La voz
narrativa es aquella que adopta el narrador a la hora de contar una historia. En
los manuales se habla de tres tipos de voces: la del narrador homodiegético, la
del autodiegético y, finalmente, la del exdiegético.
La voz
se elige al empezar cualquier relato. En el primer caso, el narrador cuenta la
historia desde dentro, a partir de su interior y se presenta en primera
persona, aunque no siempre participando en la historia como protagonista de la
misma. Es en el segundo cuando se convierte en narrador-protagonista, manteniendo
esa primera persona o incluso hay veces de uso de la segunda. En el tercero, el
narrador toma distancia con la historia, usando la tercera persona y narrando
los hechos desde la distancia.
Eso
dice la teoría.
Sin
embargo, en todas las novelas, para mí hay otra voz: la voz del autor, lo que
escuchamos los lectores cuando enfrentamos un libro. Es, o debería ser, única,
personal e intransferible. Un rasgo esencial para distinguirlo del resto.
Pongamos
un símil con la música. Si yo escucho una canción, la que sea, interpretada por
Malú, sé que es ella porque reconozco sus giros, su tono, su manera de terminar
cada frase. Da igual que ella cante algo que no forma parte de su repertorio
porque inmediatamente lo hará suyo y yo, como espectadora, podré darme cuenta
de que es Malú la que está interpretando esa canción.
Otro más.
A la hora de contar un cuento, Caperucita por ejemplo, y aunque la historia sea
la misma en esencia, cada uno le aportará sus matices. Puede que finjamos en un
momento la voz del lobo feroz para darle más dramatismo, o incluso usemos un
tono más agudo para las intervenciones de la niña, pero cuando estemos
narrando, se nos oirá a nosotros mismos.
Pasa
igual en la escritura. Cada uno, elija el narrador que elija, cuente la
historia que quiera, tiene su propia "voz" que otros que nos hayan
leído antes son capaces de reconocer de inmediato como rasgo de nuestra
personalidad. Al principio, mientras aprendemos a escribir, podemos experimentar
hasta encontrarnos pero una vez que la tenemos nuestra voz es nuestro sello,
algo precioso que hay que cuidar y mimar.
Es el
sonido del alma de cada escritor.
¿Permitirías
que alguien te dijera cómo tiene que sonar tu alma?
Reflexión
de un viernes gris.
¿Cambiar mi voz? ¿Con qué fin? ¿Éxito? ¿Dinero? ¿Complacer a alguien?
ResponderEliminarUf... prefiero no pactar con el diablo.
¡Qué buen símil! No se me había ocurrido pero es cierto, dejar que alguien interfiera en tu voz narrativa (me refiero a algo que vaya más allá de una corrección meramente ortográfica o alguna confusión gramatical), dejar que te intenten corregir tu estilo, al final es un arma de doble filo, un verdadero pacto con el diablo.
ResponderEliminarSe me está ocurriendo un Premio Nobel que bajó el nivel estrepitosamente cuando dejaron de corregir su estilo.
Un beso, Anónimo.
Una reflexión muy acertada Mayte.
ResponderEliminarEs cierto que cada autor tiene su estilo propio y eso se nota en los primeros párrafos de cualquiera de sus obras.
A mí personalmente me gusta que la gente de mi alrededor me de su opinión y haga críticas constructivas de lo que he escrito. Incluso hago modificaciones basándome en lo que comentan. Pero se suele quedar ahí. Cambiar mi propia voz... nunca.
Un abrazo
Juan
Bonita reflexión. Cada autor tiene su voz, su sonido y su forma de acercarse a los lectores, por supuesto que igual que una canción con las letras podemos reconocer un autor. Si se cambia se pierde la esencia y la identidad.
ResponderEliminarBesos