Esta noche vienen los Reyes Magos, pero a mí ayer me hicieron un regalo que agradezco: he sido "descomentada". Hace unas semanas me quejé a Amazon porque un individuo se dedicaba a dejar comentarios de cinco estrellas en cuanto libro pillaba en el top 100. El sujeto en cuestión no decía nada en concreto, sino que, sin ninguna sutileza, colaba el enlace de su propia novela en el comentario. Yo fui una de sus víctimas, a quien dejó cinco estrellas a cambio de que le sujetase, durante un tiempo que gracias a dios ha sido breve, su enlace.
A lo tonto, a lo tonto, el otro día lo vi en el top 100. Algo vetado para novelas con calidad, pero que éste ha conseguido con una estrategia de maketing éticamente reprobable.
Sin embargo, ciento y pico comentarios iguales cantaban mucho y ayer vi que en Su chico de alquiler tenía este mensaje: Sé el primero en escribir una opinión sobre este producto.
¡Me encantó!
Prefiero, sinceramente, que no tenga ni un solo comentario, que si no se los merece, nadie diga absolutamente nada del libro antes que ser utilizada. Soy generosa normalmente pero no otra palabra que empieza por g y que no pondré hoy por ser el día que es, no sea que los Reyes me escuchen, o me lean, y ya sí que no me traigan lo que he pedido. Aunque con el trabajo que tienen hoy no sé si estarán para ponerse a leer blogs...
Y pasando a otra cosa, que me disperso... Quiero hablaros de ciclos. Detecto que los de mis novelas empiezan a agotarse. Supongo que cuando has vendido muchos ejemplares en los meses anteriores (no es que hayan sido una barbaridad, o cifras para celebrar una fiesta, pero han estado muchísimo mejor de lo que me hubiera atrevido a soñar), los libros empiezan un suave descenso hasta que se mueren. En este caso no es una muerte real, sino un hundimiento en los abismos de la lista que los sitúa en posiciones invisibles.
Es una sensación... rara. A veces me siento mal, porque me he esforzado en empujarlas, teniendo que morderme la lengua ante comentarios venenosos de quienes insisten en que la publicidad que hacemos los autores es cansina y contraproducente (pues siento decir que no, que cuando lo dejas es cuando decaen, que lo he probado) y a pesar del esfuerzo, a pesar de que he rozado con los dedos mi objetivo, no lo he llegado a conseguir del todo. Otras, me doy cuenta de que he logrado muchísimo. Con la ayuda de la gente de los blogs, sobre todo, que se implicaron en esos dos meses de verano en los que reseñaron los libros, siempre tendré que agradecérselo y no olvidarlo, porque no fue mérito mío solamente. Aunque en muchas ocasiones te llegues a sentir muy sola.
También me siento muy bien con los comentarios que tienen las novelas. Ni uno solo de los que hay los he pedido, no se me ha ocurrido jamás decirle a nadie que se vaya a Amazon y me ponga una opinión. No, porque si lo que quiero es saber qué opinan, si lo pido no sería real, ¿no creéis?
Ahora, con la novela que tengo terminada en fase de últimos retoques, toca tomar aire, pensar si estoy preparada para volver a meterme en este lío. El año pasado pagué mi precio en todo esto: veinte kilos. ¡Casi nada! He sido capaz de recuperar cuatro, pero sigo en una talla que cuando plancho la ropa mi cerebro se niega a creer que es la mía.
Esta vez tengo experiencia.
Espero que sirva de algo.
MAYTE ESTEBAN. Escritora. Abrí paso en España al mundo de la autoedición. Hoy publico con HarperCollins.
sábado, 5 de enero de 2013
martes, 1 de enero de 2013
LA ESTRATEGIA DEL AGUA DE LORENZO SILVA
Sinopsis:
Tas una decepcionante
experiencia con el sistema judicial que ha puesto en libertad a un asesino
encerrado por Vila, éste se halla desencantado y más escéptico de lo que
acostumbra. Así se enfrenta al caso que le ocupa: un hombre, Óscar Santacruz,
ha aparecido con dos tiros en la nuca en el ascensor de su casa, sin que ningún
vecino haya oído ni visto nada. Parece el «trabajo» de un profesional, lo que
parece un tanto desmesurado dada la aparente poco trascendencia de la víctima.
Vila y Chamorro comienzan una investigación, muy a regañadientes por parte de
Vila, actitud que empezará pagando «el nuevo», Arnau, un joven guardia que poco
a poco se irá ganado la confianza de Vila.
Parece que los problemas en la vida de Óscar Santacruz se limitan a un divorcio mal llevado con un hijo de por medio. Pero, ¿puede ser ésta la razón de su asesinato? ¿Qué esconde la denuncia que pesaba sobre la víctima por malos tratos? ¿Y su detención por tráfico de drogas? ¿En qué oscuros asuntos estaba envuelto este hombre en apariencia tan poco peligroso?
Una novela sobre los
claroscuros de las relaciones, sobre los pasadizos del sistema judicial, sobre
las modernas técnicas de investigación incorporadas por la Guardia Civil, sobre
las injusticias que provocan las leyes, sobre el mal, que a menudo está
demasiado cerca, incluso entre lo que un día amamos.
Mis impresiones:
Este
libro no es mío. Pertenece a mi hijo, para quien está dedicado. Se lo compré en
Getafe, a finales de octubre, el día que pasamos en familia, asistiendo a
varias de las charlas que ese día se multiplicaban con motivo del Getafe Negro
del pasado 2012. Lorenzo Silva estaba allí y solo tuve que mirar a Alex para saber
que quería otro libro de él: quería tenerlo dedicado, hacerlo todavía más suyo.
La marca del meridiano todavía no había
salido a la venta, y en la caseta de la plaza tenían este ejemplar y Niños Feroces, un libro que él ya leyó
hace tiempo y del que me habla siempre que tiene ocasión. La prosa de Silva, a pesar
de su corta edad, le llegó y quería seguir disfrutando de ella. No soy quien
para negárselo, aunque reconozco que no
había leído de Lorenzo Silva nada más allá de artículos o entradas de su blog.
Le compré La estrategia del agua.
Cuando
lo tuvo entre sus manos, Alex leyó
la primera página y me dijo: "Mamá, ya sólo con esta página sé que me va a
gustar". Sin embargo, no lo ha
leído aún. Trece años parecen pocos para tener obligaciones lectoras, pero
él las tiene: compromisos escolares
que sortea a base de suspiros (me parece que su profesora no está muy al
corriente de lo que le interesa) y algunos que se impone él solo y que respeta
con más meticulosidad de la que yo empleo en seguir mi lista de pendientes.
A mí no
se me han acabado las lecturas propias, pero hace unos días, al terminar el
libro que tenía entre manos, decidí que tocaba leer algo en papel. No es que no
me guste el kindle, al contrario, pero prefiero dejar esos libros para cuando
viajo, porque pesa menos en el bolso. Como no tenía previsto salir de casa,
busqué entre los ejemplares sin leer que tenía a mano y ganó este.
Empecé.
Como
Alex, nada más terminar la primera página, ya supe que me iba a gustar.
No era
muy aficionada a la novela negra, de
hecho hasta hace más bien poco la esquivaba, pero estoy descubriendo un mundo
fascinante. En esta, enseguida me vi atrapada en la investigación del asesinato
de Óscar Santacruz. El mérito, por supuesto, lo tiene un personaje: el
brigada Vila. Me ha gustado el tono
en el que se expresa siempre, entre sarcástico
y desencantado, pero a la vez un personaje en el que algunos valores están
bien anclados y a pesar de lo que viva, de lo que le toque presenciar, los
mantiene. Un personaje duro en apariencia, bien pertrechado en una coraza de ironía con la que juega a cada
momento. Junto a él, la sargento Chamorro,
Virginia, quien lleva ya diez años a su lado y que se ha convertido en esa compañera imprescindible. Compañera de
trabajo y de vida, porque en lo sentimental, Vila jamás se lo permitiría: hay mujeres demasiado valiosas para
meterlas en tu cama y arriesgarte a perderlas. Chamorro es eficiente y el
contrapunto a la mala uva que de vez en cuando se le escapa a Vila. Junto a
ellos, otros dos personajes son claves: Arnau,
un guardia novato que a medida que avanza la trama se va ganando el respeto de
todos por su eficiencia (y por su paciencia, Vila le llama por todas las
posibles variantes de Juan cuando se dirige a él) y Salgado, una explosiva guardia civil cuyos encantos, en alguna
ocasión, agilizan la investigación.
Jueces,
abogados, una ex de manual, superiores, policías… todo un mosaico de personajes
desfilan ante nuestros ojos mientras nos bebemos esta novela. Es como agua: te
la bebes casi sin darte cuenta. Y como el agua, calma la sed lectora y no tiene
efectos secundarios sino el intenso placer de aportarle a tu cuerpo algo de lo
que estamos hechos y que nos completa: palabras, historias, reflexiones.
La
novela está dividida en veinte capítulos,
cada uno con un título, y un epílogo, y se presenta narrada en primera persona, desde el punto de
vista de Vila, por lo que muchas veces escuchamos
sus pensamientos que Lorenzo Silva hábilmente inserta en la trama policiaca
sin que en ningún momento parezcan fuera de lugar. Ahí es donde yo
personalmente encuentro a un escritor de verdad. Cuando hace del inciso una
pequeña obra maestra, cuando es capaz de hacer que el lector los espere y los
disfrute tanto como el mismo nudo de la historia.
Una de
las cosas que más me ha gustado es el sabor
a realidad que se respira durante toda la lectura. Supongo que la condición
de abogado del autor le sitúa en una posición ventajosa: lo que narra, lo ha
vivido, los escenarios no parecen jamás inventados. Los juzgados son muy
nuestros, alejados de las fantasías de las películas americanas: las
dependencias de la benemérita no se describen como perfectas oficinas sino como algo
más cutre. Lo que son. Y eso que no se ha parado a describir una casa cuartel
(unas cuantas he pisado). Supongo que las reformas de estos años se encargaron de eliminar bastantes reliquias del pasado, pero también sospecho
que quedará alguna por ahí. De primera mano digo que son bastante cutres.
Sobre
la historia en la que se sustenta la novela, el mismo autor nos advierte que
está basada en un hecho real, el
asesinato por encargo de Miguel Ángel Salgado, quien cometió, como delito para
que se le aplicase la pena de muerte, el amar
a su hijo por encima de todo. Óscar, el personaje, vive para su pequeño,
tratando de protegerle de esa guerra absurda en la que se embarcan muchas
parejas tras el divorcio y que convierte a los niños en juguetes, usados muchas
veces para conseguir ventajas económicas. Montse,
la ex mujer de Óscar es una de tantas ex que hay por ahí, que se inventan un
maltrato para obtener la custodia de sus hijos, con el único fin de amargar a
quien en algún momento amaron. La razón no es ni siquiera el desamor, el sentir
que se ha roto el vínculo afectivo, sino la rabia por haber sido cambiada por
otra que en su escala de valores es peor que ella. La reflexión del autor sobre
este tema me parece esencial y la que me sugiere a mí. La ley se hizo para
proteger a quienes sufren pero el abuso por parte de algunos la hace
insuficiente y peligrosa. A menudo, quienes sufren el peor maltrato callan o
retiran las denuncias, y las voces que se escuchan, las demandas que se ponen,
esconden a otros que buscan beneficiarse de las bondades de esta ley. A título
personal, lo de que los hijos siempre tengan que ir a vivir con la madre me
parece injusto por donde lo mires. Debería considerarse algo más que el sexo
para otorgar una custodia.
Pero no me quiero desviar.
Montse decide acabar con Óscar y está muy segura de que lo logrará y saldrá indemne. Pero ahí estarán Vila y su equipo para evitarlo, llevándonos de la mano a través de una investigación muy bien planteada. En el
último capítulo del libro, Lorenzo Silva explica por qué se titula La
estrategia del agua. Óscar Santacruz, aficionado a la lectura de Epicteto y
Sunzi, idea un plan para enfrentar a su ex que tiene que ver con este elemento.
Pero tendréis que leerlo todo para saber…
domingo, 30 de diciembre de 2012
DEJANDO ATRÁS 2012
Este
año, 2012, da sus últimos coletazos y empieza el camino de la despedida. Son
muchas cosas las que me han pasado, literariamente muy bueno y quizá es el
momento de hacer repaso. No lo voy a hacer. En su momento fui contando cada uno
de mis pasos y hoy solo quiero hablar de mirar hacia adelante, de la vida que
sigue y debe seguir, poniéndole nuevos proyectos y expectativas. Toca pasar
página, quedarse con los recuerdos agradables y esperar a que lo menos bueno de
este año se diluya y desaparezca. Porque ha habido de todo y creo que si soy
justa, si me pongo a repasar en serio, saldrían algunas cosas que pretendo
erradicar de mi vida.
Tengo
planes. Hay una novela terminada, con el punto y final colocado en su lugar,
esperando a que me decida de una vez a dejar que la leáis. Si no lo he hecho
antes no es porque no estuviera sino porque considero que las cosas tienen que
madurar. Hay unas palabras de Epicteto que definen perfectamente lo que pienso.
Nada importante se produce de pronto, ni
siquiera la uva o el higo. Si ahora me dijeras: "Quiero un higo", te
responderé que hace falta tiempo. Deja que florezca, luego que dé fruto, luego
que madure.
(Esta
cita la he sacado de La estrategia del agua, el libro de Lorenzo Silva que acabo
de terminar).
Una vez
tuve un huerto (ya, ya sé que parece que me desvío, pero sigue leyendo). En el
huerto había un manzano. Una tarde, trasteando por allí, se me ocurrió arrancar
una manzana. No me apasionan, pero ese día, no sé por qué, me apetecía. Estaba
verde aún, pero el sabor ácido me gustó. Me la comí entera, no sé si tenía
hambre o impaciencia. Después de esa fue otra. La experiencia fue gratificante,
las mejores manzanas que he saboreado nunca… hasta el día siguiente.
Me
enfermé.
Una
indigestión de felicidad instantánea. Ese fue el precio por la impaciencia, por
no haber sido capaz de esperar a que la fruta estuviera madura. Desde entonces,
sigo a pies juntillas el consejo del filósofo estoico, aunque hasta hace poco
no lo conociera. Nunca me como una manzana inmadura porque sé, perfectamente,
que después viene una indigestión. Espero. Por el camino puede que deje de
apetecerme, es un riesgo calculado, pero también he comprobado que cuando llega
su momento tienen otro sabor, si cabe menos emocionante pero mucho más saludable.
Y no solo en lo que se refiere a las manzanas, sino a cualquier decisión
importante que tome en mi vida: no soy indecisa, soy responsable. Hay un abismo
entre las dos palabras, y en caso de equivocación, no es lo mismo caerse de una
silla que caerse desde una nube.
La
física dice que el porrazo en el segundo caso es mortal de necesidad.
Otra
novela más está ya… pendiente de algunos flecos, del tiempo que cada cosa en
esta vida necesita para madurar, para no convertirse en una decisión tomada a
vuela pluma, de las que acabas pagando las consecuencias. Se lo voy a dar, no
sé cuánto será, pero calculo que uno o dos años. Mientras tanto, seguiré
escribiendo, dándole forma a las historias que circulan por mi mente,
divirtiéndome con ellas del mismo modo que me divertí la otra tarde, por
ejemplo, haciendo galletas con Paula y Aitana.
Me han
preguntado, otra vez, si mantengo el interés por una editorial. Repito lo mismo
de siempre. Tendría que ser una oferta super maravillosa, algo que me liberase
de algún modo de la necesidad de empujar a mis criaturas para que sigan
avanzando. Si no, puedo hacerlo perfectamente yo sola, porque mis aspiraciones
en esto se reducen a una sola: ser leída.
Por
vosotros.
martes, 25 de diciembre de 2012
CUÉNTAME UNA NOCTALIA DE MÓNICA GUTIÉRREZ
Sinopsis (extraída de Amazon):
Grace vive en Londres y trabaja como cirujana
de éxito en uno de los hospitales más prestigiosos de la ciudad pero se siente
sola. En vísperas de Navidad decide volver a su pueblo natal, una pequeña aldea
de Transilvania, donde viven sus abuelos y su padre. Grace se reencuentra con
su infancia, con una vida plena y feliz, con su familia. Pero además de los
excéntricos vecinos del pueblo, la mula de Cesare, el cotilla del farmacéutico
y los misterios de su padre y su hermana, Grace va a encontrarse con algo que
no esperaba y que trastocará todos sus planes.
"Cuéntame una noctalia" es una
historia divertida y llena de ternura que seduce por el encanto de sus
protagonistas y por un entorno mágico, cálido, del que cuesta muchísimo
marcharse.
Lector, puede que el pueblo de Grace no salga
en todos los mapas pero la felicidad y el amor saben llegar a cualquier sitio.
Mi opinión:
Cuéntame
una noctalia es el primer libro de Mónica
Gutiérrez, para quien nos movemos en este mundo de los blogs, más conocida
como Serendipia.
Días
antes de la publicación del libro estuve intercambiando correos con ella,
comentando todos esos miedos que nos asaltan cuando nos decidimos a embarcarnos
en esta aventura de la autoedición. Me hizo ilusión que contase conmigo para
resolver algunas dudas, de las que siempre surgen y cuando finalmente me envió
un correo con el enlace y pude ver la portada…
¡qué bonita! Es de esas que te llaman, que te animan para que leas el libro.
La
verdad es que, aunque parezca extraño con toda la cantidad de autores que
conozco, era la primera vez que alguien
compartía conmigo estos momentos previos a exponer nuestro trabajo a ojos de
los demás. Ni se imagina lo importante que fue, la confianza que sentí que estaba depositando en mí, y la alegría que
supuso ser un poco cómplice de todo
esto. Le dije que la leería, sin duda, porque el argumento me llamaba la
atención y porque sé que Mónica escribe muy bien por todos los detalles que se
le escapan cuando redacta una reseña en su blog.
Cuéntame una noctalia, además, tenía el aliciente de
ser una novela corta, lo que aún me
llamó más. Comencé la lectura nada más terminar el libro que reseñé la semana
pasada, y pronto me vi envuelta en un relato que, con un tono intimista, me
trasladó a un pequeño pueblo de Transilvania:
Mic-Napoca.
Reconozco
que al principio, lo de Transilvania me sonó a vampiros (ya sabemos, conexiones
mentales tontas que por defecto efectúa nuestro cerebro) pero nada más lejos de
la realidad. Cuéntame una noctalia
es una preciosa historia de reencuentros
familiares, de búsqueda de la raíces
que todos los que nos hemos marchado lejos del lugar donde crecimos, sentimos
alguna vez. Grace, la protagonista
de esta novela, vuelve al pequeño pueblo de Mic-Napoca unos días antes de Navidad. Su familia está feliz con la
visita, con volver a verla: lo que no saben es que Grace está cansada de la
vida londinense, de la frialdad de sus habitantes, y que quiere abandonar su
excelente trabajo de cirujana en uno de los hospitales más prestigiosos de
Londres para reencontrarse con Traian,
el abuelo que lee a los clásicos, su padre Pete,
la abuela Constanza, su hermana Lena y todos y cada uno de los
habitantes de este pequeño pueblo de apenas 300 almas.
Una de
las mayores habilidades de Mónica, además de tratar el lenguaje con una
sutileza impresionante, es que es capaz de dibujar, con muy pocos rasgos, a
todos ellos. Conoceremos a Cesare y su
mula, a Teresa, la dueña del
único bar, el Sinaloa, a Gregor, el policía que patrulla en
bicicleta, a George y su emisora de
radio que retransmite desde el pajar… y acabaremos queriéndolos, enamorándonos
de ellos.
Mic-Napoca,
además, le reserva una sorpresa a Grace: encontrará, sin buscarlo, el amor, en
la persona de Cole, un marine de los
Estados Unidos que una noche de frío aterriza en el pueblo por sorpresa.
La
novela está escrita en primera persona.
De este modo, lo que escucharemos serán los pensamientos de Grace, salvo en el
inicio de la mayoría de los capítulos, en los que el que habla es George, dando
las noticias locales desde una peculiar emisora de radio. Cuando digo noticias
no me refiero a grandes acontecimientos, sino a esas pequeñas cosas que
normalmente se comentan en casa. Porque todo
en esta noctalia es cercano, tan próximos los sentimientos que explotan en
cada página del libro a lo que cualquiera de nosotros ha podido sentir en algún
momento, que hace que a Mic-Napoca, a pesar de estar en Transilvania, la
sintamos cerca. Y sintamos el olor a caramelo del pelo de Nicolai, y nos creamos que pasea de la mano de una ninfa llamada
Grace. El bosque que rodea al
pueblo, podría ser el que rodea al mío y las nubes de vapor que a veces se
escapan de los labios de los personajes, envueltos en sus bufandas, son casi
como las que el frío dibuja cada mañana cuando encamino mis pasos al colegio.
Y no
cuento más, porque os he dicho que es corta y se lee de maravilla.
¿Queréis
una noctalia para navidad? Por cierto, ¿sabéis
qué es una noctalia? ¿No? Pues entonces no hay excusa
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Mónica Gutiérrez
lunes, 24 de diciembre de 2012
NOCHEBUENA
Nochebuena.
Noche de buenos deseos, de turrón, de cenas en familia, de reencuentros y de
canciones repetidas un millón de veces.
No soy
demasiado aficionada a la Navidad, me cuesta ir al armario, sacar la caja de
los adornos y ponerme a colocarlos en el árbol. Lo retraso todo lo posible, como
se retrasa de manera inconsciente la visita al dentista. Me da pereza envolver
regalos y preparar reuniones, pero me acabo rindiendo. Al final, como turrón,
lanzo deseos imposibles, ceno con los míos y canto sin querer villancicos en
voz queda.
Hoy es
Nochebuena.
Feliz
noche, espero que tengáis la suerte de pasarla con las personas que realmente merecen la pena en
vuestras vidas.
¿Un
deseo? ¿Un regalo de Navidad?
Encontrarme
vuestras palabras en los comentarios. Aunque no lo haya dicho, los amigos, son un
poco tu familia.
Y para mañana, Feliz Navidad, y una reseña muy especial...
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