MAYTE ESTEBAN. Escritora. Abrí paso en España al mundo de la autoedición. Hoy publico con HarperCollins.
sábado, 6 de octubre de 2018
CUANDO SOÑABA CON CONOCER A FEDERICO MOCCIA
Pues sí, hace unos años soñaba eso, un poco antes de autopublicarme por primera vez.
No me acuerdo de cuándo llegó a mis manos la primera novela que leí de él, A tres metros sobre el cielo, pero sí recuerdo que fue a través de la revista de Círculo de Lectores. Podría intentar mirar el año de edición, pero da la casualidad de que este libro se lo presté a alguien y, como tengo menos memoria que un pez, no me acuerdo de quién es esa persona. Ni me lo ha devuelto ni se lo puedo pedir, porque ¿a quién se lo pides si no sabes a quién se lo dejaste?
El caso es que cuando leí la novela me encantaron dos cosas que encima no tienen nada que ver con la trama de la novela.
La primera fue la historia que rodeaba a ese libro. Supe que Federico Moccia había escrito el libro y, tras intentar que se lo publicasen sin éxito, se autoeditó. Más de una década después, tras circular copias por Roma de esa pequeña edición que hizo él, la novela se volvió a reeditar, esta vez por una editorial y con un éxito tal que al cabo del tiempo acabó convertida en una película.
Por cierto, me gusta INFINITAMENTE MÁS la película italiana, versión original en italiano, que la de Mario Casas. Pero INFINITAMENTE.
A lo que iba. Esa historia me fascinó, porque era como esos sueños locos que tienes de vez en cuando y que se cumplen a lo grande. Desde un principio confuso, ir ascendiendo hasta tocar el cielo, casi mejor que el título de la novela. "¿No sería genial que a mí me pasara eso?", pensé. Bueno, no sé si pensé esa frase en concreto, pero la verdad es que era una historia que abría paso a soñar. Y yo soñaba con que alguien más que mi círculo próximo (mi hermana y mis alumnas adolescentes) se leyera mis historias.
La segunda cosa que me encantó de la novela fue el tiempo verbal: en presente y en tercera persona. Si me habéis leído, sabéis que dos de las novelas que tengo publicadas están escritas en presente y en tercera persona. Tengo otra más escrita así sin publicar. No es nada habitual, de hecho choca un poco encontrarse novelas escritas de este modo, porque os aseguro que es una de las formas de narrar que son más exigentes con el autor. Solo los locos lo eligen, porque te arriesgas a que muchos lectores ya empiecen a ponerle pegas a la novela desde la primera línea.
¿Por qué me fascinó un tiempo verbal?
(Bueno, una vez me enamoré como una idiota del chico más feo de mi clase del instituto que encima no me hacía ni caso, siempre me fascinan cosas muy raras, así que podría ser una de esas excentricidades mías. Pero no, no era por eso.)
Era por Su chico de alquiler.
Vete tú a saber por qué, elegí ese tiempo verbal para esta novela. No lo hice en la versión del cuaderno azul de cuadros que escribí cuando tenía 19 años, sino la segunda, cuando lo pasé al ordenador tiempo después. De pronto, cuando empecé a copiarla, me apeteció más que sucediera en presente y cambié el pasado de esa primera versión de mi cuaderno a esta manera de narrar que a mí me parecía que acercaba mucho la historia al lector. No me había encontrado muchas novelas en ese tiempo verbal, pero sí había leído técnicas narrativas en mi libro de COU y quise probarme. Cuando encontré que A tres metros sobre el cielo estaba escrita así, me encantó.
"Otro trastornado como yo", pensé.
Y también tenía otra cosa en común con mi pequeña novela. Y no, no es la moto, porque la de Javier es un desastre. Y no es el prota, porque el mío el pobre es el anti protagonista de novela romántica. Y no es la chica, porque a Babi le falta el carácter que le sobra a Paula. No, lo que tenían en común era que yo tenía una copia de la novela impresa que iba de mano en mano -aunque siempre regresaba a mí- y todas me decían lo mismo, que la historia era muy loca, pero que se lo habían pasado genial leyéndola.
Por eso, cuando la autoedité, me concedí soñar lo que me diera la gana. Y no me dio por soñar con que la gente consideraba que yo soy escritora, que me daban premios o vendía libros digitales como churros -que fue lo que pasó al cabo de unos años-, sino que, por una de esas casualidades del destino, acababa conociendo a Federico Moccia. No sé qué me imaginaba que podría hablar yo con este hombre, que ni siquiera hablamos el mismo idioma, pero el caso es que soñaba.
En estos años que han pasado desde esto, me han pasado millón y medio de cosas. He conocido a muchísimos escritores: buenos, malos, regulares... Premios Planeta, Nadal, superventas y autoeditados. He asistido a la Feria del Libro de Madrid como autora, pero nunca he coincidido con Federico Moccia.
¿Se me ha pasado? Regular. Me gustaría, pero creo que a día de hoy no sabría de qué hablar con él. Tendría muchas menos pregunta que tenía la loca que era yo cuando cayó en mis manos esa primera novela suya.
Y esto es todo. Después de meses sin apenas pasar por aquí, hoy me apetecía publicar esto.
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lunes, 1 de octubre de 2018
ENTRE PUNTOS SUSPENSIVOS EN PRIME READING
¿Quieres leer GRATIS y de manera LEGAL esta novela? Puedes hacerlo si tienes el programa PRIME de Amazon.
Esta casilla está a la derecha de la pantalla de la novela en Amazon en el ordenador, solo hay que pulsar para que se nos descargue en el kindle.
A partir de ese momento, podremos tenerlo hasta que lo leamos. El programa PRIME permite tener varios libros a la vez en préstamo. A medida que los vayamos leyendo, tendremos que ir devolviéndolos, porque hay un número limitado de libros que se pueden tener descargados a la vez.
Si tienes UNLIMITED, también lo puedes descargar. Para mí es más ventajoso, porque con este sistema cobro por página, mientras que del otro modo Amazon paga un precio fijo, independientemente de si se lee o no.
¿Por qué quiero que lo descarguéis? Lo primero, porque me gustaría que leyerais esta novela. Lo segundo, porque cuando se descarga, se vuelve visible. Nunca ha tenido esa oportunidad en digital y es una pena, porque creo que es una novela muy válida. Seguro que pensaréis que lo digo porque es mía. Un poco sí, pero también quiero reivindicarla porque creo en ella.
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A partir de ese momento, podremos tenerlo hasta que lo leamos. El programa PRIME permite tener varios libros a la vez en préstamo. A medida que los vayamos leyendo, tendremos que ir devolviéndolos, porque hay un número limitado de libros que se pueden tener descargados a la vez.
Este es el enlace para llegar a la novela.
Si tienes UNLIMITED, también lo puedes descargar. Para mí es más ventajoso, porque con este sistema cobro por página, mientras que del otro modo Amazon paga un precio fijo, independientemente de si se lee o no.
¿Por qué quiero que lo descarguéis? Lo primero, porque me gustaría que leyerais esta novela. Lo segundo, porque cuando se descarga, se vuelve visible. Nunca ha tenido esa oportunidad en digital y es una pena, porque creo que es una novela muy válida. Seguro que pensaréis que lo digo porque es mía. Un poco sí, pero también quiero reivindicarla porque creo en ella.
Espero que le deis una oportunidad de llegar a más lectores. Es mi última novela.
Por cierto, la primera, Su chico de alquiler, que comparte personajes con esta, también está en el programa, así que también está GRATIS.
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Mayte Esteban
viernes, 17 de agosto de 2018
HA SIDO UN PLACER
Han sido diez años y medio los que ha estado activo este blog, pero ha llegado el momento de despedirse. No sé si será definitivo el adiós o solo temporal, no sé, porque la vida puede dar muchas vueltas en tan solo cinco minutos -llevo todo el verano experimentándolo-, pero a día de hoy siento que debo decirle adiós.
No me hubiera gustado escribir esto nunca, pero a veces no hay más remedio que tomar decisiones que no nos hacen felices. Sin embargo, si el camino por el que transitas no lleva a encontrar la paz y la calma para vivir, se hace necesario buscar alternativas. Este espacio pequeñito ha sido mi refugio, pero también es donde más echo de menos lo que me falta, así que se impone el sentido común. Supongo que sabré encontrar otro refugio pronto.
Un buen libro.
Una copa de vino.
Escuchar música.
Un largo paseo.
Un viaje.
Un café a solas.
Sentarme a tomar el sol.
Un bombón de chocolate blanco.
Un largo baño...
Seguro que, si sigo pensando, se me ocurren muchas más cosas.
También escribiré, las novelas siempre han sido también un poco como el espejo, un sitio donde te miras, pero con la diferencia enorme de que en ellas puedes corregir la vida, lo que no te gusta, lo que no sale bien... Y escribir el final perfecto para todas las historias. Ese que cierra el círculo y te deja con una sonrisa.
Gracias por acompañarme.
Ha sido un placer.
No me hubiera gustado escribir esto nunca, pero a veces no hay más remedio que tomar decisiones que no nos hacen felices. Sin embargo, si el camino por el que transitas no lleva a encontrar la paz y la calma para vivir, se hace necesario buscar alternativas. Este espacio pequeñito ha sido mi refugio, pero también es donde más echo de menos lo que me falta, así que se impone el sentido común. Supongo que sabré encontrar otro refugio pronto.
Un buen libro.
Una copa de vino.
Escuchar música.
Un largo paseo.
Un viaje.
Un café a solas.
Sentarme a tomar el sol.
Un bombón de chocolate blanco.
Un largo baño...
Seguro que, si sigo pensando, se me ocurren muchas más cosas.
También escribiré, las novelas siempre han sido también un poco como el espejo, un sitio donde te miras, pero con la diferencia enorme de que en ellas puedes corregir la vida, lo que no te gusta, lo que no sale bien... Y escribir el final perfecto para todas las historias. Ese que cierra el círculo y te deja con una sonrisa.
Gracias por acompañarme.
Ha sido un placer.
viernes, 10 de agosto de 2018
ADIÓS, AMIGO.
Me ha costado horas romper a llorar, convencerme de que la última conversación escrita será la última, por más que lo supiera, por más que evitase cualquier contacto en los últimos dos meses más allá de los post.
No se me da bien decir adiós, pero sí el respeto hacia el otro y sus decisiones. Era la tuya y sé que no ha tenido que ser fácil. Solo espero que ahora estés en paz, que hayas conseguido esta meta que seguro que era una de las más importantes que te has puesto en la vida.
Pienso en tu hija y te digo que esta mañana mi hijo, ese que nació el mismo día del mes, me ha dicho que no me perdonaría nunca que me fuera. Pienso en mí misma, en lo que extraño a mi padre a pesar de los años pasados, y sé que yo tampoco se lo he perdonado. Me pienso como adulta y como tu amiga, y entonces todo cambia. Yo sé que sabías lo que hacías y por qué, y no soy nadie para cuestionarlo, por más que me duela el alma ahora mismo.
Gracias por todo, por el verano de 2015 cuando me salvaste de la tormenta. Gracias por los consejos, por las risas, por aquel día en la presentación de María José. Gracias por el universo que has creado, por los afectos, por el cariño, por la comprensión, por preocuparte cuando no tenías por qué hacerlo. Gracias por ser tú, gracias a la vida por permitirme conocerte. En las redes y en persona.
Adiós, poeta.
Adiós, Enrique.
Adiós, amigo.
No se me da bien decir adiós, pero sí el respeto hacia el otro y sus decisiones. Era la tuya y sé que no ha tenido que ser fácil. Solo espero que ahora estés en paz, que hayas conseguido esta meta que seguro que era una de las más importantes que te has puesto en la vida.
Pienso en tu hija y te digo que esta mañana mi hijo, ese que nació el mismo día del mes, me ha dicho que no me perdonaría nunca que me fuera. Pienso en mí misma, en lo que extraño a mi padre a pesar de los años pasados, y sé que yo tampoco se lo he perdonado. Me pienso como adulta y como tu amiga, y entonces todo cambia. Yo sé que sabías lo que hacías y por qué, y no soy nadie para cuestionarlo, por más que me duela el alma ahora mismo.
Gracias por todo, por el verano de 2015 cuando me salvaste de la tormenta. Gracias por los consejos, por las risas, por aquel día en la presentación de María José. Gracias por el universo que has creado, por los afectos, por el cariño, por la comprensión, por preocuparte cuando no tenías por qué hacerlo. Gracias por ser tú, gracias a la vida por permitirme conocerte. En las redes y en persona.
Adiós, poeta.
Adiós, Enrique.
Adiós, amigo.
miércoles, 8 de agosto de 2018
¿Y SI LO QUE ESCRIBO NO SON LIBROS?
Hoy he leído un par de veces un artículo que se ha publicado en EL PAÍS que podéis ver pinchando en su título, "No, tu historia no da para un libro".
Os recomiendo su lectura, es corto y explica que no cualquier cosa que se escribe o que se piensa puede convertirse en un libro. Con argumentos fáciles y comprensibles, para que no le queden dudas a nadie.
No puedo estar más de acuerdo con lo que dice.
En los últimos años han caído en mis manos muchas historias que no eran libros, pero venían disfrazadas de libros. Historias que rechinaban constantemente en mi mente porque no me encajaban las piezas. Por más que trataba de escuchar su música, no la encontraba. Lo que se escuchaba era como oír a un gato mientras lo están maltratando. Igual se me ha ido un poco la mano con el símil, pero es para que se me entienda. Como lectora no he tenido ninguna duda de que eso no era un libro.
Entonces, mientras leía este artículo por segunda vez, me he puesto a pensar en mí como narradora. Me he mirado al espejo, intentando ser sincera del todo.
A mí no me enseñaron a escribir historias, solo se me ocurrió hacerlo porque sí. Sin pedir permiso a nadie, con la soberbia de pensar que sería capaz solo porque llevaba años leyendo y practicando. Sé que me he puesto a prueba muchas veces y las he pasado (concursos de varios niveles, publicación editorial, ventas...) pero...
Sigo dudando. He dudado hoy, mientras leía. Y ayer, mientras pensaba en la historia que acabo de terminar, la que me obligo a no tocar estos días para después poder verla con perspectiva. ¿Y si lo que escribo no son libros? ¿Y si no tiene la suficiente entidad y no soy capaz de verlo? ¿Y si lo que veo en otros está también en mí y la propia ceguera de estar tan cerca de la historia me impide ser objetiva? ¿No sería mejor dejarlo ya?
Todas y cada una de las veces que escribo, siento lo mismo. Siento pánico por haber tenido la soberbia -otra vez- de tratar de contar algo y pretender que otros la lean. Que otros la publiquen, que otros paguen por ella. Siento terror porque quizá me estoy equivocando, porque han tantas historias que no son libros que no se por qué las mías si lo van a ser.
A ver, ¿por qué?
Ni siquiera creo que sea inseguridad, creo que se trata de tener los pies amarrados a la tierra, saber que para que algo sea literatura tiene que llevar más que palabras unas detrás de otras, hiladas con una trama. Le hace falta ritmo, figuras literarias, transmitir emociones, tocar al lector, llevarle a la historia y que no salga de ella hasta que cierre la última página. Que se quede con tus personajes y los sienta como si estuvieran vivos, que los recuerde después de un tiempo como si la novela la hubiera leído el día de antes.
Esto solo está al alcance de unos pocos.
Os lo digo aquí, que somos cuatro, en este rincón tan mío: cada vez me siento más pequeña. Cuando leo cosas como este artículo, sé que no quiero contribuir al ruido que oculte a los libros que de verdad valgan la pena.
Tengo cuatro novelas terminadas ahora mismo y tres más bastante avanzadas. En mis cajones. Ahí siempre tendrán sitio, puede que no me gane el privilegio de ser una escritora de verdad, pero tengo que escribir. Esto no es soberbia.
Esto es necesidad del alma.
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