domingo, 22 de febrero de 2009

YO MISMA

Esto de los blogs es extraño. Yo tomando precauciones, no fuera a ser que este mundo raro que es Intenet me gastase una jugarreta y resulta que este espacio mío está desierto. A veces, ni yo me acuerdo de que existe. Eso es bueno, en realidad. Es todo un descubrimiento el saber que estoy realmente sola entre la multitud y además sentir que, no sólo no me importa, sino que me encanta. Es fascinante mirar a la gente, observar sus vidas y cómo se desenvuelven con la certeza de que no te están viendo a ti.

Es más, ni les importas.

Todo esto me da una libertad nueva, la de contarme lo que quiero, como que estoy orgullosa de mi premio literario. Por fin alguien lee alguna de mis historias y, sorprendentemente, le gusta. Sólo es un premio menor, pero es ese mínimo reconocimiento que no tengo de los que me rodean. Me podría pasar la vida gritándoles que me dieran su opinión sobre mis cuentos, mis novelas, mis pequeños relatos y no me harían más caso que si les estuviera informando sobre la última variación de la audiencia de Telecinco. Por eso ese relato, que se llama "Vidas de Papel", es tan importante para mí. No por lo que cuenta, por el tiempo que invertí en su creación o por que realmente me fascine la historia.

Es importante porque alguien lo leyó.

Lo podría colgar aquí, por partes... es lo que voy a hacer. Ahora ya está "registrado", así que no hay problemas de plagio. Aunque es una historia tan cotidiana que cualquiera puede escribir algo así... y parecérsele tanto que pasarían por relatos salidos de la misma mente.

sábado, 7 de febrero de 2009

LOS ESPEJOS.

Hoy sigo sin cumplir promesas, pero me encuentro delante de este espejo y me apetece decir que sigo en ello, que escribo de nuevo sobre un espejo y una mujer, esa que Velazquez situó de espaldas para que siempre la veamos a medias, difusa. 

Así es como me gustaría verme a veces, difusa, porque ha llegado el tiempo en el que el espejo no me devuelve el reflejo de mi misma sino de la persona en la que el tiempo me está convirtiendo. Y no me reconozco. Menos mal que por dentro sigo encontrándome en cada reflexión, en cada pensamiento. 

Soy yo, la misma de siempre.


sábado, 4 de octubre de 2008

PROMESAS ROTAS

Siempre lo hago. 

Siempre me digo que voy a cumplir una promesa y después se me olvida. 

Es verdad que he estado liada con la novela, con todo el rollo del registro de la propiedad intelectual, pero también es cierto que desde que terminé de escribirla, no hay nada en proceso. Si acaso una pequeña gran historia, de esas que soy capaz de concentrar en diez líneas, y que quiero que pase a ser un relato corto. Con eso de haber ganado un premio tonto en un concurso, he perdido un poco el miedo de mandar a mis hijos a la guerra. Para quien no me conozca, es como llamo yo a presentar mis relatos a concursos. 

Lo de publicar cada día está más complicado. Me estoy planteando lo de la autoedición en serio. En realidad sólo quiero que se lo lean mis amigos y siempre será mejor que lo que les presente tenga un aspecto más agradable que unos simples folios encuadernados en espiral.

domingo, 6 de julio de 2008

VACACIONES

Con las prisas de los exámenes, hace mucho que no he renovado este espacio. Es sólo mío porque nadie consigue acceso, pero me da lo mismo. Me hago a mi misma la solemne promesa de escribir mi novela, ahora que he terminado el curso y que he logrado, por fin, ganar un concurso con esto que es lo que más me apasiona.

Un beso a Ana, por haber vencido en esta nueva batalla.

Sé que quizá sea la única que encuentre el camino para tropezar con mis palabras.

miércoles, 26 de marzo de 2008

MI PADRE



Murió hace año y medio, pero siento la necesidad de hablar de él. Cuando se marchó, me sentí como un barco que siempre ha estado anclado a puerto al que alguien, sin previo aviso, suelta las amarras en mitad de la más terrible de las tempestades. Mi padre murió a los 65 años, de cáncer. Puede parecer contradictorio lo que he dicho antes, el cáncer avisa, hay meses en el hospital en los que te preparas para lo peor.

Yo lo hice mal todo. Ni una sola vez, aunque la lógica decía que no había ninguna oportunidad, pensé que perdería esa partida de ajedrez. "Sobrevivió a la posguerra. ¿Por qué no va a poder con esto? La medicina ha avanzado. Es fuerte. Nunca se rinde. Va a poder. Lo vamos a conseguir".

Mis pensamientos siempre se refugiaban en las frases que me ayudaban a respirar con regularidad. Las otras, las que hablaban de sesiones de quimioterapia, las que contenían la palabra tumor o muerte, las apartaba porque, sólo con que asomasen, me era imposible contener las lágrimas. Fueron diez meses de montaña rusa, costaba mucho subir aquella empinada y dolorosa cuesta y bastaba sólo una palabra para bajar en segundos a toda velocidad. El estado de ánimo más inestable que jamás he sentido. Sólo fui consciente de que se iba sin remedio menos de veinticuatro horas antes de su partida. Agarré el teléfono y le dije a mi tía que corriera a despedirse, que el tiempo se había acabado. Nadie creyó en mí, los médicos habían hablado de una semana más, pero lo supe. Siempre hemos sabido sentir juntos.

Por eso es tan duro vivir sin él.

Muerto no se siente.

Escribimos juntos un libro. Hablaba de su vida, de relojes de arena, de este tiempo y del que pasó, de las cosas que has hecho y las que sólo has soñado. Fue un camino difícil y hermoso. Lo acabamos sólo unas semanas antes de ese 10 de julio. Todas las conversaciones pendientes se saldaron y según el psicólogo eso me ayudaría a sentirme mejor, menos mal. ¡Mentira!

Las palabras se han quedado en mi memoria pero necesito que me refresque los abrazos y los besos.