miércoles, 21 de junio de 2017

LA CRISIS DEL ESCRITOR




El pasado 19 de junio, José de la Rosa, escritor, se desnudaba ante sus lectores. Lo hacía con un titular contundente: POR QUÉ DEJÉ DE ESCRIBIR

Está en pasado y cuenta la experiencia por la que José de la Rosa. Justo tras el título, la entradilla lo deja aún más claro.

"En septiembre de 2016 dejé de escribir, de actualizar mis Redes Sociales, mi blog, de contestar e-mails y de acudir a eventos. "


Sus razones las explica a la perfección en el artículo que puedes leer si pinchas en el titulo. Lo que quiero comentar, por lo que traigo aquí este artículo y esta reflexión, es por lo que observé en los comentarios que suscitó, al menos en el post que, como he dicho, compartí yo en Facebook.

Mi primera conclusión es que hay gente que comenta a la ligera. Gente que hablaba de un titular engañoso cuando no lo es en absoluto. Dejó de escribir. Así, como suena, porque la gente que escribimos tenemos nuestras crisis y a veces la realidad, por la causa que sea, nos supera, nos bloquea y nos acabamos preguntando si no será mejor hacer una pausa.

Aunque solo sea para coger aliento de nuevo.

La segunda conclusión es que esto no es una queja, como también se interpretó. Al menos no lo veo así, lo veo como la expresión de una realidad que hay que vivir para entender en toda su plenitud. No te estás quejando cuando dices que llegó un momento en el que no podías más. Además, lo ha hecho en su blog, no ha ido al muro de nadie a dejar sus argumentos.

Que puede parecer trivial, pero resulta que no, que es justo lo contrario de lo que hacen otros.

La tercera, la más preocupante, la gente que dijo que se sentía igual que él. Muchos eran autores que llevan ya algunos publicando y presentando muy buenos trabajos. Me sorprendió, y supongo que a él también, que el hartazgo es generalizado y que afecta mucho más a gente que ya tiene una trayectoria consistente. Gente con premios y que hacen magia con las palabras, pero que se encuentran en ese momento impreciso en el que son... 

Y aquí es donde aparece el problema: ¿qué eres cuando llegas a un determinado momento en tu carrera?

Esta mañana puse promoción de mi última novela. En digital no he conseguido que arranque. No me voy a parar a analizar por qué. No tiendo a echarle la culpa a los demás de mis fracasos, sino a mí misma, y aunque sepa que esta novela lleva remando con el viento en contra desde el primer día en digital, siempre acabaré concluyendo que la culpa, la mayor parte es mía por no ser capaz de hacerlo mejor.

A lo que iba.

Esta mañana, al promocionarla, escribí esto en el post inútil (estoy segura de que no me reportará lectores, pero es por seguir luchando contra el viento, que no se diga):

#Leeautoresindies... eso no me vale.
#Leeautoresnoveles... eso tampoco.
Me voy quedando sin hastags, pero me sigue apeteciendo compartir mis novelas.

Casi todos los autores en crisis compartían esto conmigo. No eran indies. No eran noveles. No eran superventas indiscutibles (lo que no quiere decir que algunos de nosotros no hayamos vendido mucho, que ese es otro tema). 

En esta tesitura, la crisis está servida. Te levantas un día sí y otro también diciéndote qué puñetas estás haciendo con tu vida. ¿Por qué te esfuerzas tanto escribiendo una novela? ¿Por qué la empujas? Ya no te van a leer ese grupo de lectores que leen noveles a ver si descubren a alguien. Tampoco estarás en ese grupo de autores independientes que se apoyan entre ellos. Tampoco has vendido tantísimo como para que te promocionen en tu editorial una gira estratosférica ni haces colas larguísimas en la Feria del Libro.

Yo no necesito que José de la Rosa me explique nada, porque lo estoy viviendo. Sigo en las redes, pero llevo meses postergando lo que me temo que acabará siendo inevitable. Sigo escribiendo, por supuesto. Escribo en el blog, en mis libretas, retoco, reviso... Las palabras forman parte de mí y es imposible desvincularme de ellas, pero no escribo novelas.

A las razones de De la Rosa puedo unir una más: creo que he perdido la ilusión. Esa me la daba sentirme muy arropada y muy acompañada. A lo mejor cuando te sueltas de la mano, cuando te empiezas a hacer mayor, necesitas un tiempo para adaptarte.

Quizá lo fácil es dejarse arrastrar por el canto de las sirenas que te dicen que es mejor que dediques tu vida a disfrutarla, que para eso solo hay una. Que abandones las redes. Que cierres el blog. Que le pongas siete candados al procesador de textos. Que dejes de pelear por lo que soñabas y le eches la culpa a otros por no haberlo conseguido.

O quizá hay que apretar los dientes, dejarse de idioteces, hacer tiro al blanco con las sirenas y sentarse delante de una hoja en blanco.

Y seguir, y pelear.

Quizá solo sea una etapa, una prueba a superar.

Eso nunca lo sabrás si echas el cierre y te dejas vencer. A menos que solo estuvieras en esto por los focos y no porque sea tu pasión.

Entonces estaríamos hablando de otra cosa.

Pero vaya, que entiendo a José a la perfección, tanto que cuando leí su post sentí algo entre alivio y tristeza que es difícil de explicar. Alivio por no estar sola. Tristeza porque nos pase esto. Alivio porque no me siento tan rara. Tristeza porque me consta que esta sensación a veces te vence.

12 comentarios:

  1. Hola, amore.
    Pues eso, que estamos todos igual, que aquí todo el mundo escribe y muy poquitos venden y aún menos compran ;) desde que dejé de ir a eventos y de estar pendiente de las redes y actualizando blog y demás he escrito mucho y es que escribir es lo que me divierte y como tú bien dices solo tenemos una vida, no me la quiero pasar intentando "venderme". Me sorprendió que él también se sintiese así porque tiene "éxito", resulta que dijo lo mismo que llevamos diciendo muchos y otros pensando ;)
    Me ha gustado mucho leerte, un abrazo fuerte

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    1. Jajaja, me ha hecho gracia eso de que muy poquitos compran porque es una verdad como un templo. Mi última novela se puede piratear con un click en el formato que te dé la gana sin tener que comerte la cabeza buscando mucho y encima la gente que lo hace te lo cuenta, como si fuera lo más normal del mundo.

      Creo que todos estamos hartos de "vendernos". Creo, además, que hace falta hacer alguna reflexión sobre esto, qué está pasando para que lo que empezó siendo una oportunidad esté degenerando en un ¿desastre?

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  2. Me dicen que este post es contradictorio con otro que publiqué hace días y yo ya no sé si es que estoy tonta o falla la comprensión lectora. Esto cansa, agota, quema, te entran ganas de mandarlo todo a paseo porque lo esencial empieza a perder posición entre tanta marea de cosas que acabas relegándolo. Pero, ojo, el otro día dije que si decides contestar a alguien en las redes, asumes ese precio y contestas A TODOS. No a unos sí y a otros no. Si es siempre la misma persona a la que dejas fuera quizá le estás mandando a esa persona un mensaje: que no te interesa como lector.

    ¿Es tan complicado de entender? ¿O lo explico de nuevo?

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  3. Sabes lo que opino, que es una crisis, una situación, pasará, hasta entonces, haz lo que te apetezca.
    Un beso enorme 😘😘😘

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    1. Pero no es una crisis mía, es una crisis general y eso es algo que no se puede pasar por alto. Hay que pararse a analizar qué es lo que está pasando. Al menos intentar entenderlo y compartirlo. Quizá eso ayude a que se pase mucho antes que si miramos para otro lado.

      No creo que seamos solo nosotros los que estamos en crisis, la literatura también lo está.

      Un beso

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  4. Hola, Mayte. Muy de vez en cuando me apetece aparecer por tu espejo... Etapas, pienso que es eso, como en la vida, porque los que escribimos, vivimos, ¿no? Yo acabo de eliminar las aplicaciones de facebook y de twitter en mi móvil. Y me he retirado de la actividad en las dos redes, el tiempo que crea necesario. Tengo otras que apenas uso. Y de vez en cuando echo un ojo a la gente que me interesa. Había leído el artículo de José de la Rosa. Perfecto, es su decisión. Aunque yo no dejaré de escribir por todo este mundo que nos rodea. Sigamos escribiendo, sigamos viviendo con la literatura, cada uno en su faceta. ¿Vender? Cuando se escribe no pienso en vender, pienso en que lo mismo algún día me encuentran un montón de lectores. Lo mismo. Y una editorial que intente darte a conocer y que no cargue todo ese trabajo sobre ti. Estar tú ahí para darte a conocer, perfecto, pero con tus letras, no con el trabajo publicitario que debe ser de ellos. ¿Misión imposible? Quizá. Otra meta... Mientras, a ir a los eventos que realmente te importan, no por figurar. Y a participar en los que tú te montas. ¡Ah! Y tengo otra meta que sé que algún día llegará: conocernos personalmente. Va, a escrivivir. ¡Un besazo!

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    1. En realidad es eso, acabamos sintiendo que algo nos está superando y cuando empieza a afectar a lo que te proporcionaba tanto bienestar, creo que hay que pararse a pensar.

      Me decían en Facebook que somos muchos para repartir la tarta y quizá eso es lo que ha provocado esta saturación de información, de publicidad inútil muchas veces. Pero para volver al principio creo que hay que sentarse en el camino y pararse a ver qué es lo que uno quiere, que es lo que está haciendo mal y decidir. Dejar de escribir no es opción. Incluso hoy, que ya estoy de vacaciones, encuentro un momento para escribir aunque sea esta respuesta.

      Espero que un día nos conozcamos ;)

      Besos

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  5. El artículo me pareció enorme y sincero. Hay ciclos y momentos, es lo único cierto. Instantes que te dejan sin ganas, pero confío en que sea pasajero. Creo que las palabras brotan de ti y seguro que al final acaban haciendo novelas que esperaremos. Ánimo.
    Un abrazo fuerte

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    1. Hay que averiguar eso, si es pasajero. Si al final seguirás intentándolo o virarás el rumbo, aunque siempre sin dejar las letras de lado.

      Dan la vida.

      Besos

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  6. ¡Hola, Mayte! Estoy muy de acuerdo con el comentario de Luis Miguel, ya que al escribir no pienso que venderé, cuánto venderé y ese tipo de cosas. Lo hago porque me gusta y porque en cierta forma necesito contar esa historia. Luego, que sea lo que Dios quiera. También pienso que deberíamos vendernos por cómo escribimos y por lo que transmitimos a los lectores, y no de otra forma, pero seguro que hay gente que piensa muy distinto a nosotros. Tal vez tenga aún la mentalidad que tenía de adolescente, cuando ansiaba poder convertirme en una escritora que todo el mundo conociera y a la que leyeran.

    Todos necesitamos nuestro tiempo si algo nos supera, pero no por eso tenemos que dejar de escribir. Sobre todo si es nuestra pasión. ¿Si es por otra cosa? Entonces hay que plantearse cuál es el objetivo a perseguir y lo que queremos conseguir... Pero no es mi caso, así que a seguir escribiendo siempre que mis estudios y mi tiempo me lo permitan.

    Muy buena entrada, como siempre. Esta es una de las veces en las que me veo muy reflejada en tu espejo ;D

    Saludos.

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    1. Creo que yo nunca he ansiado convertirme en una escritora que todo el mundo leyera y conociera, me costó muchos años poner esta palabra en mis perfiles de las redes (ya llevaba dos novelas con editorial) porque quizá al haber crecido entre escritores de esos que salen en los libros de texto ahora le tenía mucho respeto al término como para adjudicármelo tan a la ligera.

      Plantearse el objetivo no lo tengo que hacer, sé cuál era y cuál es. Sin embargo, esa ilusión que hacía que fuera a doscientos mil por hora sí que la he perdido. Quizá la cuestión no sea ni recuperarla, sino gestionar las emociones de una manera más racional.

      Y seguir escribiendo, claro. Lo que me dé la gana, aunque eso, te lo aseguro, lo he hecho siempre. Solo tienes que ver este caos de blog que tengo.

      Un beso

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  7. Te entiendo perfectamente. Lo de las crisis del escritor son a veces necesarias para después resurgir. Es lo que nos empuja a continuar formando palabras, la simple necesidad de hacerlo. Al menos, a mi me llena tanto como respirar. Mientras no estés inspirado, dedícate a disfrutar la vida, pero también ponte delante de una página en blanco para forzar a que surja... Con este juego, salen las antítesis más arriesgadas, y al límite de la escritura, entre el ser y no ser. ¡Un abrazo y nos continuamos leyendo!

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