Antes de nada, debo pedir disculpas por no haber publicado esta entrada ayer. Dos refrescos a destiempo redujeron mi noche a tan solo tres horas y anduve todo el día arrastrándome de sueño. Pensé que quizá sería mejor que esperase hasta hoy para contaros cómo fue el apadrinamiento de Emilio Casado Moreno, con su Crónica Insignificante, en la Biblioteca Almudena Grandes.
Llegué a Azuqueca con tiempo por lo que, antes de ir a la Biblioteca, hice una pequeña parada. Hay un lugar que es muy importante para mí, al fin y al cabo Azuqueca es mi pueblo y a veces paso meses sin pasar por él, así que me entretuve unos minutos. Fue muy poco, pero a punto estuve de arrepentirme. A veces se me olvida que el tiempo pasa y que las cosas cambian muy rápido. Lo que ayer parecía natural, inmutable, eterno… mañana puede haberse convertido, simplemente, en nada. La calle anexa al Centro cultural es mi calle de siempre, donde he crecido, donde aprendí a montar en bicicleta, donde instalábamos una red durante las noches de verano para jugar al bádminton y apenas nos tocaba quitarla un par de veces para que pasase un coche…
Era.
Hoy es una calle en la que resulta complicadísimo aparcar. Algunas casas han desaparecido, el cine de la esquina sólo es ya un recuerdo difuso en mi mente. Está cambiada hasta el punto de que el taller de cerrajería de aluminio donde trabajé un tiempo ahora ha pasado a tener una función religiosa (no me fijé de qué religión son los que se reúnen allí) y los huecos donde deshacerte de tu vehículo se venden muy caros. Tuve que darme una vuelta por los alrededores y al final acabé dejando mi coche en una calle que no había visto jamás. Si hay un sitio que me desconcierta, por lo rápido que crece, por lo que ha cambiado en muy poco tiempo, ese lugar es Azuqueca. Sin duda.
Puse rumbo al Centro cultural y localicé a Eva Ortiz, la directora de la biblioteca. Quedaban todavía bastantes minutos para las siete de la tarde (yo no soy puntual, soy eso que se llame a quien llega antes de tiempo siempre), así que nos bajamos a calmar un poco la sed a la cafetería.
Ahí, cometí mi primer error de la tarde: la primera coca-cola.
No hizo falta esperar demasiado tiempo. Cinco minutos después apareció Emilio. Cuando no conoces a alguien te lo imaginas. Por fotos que vas viendo haces una composición hipotética sobre cómo será la otra persona, tratas de encajar en tu mente las piezas que te permitan construir una imagen mental. Con Emilio me pasó una cosa. Más o menos podría haberle reconocido sin dificultades pero, de eso estoy segura, no me imaginaba su voz. Me di cuenta de que ese ejercicio mental, pensar cómo es la voz de alguien desconocido, no lo hago nunca de manera consciente, pero sí que mi cerebro trabaja en ello por su cuenta. Con Óscar me pasó algo similar. Le hubiera reconocido entre mil personas, pero nunca hubiera acertado a "colocarle" su voz.
No dio mucho tiempo a charla antes de la charla porque yo, pase el tiempo que pase, siempre seré un desastre. Recordé, de pronto, que me había dejado la cámara de fotos en el coche y me fui a buscarla antes de que fuera demasiado tarde. Regresé corriendo y acalorada, y al momento bajamos una planta más, para llegar a la Sala de Conferencias. Poco a poco las integrantes del club de lectura, las madrinas de Emilio, fueron ocupando las sillas vacías y Eva inició su presentación.
Las madrinas, preparadas para preguntar. |
Emilio Casado y Eva Ortiz. |
Comencé a hacer las fotos que ilustran este relato, y en ese tiempo también observé. Esta fue la primera charla a la que no asistió nadie del género masculino (salvo el autor de la obra y un niño que vino con la que deduzco que era su abuela). No se echaron de menos, la verdad. En Azuqueca, el primer club de lectura va a celebrar este año su veinticinco aniversario. Como nos dijo Eva, "nos hemos hecho mayores leyendo". Son mujeres que saben extraer de las novelas todo su jugo, que están acostumbradas a analizar, siempre desde la perspectiva del lector, no del crítico, todos los detalles. En la charla se habló, si no recuerdo mal, de cada uno de los personajes de Crónica Insignificante.
El protagonista también fue protagonista de la mayor parte del tiempo. Tuve la sensación de que, de alguna manera, por la edad de las lectoras, fue como si hubieran adoptado a Marcelo Suelas, como si hubieran sentido al personaje como un hipotético hijo. Les gustó la verosimilitud de la situación en la que se encuentra, situación que reconocieron como más cotidiana de lo deseable (si no recuerdo mal, alguna comentó que tiene un "Marcelo" que ha venido de vuelta a su habitación de toda la vida). Pero no sólo se quedaron en él, todos los personajes fueron analizados con detalle. No se olvidaron de Domingo, el amigo de Marcelo; recalaron en Bruno Montalvo y Agustín González, los presos a los que trata Marcelo en su función de psicólogo; pasaron por Sonia, su amor idealizado de la infancia; hablaron de Amanda, su ex mujer; se pararon incluso en las marcas de la barandilla de "la María", la cotilla oficial del barrio de Marcelo. Pero, sobre todos ellos, dos personajes acapararon la atención: los padres de Marcelo. De ambos se habló bastante, aunque si aquello hubiera sido un partido de fútbol o una competición de cualquier tipo, doña Amalia habría ganado por goleada. Después de Marcelo, fue el personaje que creo que más les gustó, pero vuelvo a lo de antes, creo que la edad a la que se lee esta novela influye a la hora de sentirse identificado con uno u otro personaje, con sentirlo más cercano o más creíble. Y estas madrinas son de la quinta de doña Amalia, aunque un poco menos propensas a ir a misa, me temo.
No sólo se habló de los personajes: la trama tuvo también su protagonismo. Es cierto que el no haber podido disponer de todos los libros que hubieran hecho falta hizo que algunas de las lectoras no hubieran terminado la novela, y por respeto a ellas no se habló demasiado del final (lo que se pudo evitar para no deshacer la sorpresa) pero sí que hablaron de lo acertado que les pareció que dentro de un relato que parece simplemente lo que dice la contraportada, seis días en la vida de una persona corriente, hay otra historia paralela, desencadenante del final inesperado. Hablaron de las pinceladas de novela negra dentro de una novela que, aparentemente, se centra en lo cotidiano.
A mí se me hizo corto pero llegaba la hora de marcharse cada uno a su casa, y poco antes de las ocho se dio por concluido el encuentro, no sin antes decirle a Emilio que le esperan cuando tenga otra novela entre manos, para leerla y comentarla con él y para darle todo su apoyo. Me quedo con la cara de una de las madrinas (de la que sé el nombre, estoy segura, pero que se me ha olvidado ahora mismo) que le dijo, con una sonrisa de oreja a oreja que la novela le había gustado mucho. Me lo dice a mí así y os juró que engordo de golpe.
Firmando el libro que me trajeron Los Reyes Magos |
Al final tocó firmar en el libro de visitas y despedir esta cuarta charla, penúltimo de los encuentros de este año.
Subimos de nuevo a la planta donde está la cafetería, para reponer fuerzas antes de marcharnos a casa y yo volví a cometer un error: me tomé otra coca-cola…
Mayte vaya crónica! me ha encantado, aunque me hubiera gustado mucho más estar allí para poder asistir en persona a la presentación de un libro tan especial, pero bueno, gracias a ti me puedo hacer una idea.
ResponderEliminarLa próxima tendrás que contarnos las impresiones desde la otra perspectiva... ;)
un beso!
Muy buena crónica y me alegro mucho que todo saliese tan bien.
ResponderEliminarA la próxima no pienso perdérmela y ya lo estoy pasando mal por ver lo torbellino que eres, si es que yo soy demasiado tranquila, jaja. Nada, ya me encargaré de que te tomes un par de tilas y un tranquimazin, jaja
Besitos
Hola Mayte, la crónica ha sido estupenda! (lo de las coca-colas a mi también me pasa, me ha hecho mucha gracia que lo incluyas) y sobre todo me alegro de que lo hayas disfrutado. Besillos
ResponderEliminarMe alegro de que todo fuera genial y de que nos hayas acercado a ese encuentro. Espero que la próxima vaya mucho más que bien y que la disfrutes al máximo. Si esta crónica ha sido buena, la siguiente debe de ser doblemente completa, que la ocasión lo merece :)
ResponderEliminarBesitos.
Hola otra vez, Mayte... y gracias otra vez.
ResponderEliminarEntrañable y emocionante la crónica de la presentación de Crónica, muy detallada y, entiendo, que muy acertada.
Me encantó el ambiente que se respiró y la franqueza y la tranquilidad con que nos fuimos contando cosas porque, evidentemente, no fui yo solo el que aburrí a la concurrencia con mi perorata.
Sentí que estas mujeres habían leído el libro desde el cariño y desde la cercanía que da saber que todo lo que pasaba por delante de sus ojos lo tienen en la puerta de al lado o en el portal de enfrente.
Se traían la novela bien estudiada y bien asumida pero lo que más me impactó fue notar que la tenían interiorizada... en un par de ocasiones casi me tocó disimular al tener que "enfrentarme" con alguna que tenía datos más fiables y concretos que yo mismo sobre alguno de los hechos de la novela... XDDD
Encantado de haber vivido esta experiencia. Muchas gracias por haberlo hecho posible, Mayte.
Y muchas gracias a Eva, la bibliotecaria y a todas mis madrinas.
Sin duda espero aparecer de nuevo por a allí en 2013.
Fijo.
Pero esta chica cómo cuenta las cosas que engancha tanto. Me quedo con las ganas de saber qué pasó por su cabeza durante las largas horas de insomnio, cómo fue el trayecto de vuelta de Emilio, qué contaron las madrinas al llegar a casa...
ResponderEliminar¿Para cuándo demonios van a inventar el teletransporte? ¡Qué me hubiera gustado estar allí!
Tatty, seguro que lo habrías disfrutado, tú que fuiste una de las primeras lectoras de esta novela. El ambiente fue relajado y agradable y creo que la experiencia en sí misma merece la pena.
ResponderEliminarBesos
Marga, al haber dejado pasar un día me he dejado algunas cosas en el tintero, aspectos que son anecdóticos y quizá no interesan, pero que siempre tiendo a incluir en mi peculiar manera de ver el mundo.
ResponderEliminarOs cuento uno. Soy puro nervio, aunque por fuera a veces se note poco. Durante la charla vi a Emilio muy relajado, creo que más que yo misma. Las sillas del público son de esas que incluyen un pequeño tablero abatible para poder escribir. Bueno, pues me pasé media charla tratando de bajar el mío, sin acertar para qué lado tenía que darle al invento. Cuando ya pensaba que no lo lograría, se bajó de golpe, dándome un buen susto. Me puse a pensar que ni sentada, ni siquiera un par de horas, soy capaz de estarme quieta o de centrarme en una sola actividad.
A pesar de todo le puse atención a las palabras que inundaron la sala y espero haberlo contado bien.
Besos
Marilú, lo de las coca-colas no me había pasado hasta hace poco, creo que para la siguiente vez tendré que pensar en beber agua.
ResponderEliminarBesos
Pilar, estoy pensando delegar en alguien para que se haga eco de esa crónica, no sé qué te parece a ti. ¿Podría?
ResponderEliminarBesos
Emilio, me alegra mucho que disfrutases esas dos horas, porque en el fondo era de lo que se trataba. Este proyecto no sé dónde nos llevará, la vida es curiosa y de las cosas más "insignificantes" acabamos sacando los momentos más intensos de nuestra biografía.
ResponderEliminarUn pajarito me ha chivado que a Óscar, sus madrinas le han presentado a un concurso en México. Ya veremos qué se les ocurre a las tuyas, seguro que algo bueno. Por el interés que pusieron en el libro y por lo intensamente que vivieron la charla, seguro que algo ocurrirá.
Yo, lo único que hice, fue leer una novela. Su autor me preguntó un día, a través de FB, si me apetecía. No sabía nada de ella, por entonces vivía más despistada en estos temas (completamente), pero me gustó mucho y mi única labor aquí fue decir tu nombre.
A ver si para 2013 hay nueva novela, que tenemos mono.
Besos
Enrique, cuento las cosas como se me pasan por la cabeza, no te creas, sin elaborar mucho. A lo mejor es lo que notas, espontaneidad. Ya me gustaría tenerla hablando... ahí me atropello. Lo bueno de escribir es que se tarda un poco más y quizá las tonterías que se me ocurren salen algo más filtradas.
ResponderEliminarDe las horas de insomnio hay una nota en FB, donde puse que me colé de refilón en el top 100 de amazon. El viaje de vuelta de Emilio lo desconozco, deberías preguntarle a él y sobre el teletransporte, de momento, no hay noticias. Seguiremos esperando.
Besos...
Yo creo que sí, y además pienso que lo haría genial, aunque sospecho que necesitaría primero algunos días para recuperarse de las emociones, porque esa cita tiene que ser doblemente especial, emotiva y sentimental, por ti y por el libro en sí, ¿no?
ResponderEliminarUn besito.
Qu´envidia me da haber podido ir.
ResponderEliminarUn hombre estupendo y un libro fantástico
Besos y gracias por la crónica
Mientrasleo, fue una bonita tarde y esta crónica me la recordará. Ahora, a templar los nervios para la siguiente.
ResponderEliminarBesos
Como siempre, Mayte, una reseña con tu sello especial. Sincera, sencilla, explicativa y con ese punto de ironía positiva que me encanta. Un beso.
ResponderEliminarKoncha, sé que soy una pesada pero, ¿y si la próxima la cuentas tú? No sé quién me acompañará al final (mentira sé algunos nombres) pero me apetecería que estuvieras. Me apetecería que estuviera mucha gente que no va a poder por la lógica distancia pero tú estás cerca.
ResponderEliminar¡Porfa!