miércoles, 9 de septiembre de 2020

PUBLICAR EN TIEMPOS DEL CORONAVIRUS

¿Os cuento un secreto? No entraba en mis planes publicar absolutamente nada en 2020.

Hace justo un año, en septiembre de 2019, me encontraba emocionada por la publicación de mi cuarta novela con editorial, La colina del almendro. También estaba un poco preocupada, porque había dejado de lado la romántica contemporánea, después de tres novelas, y me había arriesgado con una novela de corte histórico. No tenía ni idea de cómo lo iban a procesar los lectores que tengo y tampoco si otros desconocidos se atreverían a leerme.

Salió todo rodado con la gente, aunque no puedo decir lo mismo de la visibilidad en redes.

La colina del almendro me ha dado muchísimas alegrías, todo un año de buenos comentarios en los que solo hay unas poquitas excepciones: el primero que recibí, de dos estrellas, en iTunes, al ratito de publicarla -es la costumbre, hay alguien que si no intenta tirar mi trabajo al momento de salir, no es feliz- y un par de ellos en Amazon que dicen que he escrito un tostón, pero el 90% de consenso, y lo que yo misma siento, son suficientes como para agradecer a esta gente que haya bajado las expectativas, que no es bueno que estén muy altas para nadie.



Mi plan era empujarla, acudir a todos los eventos que mi torpe economía y mis horarios de trabajo me permitieran, defenderla con uñas y dientes y seguir escribiendo. El verano era el momento elegido, pasaría las tardes de este verano de 2020 construyendo una nueva historia o tal vez acabando alguna de las que requieren mi atención y que tengo en reposo.

En marzo nos confinaron.

Menuda exclusiva, ¿verdad? Casi no nos hemos dado cuenta de que nos hemos metido de lleno en una pandemia. 

Días antes, a finales de febrero, le había mandado una novela a mi editora, que me preguntó si había terminado algo. Claro que tengo algo siempre, mis cajones no están vacíos, aunque a mí me cueste soltar las novelas más que a una madre dejar a su pequeño el primer día de colegio. Pensé que sucedería lo normal en estos casos, tardarían un par de meses en leer la novela y, tal como van los plazos editoriales, hasta 2021 no habría un hueco para publicarla. Eso, claro, siempre que les gustase el libro, que es el primer requisito que hay que cumplir antes de hacer castillos en el aire.

Sí, eso pasa, cada novela que publicas con editorial es tan difícil como aprobar una oposición.  

El 9 de marzo, tomando un café con Roberto Martínez Guzmán, que había acudido al taller de narrativa que llevo en Cantalejo para hablarnos de autoedición, recibí un correo electrónico de HarperCollins. Lo leí y se lo leí a él perpleja, me daban un sí, me decían que se publicaría en papel y en digital en septiembre. Os confieso que el día 15 pensé que, con la que estaba cayendo y la mala pinta que tenía todo, la publicación se caería. Seguí pensándolo cuando vi que algunas de mis compañeras escritoras -de otras editoriales-, veían como libros que tenían fecha ya, salían del catálogo de manera indefinida.

Pero no pasó, las cosas siguieron adelante.

El confinamiento me hizo plantearme que tenía un par de novelas retiradas de la venta. Hacía meses que había estado trabajando con ellas para convertirlas en una y decidí que era el momento de publicar por mi cuenta. Brianda, una bruja en tiempos de la inquisición, vio la luz a principios de abril. La portada renovada, el interior revisado y las dos novelas en una, para que la bilogía se convirtiera en una sola novela.

Brianda lleva meses ayudándome a no pensar que no tengo ya mi antiguo trabajo, ese prepandemia que se llevó el coronavirus junto con la posibilidad de respirar aire sin una mascarilla, los besos, los abrazos, los encuentros, las risas, las fiestas, las excursiones... Voy a dejarlo porque me pongo triste y no es plan.



Pensaba, sinceramente, que sería una excepción la publicación de esta novela, pensé que tal y como iban las cosas, los planes para septiembre eran tan susceptibles de cancelarse como San Jordi, la Feria del libro de Madrid y todas las presentaciones que estaban rodeadas en el calendario y que hubieron de ser anuladas.

Unos días después de publicar Brianda, recibí una llamada de mi editora. Por cierto, debo destacar que en mi editorial siempre supieron que iba a autoeditar esta novela y nunca se la ofrecí porque ya había estado publicada. Me llamaron para preguntarme si me apetecía escribir un relato para esos días en los que durase el estado de alarma, que parecía que iba para largo. 

"¿Cuánto tiempo tengo? Una semana."

A mí estuvo a puntito de írseme la mano al teclado para contestar que era imposible, pero me lo pensé mejor y le dije que lo iba a intentar. Perdí dos días pensando y tardé solo tres en escribir Doce horas. No sé el número de descargas exactas que se hicieron, pero sí que estuvo en las primeras posiciones de descargas gratis de Amazon en España y también en libros en español de prácticamente todas las tiendas de internacionales, así que sospecho que las cifras tienen cinco dígitos. Y se leyó, porque en los apenas dos meses que se mantuvo publicado recibió más comentarios que ninguna de mis novelas. Hoy, aunque su ficha ya no existe porque pasó a formar parte de una antología, no sé por qué sigue recibiendo comentarios, al menos de manera indirecta se puede ver cómo la cifra sube si entras en cualquier perfil de una persona que lo comentase y miras su actividad. Ya va por 115. Miré hace unos días e iba por 98.


Por si esto era poco, La colina del almendro fue seleccionada para el programa Prime de Amazon. Vamos a ser sinceros, si no eres una súper estrella literaria o sales en autoedición, o tienes Prime y Unlimited o te dan por el culo en Amazon. Así de claro. Los escritores que tenemos detrás una editorial pero no grandes campañas de marketing, desde principios de 2017 no tenemos NINGUNA posibilidad de acceder al top general de Amazon frente a un autoeditado. Solo si se conjugan estos factores existe una posibilidad, pero esa te la tienes que trabajar, porque tampoco cae del cielo. Supe que si me centraba en ello, como la novela responde en cuanto la pones en manos de los lectores, conseguiría esa visibilidad que no había tenido al principio.

Esta es la colina en una fotografía de hoy mismo, 9 de septiembre de 2020.




El pasado día 2 me quedaba estrenar la que espero sea la última novela de este 2020: Años de mentiras. De ella no puedo decir cómo la habéis recibido porque aún no lo sé. Tampoco sé de putadas, porque he decidido que este año he sufrido tanto que no me da la gana de hacerlo a lo tonto y no miro nada. Si algo llega, bien. Si no, pues viviré muchísimo mejor. Como estaba previsto, de manera digital no será visible hasta que le toque la lotería como a La colina... y pueda demostrar si vale el haber sido publicada. En la calle, como salimos con cuentagotas, no la voy a poder defender y tampoco existe la posibilidad de las Ferias, los eventos, los encuentros... pues no sé la suerte que correrá, pero no parece muy brillante el futuro. Depende de una sola cosa.

Vosotros.

Que si la leéis y os gusta, la recomendéis. Si no, se perderá haga yo lo que haga. Que lo haré, mi conciencia me impide cruzarme de brazos a esperar a que las cosas sucedan.


La foto es del perfil de Instagram Las chicas Britt, pero es tan bonita que se la robo.


No creo que este año publique más, aunque... cualquiera sabe. Hay por ahí un relato que lleva esperando para que lo incluyan en una antología. O tal vez escriba algo para regalárselo a mis lectores por Navidad, como hice con Oasis de arena.

¿Quién dijo que este año no era bueno para publicar? ¿Quién dijo que sería complicado publicar en tiempos del coronavirus?





miércoles, 2 de septiembre de 2020

QUERIDO PAPÁ

 Hoy ha sido un día raro. Hoy ha vuelto a suceder; por extraordinario que suene, he vuelto a publicar otra novela con editorial. Esta es la... deja que cuente... la séptima. La sexta con HarperCollins.

Un porcentaje muy pequeño de autores puede decir eso.

Te lo has vuelto a perder, como todo lo importante que me ha pasado en los últimos años, aunque esta vez no ha sido nada emocionante. Ya sabes, este segundo confinamiento que me tiene atada a casa y este maldito virus que se ha cargado las posibilidades de hacer de esto algo grande. Por lo demás, sé que te gustaría la novela, que nos daría para hablar horas. Es más "masculina" que las otras.

Tú me entiendes.

He tenido a mucha gente a mi lado, a través de las redes, y también han faltado las felicitaciones de los de siempre. A veces quiero creer que las personas cambian, pero qué va. Siempre somos iguales. Los hay que se esfuman en cuanto huelen problemas y los hay que, cuando algo te va bien, desaparecen.

Igual no lo soportan... porque en el último año ya van tres veces.

Pero hoy eso ha pesado mucho menos que otras veces. Este año, en realidad empezó en 2019, he aprendido que la única persona que no me va a dejar sola nunca soy yo. Que la única que siempre me hablará con respeto y se preocupará por mí sin condiciones, soy yo. Y con eso he solucionado un problema enorme que tenía, esa inseguridad que sentía cuando alguien importante para mí me fallaba.

Hoy ya nadie me falla, porque solo una persona puede hacerlo, yo, y no sería inteligente si dejase que eso sucediera. Tú decías que era inteligente. Lista no, pero inteligente sí. Hay una gran diferencia entre una palabra y la otra.

Pues eso, que aquí está mi novela. Que no la he visto aún, porque no me la han mandado y aquí no ha llegado, pero no falta una bruja buena para sujetarla por mí.




viernes, 28 de agosto de 2020

ESCRIBIR BAJO PRESIÓN



Hasta ahora, pensaba que escribir bajo presión era tener una fecha de entrega señalada en el calendario, tener que echar mano de horas de sueño y forzar la creatividad. Tiene que ser jodido, y digo tiene que ser porque una de las primeras cosas que me impuse cuando entré en el mundo editorial fue no aceptar  plazos. Supongo que ponerme enferma cuando empecé y perder 20 kilos en seis meses establecieron prioridades en mi vida que a otros no les suponen problema, pero a mí sí.

Ahora he descubierto que escribir bajo presión, bajo verdadera presión, es otra cosa.

No tiene nada que ver con fechas ni con esforzarte tú, tiene que ver con situaciones externas que te desborden por completo. Quedarte sin trabajo. Contraer una enfermedad grave. Plantarte delante de tu cuenta bancaria y darte cuenta de que, o mejoran las cosas y no serás capaz de salir a flote más allá de tres meses.

Esa es la presión, ese miedo es el que atenaza el estómago e impide que las palabras se coloquen en el orden preciso. Supongo que porque, en el fondo, sabes que esto da igual, que lo importante no es esto aunque se hubiera colocado como urgente. Que lo importante es lo cotidiano, porque si todos entramos en crisis quién coño se va a comprar un libro. Nadie. Será un objeto de lujo, prescindible mucho más que una caja de ibuprofeno o un paquete de lentejas.


lunes, 17 de agosto de 2020

AÑOS DE MENTIRAS, LA NOVELA DE UN IMPOSTOR

Años de mentiras (Top Novel) de [Mayte Esteban]


Hay historias que a veces se esconden de nosotros, se disfrazan para que nos cueste encontrarlas y, durante mucho tiempo, nos hacen dar vueltas y vueltas, teclear sin rumbo hasta que, de pronto, se dejan ver. Solo hay que decirle a ese narrador mentiroso que se aleje, a esa protagonista impostora que deje ver a quien tiene detrás, a ese escenario disfrazado que descorra el telón y descubra la verdad.

Eso es lo que pasó con esta novela.

El narrador que se había hecho con el mando de la historia no era el adecuado, la contaba mal, no transmitía todo. Dejaba por el camino muchos fragmentos y, aunque latía lo mismo, todo quedaba pálido y deslucido. Luego estaba el protagonista, vestido con ropas de mujer, imitando con descaro y poco acierto. Todo lo que decía sonaba falto de alma, porque estaba fingiendo ser ella cuando era él. Y, para terminar, la ciudad se había hecho pasar por una más glamurosa, porque no sé en qué manual de las novelas que tienen éxito debía haber leído que quedaba bien ser cosmopolita.

Hasta que me harté.

Largué al narrador, le dije al protagonista que dejase de esconderse y sacudí toda la sofisticación para vestirla de mi ciudad literaria. Ya estaba bien de esconderse, ya era hora de empezar a llamar a las cosas por su nombre. Ya no valía eso de poner el acento en la sílaba que no es la tónica, porque la distorsión solo dejaba una voz que sonaba desafinada.

El impostor era el título de esta novela y creo que jamás he escrito nada a lo que le quedase mejor un título de los que se me habían ocurrido. Porque esta que he contado es solo una de las razones que podrían justificar que se llame así. Todos los elementos de la novela estaban fingiendo, volviéndose otros. Sin embargo, no era la única. Había al menos otras dos. Confieso que me sentía como una bailarina ejecutando en el escenario la danza perfecta, hasta que recibí un correo en el que se me decía que no podía llamarse así. En el último momento, di un paso en falso y tropecé, desluciendo lo que había sido mi más sublime interpretación artística.

Qué se le va a hacer, a veces las cosas no suceden como las planeamos.

Me llevé un buen disgusto -no lloré, ya he aprendido a serenar algunas reacciones viscerales relacionadas con esto- y me puse a pensar en otro título. Otro que pudiera transmitir lo que quería. ¿Y sí...? ¿Y si todo era mentira? ¿Y si llevaba años detrás de muchas mentiras? ¿Y si mis personajes también?

En efecto, esta novela está llena de mentiras, por dentro, por fuera, en su concepción y en su ejecución, y el traje, aunque lleva otra tela y no es el mismo que yo pensé, también le sienta como un guante.

Una cosa más. Es mi novela más masculina, y con ello quiero decir que si eres hombre no te vas a sentir incómodo en ella. Ya sé que saldrá con Top Novel y los prejuicios no se sacan ni con agua caliente, pero no es solo una historia de amor. La hay, porque la vida está llena de emociones y una de ellas, quizá la más importante, es el amor. Yo sé hablar de esto, de hecho he escrito varias novelas de amor, así que, por qué no darle una parte en la novela. Al fin y al cabo, hasta los autores de novela negra intentan meter una historia de amor en muchas de sus tramas. ¿Por qué negársela entonces a esta novela, aunque de lo que hable de verdad es de libros, de literatura, de escritores fantasma, de un mundo editorial que está cambiando y se tiene que adaptar y de eso que todos soñamos, de escribir un best seller?

¿Y si al final nada es verdad?

Pues un poco de todo esto es Años de mentiras. En unos días la tendréis en vuestras manos. Si queréis.

lunes, 3 de agosto de 2020

CUANDO LA LLAMASTE CLAUDIA DE PILAR MUÑOZ

CUANDO LA LLAMASTE CLAUDIA de [PILAR MUÑOZ ÁLAMO]


Hoy toca haceros una recomendación, y toca hacerla desde el corazón, desde las emociones que me provocan siempre las novelas de Pilar Muñoz. Vosotros, los que estáis al otro lado del espejo, ya sabéis lo suficiente de mí como para estar seguros de que todo lo que llega a este mundo personal que creé para mí lo hace porque se lo merece, porque me ha calado hondo y el resultado es lo suficientemente satisfactorio para mí como para que considere que quiero guardarlo en mi casa.

Siéntete libre de creerme y probarlo o déjalo pasar, pero te aseguro que no voy a mentir, no lo necesito.

Sabéis que en el espejo los libros no se destripan, no se cuenta nada que pueda anular las sorpresas que irá encontrando el lector, por lo que, sobre la trama, os dejo únicamente lo que dice la sinopsis:

Hay historias que es preferible abordar sin conocer lo que aguardan, sin prever el impacto que pueden tener sobre ti. Como quien se aproxima al vacío con los ojos cerrados.

La de Aitor y Teresa es una de ellas.

Jamás pensaron que tuvieran que enfrentar un giro vital tan fuerte. Que un acontecimiento así cambiara el orden de sus sentimientos y su magnitud. Que los obligara a confesar verdades, a defender sus deseos, a tomar decisiones con el tiempo en contra. Con el presente en jaque y el futuro incierto.

Creían tenerlo todo controlado, pero… algo se les escapó de las manos.


En realidad, esta sinopsis está escrita para que sea el lector quien descubra qué hay tras ese título tan sugerente, tras la portada de flores tan preciosa que ha diseñado y pintado con acuarelas para la ocasión Nere Gurutxeta. Justo lo que dice es que no te va a contar qué es lo que te vas a encontrar, y creo que es un acierto. Esta es una de esas novelas pequeñitas de formato, pero grandes por lo que son capaces de hacerte sentir. Parte de ese impacto vendrá de la mano de no saber, de no anticipar, de no hacer cábalas, porque de verdad no te van a llevar a ningún lado.

Pilar Muñoz elige para contar la historia de Aitor y Teresa un narrador muy especial. Si alguien me preguntase cuál es el mejor narrador para una historia, le diría la verdad: la historia, si la escribes con verdad, te lo grita. Te lo grita cuando no aciertas, cuando le pones una voz que distorsiona lo que quieres contar. Te lo grita cuando no avanza, y las palabras se quedan torpes y deslucidas. Te lo grita cuando, por fin, eres valiente, borras lo escrito y empiezas a dejarte de tonterías y narrar desde las tripas, dejándote la piel en cada línea.

Más o menos así encontró Pilar esta voz particular, y esto lo sé porque he presenciado el camino que ha seguido, las veces que ha dicho: "Esto no es así", y no se ha rendido. Porque el narrador, los personajes, la trama... todo aparece solo si no te rindes, si te relajas y dejas que la historia se presente ante ti. Para esto no sirven las prisas, sino la prosa. No valen los medios, sino perder el miedo. Da igual que tardes dos años y no tengas el mejor programa de edición de textos del mundo, ni el mejor sitio de la casa para escribir. Si tienes la historia saldrá en cualquier lugar, y lo hará rezumando una verdad que a ratos es tan real que te hace pensar si Aitor o Teresa no serán realmente dos personas y no dos personajes.

Cuando la llamaste Claudia es una de esas novelas capaces de hacer sentir y disfrutar. Es Pilar Muñoz en estado puro, y la pone en vuestras manos hoy como la puso en las mías hace un tiempo, con la respiración contenida, deseando saber si también sentís lo mismo que ella al escribirla.

Yo lo sentí.

Yo entendí a Teresa y Aitor, a pesar de todo. A los dos.