Esta mañana tocaba volver al colegio, en concreto al centro de primaria Los Arenales, en Cantalejo. En él, las dos clases de sexto han hecho una lectura de El medallón de la magia, y hoy hemos puesto en común sus impresiones sobre la historia.
En realidad, en la hora y media que hemos compartido, se ha hablado de muchísimo más. Es sorprendente lo que son capaces de preguntar, no me ha dado tiempo a aburrirme en ningún momento. Creo que todos (y son alrededor de medio centenar) han hablado en algún momento. Algunos, como Natalí, Manuel o Clara, han preguntado muchísimo, demostrándome que se han leído con mucho interés la novela.
Hemos hablado no solo de esta historia, sino de escribir novelas, de cuándo empecé, me han preguntado dónde están mis primeros relatos, si prefiero escribir cuentos o novelas... en realidad son tantas cosas que necesitaría toda la tarde para recordar. Son incansables. Antes de que me hubiera dado tiempo a contestar las dos preguntas seguidas que me había hecho Marta, Carlota tenía la mano subida y, cuando el turno llegaba a Natalia, hacía tanto rato que había pensado la pregunta que se le había olvidado. No importaba, ahí estaba Álvaro, al quite, para lanzar la suya.
He preguntado yo casi tanto como ellos. Al principio, por los personajes, y me ha llamado mucho la atención algo: las chicas eran de Amanda y los chicos de Alonso, salvo Clara San Antolín, a la que le han gustado todos, y Álvaro, que se quedaba con Fray Fantasma. Bueno, un secreto que me han contado al final, Raúl ha dicho Alonso por decir, porque no se ha leído el libro. Todavía...
Les he contado detalles sobre el Siglo de Oro, sobre los escritores de ese momento, hemos hablado de corrales de comedias, de la Inquisición, de los Tercios de Flandes y de los pícaros. En todo momento tenían alguna duda, algo que les apetecía saber, y creo que en ninguna de las charlas en las que he estado hasta ahora había contestado a tantas. ¡Es que apenas se han repetido! Me parece que una pregunta o dos, pero porque alguno hablaba tan bajito que los de la otra esquina no habían escuchado.
Decir que me lo he pasado bien es quedarme muy corta.
Antes de empezar la charla ellos habían hecho un trabajo, un dibujo en el que contestaban a la pregunta: ¿Por qué leer? La respuesta podían incluso buscarla en internet, pero cuando estábamos allí he pedido que me contestasen, todo lo sinceros que pudieran, por qué leen ellos. Ha habido de todo: respuestas bonitas, para salir del paso, repetidas, rápidas... y sinceras.
Mientras firmaba algunos ejemplares de la novela ellos han estado ocupados escribiendo versos acrósticos que me he traído a casa.
En realidad, en la hora y media que hemos compartido, se ha hablado de muchísimo más. Es sorprendente lo que son capaces de preguntar, no me ha dado tiempo a aburrirme en ningún momento. Creo que todos (y son alrededor de medio centenar) han hablado en algún momento. Algunos, como Natalí, Manuel o Clara, han preguntado muchísimo, demostrándome que se han leído con mucho interés la novela.
Hemos hablado no solo de esta historia, sino de escribir novelas, de cuándo empecé, me han preguntado dónde están mis primeros relatos, si prefiero escribir cuentos o novelas... en realidad son tantas cosas que necesitaría toda la tarde para recordar. Son incansables. Antes de que me hubiera dado tiempo a contestar las dos preguntas seguidas que me había hecho Marta, Carlota tenía la mano subida y, cuando el turno llegaba a Natalia, hacía tanto rato que había pensado la pregunta que se le había olvidado. No importaba, ahí estaba Álvaro, al quite, para lanzar la suya.
He preguntado yo casi tanto como ellos. Al principio, por los personajes, y me ha llamado mucho la atención algo: las chicas eran de Amanda y los chicos de Alonso, salvo Clara San Antolín, a la que le han gustado todos, y Álvaro, que se quedaba con Fray Fantasma. Bueno, un secreto que me han contado al final, Raúl ha dicho Alonso por decir, porque no se ha leído el libro. Todavía...
Les he contado detalles sobre el Siglo de Oro, sobre los escritores de ese momento, hemos hablado de corrales de comedias, de la Inquisición, de los Tercios de Flandes y de los pícaros. En todo momento tenían alguna duda, algo que les apetecía saber, y creo que en ninguna de las charlas en las que he estado hasta ahora había contestado a tantas. ¡Es que apenas se han repetido! Me parece que una pregunta o dos, pero porque alguno hablaba tan bajito que los de la otra esquina no habían escuchado.
Decir que me lo he pasado bien es quedarme muy corta.
Antes de empezar la charla ellos habían hecho un trabajo, un dibujo en el que contestaban a la pregunta: ¿Por qué leer? La respuesta podían incluso buscarla en internet, pero cuando estábamos allí he pedido que me contestasen, todo lo sinceros que pudieran, por qué leen ellos. Ha habido de todo: respuestas bonitas, para salir del paso, repetidas, rápidas... y sinceras.
"Porque me obligan mis padres".
"Porque así me dejan irme a dormir más tarde".
Mientras firmaba algunos ejemplares de la novela ellos han estado ocupados escribiendo versos acrósticos que me he traído a casa.
Una buena manera de aficionarse a la literatura y a la historia
ResponderEliminarTiene que ser realmente fascinante asistir como protagonista a un acotecimiento así
ResponderEliminarQue bonita experiencia para ti! Los niños son impredecibles por su espontaneidad, eso les hace únicos.
ResponderEliminarA veces sus anécdotas nos sacan la mejor de las sonrisas y el momento más grato.
Enhorabuena por esa visita y por que tu libro esté siendo un éxito como te mereces.(Tus libros).
Un beso
Rosa
¡Oh, que estupenda experiencia, Mayte! Me alegro que la hayas disfrutado tantísimo, son cosas que merecen la pena y que seguro que no te esperabas cuando te atreviste a publicar el medallón, ¿a qué no? Son los pequeños grandes premios de ser valiente. Un besazo.
ResponderEliminarP.D.: Ay, que buenos los versos acrósticos!!!
Que experiencia más maravillosa. Da gusto dar con alumnos con tantas ganas de aprender :D
ResponderEliminarUna experiencia preciosa. Esa espontaneidad y sinceridad que tienen a la hora de hablar y de preguntar vale su peso en oro. Me alegra que la hayas disfrutado tanto!
ResponderEliminarUn beso.