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sábado, 4 de noviembre de 2017

COMPARTIR UNA PASIÓN

Sé que el título de esta entrada del blog debería de ser algo así como: Crónica de la presentación de Un café a las seis de Pilar Muñoz en El dinosaurio todavía estaba allí (Madrid).

No podía ser, me quedaba sin aire al leer y, además, no cabe en un tuit.

Para mí la presentación empezó mucho antes de las siete de la tarde, hora a la que estaban convocados los lectores. Ver a Pilar, viviendo ella en Córdoba y yo en Segovia no es tan sencillo -aunque en los dos últimos años nos las hayamos arreglado para que suceda-, así que aprovechamos para alargar el día comiendo juntas. Se nos unieron Almudena -gracias, de verdad, eres mi GPS por Madrid, la garantía de que llegaré al sitio adecuado y no tiraré por la primera calle que se me ocurra-; Víctor Fernández Correas, que le dio una sorpresa a Pilar y Alberto González, su lector cero cero, como dice ella.

Almudena tenía algo que darnos a las dos, un detalle por parte de nuestra querida María José Moreno. No pudo acompañar a Pilar esta vez, pero nos tuvo en mente todo el tiempo. ¡Muchas gracias!


Precioso detalle de María José Moreno

Comida de trabajo de amigos.

Como nos quedaba tiempo después de comer, decidimos tomar el café en los alrededores de la Plaza Mayor, y allá nos fuimos, aunque sin Víctor, que se tenía que marchar. Sabéis que este año hay instalada una Feria del libro en ella. No sé si fue por la temprana hora de la tarde o porque la plaza es muy grande y las casetas están demasiado dispersas, pero el caso era que aquello no tenía movimiento. A esa hora solo vi a una autora firmando, algo que también me llamó mucho la atención, porque estoy segura de que muchos autores se darían tortas por estar firmando en Madrid en fin de semana. Me dije a mí misma que o esta Feria se vuelve a enfocar o poco futuro le veo. Ayer hacía magnífico en Madrid, apenas cayeron unas gotas, pero no había la fría temperatura de un noviembre normal. Debería estar lleno de gente y no era así. 

No me quiero imaginar esto en un noviembre de verdad.

Un posado en la Plaza Mayor

Un robado al lado del Mercado de San Miguel. Detrás de Pilar, un señor que se parecía a Unamuno.

Cuando se acercaba la hora, volvimos al punto de encuentro. Tengo que decir que El dinosaurio todavía estaba allí tiene bastantes cosas curiosas. La primera, que conserva la fachada del negocio que al parecer había allí en el pasado, una barbería, con un cartel trazado en los azulejos que recuerdan otros tiempos y otro Madrid. Lo siguiente, que es acogedor y coqueto, un sitio peculiar e interesante para este tipo de eventos, pero con tantos detalles particulares que necesito detenerme en alguno. Por ejemplo, que los baños son unisex -lo que me costó decidir entrar a uno-, que hay muchas estanterías con libros y unos sillones que parecen cómodos en la entrada para charlar. Conserva las baldosas de un suelo que debe de hacer más de medio siglo que no se fabrican y la decoración es personalísima, original de verdad. Pero también vi algo que no me convenció: barreras arquitectónicas que impiden que este espacio, en principio perfecto para eventos de este tipo, sea para todo el mundo.

(María, me acordé mucho de ti y de tu silla de ruedas, de haber venido habríamos tenido que recurrir a que alguien te ayudase a entrar.)

Me sorprendió mucho, la explicación de por qué los baños no tenían indicado nada con respecto al sexo, me pareció algo bien pensado y muy integrador, pero se desplomó cual castillo de naipes cuando cada dos pasos encontraba un escalón. No sé, supongo que no hay una normativa que diga que los negocios privados deben ser accesibles para todo el mundo y tampoco es que el local dé para más, pero me faltó que se hubiera pensado un poquito en las personas con dificultades motoras.

Habíamos dejado preparados después de la comida el escenario, los libros, la megafonía, así que poco más hicimos en esos momentos, hasta que la sala se fue llenando. Vaya si se llenó, dos o tres personas se quedaron fuera de pie porque no cabían. Pilar tiene lectores, no solo en Madrid sino en muchos lugares y muchos de ellos acudieron a la convocatoria. Algunos también la acompañaron desde Córdoba e incluso hubo también cuatro venezolanos. Contó con la presencia de unos cuantos blogueros y varias autoras (Marisa Sicilia, Rosa Sánchez de la Vega), y con Juan Carlos González Montes que entregó la Monteskine que sorteaba en su blog con la portada de la novela a la persona que le tocó, firmada por Pilar.

La presentación la empezó Pilar transformada en Raquel, leyendo un fragmento de la novela acompañada por música. Después la presenté yo a ella y, tras hacer un breve repaso por el resto de novelas que componen su biografía literaria, pasamos a hablar de Un café a las seis.

Decidí hacerle preguntas.

Mientras preparábamos lo poco que preparamos -es lo bueno de conocerse bien-, le dije que intentaría ser breve. Era su día, su novela, así que el protagonismo lo tenía que tener ella, así que busqué las palabras precisas para darle pie a que nos contara lo que quisiera. Animé al público a que preguntasen y la verdad es que son magníficos, porque lo hicieron. Entre todos, la novela fue puesta en primer plano, sin hacer spoilers porque aún hay gente que no la ha leído, pero también hablamos de Amazon, del concurso en el que ha participado destacando los dos meses que ha durado, de la autoedición, de cómo está la literatura actual y de nuestra forma de encarar las novelas, de ese pequeño grupo de autores que hemos ido creando casi sin darnos cuenta a nuestro alrededor y con el que colaboramos en todas las fases de creación de la novela. Hace cinco años se hablaba hasta en la prensa de la generación kindle, algo a lo que yo no veía más nexo de unión que el haber publicado en la misma plataforma a la vez. 

Ayer me di cuenta de que quizá nosotras pertenecemos a una generación, pero de esas que lo más probable es que no salgan en los libros de texto: un microcosmos literario de media docena de nombres unidos por lazos de amistad, preocupaciones comunes, edades próximas y que están publicando de manera simultanea. A veces con editorial, a veces no. Que han descubierto que presenciar la creación de tu propia novela es como un milagro, pero tener la oportunidad de ser testigo de excepción de la de otra persona lo es aún más.

La presentación la cerraba yo, tomando la voz de Raquel, leyendo un fragmento en el que se podía entender por qué la novela se llama Un café a las seis. Sin embargo, hay cosas que tú las planeas y después vuelan libres, y tras esa lectura siguieron las preguntas, como si no quisiéramos terminar ese momento mágico que estábamos viviendo.

Pero se tuvo que acabar, Pilar tenía que firmar libros y repartir esa sonrisa que se le puso en el rostro y que no se borró en ningún momento del día.

Después tomamos algo y nos despedimos, quizá con el pellizco en el estómago de saber que en muchos meses ninguna de las tres brujas (María José Moreno, ella y yo) tenemos un proyecto literario que presentar, que pasará algún tiempo hasta que nos llegue la hora. Confiamos en Víctor para que sea él quien tome el testigo esta vez y nos dé una excusa para sacar las escobas y volar para estar a su lado.

Me voy a tomar un respiro de eventos pues, un descanso que no tiene fecha de retorno. Un relax que iré extendiendo a todo menos a escribir. Es que tengo una historia a medias que me está gustando mucho y tengo que terminarla, creo que me podréis entender.


Una foto con la novela protagonista

Delante del dinosaurio




lunes, 26 de octubre de 2015

UN JUEVES DE OCTUBRE

Para alguien que de pronto aterrice en mi blog puede parecer que me paso la vida de evento en evento, y nada más lejos de la realidad. Se ha dado la coincidencia de que, en menos de siete días, tenía la posibilidad de asistir a dos citas literarias en la Gran Vía madrileña, dos citas a las que tenía muchas ganas. Aunque salir de mi pequeño mundo supone siempre un trastorno mayúsculo, lo hice. La primera de ellas, porque no podía quedarme con el medio millón de preguntas que tenía -aunque un cuarto de millón se quedaron en el tintero por falta de tiempo- y la segunda porque se trataba de María José Moreno y no me lo podía perder. Presentaba La caricia de Tánatos en la Casa del Libro de Gran Vía y quería estar con ella.

María José y yo coincidimos en nuestra primera presentación en Madrid hace casi dos años, cuando ambas presentamos las novelas que habíamos publicado en papel con Vergara: Bajo los tilos y Detrás del cristal. Desde el momento en el que nos vimos hubo una conexión que ya intuíamos a través de nuestras conversaciones virtuales, un lazo que a medida que ha ido pasando el tiempo se ha ido estrechando y haciéndose más fuerte. Para mí tiene tanta importancia el evento como verla a ella, la conversación delante de un café.

Por eso, el pasado jueves 22 de octubre, hice todo lo posible por estar a su lado. Y no fue sencillo.

Vivo en un desierto demográfico. Eso significa que, aunque existe transporte público, es muy limitado porque no es rentable. Hasta hace un año teníamos la posibilidad de ir en autobús a Madrid, pero la escasa cantidad de viajeros provocó que lo quitasen. Para llegar hasta allí no queda más remedio que ir a Segovia y, desde allí, montar en otro autobús. Y no se puede volver el mismo día si la cita es por la tarde, como era este caso. Sí o sí, te tienes que quedar si nadie te puede recoger.

Con mi desconocimiento absoluto de cómo funciona esto, me fui con mi mochila al hombro. Monté en el primer autobús y cuando llegué a Segovia... la estación de autobuses estaba en obras. ¡Genial! Si me pierdo cuando todo está en su sitio, empezaba con todo descolocado. Lo bueno de esto es que no era la única despistada y, preguntando, como todo el mundo ese día, logré montarme en el autobús correcto.

Y quedarme dormida.

Los nervios por volver a verla, por enfrentarme al hecho de que apenas viajo sola, habían provocado una noche más de insomnio y el solecillo, unido al traqueteo de la máquina me desconectaron hasta que desperté en Villalba. Al llegar al intercambiador de Moncloa salí a la calle, le pedí a mi teléfono que trazase la ruta que debería seguir para ir andando -ya sé que estáis pensando que debería haber cogido el metro, pero dos autobuses en un día eran ya suficientes para mí- y a ello me puse.

Llegué andando sin problemas -y con un bolso nuevo, porque me paré por el camino en una tienda- hasta la puerta de la Casa del Libro, casi una hora antes. Es también otro problema de ir en transporte público: llegas a la hora que te deja, no a la que quieres. Menos mal que allí encontré, en plena Gran Vía, a Marina Collazo y nos fuimos a tomar algo mientras se hacía la hora.

Juntas alcanzamos la tercera planta, donde era la presentación, y tras los saludos nos instalamos para escuchar a María José, que antes me dio dos besos y su cámara de fotos para que inmortalizase el momento. Mientras se preparaba todo conocí a varias lectoras con las que mantengo contacto en las redes, saludé a Sany, a Pedro, a Concha y a Teresa, blogueros vocacionales como yo y pronto hubo que sentarse para que David G. Panadero presentase a María José.



Me encantó el entusiasmo de los editores de Versátil, el mismo David y Consuelo Olaya, la pasión con la que hablan de una novela que la verdad es que sorprende mucho. Como dice muchas veces su autora, es una novela que asusta mucho sin que haya sangre, porque en esta historia no hace falta. El maltratador, con solo una "caricia", consigue matar a sus víctimas. Es una novela que de pronto te hace pararte a pensar en quienes tienes alrededor, te das cuenta de que cualquier persona encantadora puede llevar dentro un monstruo que se lo está haciendo pasar mal a alguien de tu entorno. Una novela inteligente y muy bien construida, que me consta que está haciendo disfrutar a los buenos lectores.


Hablaron los editores, habló María José y preguntó el público, mayoritariamente femenino. En un momento dado me di la vuelta. Quería elegir un lugar desde atrás donde se viera bien que el espacio se había llenado por completo y mi cara tuvo que reflejar desconcierto porque no podía creer a quién me había parecido ver. ¿Marlene Monleon? ¡Pero si vive en Miami! Cuando me levanté y fui hacia atrás confirmé que no me había equivocado. ¡Era ella! Y, justo detrás, estaba Víctor Fernández Correas, al que pido perdón desde aquí porque me emocioné al verlo y le di un abrazo y un beso de lo más efusivo en medio del acto. Tan efusivo que Manuela Marín, que estaba al lado, me gruñó un poco -y con razón- porque la ignoré.


Volví a mi sitio hasta que terminó y cuando empezó la firma de libros fui hablando con mucha gente, aunque sin poder prestarles toda mi atención porque esa tarde-noche yo ejercía el papel de reportera gráfica. Le he robado a María José las fotos de su cámara, la mayoría  de las cuales disparé yo. ¡Montones de fotos! No podía ser más emocionante, la fila esperando para firmar era enorme, tanta que en un momento dado se apagaron las luces de la sala y nos indicaron que no tenían más remedio que cerrar. Hubo de firmar los últimos ejemplares en la puerta de la librería, en plena Gran Vía.



¿A quién le pasa eso? Solo a los grandes.

Tras eso nos fuimos a tomar algo, una cena informal de chicas, donde conversamos, nos reímos, repasamos el día y se nos hizo, como siempre pasa cuando estás a gusto, demasiado corto. Tanto que María José y yo apenas pudimos hablar casi nada -lo solucionamos al día siguiente-.



Me quedé en Madrid con Mercedes Gallego, mi hada madrina particular, a la que tengo que volver a ver pronto porque me llevé a casa puesta una de sus chaquetas. ¡Si es que siempre tengo frío, aunque Marina me diga que en lugar de abrigo llevo una manta zamorana! Al día siguiente teníamos planes pero un retraso aéreo nos los desbarató. Fui con ella al aeropuerto a recoger a Blanca Miosi, pero al final no la pude conocer. El sábado era el evento de Amazon, pero no me quedé porque tengo obligaciones familiares que cumplir y escaparme dos días ya era mucho.

Pronto llegarán las otras dos novelas de esta Trilogía del Mal y espero que para entonces sean muchos más los lectores que se enganchen a esta historia.

Al día siguiente continuaron mis aventuras en transporte público: metro, tren, autobús... todo un reto para alguien como yo, que va andando -o en coche- a todas partes.

Pero esa ya es otra historia.

domingo, 16 de noviembre de 2014

¿A QUÉ LLAMAS TÚ AMOR? PRESENTACIÓN EN MADRID

14 de noviembre de 2014

17:30
Centro comercial La Gavia

Faltaba tiempo para que Pilar Muñoz se reuniera con sus lectores, pero siempre procuro que a mí me sobre para acudir a una cita. Mitiga la sensación de ansiedad y, además, me permite echar un vistazo a todo. Media hora antes de haber quedado entré en el centro comercial. Con la calma que te concede el que te sobre tiempo, llegué a Fnac y pude comprobar cómo montaban la sala, preparaban los micrófonos, la pantalla y colocaban sillas y sillones. Di una vuelta por la tienda. Incluso pude experimentar una sensación que ya se está convirtiendo en habitual, la de encontrar cada vez más libros de gente que conozco, tanto en las mesas de novedades como en las estanterías.

No sé si a alguien más le pasa, pero a mí me provoca un pellizco en el estómago. Me alegro tanto que me entran ganas de asaltar a las personas que tengo al lado y ponerme a contarles que conozco al autor o a la autora, pero me contengo. 

Aunque me cuesta.




18:00
Fnac

Pilar llegó y, después de los saludos de rigor (nunca nos habíamos visto en persona), comenzamos a charlar como si fuéramos amigas de toda la vida. Esa es una sensación que he experimentado en anteriores ocasiones, cuando la amistad virtual da paso a una real, una en la que las conversaciones se escuchan en lugar de leerse. Ya no somos la foto de un perfil sino alguien que parpadea y que respira, que se mueve, y sonríe en lugar de enviar un emoticono. 

Mientras esperábamos a Ana Coto y Pilar le daba instrucciones al técnico de Fnac, la conversación se llenó de preguntas sobre el viaje, sobre los nervios, sobre el tiempo que quedaba para empezar. Poco a poco fueron llegando algunos compañeros blogueros que ocuparon la segunda fila y entonces...


18:25
Fnac


Me fui.

Me asaltó una corazonada.

No tengo activado el messenger para Facebook. Aunque lo tenga abierto y alguien me envíe un mensaje privado no puedo ver nada más que el emoticono que señala que me lo han mandado. Hace poco he descubierto que hay una manera de leer al menos una parte del mensaje. No lo suficiente como para enterarme de qué me están contando, pero sí veo quién lo envía y el principio. 

Mi teléfono, al lado de la imagen de uno de mis contactos decía: nos vemos allí.

Antes de salir corriendo, pensé: ¿si yo fuera él, dónde estaría? Sonreí y, un par de minutos después, estaba saludando a Rafael R. Costa. Tengo que darle las gracias porque 31 paradas de metro de ida y otras 31 de vuelta no es algo que todo el mundo se decida a hacer así como así. La verdad es que me alegró muchísimo que al final se decidiera a acudir a la presentación de ¿A qué llamas tú amor?

Mientras hacíamos tiempo, buscamos su novela, La interpretadora de sueños, recientemente editada por Espasa, y yo me quedé con uno de los ejemplares, antes de que se agotase, para que me lo firmara al final de la tarde. Tenía otro en la mochila pero no era mío sino uno que compré para regalar.

Juntos regresamos donde Pilar esperaba para empezar y después de las presentaciones empezaron a llegar caras conocidas. El abrazo con Lidia Casado fue muy emocionante. (Después hasta nos hicimos una foto juntas con el móvil, en plan selfie total).

19:15
Sala de conferencias.

Un poco después de la hora prevista, cuando todo el mundo ya había ido tomando posiciones en la sala, comenzó la presentación, Pilar trajo el booktrailer de la novela.




Para romper el hielo estuvo Ana Coto, editora de Palabras de Agua, que saludó a los presentes y me cedió el turno para que cumpliera mi pequeño cometido en esa tarde: trazar una semblanza personal de Pilar Muñoz. Después de dos datos biográficos breves, pasé a contar cómo nos conocimos a través de las redes y cómo he sido testigo de primera fila de su evolución como autora, desde que en 2012 leí los relatos que componen Ellas también viven, pasando por su primera novela, Los colores de una vida gris y ¿A qué llamas tú amor?, la novela que acaba de publicar bajo el sello de Palabras de Agua.

Tras mi lectura de la sinopsis, llegó el turno de la autora.

Pilar era la protagonista así que fue ella la encargada de transmitir a los presentes lo que ha querido contar con esta novela. Insistió en que, a pesar de que la narración contiene un fuerte contenido erótico en algunas escenas, también hay una trama de peso detrás, importante, que reflexiona sobre las relaciones de pareja, el amor, incluso el maltrato. La protagonista, Jana, es una mujer real, independiente, madura, envuelta tan solo en un momento de confusión.

Para que los lectores supieran un poco más de la novela, Pilar, micrófono en mano, leyó el primer capítulo.



Hubo tiempo para las preguntas del público, algunas sobre los personajes, la trama, la elección de la posición del narrador o los nuevos proyectos que tiene en mente Pilar Muñoz. Después, llegaron las firmas, y digo las firmas, porque no fue la única que estampó palabras en la primera página de un libro.


Pilar se pasó un buen rato firmando y regalando sonrisas que dejaban ver que estaba siendo un día muy especial para ella. Aunque ya hace un mes que la novela se puede adquirir en librerías, el viernes fue la puesta de largo oficial y, además de que el marco fue precioso, la puesta en escena que escogió estuvo muy bien.

Por cierto, las fotografías del fondo, si os pasáis por la tienda Fnac de La Gavia, merece la pena pararse a mirar: son obra de Juan Rulfo, el autor de Pedro Páramo. 

Decía que no había sido la única que firmó porque Rafael también se tuvo que emplear con el bolígrafo, pero es normal, no se puede desperdiciar la oportunidad de personalizar un ejemplar de su libro teniéndolo cerca, ¿no creéis?

Tuve la inmensa suerte de recibir un regalo inesperado, un poemario del maestro.




La presentación terminó, las luces de este escenario se apagaron y sospecho que este día Pilar lo grabará a fuego en su memoria: 14/11/14, incluso la fecha es bonita. Le deseo mucha suerte con esta aventura, con esta novela en la que ha puesto sus reflexiones, su corazón y su talento, una historia que se disfruta y que te dura entre las manos muy poco tiempo.

(Cuando todo había acabado nos marchamos a tomar algo para refrescarnos y allí fui testigo de la admiración que provoca Rafael R. Costa. Y luego no me deja llamarle maestro... Menos mal que no le hago ni caso.)



jueves, 10 de julio de 2014

lunes, 3 de febrero de 2014

PRIMERA FIRMA CON DETRÁS DEL CRISTAL ¡EN MADRID!


El otro día, a través de Facebook, alguien me preguntaba si estaría firmando la novela en Madrid y no contesté claramente. Ni sí ni  no, sino todo lo contrario porque ni por lo más remoto se me pasó entonces por la cabeza que esto, firmar mi novela en la capital, sucederá tan pronto como dos días después de ser publicada. Sé que tengo otros compromisos en abril y mayo, pero en febrero... eso sí que no me lo esperaba.

El otro día me llamó Pepa, de La Livrería Taberna Ilustrada (C/ Martínez Izquierdo, 9. Madrid (Metro Diego de León, salida C/ Azcona), para preguntarme si tendría disponibilidad para ese día. Aptitud para enfrentarme al tráfico de Madrid no tengo ninguna, pero actitud y disposición toda la del mundo, así que le dije que sí, que el día 14, a eso de las seis y media, estaré allí, dispuesta a pasar unos minutos con quienes se acerquen a que les presente mi novela.




Llegaré, no os preocupéis porque me llevan.

Será solo un ratito porque después la verdadera protagonista del día será la escritora Antonia J. Corrales, quien ya estuvo allí hace unos meses. Ahora repite para comentar As de corazones, su novela, una vez ha sido disfrutada por las personas que forman el club de lectura. Yo creo que cualquiera que haya leído As de corazones puede encontrar interesante la charla así que os animo a participar porque además, al finalizar, tanto Antonia como yo estaremos firmando ejemplares de la novela. Ella ya tiene experiencia pero para mí, con Detrás del cristal, será la primera vez y tengo mariposillas de esas buenas en el estómago.

¡Y solo quedan nueve días para que llegue a las tiendas!


Os voy a pedir un favor, salvo que llegue a tiempo a la librería del pueblo donde vivo, no voy a poder verla en tiendas hasta el día 14, así que, si la veis, ¿le podéis hacer una foto y hacérmela llegar? No os cuento la ilusión que me haría porque sé que os la imagináis.