, silencié a todos los haters. Esos que tienen una opinión agresiva sobre todo lo que sucede en la vida, que convierten un incendio en una conspiración, una muerte en un linchamiento... Esa gente, la puedes callar y dejar que hablen solitos.

Me encanta esa función, es infinitamente mejor que bloquear.

Me quedé solo con cuatro gatos que maullan despacito, que me dan los buenos días, las buenas noches (oye, la buena educación, eso que se está perdiendo en este mundo, cómo se agradece), quienes me cuentan algo que es interesante y quienes, en definitiva, me merecían la pena. Lo que comparten dice mucho de quienes son y quiero gente así que me rodee.

Los egos inflados, los odiadores por oficio, los faltos de imaginación, los aburridos... lo siento, pero los dejo para otra vida.

Si eso.

Esto solo es un juego. Lo importante de verdad, siempre, siempre, siempre, está detrás de la pantalla.

miércoles, 28 de junio de 2017

EL ÚLTIMO BAILE DE MARISA SICILIA



Sinopsis:

Viena, 1952.

Andreas y Lilian se reencuentran inesperadamente en un café tras una larga separación. Mientras pasean juntos por el Prater, Lili recuerda su historia de amor con Andreas, su enamoramiento incondicional y juvenil, el primer desengaño, el fracaso en su intento de olvidarlo, la reconciliación y los años locos que vivieron juntos en el salvaje Berlín de entreguerras. Recuerda cómo, a pesar de las separaciones y las distancias, nunca dejaron de amarse.

Porque el de Lili y Andreas es uno de esos amores que perduran a través del tiempo y las pruebas.

Porque las verdaderas historias de amor nunca terminan.


Mis impresiones:

Me encanta Marisa Sicilia. Me da igual lo que me cuente, tanto si es una historia ambientada en el lejano Oeste, como una novela contemporánea que transcurra en el Madrid de nuestros días, o en un lugar remoto en tiempos medievales o como esta, en la primera mitad del siglo XX.

Sabe escribir.

Sabe transmitir.

Con muy pocas palabras, con inicios que no necesitan fuegos artificiales para conquistar, consigue sumergirte en la historia que se proponga y lo hace con una narrativa de las que envuelven. Sencilla, pero no simple. Elegante, sin necesidad de utilizar palabras altisonantes. Dulce, aunque a veces no evite la crudeza en sus historias cuando es necesaria.


En El último baile, nos cuenta la historia de amor de Lili y Andreas.

La novela arranca una fría tarde de principios de octubre en 1952 en Viena. Lili ha vuelto a su ciudad desde Estados Unidos, donde vive desde hace más de una década con su hija Eliza, por un tema de herencia, y cuando está tomando un café en una terraza del Prater escucha una voz a su espalda. Solo es su nombre con tono de pregunta. El propietario es Andreas, el amor de su vida, al que lleva muchos años sin ver, que la ha reconocido a pesar de que está de espaldas. Y es que es tanto lo que comparten Lili y Andreas que solo necesitan sentir su presencia para saber que el otro está cerca. Deciden dar un paseo por la ciudad de su infancia y entonces es cuando Lili empieza a recordar todo lo que vivieron.

La novela comienza in extrema res. Tanto este primer capítulo como el último transcurren en 1952, una vez que el mundo se ha recuperado de la Segunda Guerra Mundial y ambos, Andreas y Lili, tienen encarriladas sus vidas por separado. El reencuentro, el paseo juntos cogidos del brazo, propicia que los recuerdos que comparten se abran paso y será eso lo que los lectores conozcamos en la novela.

Lo que Lili recuerda.

La narración entonces da un salto hacia atrás en el tiempo, a 1921, la época en la que ambos no son más que apenas unos niños, pero desde ese momento ya sabremos que los sentimientos entre los dos existen. Unas vacaciones en Miramare son el inicio de su historia, pero a partir de ahí, nada será sencillo. Es una relación de idas y venidas, en la que ambos cometen errores, pero donde se palpa siempre la pasión entre los dos, el amor profundo que ninguno es capaz de esquivar en cuanto se tocan.

Cada capítulo está titulado pero no numerado. Son de una extensión irregular y se cierran, aunque Marisa siempre deja caer algo para que sigas pasando página, para que no detengas la lectura.

Los personajes son muchísimos, sobre todo porque la novela abarca un largo período de tiempo. Vamos a conocer a las familias de los protagonistas, a sus amigos y todo el entorno en el que, de vez en cuando, reconoceremos a algunos personajes que han formado parte de la Historia. A todos Marisa les pone pinceladas de un pasado, aunque aparezcan muy poco. No se queda en los rasgos físicos, sino que más bien se centra en contextualizarlos para que sirvan de apoyo a los principales. Evidentemente es en ellos, en los protagonistas, en los que recae todo el peso de la trama, pero no deja de lado los secundarios. Esos matices que incluye son importantes para redondear la novela. Entre estos personajes, ha habido uno que me ha gustado especialmente: Ernst, el marido de Lili. Su evolución, el cambio ante los ojos del lector me ha encantado. Hay otro, Mark, el americano que trabaja en la embajada estadounidense en Berlín, que me ha gustado, pero que creo que sería mucho más redondo si hubiera tenido una historia más potente a sus espaldas.

Creo que es lo único que puedo decir de la novela que no sea absolutamente positivo (de la narrativa ninguna pega, creo que es perfecta). Me ha faltado que Mark tuviera más papel, no sentimental, sino alguna trama secundaria más enlazada con la Historia. Creo sinceramente que haría todavía más grande a la novela.

Es preciosa, una novela en la que el foco está puesto en la historia de Andreas y Lili, pero enmarcada en los sucesos que marcaron a fuego la historia de Europa en el siglo XX. Los felices años 20, la crisis del 29, los años de la República de Weimar, el ascenso del partido nazi... son utilizados por la autora para convertirse en el marco perfecto.

Os voy a contar una cosa que quizá sorprenda: no me he saltado ni una palabra de la novela. Ni una sola.

A veces, sobre todo cuando llego a las escenas de sexo entre los personajes de las novelas románticas, me las voy saltando (salvo que las esté corrigiendo). Lo he dicho siempre, no me gustan. No he conseguido nunca entender esta moda de contar con detalle todos y cada uno de los encuentros sexuales de los personajes desde un punto de vista visual. Sin embargo, Marisa Sicilia me ha invitado con gentileza a leerlos sin dejar pasar ni una coma, ni una preposición, ni un adverbio... porque es toda elegancia. Y porque he encontrado lo que busco en la literatura: emoción, sentimientos, conexión de almas, que sea una metáfora la que me erice la piel, una imagen evocadora y no una simple fotografía enfocada de dos cuerpos. Sé que soy un poco pesada con esto, pero es en lo que creo.

Creo en las palabras, en las novelas que están hechas de ellas y no a base de fan arts.

Las que dentro de cinco años, si te apetece volver a leerlas, porque te dejaron una huella que es imposible conseguir solo describiendo la realidad con calidad de cámara fotográfica.

Os invito a danzar al ritmo de un vals con Marisa Sicilia.

Sé que no os decepcionará.


lunes, 26 de junio de 2017

HACE 20 AÑOS, LA LITERATURA SE LLENÓ DE MAGIA. Aniversario Harry Potter.

Hoy, 26 de junio, se cumplen 20 años desde que la editorial  Bloomsbury sacó a la venta la primera de las novelas de la saga, Harry Potter y la Piedra Filosofal.


Los créditos que aparecen en la fotografía son los del libro que tengo en casa. Está en inglés y costó 5,99 libras. Tiene una imagen diferente a la que conocimos en España, cuando fue editado por Salamandra. Lo único que tienen en común ambas portadas es que son horrorosas, de esas que seguramente que si alguien de mucha confianza no te recomienda el libro, no se te ocurriría cogerlo en la tienda.



Por fortuna, a pesar de la portada, a pesar de que solo salieron unas 500 copias de la primera edición, el pequeño mago convenció casi de inmediato y fue todo un fenómeno literario. En mi entorno ha sido capaz de convertir a muchos niños en ávidos lectores, muchos cuyo primer encuentro con un libro largo fue precisamente una de las historias de Harry. Eso, para mí, ya le da un valor incalculable a las palabras de J.K. Rowling.



Se cuentan muchas cosas del difícil comienzo de esta novela. La primera, que una docena de editoriales rechazaron el manuscrito de la autora, incapaces de intuir el impresionante potencial de una historia en la que la realidad y la ficción son capaces de convivir.

Recuerdo cuando la empecé a leer, veía a un niño maltratado que, de pronto, encontraba su lugar en el mundo. Aparte de la magia, claro.

Al éxito de esta primera novela le siguió la película, las demás novelas de la saga que eran esperadas por millones de seguidores en el mundo (yo misma las leí en inglés, incapaz de esperar los seis meses que tardaban en traducirlas al castellano), una obra de teatro, exposiciones, parques temáticos... Harry Potter es una máquina de hacer dinero, pero me quedo sin duda con los sueños que despertó en montones de personas.

Porque, quizá a mí, también me despertó. Llevaba mucho tiempo sin escribir, postergando algo que había hecho toda la vida, pero que los años de Universidad frenaron por razones obvias. Leer estos libros fue convencerme de que podía volver a intentarlo. Sabía lo que disfrutaba escribiendo, inventando y me permití volver a soñar yo también con algo que había vetado para mí de manera inconsciente.

Así que hoy, estoy de celebración.

Las gafas ya las llevo todos los días, tengo una cicatriz (en una ceja) desde que era pequeña, así que solo me falta una varita (quizá un boli sirva) y puedo empezar a hacer magia.


sábado, 24 de junio de 2017

¿LLEGA LA NOVELA ROSA A LA UNIVERSIDAD?

Ayer compartían en Facebook un artículo muy interesante acerca de la novela romántica actual. El tema ha sido tratado en un seminario de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.  Arrancaba con el siguiente titular:



Reconozco que lo empecé a leer con recelos, porque estoy hasta un poco más allá de la punta de la nariz del término rosa para definir a este género. La misma RAE sé que lo emplea, pero también han aprobado el uso de la palabra almóndiga. Entre eso y la tilde desaparecida de solo me demostraron que son humanos y pueden errar.

En grupo y todo.

La RAE define esta novela así:

1. f. Variedad de relato novelesco, cultivado en época moderna, con personajes y ambientes muy convencionales, en el cual se narran las vicisitudes de dos enamorados, cuyo amor triunfa frente a la adversidad.

Simplifican mucho. Además, en la calle, digan lo que digan, rosa se emplea como un despectivo.

Empecé a leer y me gustó lo que decía, que hay novelas nuevas en las que se ha detectado un cambio de giro, donde ya no se pone el acento en el sometimiento de la mujer al hombre, desmontando estereotipos. En el seminario se anima a las editoriales a seguir ayudando a desarticular viejos patrones machistas. Es una buena idea, que la literatura influya en la sociedad y lo haga para mejor.

Sin embargo, más adelante, se entrecomilla una frase que me hizo suspirar:

"Cuando pensamos en novela rosa pensamos que es algo que no tiene mucho valor..."

Me jode, me jode muchisimo, pero es la puñetera verdad. No se considera de valor escribir novelas de este tipo, el resto de autores te miran con pena, algunos lectores no paran de recomendarte que dediques tu tiempo a otros géneros con más caché, que te van a proporcionar a ti como autora una posición mejor valorada.

Porque, la segunda parte de esa frase, aunque sea muy importante, apenas la consideran.

"... yo creo que ocurre lo contrario, porque, si hablamos de cultura popular, de una cultura que tiene más alcance, este tipo de textos llega a más gente y eso implica que sus mensajes pueden influir entre un espectro de público amplio".

Eso es lo que yo creo también.

Sin embargo, tengo que decir algo que me llena de dolor: no estamos preparados. Las editoriales son negocios y si sigue habiendo gente que venera fenómenos como las famosas sombras, que pone por encima de la historia el sexo que atrae a determinado lector que no busca nada más, seguirán publicando eso. Seguirá habiendo novelas sonrojantes y, como hay tantas publicadas, no va a haber manera de separar el grano de la paja.

Está pasando igual en la música. Hay canciones muy reinvindicativas, pero triunfa el Reggaeton, con sus mensajes machistas. ¿Qué va a poner por delante un productor, el futuro de la humanidad o el aumento de su cuenta bancaria?

Seamos realistas...

Nos queda mucho por andar, mucho por educar para que esto cambie y que lo que cuenta este artículo deje de ser lo que me parece: una rareza. ¿Sabéis que ni siquiera hay un listado fiable y veraz sobre autores de romántica de este país? Hay listas, es verdad, pero solo se sale en ellas dependiendo de los amigos que se tenga. Ni siquiera influye el curriculum, los premios ni, por supuesto, eso tan subjetivo de medir que se llama calidad literaria.

Es una pena, no me va a dar tiempo a saber quién sí y quién no en este género, a menos que la universidad se ponga las pilas desde ya y cunda el ejemplo, porque para estas cosas siempre es el tiempo el mejor filtro y no creo que me queden años de vida suficientes para verlo.