Estos últimos días he hecho una lectura cero de una novela. Es algo que viene siendo habitual, pero últimamente, por mi propia salud y por el trabajo pendiente lo había dejado un poco de lado. He tardado mucho más de lo que tardo en condiciones normales, y quizá ello haya sido la causa de que la lectura haya sido mucho más pausada, reflexiva y emotiva.
En realidad, emotiva no lo ha sido por la velocidad.
Lo ha sido por todo lo que esa novela ha removido dentro de mí, por los lugares que me ha hecho visitar, lugares que tienen un espacio reservado en esa memoria con la que no puede ni la falta de B12. Esa memoria que recoge lo que es la base de tu propia persona.
Toda la novela me ha estado hablando de mí misma.
Cuando terminé, lo que hice fue contarle una historia paralela a la autora. En lugar del análisis que esperaba, que atendiera a la forma, al ritmo, al interés que podía generar o a los posibles errores, yo le devolví un relato de un tiempo pasado que para mí es de lo más valioso que poseo.
Fue ahí, en este impulso no refrenado, cuando me di cuenta de que la novela es mucho más extraordinaria de lo que pensaba. Creo que lograr con un libro que el lector no solo complete la historia, que dote de vida en su imaginación a los personajes, sino que la haga suya y se traslade a su vida, es magia.
Me habló y recorrí con los dedos de la imaginación antiguas cicatrices, puse en primer plano los recuerdos más felices y quizá un final que no es de novela, pero que tiene mucho de literario porque, en su día, fue el activador de la imaginación que logró que escribiera una de mis primeras novelas no publicadas. Una de las que vivirán eternamente en el cajón.
Me ha hecho comparar pasado con presente y darme cuenta de que muchas veces nos empeñamos en perseguir la felicidad sin darnos cuenta de que, una vez, ya la tuvimos. Y que no importa si de nuevo no logramos rozarla con los dedos, si el presente no se le acerca; estuvo ahí, lo vivimos, fue tan real y tan maravilloso que solo queda dar las gracias.
Por haberlo vivido.
Y qué bueno cuando una novela te habla así, te remueve tanto, te despierta tantos recuerdos, la vives tanto. Y qué bonito lo has contado!
ResponderEliminarBesotes!!!