Mostrando entradas con la etiqueta antología. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta antología. Mostrar todas las entradas

lunes, 4 de febrero de 2019

UN 4 DE FEBRERO

Enlace de compra.



Cuando me hablaron de este proyecto, no dudé un instante en que tenía que participar. Si hay algo que ha marcado mi vida ha sido la palabra cáncer. Cuando finalmente supimos que a quienes irían destinados los beneficios de esta Antología, supe que era como una señal del destino: no en vano fueron dos niñas las que me enseñaron lo que se siente cuando alguien a quien adoras enferma.

Por fortuna, las dos siguen vivas.

La primera fue Ana. Os cuento la historia con su nombre, espero que no le importe. Ana acababa de empezar 3º de ESO cuando enfermó. Fue ingresada en La Paz, en el área infantil, y el diagnóstico, el primero, fue que no superaría la enfermedad. Yo tenía entonces 24 años y Ana era mi prima. La más pequeña, mi ojito derecho desde siempre. Mi réplica, una de las personas con las que mejor me he entendido siempre. El mundo dejó de tener consistencia para mí, igual que para mis tíos y el resto de la familia.

Empezó una lucha larguísima que a día de hoy sigue.

Los primeros tratamientos fueron durísimos, el aislamiento de tres semanas al que tuvo que someterse, la pérdida de pelo, los efectos secundarios y, sobre todo, el miedo. El miedo a perderla. Pero Ana es coraje, es la fuerza vital más enorme que he visto jamás y hoy, a sus 38 años sigue ahí. Con la enfermedad cronificada, pero viviendo y trabajando como una campeona.

Yo he aprendido de ella mucho.

En el tiempo de su enfermedad, la vida de mis tíos se trastocó por completo. Sus trabajos se resintieron y parejo a ello su economía. El apoyo familiar exige mucho, por eso, cuando supe que la Fundación Aladina sería la destinataria me alegré muchísimo. Un sillón más cómodo en el hospital, una mano a tiempo, un alivio material entre tanto dolor son impagables. Un relato, al fin y al cabo, era muy poco comparado con lo que hacen ellos.

La otra niña de mi vida se llama Silvia. Mi madre la cuidó desde los dieciocho meses hasta los ocho años, así que puedo decir que se convirtió en una especie de hermana pequeña que llegó de pronto y sin avisar. Silvia era, es, inteligente como pocos niños he conocido. Yo recuerdo volver de la Facultad loca porque siguiera en casa para comérmela a besos y disfrutar de ese regalo que fue que aterrizase en mi casa.

Enfermó cuando yo ya vivía en Segovia, muy poco antes de que naciera mi hijo mayor. Tuvo leucemia y hubo un momento, unos días después de nacer mi niño, que estuvo a punto de morir. Mi madre me dejó en casa, sin decirme por qué se marchaba, alegando que me las podía apañar muy bien con un recién nacido en pleno invierno, en un sitio donde no tenía a nadie. Yo no lo entendí, nadie quiso contarme de la gravedad de Silvia por aquellas cosas tontas que se nos ocurren de vez en cuando: que si se me iba a cortar la leche y tendría que interrumpir la lactancia, que si la preocupación afectaría a mi bebé... Tonterías, al final supe lo que pasaba y eso no influyó en mi niño, pero yo casi me muero de tristeza.

Silvia también lo consiguió.

En ese tiempo de hospital, su madre tuvo que aparcar su trabajo. Otra vez pienso en el apoyo que fundaciones como Aladina prestan y sé que muchas familias lo van a necesitar. Otra vez siento que esto merece la pena.

No todos los casos de cáncer han tenido un final feliz. Mi madrina murió de cáncer de páncreas en 2004 y mi padre de un cáncer de estómago en 2006, cuando todavía no había aprendido a respirar por la muerte de mi tía. He vivido las dos caras, la de conseguirlo y la de no, y aunque sigo sintiendo que me arde el pecho cuando recuerdo esos años entre 2003 y 2006, sé que se puede, que la investigación ha hecho avances en muchos de los tumores que hoy son una realidad y una oportunidad para muchas personas.

Por eso, aunque esta entrada sea para pediros que os animéis a comprar la Antología, quiero que, si os encontráis con alguien que porta una hucha de la Asociación Española contra el Cáncer, ni os penséis darle aunque sea unos céntimos que llevéis por el bolsillo. Todo suma para restar dolor y ganar en esperanza.

Los autores que nos hemos reunido:

Ana Bolox * Mayte Esteban * Víctor Fernández Correas * Carmen Flordelís * Mónica Gutiérrez * Aránzazu Mantilla * Roberto Martínez Guzmán * María José Moreno * Pilar Muñoz Álamo * Nieves Muñoz de Lucas * Aída del Pozo * JAP Vidal

Ilustraciones de Diego Bolox y prólogo de Amparo Lledó.


lunes, 9 de noviembre de 2015

LA LIBRERÍA A LA VUELTA DE LA ESQUINA. VARIOS AUTORES.


Sinopsis:

Diez autores y once relatos rinden un espléndido homenaje a librerías, libreros, libros y lectores. Policíacas, misteriosas, románticas, fantásticas, realistas... historias extraordinarias con el protagonismo indiscutible de una librería siempre única, como la imaginación de quien la describe y la habita, de quien la dota de personajes y llena sus estantes de libros raros y maravillosos para que el lector se pasee por entre sus prometedores estantes. Por estas páginas transitan encantadoras investigadoras, clásicos que cobran vida, libreros excéntricos, herencias librescas, detectives suspicaces, acertijos de siglos pasados, palabras mágicas que conjuran hechizos olvidados, James Joyce, Hemingway, una dragona y hasta el mismísimo señor de las tinieblas. 

Entra, lector, ponte cómodo y respira sin prisas el aroma de la literatura bajo el tenue polvo de sus estantes. Traspasa el umbral de estas librerías, eres más que bienvenido.

Mis impresiones:

Sabía de esta antología de relatos desde que empezó a gestarse por lo que, en cuanto la vi publicada, me hice con ella. Tenía varios elementos que despertaban mi interés, empezando por el tema de fondo, el que hace de nexo conector entre todos los relatos: que estaban ambientados en librerías. Por otro lado, entre los autores que participan hay algunos a los que he leído antes y que me gusta su estilo al narrar, y otros tienen blogs que suelo visitar. Lo compré y me dije que lo leería entre otras lecturas, ya que se trata de cuentos cortos. Y eso hice. En cuanto acabé con el libro anterior, me puse con ellos.

Belén Barroso tiene el honor de arrancar, con su relato La típica librería, donde enseguida hace gala de su sentido del humor, ese que pudimos conocer ya en su novela Confesiones de una heredera con demasiado tiempo libre. El relato es una metáfora de lo vívidas que pueden ser las historias que nos llegan a través de los libros, tanto que a veces pareciera que nos hemos metido de cabeza en ellas.

Ana Bolox es la siguiente, con Un cadáver en la librería, un relato que me recordaba a Agatha Christie. La protagonista es muy divertida y cuando te quieres dar cuenta ya lo ha terminado esta pequeña historia con sabor detectivesco.

En El colmado de papel, Javi de Ríos, al que podéis conocer por sus blogs y por su libro de relatos Cuentos para gente impaciente, nos cuenta una historia de misterios familiares que tienen de fondo una librería heredada del abuelo del protagonista. A mí se me ha quedado corto, creo que esta historia podría dar mucho más de sí.

Ítaca es la primera aportación de Alejandro Gamero, a quien conocéis seguro por su blog, La piedra de Sísifo. Un relato plagado de referencias literarias donde incluso podremos escuchar al mismísimo James Joyce. En un segundo relato, algo más oscuro que el anterior, La maleta, nos ofrece una trama de misterio, impecablemente escrita, como no podía ser de otro modo en él.

Nicte, de Rebeca C. Garin plantea una historia de misterio en torno a un asesinato y en la que se van revelando secretos familiares.

Hacia la mitad del libro llegamos al relato de Ana González Duque, la doctora Jomeini para muchos de los que la conocéis desde hace tiempo a través de su blog y sus novelas. La desaparición del librero de la luna aúna misterio y fantasía, con una escritura de esas que te llevan en volandas por todo el relato. Me ha parecido precioso el relato.

Cuando leí el siguiente título, El té de los viernes en Moonlight Books ya sabía que tenía que ser el relato de Mónica Gutiérrez Artero, Serendipia para quienes nos movemos en los blogs, la autora de Cuéntame una noctalia y Un hotel en ninguna parte. El relato es Mónica en estado puro, tiene una ambientación maravillosa y lo lees queriéndote quedar con los personajes para siempre. A mí me dio mucha pena que se terminase, quería que siguiera contándome qué pasó con Alice y Percival.

La sorpresa la puso para mí el relato de Aranzazú Mantilla, Satán en una pequeña librería. Me encantó cómo escribe la autora y su faceta cómica en este relato que nos presenta a alguien que ya está tardando en escribir una novela.

El sueño de Camelia es el relato de Desirée Ruiz Perez, a la que podéis conocer por su novela Ofelia descalza. Es otra de esas historias, como la de Mónica o Javi, que me apetecería que fuera más larga. Un cuento de los que encierran una novela, con un secreto familiar muy romántico.

El último relato se titula La puerta y lo ha escrito JAP Vidal, que desde hace años escribe relatos en su blog, recogidos en una antología titulada Historias para el camino. Es otra historia fantástica muy lograda, con la que ponemos fin a este libro.

Me consta que los autores han puesto mucho cariño en este proyecto y desde aquí les mando mis felicitaciones.

Añadido: mil disculpas a Silvia, MientrasLeo, porque ha hecho un prólogo tan literario como los relatos y no tengo perdón, ¡se me olvidó! No dejéis de leerlo.