Sinopsis:
Los libros lo saben todo de quien los escribe, leerlos es igual que leerle la mano a su autor. Este, sin ir más lejos, sabe que Rayden es tan hábil con las palabras como un lanzador de cuchillos y que en su opinión la poesía consiste en que por ella no pase de largo lo que pasa en la calle; también nos recuerda que la ironía es la aristocracia del humor y que no hay destino comparable al de encontrar quien nos diga: "¡Qué triste es ser feliz/si no es contigo!" Sus versos buscan pelea y han elegido un bando: el tuyo. Puedes fiarte de ellos.
Benjamín Prado.
Nuestras impresiones:
¿He usado el plural? Sí, consciente de ello, de que esta reseña no va a estar hecha a dos manos, como siempre, sino a cuatro: las mías y las de Alex, mi hijo mayor. ¿Por qué? Pues porque el libro es suyo y ha sido su insistencia en que lo leyera la que me ha conducido a estas páginas. Y, ya que estábamos, le pregunté si quería escribir unas palabras para el libro y enseguida se animó.
Contaré cómo llegó el libro a casa.
El día 23 de abril es festivo en Castilla y León, así que, como no había mucho que hacer y Madrid está muy cerca, decidimos pasar la tarde allí, en familia. Aterrizamos en el centro y fue inevitable la visita a las librerías. Es algo que nos gusta a todos y, además, el ambiente era estupendo. Algunos autores presentaban sus libros en la calle, en la puerta de la librería de El Corte Inglés que está en Sol, había tenderetes en todas partes y mil ofertas tentadoras. En la puerta de La Casa del Libro, Alex me pidió que le comprase Herido Diario.
Me quedé mirando lo finito que es. Lo abrí y, para mi desconcierto, era poesía. ¿Qué le había pasado a mi hijo? ¿Se había dado un golpe en la cabeza o era que le día era soleado y le estaba afectando mucho? Alex tiene 15 años y no da el perfil de alguien interesado por la poesía (por novelas negras sí, pero esto no entraba en mi cabeza). Mira que siempre soy complaciente con los libros que me pide, o débil, pero el caso es que me pareció tan raro que le dije que dejase el libro y pensase en otro. Es igualito que su madre: no quería otro y volvió a casa con las manos vacías.
En junio, en una de mis visitas a la Feria del Libro, Alex, que no pudo acompañarme, volvió a hacerme la misma petición. El mismo libro. Habían pasado un par de meses y él seguía insistiendo, así que esta vez claudiqué. Se suponía que el autor estaba ese día firmando, pero yo no fui capaz de encontrarlo. En cambio, el libro, no me costó nada. Recuerdo de ese día que, charlando con Víctor del Árbol, me preguntó qué libros me había comprado en la Feria y le comenté que, de momento, para mí no había nada, que había comprado para mis hijos (y algún regalo también). Al decirle que Alex había pedido uno de poesía se sorprendió tanto como lo hiciera yo.
Si ya digo yo que no es lo más frecuente.
Al día siguiente de dárselo ya lo había leído. Lo ha releído varias veces más. Hay quien dice que este no puede considerarse un libro de poesía, que es muy adolescente, pero para mí ese es precisamente su valor, el estar escrito tan sencillo que logra empatizar con un momento tan complicado de la vida. Y lo que ya hace que se gane todos mis respetos y admiración: haber logrado que se interesen por la poesía. Después de esto, Alex ha ido descubriendo a Quevedo. ¿No es esto ya, en sí mismo, un maravilloso aporte del libro?
Estoy un poquito harta de la gente que menosprecia la literatura juvenil.
La reseña la ha preparado él.
David Martínez Álvarez (Rayden), divide este libro de 122 páginas en cuatro partes que se corresponden con las cuatro estaciones, empezando por el Otoño. Cada estación arranca con un microrrelato que agrupa los temas de los poemas que vienen después. Para mí, el mejor de los relatos es Nunca y Siempre, sobre todo la frase final:
"Y es que... si siempre te dices nunca, nunca será siempre".
Me gusta también la introducción del libro:
"Esta es la historia de alguien como tú, como yo. La historia de quien conoce incendios en el pecho izquierdo y sabe que la saliva, a veces, parece gasolina capaz de saltar todo por los aires; que ha sentido los arañazos contra las costillas de su corazón dolido y pide tregua. Alguien que prefirió sentir en la piel aunque eso conllevase condenarse a las cicatrices, que buscaba las directrices para poder entender la vida. Alguien que se negó a dejarse amordazar cada vez que le lloraban los ojos al ver algunas injusticias en la calle, alguien que buscaba un verso que pudiera llevar el nombre de poesía". Loreto Sesma.
El autor, conocido en el mundo de la música como Rayden es un cantante de rap de Alcalá de Henares. Es alguien muy hábil con las palabras y no solo escribiendo canciones de rap o poemas, también ganó en 2006 la final internacional de la Red Bull Batalla de Gallos.
(Inciso mío: Hijo, ¿qué es eso de Batallas de Gallos? ¡Mamá! ¡Rap improvisado! Vale, vale...)
Con esto quiero decir que creo que es una de esas personas que nacen con un don especial para hacer algo difícil y que parezca sencillo.
Al tachar su nombre artístico de la portada del libro creo que pretende dos cosas. La primera, que sus fans sepan que es suyo, porque estoy seguro de que muchos no sabían ni que se llama David, y lo segundo, distanciarlo un poco de su carrera de músico, porque creo que este libro es bastante personal.
Leyendo por poemas sorprende mucho cómo utiliza el humor y las figuras literarias. Encontramos, por ejemplo, muchas antítesis en Lucha de contrarios y muchas metáforas muy ingeniosas, con las que a mí me recuerda a Quevedo.
Algunos de los poemas que me han gustado han sido La vendedora de cerillas, La pelota de papel albal o Leyes del silencio:
"El silencio
es el único lenguaje universal:
un lenguaje que todos hablamos de oídas,
porque no hay verso
que le haga justicia
porque no hay lengua
que lo describa"
Acaba el libro con un poema que se titula "Carta a mi yo de ayer":
"Que no hay imposibles, solo improbables
para que cobardes
no se atrevan, presos por el miedo.
No dejes que nadie te diga
que no hagas esto o aquello
que no sirves ni que vales
porque vales más que ellos"
El libro lo tiene hecho una pena para llevar solo un par de meses en casa, señal de que lo ha manoseado y releído. Me arrepiento un poco por no haber confiado en él ese día del libro, cuando me lo pidió por primera vez, por no haber sido consciente de que Alex sabe lo que quiere y no pide las cosas por pedirlas.
Yo he visto el libro con menos entusiasmo que él, pero quizá es por haber superado ya determinadas etapas de la vida y ver las cosas con otra perspectiva. Sin embargo, aún hay frases con las que estoy muy de acuerdo y eso le doy el valor que decía antes, el de haberle despertado el gusto por la poesía. Supongo que no ha sido al único porque, en la edición que tenemos pone que ya llevaba vendidos más de 9.000 ejemplares. Los que nos dedicamos a esto sabemos que eso no es moco de pavo.
(Otro inciso: Por cierto, Alex, ¿te gusta el rap? Es que como siempre estás con los auriculares puestos hace mucho que no escucho tu música. ¡Mamá! Lo de tu memoria es grave ya.)
***
Oh!!!!!!!! Soy tonta!!!!!!!!! Mientras releíamos juntos la reseña, antes de publicarla, Alex me ha contado que el último cumpleaños me envió un audio que me emocionó muchísimo, una canción de Rayden: Mi primera palabra. No me acuerdo de cómo se hace eso de poner un vídeo, pero si sois madres, escuchad esta canción y ya me diréis. A mí se me escaparon unos lagrimones como ciruelas.
Me ha sido útil esta reseña. Os menciono por aquí, gracias.
ResponderEliminarhttps://ciclopeslibreros.blogspot.com/2021/06/herido-diario.html
Lo acabo de ver. ¡Me encanta lo que hacéis! Yo no soy de Alcalá, pero mi vida está ligada a esta ciudad por los cinco años universitarios en ella, porque crecí en Azuqueca de Henares y siempre fue destino para ver a la familia y porque mis padres se conocieron ahí. Escribo también, publico desde hace más de una década y, curiosidades de la vida, el último sitio donde presenté una novela antes de la pandemia, La colina del almendro, fue Alcalá de Henares.
EliminarUn saludo!