Hay un refrán que dice que es de bien nacidos ser agradecidos, así que yo quiero desde aquí, desde mi rincón, darle las gracias a Antonia Romero, autora del best seller digital La tumba compartida, por este regalo que me hizo el otro día: un vídeo que en apenas treinta segundos resume mis cuatro libros.
No sé si sabré ponerlo para que aparezca una imagen o solamente saldrá el enlace, ruego perdonéis mi torpeza. Poner vídeos en el blog lo suspedí en primero de blogosfera y todavía no he sido capaz de recuperar la asignatura. Al final, llegaré al final de la carrera de blogs y me quedaré sin la licenciatura por culpa de esto, lo estoy viendo.
Nada, prometo que lo he intentado pero soy incapaz, así que tendréis que fiaros de mí y creer que detrás de esa palabra hay unas imágenes.
* Esto lo escribí antes de recibir clases particulares de Pilar Palel. ¡Gracias! ¡Al final me saco la carrera! Ahí está el video!!!!!!!!!
Tengo que decir que el vídeo me hizo mucha ilusión. Es una de esas cosas que dices que harás algún día, pero que vas dejando aparcadas y que de pronto alguien se tome la molestia de hacerlo por ti... te quedas con la boca abierta y sin saber qué decir, salvo muchas gracias.
Otra vez.
Aprovecho el día que es hoy para felicitar a todas las madres, a la mía, a las vuestras... A esas mujeres que nos enseñan a ser personas con su ejemplo, que no nos fallan.
A todas, un beso de hija.
MAYTE ESTEBAN. Escritora. Abrí paso en España al mundo de la autoedición. Hoy publico con HarperCollins.
domingo, 5 de mayo de 2013
jueves, 2 de mayo de 2013
UNA LUCHA DIARIA
No sé
si antes de que se impusiera la publicación digital, escribir una novela era eso, escribirla, conseguir que se publicase y
esperar que la leyeran. Que no era poco... Sé lo que es ahora: una lucha diaria. Cada día te
levantas con el objetivo de serle útil, de empujarla todo lo que dé de sí tu
imaginación, inventando campañas de marketing (sin tener ni idea de lo que es
el marketing) o interactuando con los lectores que se acercan a ti para
compartir su experiencia de lectura.
Reconozco
que esto tiene un componente muy interesante, te abre la mente, te ofrece otros
puntos de vista sobre lo que tú mismo has hecho pero, por otro lado, agota.
Requiere de ti una energía que diluye la que te hace falta para escribir o para
el resto de tus actividades cotidianas.
Cuando
recibes buenas críticas, o al menos constructivas, la misma sensación que te
provocan te empuja y desdibuja el agotamiento, pero cuando te encuentras que no
han entendido nada de lo que pretendías transmitir con tu historia, que se
quedan en la superficie de la anécdota sin profundizar lo más mínimo… te
provoca un desgaste brutal.
Menos
mal que siempre me queda la imaginación, cerrar este mundo virtual y volver a
ese otro que es menos real, el de los personajes que cobran vida entre
palabras, que creo cuando el silencio de la habitación sólo lo interrumpe el
sonido del teclado combinando las letras de nuestro alfabeto.
lunes, 29 de abril de 2013
¿EXISTES? ENEMIGOS EN UNA GUERRA QUE NOS UNIÓ DE IVÁN HERNÁNDEZ
Sinopsis:
En un futuro cercano
las encuestas de opinión serán de vital importancia. Tanto, que incluso
decidirán los exterminios étnicos. Todas las personas será aptas para
participar en la toma de decisiones... excepto las imperfectas. Edel Doowan es
una de ellas. A pesar de ser hija de un importante coronel, su vida de niña
rica en Dubai se resiente cuando, al cumplir los 17 años, descubre que la
realidad no es tal y como se la cuentan.
Intriga, misterios, acción y amor, mucho amor, esperan a Edel en esta aventura cibernética, en la que dará con la respuesta correcta a la pregunta:
«¿Existes?»
Intriga, misterios, acción y amor, mucho amor, esperan a Edel en esta aventura cibernética, en la que dará con la respuesta correcta a la pregunta:
«¿Existes?»
Mis impresiones:
Leer a
Iván es un placer. Siempre plantea historias de esas que te obligan a seguir
leyendo por dos razones: el interés que suscitan en ti y la manera que tiene de
contarlas. Cuando acabé La protegidaWittman me costó mucho encontrar un libro que me dejase tan buenas
sensaciones, estuve vagando por las páginas de media docena hasta dar con uno
interesante, así que cuando leído este me volví a plantear una nueva lectura
jugué a lo seguro: volví a él.
En ¿Existes? Iván plantea una distopía, un
mundo dentro del nuestro en el que han cambiado las normas que, normalmente,
rigen nuestra sociedad. Edel Doowan, de 17 años, es la protagonista, la hija de un militar que no se
siente cómoda con el mundo perfecto en el que ha crecido, tal vez porque ella
misma es una anomalía dentro del sistema. No es perfecta, ha nacido del amor
que un día se tuvieron sus padres y no de una inseminación artificial que
señalase el embrión del que venía como el ideal. Tiene problemas para controlar
su peso y tampoco es guapa.
Edel, con
quien más se relaciona es con Marjorie, un androide, tal vez porque su familia
está rota debido al alcoholismo de su madre y a la nula empatía con su padre, que
la controla a través de una pulsera ACC (descubrid qué significa). Es feliz
entre ordenadores viejos, tratando de hacer que funcionen las reliquias de otro
tiempo que se ha evaporado. Porque aunque nunca se mencione el momento
temporal, esta historia transcurre en un futuro que tampoco parece demasiado
lejano. Es la única que sigue asistiendo al instituto, donde ya no hay alumnos
ni profesores, pero que se mantiene abierto porque las autoridades se
comprometieron a que así siguiera mientras uno solo de los alumnos quisiera
asistir a las clases (por cierto, impartidas con un profesor virtual). Edel,
desde ahí, nos va mostrando su rebeldía. Ella sola mantiene en funcionamiento un
colegio vacío, silencioso, y lo hace porque aún cree que las cosas pueden
cambiar y sueña con el día en el que esos pasillos se llenen de risas y de
adolescentes como ella.
El día
de su cumpleaños, su padre le regala un ordenador descatalogado, un Hangar del
52, y Edel hace que funcione una antigua aplicación para comunicarse a través
de mensajes de texto (¿os suena?). Logrará así, por casualidad, contactar con
Alexander, un líder de la resistencia, representante de los imperfectos que
está luchando porque ese mundo anterior al que devastan las neo personas no
desaparezca y no se cansa de buscar a alguien que quizá no existe.
Iván
aprovecha la excusa que le brinda esta historia para reflexionar sobre el contraste
entre dos mundos muy próximos, que en la actualidad comparten espacio incluso
en una misma ciudad. Uno es ese en el que el dinero y el poder han eliminado
cualquier rastro de miseria (y por qué no, gran parte de humanidad) y otro ese
en el que se lucha por la supervivencia día a día, barrios marginales en los
que las carencias más absolutas de lo básico nos gritan fuerte en cuanto
posamos la vista sobre ellos.
No
cuento más, siempre hay que dejar que el lector se sumerja en las historias y
las descubra por sí mismo (no quiero describiros lo que más me ha gustado de la
novela), pero sí quiero hacer hincapié en un aspecto de la lectura que a nadie
se le va a escapar. Iván, a lo largo de esta novela corta, va reflexionando
sobre el rumbo que están tomando nuestras vidas, hacia donde nos lleva esta
dependencia de la tecnología y, sobre todo, se pregunta dónde llegaremos si
dejamos de luchar por las cosas en las que creemos, si dejamos que nos
gobiernen y nos controlen sin oponer ninguna resistencia.
La
novela se me ha hecho corta y no porque lo sea. Creo que tiene una manera de
construir historias adictivas en las que quieres dejarte llevar y que se acaben
tan pronto sólo lo compensa el hecho de que todavía me quedan más novelas
aliadas que descubrir.
¿Os
animáis?
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Iván Hernández
viernes, 26 de abril de 2013
MIS JUEGOS, PARADOJAS Y ACERTIJOS FAVORITOS de ENRIQUE OSUNA VEGA
Hace
unos días os recomendaba el libro de Enrique
Osuna Vega. Acababa de ser publicado en Amazon y apenas había tenido tiempo
de empezar con los acertijos que nos
propone, sin ningún éxito, por cierto, porque Enrique me retó a que descubriera
el secreto que escondía el acertijo del gusano
antes de publicarlo y no fui capaz. ¡Si es que soy muy torpe!
Hoy os
digo que ya lo he leído entero.
Me ha dejado… sin palabras.
Donde
tú esperas encontrar un simple libro de acertijos, resulta que encuentras algo
que va mucho más allá. Enrique maneja las palabras como quiere, sabe llevar al
lector, mantener su atención todo el tiempo y el libro se convierte en algo más que un mero pasatiempo.
Escrito alternando las tres personas
gramaticales,
la implicación que logra con quien
se sumerge en sus páginas es increíble porque no plantea un acertijo y luego
otro, y otro… No. Es Enrique, el novelista, el que convierte algo trivial en un
juego que se acerca mucho a lo literario. ¿Cómo? Sencillo y difícil a la vez,
porque no creo que todo el mundo sea capaz de manejarse como él lo hace. Primero, lanza un acertijo. Luego, antes de
dar la solución, pasa a otro, dejándonos tiempo para pensarlo, pero a la vez
incitándonos a que sigamos recorriendo las páginas de este ensayo.
El
resultado es una lectura fluida, cohesionada en todo momento, en la que
el lector se siente partícipe de una
conversación imaginaria con el autor, que le va desvelando los acertijos poco a
poco. Hace sugerencias sobre dónde
usarlos, para que el libro trascienda ese momento íntimo de lectura y se
convierta en nuestro cómplice para noches entre amigos, después de una cena, o
sobremesas interminables que estoy segura se plagarán de risas y de caras de
asombro cuando nos animemos a ponerlos en práctica.
Pero no
se acaba aquí, hay más. Enrique completa este libro hablando de los acertijos
que aparecen en su primera novela, El eterno olvido. Habla de la verdadera
historia de Kamduki, el juego de internet que es protagonista junto con Samuel
y Lucía de su novela. Al principio recomienda que se haya leído previamente la
novela porque si no se perderá parte de su encanto, al saber las soluciones de
antemano, pero creo que es una buena idea, siempre, leer El eterno olvido. Yo
lo hice ya y os vuelvo a animar.
En
conclusión, este libro es altamente
recomendable.
Como
entretenimiento y como lectura.
Felicidades, Enrique, me quito el sombrero y te hago una
reverencia porque cuando creía que ya no podías sorprenderme más, lo has hecho.
Otra
vez.
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enrique osuna
miércoles, 24 de abril de 2013
EL DIA DEL LIBRO 2013
El día del libro es una fecha especial para
quienes no sabemos vivir sin esos objetos mágicos que nos transportan a otros
mundos tan solo con abrir sus páginas y dejarnos guiar por las palabras que
contienen. En nuestro país, como en muchos otros, se organizan actos para conmemorarlo y siempre me ha
gustado participar.
La
fecha elegida no es casual: se conmemora la muerte de los dos autores más grandes de la literatura Universal, William Shakespeare y Miguel de Cervantes.
Ambas muertes no se produjeron exactamente el mismo día, por una diferencia
entre los calendarios que regían nuestro país y el británico, pero la fecha sí
que es la misma.
El
pasado 23 de abril, pues, se eligió
como día del libro y en Azuqueca de Henares, mi pueblo, siempre se celebra. Al
vivir en Castilla y León tengo la
ventaja de que el día es festivo, el día
de la comunidad (se conmemora el asesinato en Villalar de los Comuneros,
Valladolid, de Bravo, Padilla y Maldonado por las tropas de Carlos I), así que
no sólo lo puedo hacer yo, sino que toda mi familia me acompaña, convirtiéndolo
en una fiesta en la que participamos todos.
Estoy
pensando que somos un poco macrabros, haciendo fiesta en fechas de muerte… Pero
bueno, sigamos.
La biblioteca pública de Azuqueca organiza
siempre multitud de actos, y este año han sido muy especiales porque se
celebraban, además, los 25 años de los
clubes de lectura. Todos los integrantes se esmeraron en preparar un
programa en el que repasaron ese tiempo juntos de lecturas y experiencias,
invitando a aquellos que se animasen a acercarse.
Yo
quería estar allí porque asistí como espectadora de primera fila al nacimiento a finales de los ochenta del
primero de ellos y, además, uno de esos 5
clubes que hoy en día siguen funcionando, me apadrinó en 2012, como
una de las autoras noveles a las que
prestaban su apoyo desde el principio de su carrera literaria. No pude llegar a
primera hora, me incorporé cuando las actividades de la mañana tocaban a su
fin, llegando cuando Raúl Vacas nos recitaba sus versos en el centro cultural.
Antes
de mi llegada se llevaron a cabo una serie de actos, entre los que quiero
destacar el manifiesto leído por el
alcalde, Pablo Bellido, en contra del
préstamo de pago en las bibliotecas públicas, un nuevo impuesto que se
comenta que en breve sufriremos. Me perdí los detalles al llegar tarde, pero
sólo con eso ya puedo decir que si ocurre será un día muy triste para la
cultura y definirá mucho a quien estampe su firma para aprobar esa aberración.
Después
intervino Jesús Marchamalo, en una
charla que tituló Vivir con libros.
En palabras de Margerite Yourcenar
la mejor manera de conocer a una persona es ver su biblioteca. Es
verdad: los libros hablan de nuestros autores predilectos, nuestros temas de
interés, nuestras lecturas imprescindibles… Hablan de los lectores que
somos, pero también de los lectores que fuimos, o de los que quisimos ser y en
los que finalmente no nos acabamos convirtiendo. Y en torno a este tema giró su
intervención.
A las
doce se leyó un fragmento del Quijote, conectando con el Círculo de
Bellas Artes.
Justo después, llegué yo. Entré a
la sala a oscuras, mientras Raúl hacía su papel de juglar y recitaba versos y
nos hacía reír. Poco
después de terminar nos acercamos al Centro
de Ocio, para la comida que
habían previsto, un ágape que tomamos de pie, con una inmejorable compañía.
Mis madrinas, que posan conmigo en la
fotografía, estaban allí. ¡Son increíbles!
Pude
hablarles de Detrás del cristal y he
quedado con ellas en que, ya el próximo año, me acercaré para que hablemos de
la novela. Sé que va a ser otro día mágico porque ellas extraen de los libros
matices que hasta a ti misma se te han pasado por alto y tengo muchas ganas de
escuchar lo que me quieran decir.
En la comida había una invitada especial, una
autora que está muy vinculada a Azuqueca desde el principio de su carrera: Almudena Grandes. Llegó y enseguida se
integró en el acto porque en realidad ella es una más dentro de este conjunto
de mujeres (y algún hombre) desde hace mucho tiempo. La saludaron con la
familiaridad que dan muchos años de experiencias lectoras comunes y que hacen,
como dijo ella misma, que formen parte de un todo porque, ¿qué es un escritor sin lectores? Pues lo mismo que un libro que no
los tiene, como nos dijo, una isla
desierta.
Tras la
comida, un café y más palabras compartidas, y en muy poco tiempo nos marchamos
de nuevo al Centro Cultural, para que la directora de la Biblioteca de Cuenca
nos hablase de los Talleres de Lectura
de allí, que también han cumplido ya 25 años. Por la mañana habían proyectado
un vídeo de imágenes recopiladas de
todo este tiempo que repitieron para los que se incorporaban, y allí me vi, sentada al lado de Manu
Leguineche o Ray Loriga. ¡Dios mío, cómo pasa el tiempo! Casi me había
olvidado de aquellas tardes con autores, pero poco a poco, imagen a imagen,
fueron volviendo a recuperar su sitio en mi memoria. Vi a una jovencísima Rosa Montero, a Fernando Delgado, a Josefina
Aldecoa… tantos autores que forman parte de mi memoria como lectora y como
espectadora de sus palabras.
Para
casi el final quedaba hablar de la
Tienda de las Palabras, un proyecto en el que un grupo de lectores
inquietos juegan con las herramientas primarias del lenguaje, buscando hacer de
ellas las fichas de un juego del que nos nutrimos todos. Al final todo son
palabras, las que pronunciamos, las que leemos, con las que soñamos y con las
que nos comunicamos con todo el mundo. Nos las regalaron para que las
conservemos con nosotros. Almudena,
por ejemplo, se quedó con un colgante verde, que acarició en muchos momentos de
su intervención, que llevaba escrita su palabra fetiche: alegría.
Curioso,
la palabra aval se quedó huérfana,
sumergida en el barquito de papel donde estaba escrita, a la deriva en medio
del mar de algodón que habían fabricado para ellas en una pequeña caja. Se ve
que no gustó mucho…
El
último acto era un encuentro con
Almudena, la oportunidad de hablar con ella sobre su última novela, El lector de Julio Verne, pero que al
final fue una charla sobre todos sus libros. Se dejó llevar por los lectores
que le demostraron un profundo conocimiento de su obra y una admiración que se
palpaba en el ambiente. Las preguntas se sucedieron durante casi dos horas y
cuando ella pensaba que ya estaba todo, se llevó una sorpresa. Era el cumpleaños de Pablo Bellido, el jovencísimo
alcalde de Azuqueca, y aunque a él le regalamos una canción de cumpleaños feliz
(descoordinadas las primeras filas del auditorio con las últimas), al final fue
él quien le hizo un regalo a Almudena, que estoy segura de que no esperaba en
absoluto.
Azuqueca
es un pueblo en constante crecimiento. Son tantas las calles nuevas, las
plazas, los parques, los colegios, que algunos todavía no tienen nombre y otros
te sorprenden. Yo no sabía que hay una calle que se llama Rafa Nadal, por
ejemplo. Uno de los sectores nuevos han
decidido que lleve el nombre de escritores, creí entender vivos,
vinculados con la provincia de Guadalajara, tanto por haber vivido en ella como
por haber considerado que sus escritos la tengan de algún modo como
protagonista. Almudena Grandes no cumple ninguno de los dos requisitos, pero
tiene una vinculación afectiva
enorme (y palpable en cuanto llega) con mi pueblo, así que decidieron que ella
también tendrá su calle. Le entregaron
una placa con el nombre de su calle y por su expresión de sorpresa creo que no
se lo esperaba.
Después
firmó libros a quienes se acercaron
y nos fuimos despidiendo hasta otra, que espero que sea muy pronto.
El día
se fue diluyendo y ahora toca volver a la rutina, a leer, a descubrir nuevos
autores, a soñar con las palabras que nos ayudan a entender quienes somos.
Hasta el año que viene.
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