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jueves, 27 de agosto de 2015

LA NOVELISTA FINGIDA DE RAFAEL R. COSTA

La novelista fingida de Rafael R. Costa participa en el II Concurso de Autores Indies de Amazon



Sinopsis:

Barbara L. Shackleton, antes Rita Amber, consiguió un éxito abrumador con su primera novela. Se vendieron millones de ejemplares y la historia fue llevada al cine, con buen presupuesto y una otoñal Bette Davis como estrella rutilante.
Durante unos años vivió de esa fama y hasta mereció el Premio Pulitzer de 1972. Cuando sus millones de lectores, así como su editor, le piden la segunda parte se refugia en su mansión de Long Island.
Allí se abastece de una docena de máquinas de escribir, y compra muñecas antiguas a las que corta el cabello con unas tijeras para hacerlas parecer a la protagonista de su libro.
La inesperada visita de un conocido hará que la novela que la llevó a la cumbre literaria muestre sus secretos. 

Mis impresiones:

Este verano he leído muy poco. Eso es algo ­extraño en mí, porque en verano es cuando más tiempo suelo tener para dedicarle a la lectura. Ha habido diversas circunstancias que han ido entorpeciendo mi rutina y la cuenta lectora ha quedado más que escasa.

Sin embargo, La novelista fingida la quería que leer por varias razones. La primera es que me apasiona cómo escribe Rafael R. Costa. ­Leí primero El caracol de Byron y me encantó la manera en la que fluye su discurso, la magia con la que construye los personajes. Después, cuando me acerqué a La interpretadora de sueños, las sensaciones fueron nuevamente maravillosas. Cuando un autor te gusta, ni te lo piensas: el mismo día en el que publicó esta nueva novela, me hice con ella.

Rafael R. Costa estructura La novelista fingida en cinco partes y empieza la narración por la que titula «El sombrero de Bette Davis». Es un inicio in extrema res porque, aunque nos deja unas pequeñas preguntas que tendremos que ir resolviendo a la largo de la historia, en este capítulo nos adelanta que Barbara L. Shackleton, a pesar de vivir en su lujosa mansión, es una estrella literaria en declive que brilla menos que la noche lúgubre en la que comienza la narración. El éxito espectacular de su novela publicada por HarperCollins, de la que se vendieron miles de ejemplares, que se tradujo a muchos idiomas, de la que incluso se hizo una película protagonizada por Bette Davis es solo un recuerdo del pasado. El fracaso de su segundo libro ha ido dejándola al margen del mundo editorial y  empezamos a intuir que ha tenido mucho que ver en la muerte de la joven Alice Bruma. Stephan Wells, un poeta enamorado de Alice, que ha pasado años en la cárcel por ello, ha venido a reclamarle que es una impostora y tiene la manera de demostrar que es la culpable de la muerte de Alice.

La llegada de la policía y la «amable detención» de Barbara se queda en suspenso para el lector. El autor, en el segundo capítulo, decide llevarnos de la mano al principio de la historia, al momento en el que las dos protagonistas de la historia se conocen.

La novelista fingida nos cuenta mucho en el mismo título. Barbara L. Shackleton no es el nombre real de esta mujer que aparece en la vida de Alice Bruma el mismo día en el que el hombre pisa la luna, mientras están en Central Park. Es Rita Amber, una joven sin escrúpulos que está intentando construirse una nueva biografía y ve en Alice el modelo perfecto. Enseguida busca la manera de coincidir con ella, incluso en Unnameable Book’s,  la pequeña librería en la que Alice trabaja mientras escribe su novela. El primer paso para convertirse en quien Barbara desea, será ganarse su confianza.


La novela es la historia de una timadora, de una impostora que tiene la imagen perfecta que le permite venderse, pero el mismo valor literario que un jarrón de los chinos (la comparación, hablando de una novela de alguien que escribe tan bien como Rafael, es para darme un bofetón, pero no estoy en mi mejor verano, ya lo he dicho). El autor se esmera en que conozcamos a la que era Rita Amber y esa otra que quiere ser, la novelista por la que se hace pasar. Y lo hace muy bien, pintando todos los matices de una personalidad enferma. Yo no he logrado empatizar nada con este personaje, aunque sí con Alice, la verdadera novelista, la que escribe con tanta pasión que sus dedos en el teclado crean una melodía armoniosa cuando se sienta delante de la máquina de escribir y se olvida de que el mundo existe.

A ellas dos les acompañan un puñado de personajes secundarios, necesarios para contar la historia, entre los que destaca Stephan Wells, el poeta, a quien Barbara le causa siempre una tremenda desconfianza. Rafael no los esboza, los recrea en palabras y dibujos con los que llena sus cuadernos de notas. Estoy acostumbrada a verlos cuando los comparte y creo que son tan bellos casi como sus novelas. Le he robado una foto para que podáis verlo. 

La historia la ambienta en Nueva York y arranca en 1969, y en todo momento la he visualizado en blanco y negro. Suena a Embraceable you, sabe como un cóctel bien preparado y recuerda a una película del mejor cine en blanco y negro negro.

Desisto en el intento de poner un vídeo en el blog, no sé por qué ya no me sale. Dejo el enlace por si queréis escuchar cómo suena.



La novela participa en el concurso de novelas indies de Amazon en este verano de 2015, concurso que termina al finalizar agosto. Sinceramente le deseo que sea una de las finalistas elegidas para la evaluación final por parte del jurado porque es una novela muy interesante, muy bien escrita y con un final cerrado. 

Además, el autor sortea una ilustración de las que ha hecho de la novela entre todas las personas que la hayan leído y participen en el sorteo que tiene activo en Facebook.


domingo, 16 de noviembre de 2014

¿A QUÉ LLAMAS TÚ AMOR? PRESENTACIÓN EN MADRID

14 de noviembre de 2014

17:30
Centro comercial La Gavia

Faltaba tiempo para que Pilar Muñoz se reuniera con sus lectores, pero siempre procuro que a mí me sobre para acudir a una cita. Mitiga la sensación de ansiedad y, además, me permite echar un vistazo a todo. Media hora antes de haber quedado entré en el centro comercial. Con la calma que te concede el que te sobre tiempo, llegué a Fnac y pude comprobar cómo montaban la sala, preparaban los micrófonos, la pantalla y colocaban sillas y sillones. Di una vuelta por la tienda. Incluso pude experimentar una sensación que ya se está convirtiendo en habitual, la de encontrar cada vez más libros de gente que conozco, tanto en las mesas de novedades como en las estanterías.

No sé si a alguien más le pasa, pero a mí me provoca un pellizco en el estómago. Me alegro tanto que me entran ganas de asaltar a las personas que tengo al lado y ponerme a contarles que conozco al autor o a la autora, pero me contengo. 

Aunque me cuesta.




18:00
Fnac

Pilar llegó y, después de los saludos de rigor (nunca nos habíamos visto en persona), comenzamos a charlar como si fuéramos amigas de toda la vida. Esa es una sensación que he experimentado en anteriores ocasiones, cuando la amistad virtual da paso a una real, una en la que las conversaciones se escuchan en lugar de leerse. Ya no somos la foto de un perfil sino alguien que parpadea y que respira, que se mueve, y sonríe en lugar de enviar un emoticono. 

Mientras esperábamos a Ana Coto y Pilar le daba instrucciones al técnico de Fnac, la conversación se llenó de preguntas sobre el viaje, sobre los nervios, sobre el tiempo que quedaba para empezar. Poco a poco fueron llegando algunos compañeros blogueros que ocuparon la segunda fila y entonces...


18:25
Fnac


Me fui.

Me asaltó una corazonada.

No tengo activado el messenger para Facebook. Aunque lo tenga abierto y alguien me envíe un mensaje privado no puedo ver nada más que el emoticono que señala que me lo han mandado. Hace poco he descubierto que hay una manera de leer al menos una parte del mensaje. No lo suficiente como para enterarme de qué me están contando, pero sí veo quién lo envía y el principio. 

Mi teléfono, al lado de la imagen de uno de mis contactos decía: nos vemos allí.

Antes de salir corriendo, pensé: ¿si yo fuera él, dónde estaría? Sonreí y, un par de minutos después, estaba saludando a Rafael R. Costa. Tengo que darle las gracias porque 31 paradas de metro de ida y otras 31 de vuelta no es algo que todo el mundo se decida a hacer así como así. La verdad es que me alegró muchísimo que al final se decidiera a acudir a la presentación de ¿A qué llamas tú amor?

Mientras hacíamos tiempo, buscamos su novela, La interpretadora de sueños, recientemente editada por Espasa, y yo me quedé con uno de los ejemplares, antes de que se agotase, para que me lo firmara al final de la tarde. Tenía otro en la mochila pero no era mío sino uno que compré para regalar.

Juntos regresamos donde Pilar esperaba para empezar y después de las presentaciones empezaron a llegar caras conocidas. El abrazo con Lidia Casado fue muy emocionante. (Después hasta nos hicimos una foto juntas con el móvil, en plan selfie total).

19:15
Sala de conferencias.

Un poco después de la hora prevista, cuando todo el mundo ya había ido tomando posiciones en la sala, comenzó la presentación, Pilar trajo el booktrailer de la novela.




Para romper el hielo estuvo Ana Coto, editora de Palabras de Agua, que saludó a los presentes y me cedió el turno para que cumpliera mi pequeño cometido en esa tarde: trazar una semblanza personal de Pilar Muñoz. Después de dos datos biográficos breves, pasé a contar cómo nos conocimos a través de las redes y cómo he sido testigo de primera fila de su evolución como autora, desde que en 2012 leí los relatos que componen Ellas también viven, pasando por su primera novela, Los colores de una vida gris y ¿A qué llamas tú amor?, la novela que acaba de publicar bajo el sello de Palabras de Agua.

Tras mi lectura de la sinopsis, llegó el turno de la autora.

Pilar era la protagonista así que fue ella la encargada de transmitir a los presentes lo que ha querido contar con esta novela. Insistió en que, a pesar de que la narración contiene un fuerte contenido erótico en algunas escenas, también hay una trama de peso detrás, importante, que reflexiona sobre las relaciones de pareja, el amor, incluso el maltrato. La protagonista, Jana, es una mujer real, independiente, madura, envuelta tan solo en un momento de confusión.

Para que los lectores supieran un poco más de la novela, Pilar, micrófono en mano, leyó el primer capítulo.



Hubo tiempo para las preguntas del público, algunas sobre los personajes, la trama, la elección de la posición del narrador o los nuevos proyectos que tiene en mente Pilar Muñoz. Después, llegaron las firmas, y digo las firmas, porque no fue la única que estampó palabras en la primera página de un libro.


Pilar se pasó un buen rato firmando y regalando sonrisas que dejaban ver que estaba siendo un día muy especial para ella. Aunque ya hace un mes que la novela se puede adquirir en librerías, el viernes fue la puesta de largo oficial y, además de que el marco fue precioso, la puesta en escena que escogió estuvo muy bien.

Por cierto, las fotografías del fondo, si os pasáis por la tienda Fnac de La Gavia, merece la pena pararse a mirar: son obra de Juan Rulfo, el autor de Pedro Páramo. 

Decía que no había sido la única que firmó porque Rafael también se tuvo que emplear con el bolígrafo, pero es normal, no se puede desperdiciar la oportunidad de personalizar un ejemplar de su libro teniéndolo cerca, ¿no creéis?

Tuve la inmensa suerte de recibir un regalo inesperado, un poemario del maestro.




La presentación terminó, las luces de este escenario se apagaron y sospecho que este día Pilar lo grabará a fuego en su memoria: 14/11/14, incluso la fecha es bonita. Le deseo mucha suerte con esta aventura, con esta novela en la que ha puesto sus reflexiones, su corazón y su talento, una historia que se disfruta y que te dura entre las manos muy poco tiempo.

(Cuando todo había acabado nos marchamos a tomar algo para refrescarnos y allí fui testigo de la admiración que provoca Rafael R. Costa. Y luego no me deja llamarle maestro... Menos mal que no le hago ni caso.)



lunes, 16 de septiembre de 2013

LA INTERPRETADORA DE SUEÑOS DE RAFAEL R. COSTA


Sinopsis (extraída de Amazon):

Poetisa, madre, judía, superviviente del Titanic, e interpretadora de sueños. Sarah Georginas Parker se ve obligada a trasladarse desde la capital checoslovaca a Estados Unidos, con un hijo de doce años, en 1924, meses antes de que muera su amigo Franz Kafka.

En su nuevo país, y ayudada por la Hermandad Hebraica, su vida dará un giro. Conocerá Harry Houdini, a Nancy Cunard, se codeará con la Alta Sociedad neoyorquina y finalmente volverá a Europa, donde pasará un año en un campo de concentración de Praga. 

Una mujer singular, un arcángel, que luchó contra la realidad hostil en una de las épocas más convulsas de nuestro pasado reciente.

La imagen de la portada es de Eduardo Elizalde Brisuela.

Mis sensaciones:

Los que leéis mi blog sabéis que desvelo muy poco de las novelas, de su argumento. Simplemente trazo pinceladas de sensaciones, de las que me deja cada relato. Esta novela tiene todos los ingredientes para seducir a quienes les apasionan dos cosas: la Historia y la capacidad de un autor para narrarnos la vida. 

Cuando empecé a leer ya sabía de la delicadeza de la prosa de Rafael R. Costa, lo comprobé al leer El caracol de Byron y por eso quizá intuía que éste era un libro que no podía decepcionarme. No lo ha hecho, tiene entre sus páginas montones de frases de esas que dan ganas de subrayar y leerlas muchas veces.

Es una novela con mayúsculas, me asombra la capacidad del autor para aglutinar en torno a la protagonista a personajes como Hemingway, Kaftka, Harry Houdini, Hilter o Freud y hacer que te parezca, como lector, que existiera una mujer, poetisa, interpretadora de sueños, superviviente del Titanic, que haya tenido una vida tan fascinante, rodeada a su vez de personas que ya son personajes para la memoria colectiva.

Los dos elementos que nos llaman a la hora de elegir un libro siempre son los mismos: portada y sinopsis. Yo me reservo normalmente la lectura de la sinopsis, o si lo hago es muy por encima, sin darle demasiada importancia, pero reconozco que las portadas a veces suponen un elemento clave para mí. En este caso siempre ha sido así. De hecho, hace casi un año tropecé con Rafael en la presentación de un libro y no pude evitar decirle que estaba fascinada con la portada. Mi retraso de lecturas ya no es notable, sino sobresaliente, así que ha tenido que pasar mucho tiempo hasta que he podido acercarme a ella.

Os aseguro que ha sido un placer.

La interpretadora de sueños no es solo la historia de Sarah Georginas Parker, es un repaso a la historia del siglo XX. Asistimos con ella al naufragio del Titanic, a los felices años 20, al crack del 29, al estúpido horror de la guerra en los campos de exterminio nazis, somos testigos de su ascenso social haciendo uso de su don para interpretar los sueños y de su final inesperado. 

Si eres de los que disfruta con novelas ambientadas en los primeros años del siglo pasado, esta es tu novela, sin duda.

La narrativa de Rafael R. Costa me provoca sensaciones. La primera, la más poderosa, la de estar formando parte de la historia que me cuenta. No he tenido problemas para imaginarme sentada en la mesa de Los dos osos dorados al lado de Georginas, escuchando a Frank Kafka. Hay muchos momentos en la novela que se te quedan prendidos en la memoria pero si tengo que elegir uno (nadie me obliga, lo elijo, simplemente) es la madrugada en la que espera en el puente sobre el Moldava, en Praga, a que amanezca mientras se disipa la niebla. Un coche se ha llevado a sus amigos a un destino más seguro mientras ella, que días antes renunció a salir de la ciudad de la mano de Hemingway, se queda sola, prendida a su equipaje, esperando a que la detengan. Es un momento en el que pensé que quizá, en su piel, yo habría hecho lo mismo: esperar. Bajar los brazos y dejar que el destino me condujera donde quisiera.

No quiero contar más, quiero que la leáis y si la habéis leído que me contéis qué os pareció.

Merece la pena.

Otra reseña de La interpretadora de sueños en Vivir de libros de Ana Saavedra





lunes, 27 de mayo de 2013

EL CARACOL DE BYRON DE RAFAEL R. COSTA


Sinopsis:

A la remota bahía de Byron llega don Amós, su enigmática presencia cambiará el futuro de los tres habitantes del lugar. Fascinados por el paisaje donde están de algún modo encerrados, los personajes dan continuos paseos mientras se cuentan historias y festejan la belleza de un atardecer o de un guiso de pescado. El tiempo no lo marcan los relojes sino las mareas y los paseos y las charlas, mientras se van sucediendo los dulces atardeceres y los temibles aguaceros que pautan los estados anímicos de la trama.

Esta obra ganó el premio Irún de novela, y aunque es de 2003, para mí es de la semana pasada, que fue cuando realmente entró en mi memoria literaria. Sé que hubo una edición impresa, tan pequeñita que apenas se distribuyó más allá del País Vasco. Se agotó así que ésta ha sido una lectura digital.

No sé cuándo descargué esta novela. De verdad, no me acuerdo. Probablemente fue en alguna de las promociones gratuitas del autor, incitada por la curiosidad. Contrario a lo que hacen muchos, que descargan cuando es gratis por el mero hecho de hacerlo, yo sólo lo hago si hay algún detalle que me llama la atención y además me leo los libros, o al menos les doy la oportunidad de empezar su lectura. El caso es que hace unos días, repasando lo que tenía pendiente en mi kindle me volví a percatar de su presencia y me adentré en Byron Bay.

Ha sido una sorpresa muy agradable.

Mi mejor lectura en lo que va de año.

El caracol de Byron es una novela de ritmo pausado, una novela enigmática en la que la prosa exquisita de Rafael R. Costa te va envolviendo y sin querer te encuentras en la bahía de Byron, sintiendo la brisa del mar en tu rostro, como si fueras parte de ese paisaje por el que se mueven cuatro personajes. Porque no hay más. Aunque las referencias a personas que forman parte del pasado que los vincula son constantes, nada más son cuatro: Amós, un arquitecto septuagenario que se instala en la casa cerca del faro y la familia que vive en la bahía formada por Henrique, un adolescente de catorce años, Agapito Venturini, marinero al que le falta el brazo izquierdo y mamá Cesárea. Los demás, los que le sirven al autor para dibujar esta preciosa estampa, planean por los recuerdos de los habitantes de El comodoro, el antiguo restaurante donde viven. Amós ha viajado para comunicarles una noticia importante pero habrá que leer para saber, para encajar las piezas de este puzle. El amor, la muerte, el destino que ha ido tejiendo sus hilos en torno a ellos se narran desde el punto de vista de un narrador en tercera persona que indaga en los sentimientos de cada uno, dejando para el final una conclusión que tienes que establecer tú.

Dibujo del autor, Rafael R. Costa


Me vino a la mente Al faro, de Virginia Woolf. Ella no explica la simbología en la novela de ese elemento aglutinador en torno al cual gira toda su obra. Rafael, acertadamente en mi opinión, tampoco explica este enigmático título dejando que sea el lector quien saque sus propias conclusiones. Os aseguro que no es difícil, aunque para ello hay que llegar al final de la novela.

A veces querría preguntar al autor muchas cosas y no siempre es posible, pero en este caso juego con la ventaja de que un día de octubre del año pasado, en una librería, tropecé con Rafael. Fue un encuentro fugaz, poco más de un intercambio de saludos, pero las redes tienen algo bueno y es que ese contacto se puede mantener en el tiempo y hoy, concluida la lectura, puedo acceder a él y preguntarle lo que quiera.

Lo hice.

Otro elemento que fascina en la novela es la presencia del mar, tratado casi como si fuera un personaje. Éste se presenta vivo, con sus mareas, cambiando los colores que refleja al ritmo que le marca una naturaleza que a veces se vuelve tan inconstante como los estados de ánimo de unos personajes que saben en todo momento que esos días en los que se mueve la novela van a cambiar sus vidas por completo. Los términos marineros, el léxico vinculado al océano es riquísimo y me ha permitido saber que alguien como yo, de tierra adentro, no sabe nada de nada de horizontes azules.

Oye, Rafael, ¿cómo sabes tanto del mar?

¿Cómo sé tanto de la mar? No diría yo tal cosa... pero, vamos. Ten en cuenta que yo nací a 100 metros de una orilla, que yo me bañaba todos los días antes de comer, según mi abuela "para abrir el apetito", como si a mí me hiciera falta eso, je,je,je... Aunque dicen que como poco... En fin... Además, mi querida novela "Valdemar Canaris..." trata sobre un tipo que le da la vuelta al mundo en solitario en un barquito de 10 metros, ahí sí que salen cosas de la mar salada.

Me fijo en el matiz, en la manera distinta de usar el artículo que tenemos los que somos de secano frente a los que tienen el alma enredada con la sal y la brisa marina…

Salto a otro de los temas del libro que me ha llamado la atención, la comida.  

Mamá Cesárea cocina como los ángeles, sabe sacarle al mar los sabores más auténticos y los adereza con las hierbas que cultiva en su pequeño huerto. Esa mujer, que retrata como alguien físicamente imperfecto (obesa, estrábica) a medida que avanza el relato, con su particular visión del mundo, con esa manera tan suya de entender la vida y de sentirla, se va haciendo un hueco en ti. A mí me olía a cocina a media mañana, a sabiduría antigua encerrada en una mujer que es muchas a la vez. Mamá Cesárea fue cantante en el pasado pero el tiempo, aunque ha borrado esa imagen no se ha llevado su voz, con la que deleita a su marido pero sólo el día de su cumpleaños, momento en el que El comodoro se transforma en una fiesta íntima pero aderezada como si los invitados fueran cientos. Igual que sus platos, exquisitos, dignos de un restaurante de cuatro tenedores aunque cocine sólo para el pequeño grupo que habita Byron Bay.

Los platos que prepara mamá Cesárea, ¿te los has inventado o de verdad existen?

¿Tú qué crees? Mira, algunos días, mi abuela quería cocinar "arroz con música", y me decía: ¿por qué no te acercas a la orilla a ver si coges algunas almejitas para echárselas al arroz? Y yo tenía una caña de pescar (casera, me la fabriqué yo) con la que pescaba esos peces que salen en la novela.

Sonrío y me imagino a su abuela haciendo un gesto de mamá Cesárea que es pura ternura, el de secarse los ojos con la punta del delantal.

El misterio que envuelve la llegada de Amós se desvela al final y los personajes que hemos ido conociendo a través de las conversaciones de los protagonistas se unen dando coherencia a la historia. Doris, El Neme, La Consulesa… dejan de ser anécdotas para completar este cuadro marinero en el que los nudos que ha ido tejiendo Rafael se deshacen frente a tus ojos.

Quiero seguir leyéndote. ¿Me recomiendas otro de tus libros?

¿Que te aconseje una…? Pues La interpretadora de sueños, pero elige la que quieras, y léela cuando quieras, puedas o te parezca, nunca tengo prisa por eso.


Eso está hecho, seguro que la leeré. ¿Y vosotros?