domingo, 13 de diciembre de 2020

DICHOSO HIGHLANDER DE JOANA ARTEAGA

 



Sinopsis:

LECCIÓN NÚMERO UNO PARA APRENDER A VIVIR: hazlo, aunque dé miedo.

Georgia Danvers se perdió en París y hace tiempo que necesita saber cómo vivir.

Cómo volver a sostener un pincel.

Cómo dejar de tener miedo.

Necesita un cambio de aires y entender que, aunque los nuevos comienzos pueden ser aterradores, también suelen venir cargados de esperanzas.

De propuestas de trabajo interesantes.

Del verde de Escocia.

De lecciones de vida.

Y, quizá, con suerte, de un dichoso highlander que se empeñe en que la luz vuelva a encenderse en su interior.

Georgia comprobará entonces que la vida se abre paso en Skye, entre leyendas sobre hadas y princesas, un mural en un castillo ancestral, secretos del pasado y un amor que parece desafiar todos los miedos.

Cuando dos corazones destrozados se encuentran, ¿puede el amor sanarlos o acabará por condenarlos completamente?


Mis impresiones:

Antes de que empieces a leerlas, vuelve atrás y lee la sinopsis. Sé que muchas veces, al hacer un copia pega de las sinopsis que extraemos de las plataformas digitales, mucha gente se las salta. En este caso estarías cometiendo un error, porque en la sinopsis de esta novela está la esencia de su prosa. No solo es un pequeño marco de lo que te vas a encontrar para darla a conocer. Hay la misma cadencia de frases, ese ritmo y esa poesía que envuelve a la novela.

Voy a empezar a contar algo por el principio.

Este verano, superando mis prejuicios por las novelas de higlanders, descargué la que había publicado Joana Arteaga, con la que se presentó al concurso de Amazon, Maldito highlander. No había encontrado en este tipo de novelas, que me venden uno de los tópicos más manidos de la romántica, mucho atractivo en el pasado, pero yo había leído ya a Joana y quería saber qué me iba a contar. La verdad es que ella situaba esa circunstancia del personaje en un segundo plano, se trataba de una historia contemporánea en la que el origen del personaje -de los dos, en realidad-, no tenía más importancia que ese paisaje maravilloso que aparecía de vez en cuando en la novela. Era un elemento más.

Fue la primera vez que oí hablar de la isla de Skye, me gustaron los personajes, me pareció una trama muy agradable y muy entretenida, que me duró un suspiro. Por supuesto, cuando poco después Joana publicó Bendito highlander, la historia de la hermana mediana de la protagonista, ni me lo pensé.

 

Isla de Skye
Isla de Skye

Si la primera historia me gustó, la de Charlotte me encantó. Me gustaron muchísimo más los personajes, su pasado, la historia que tenían que afrontar juntos... fue una lectura estupenda que cerré con la sensación de que James, el protagonista de esa novela, iba a ser de esos que se convierten en tu personaje del año. Tengo debilidad en la romántica por los protas masculinos que son buenas personas. Los malotes se los dejo a la gente a la que le gusta que le traten mal, yo prefiero gente herida, pero con el corazón más grande que Escocia. Y James era de esos.

Cuando salió a la venta Dichoso highlander, la tercera parte, yo ya no sabía qué esperar. La segunda novela había sido mejor que la primera para mí, así que, el que Joana consiguiera superar eso, me parecía casi un milagro. Demasiado grabado en el subconsciente (y en nuestras propias experiencias lectoras) tenemos eso de "segundas partes nunca fueron buenas". Pero había sido así, lo había hecho y quedaba descubrir si en la tercera sucedía igual.

¿Pero yo para qué dudo de Joana? Es grande, siente cada palabra que escribe y así es casi imposible fallar.

A ver cómo os cuento algo de esta historia sin desvelar nada. 

Georgia es un personaje que empieza la novela sumida en un mar de confusión. Hay algo que no nos cuenta que le ha hecho daño, eso lo sabemos, algo que mantiene sus manos firmes en la decisión de no tocar un pincel, algo que ha sido su pasión hasta entonces. En París, que es donde ha vivido, ha dejado a la que fue y la que es ahora no le gusta. En medio de esa confusión acude a un hospital a visitar a alguien de su familia y en la máquina de café se encuentra con Kian, quien tiene pinta de haber sufrido un accidente. Lo corroboran su camisón de hospital y las múltiples magulladuras que adornan su cuerpo. Georgia necesita dinero para la máquina, ha salido corriendo y solo tiene euros, no las libras que la máquina requiere. No le gusta pedir, pero tiene hambre, sueño y se muere por un café.

Kian, al darse cuenta, le ofrece sus monedas a cambio de un beso.

En esta primera escena nos encontramos con un caradura encantador, pero eso solo es una fachada. Kian es muchísimo más. Es alguien que ha pasado media vida caminando por un filo, con el abismo a un lado y sus propias ganas de vivir al otro, y ha desarrollado una filosofía de vida que, después, cuando la casualidad (que al final no lo es tanto) vuelva a ponerlos uno frente al otro, le irá enseñando a Georgia.

Un corazón estropeado intentando sanar un corazón herido.

En esta novela hay leyendas, paisajes extraordinarios, hadas legendarias, un castillo, un mural que tiene que hablar de una vida y muchos personajes para enamorarse en cada página. De los que ves desde el principio y de los que hace falta un tiempo para comprenderlos.

De verdad, no puedo contaros más, solo que me ha transportado a Skye, he sentido vivos a los personajes, Kian me ha conmovido como hace tiempo que no lo hacía un personaje y he llorado. Un montón. El final de la novela se deslizó ante mis ojos provocando un nudo en las emociones que se acabaron desbordando.

Y eso es aterradoramente bonito.

Os la recomiendo, con las otras de la trilogía o ella sola, como queráis, pero leedla. Si tenéis unlimited está gratis, si no, son tres euros que os aseguro que serán una maravillosa inversión.

No me quiero olvidar, la portada es obra de Nere Gurutxeta, que también hizo la portada de la última novela de Pilar Muñoz y alguna de Roberto Martínez Guzmán. Un perfecto complemento para una historia inolvidable.


sábado, 5 de diciembre de 2020

ESTE MALDITO SILENCIO

Hay personas que tienen un mundo interior tan rico  que no necesitan mucho para sentirse tranquilos. 

Un libro. 

Unas tijeras, papel y pegamento. 

Un horno, harina, sal, agua y levadura. 

Un cuaderno viejo y un bolígrafo...

Cualquier cosa llena, evade y distrae y son capaces de dedicarle horas y horas. Solo hay una condición: estar a solas. Que nada disturbe esa paz serena que nace de lo pequeñito y deja un sitio a los erráticos y locos pensamientos. Espacio y tiempo a solas y el silencio que habita ahí.

El virus lo robó.

Se ha llevado la libertad, encarcelada en un toque de queda, nos ha dejado sin poder ver a la familia, que es lo único que nos queda al final, se ha robado respirar y ver por la calle (a quienes llevan gafas, para quien el mundo es bruma ahora). Todo eso es duro por sí mismo. Suma que también se ha llevado a gente que apreciabas mucho. 

A mi me ha robado mi silencio. 

La casa ya nunca está vacía. Ya no tengo ni siquiera un sitio itinerante para mí y ya no existe ese silencio mágico. Ya no estoy a gusto en ningún lado y tampoco puedo buscarlo porque no me dejan ir a ninguna parte. 

Aunque hay silencio, eso es cierto.

Es ese otro que aparece cuando no te queda nada que contar al otro, sabes que no le interesa lo que has hecho ese día y mucho menos cómo está tu corazón. Quéda ese silencio que ese compañero incómodo porque ocupa un lugar al que no había sido invitado. Y ya no quieres nada más que los días se vuelvan noches y vengan otros días y otras noches y esto acabe.

Que acabe de alguna manera.

Que se largue este maldito silencio y me devuelvan a la primavera.

Entonces, no existía este silencio.




martes, 1 de diciembre de 2020

BRIANDA, UNA BRUJA EN TIEMPOS DE LA INQUISICIÓN EN PRIME READING

 Esta mañana he dudado sobre la conveniencia o no de hacer esta entrada en el blog, dado que tiene tan poco tráfico (culpa mía, que solo lo actualizo cuando me acuerdo y además no polemizo). Después lo he pensado mejor y he decidido que sí, que debo reseñar esto, porque como tengo tantas cosas en la cabeza, capaz soy de olvidarme de cuándo arrancó Brianda en el programa Prime Reading de Amazon y después hago promociones diciendo que va a salir ya y falta un mes.

El despiste no venía de serie, lo he ido cultivando a base de tener muchísimos frentes abiertos y una incapacidad increíble de perder la agenda pasado el mes de marzo.

Dejo constancia, pues, de que Brianda, una bruja en tiempos de la Inquisición entra en el programa. Todos los clientes de Amazon que dispongan de la suscripción a Prime la tendrán gratis.

Pero, además, todos los clientes de Amazon con la suscripción a Kindle Unlimited, la tendrán gratis.

Y por si era poco, durante el mes de diciembre, si alguien quiere quedársela en su biblioteca, ha entrado en una promoción al 50% de su precio, lo que significa que costará 1,50€.




Brianda es la historia de dos brujas separadas en el tiempo por varios siglos. Brianda, la protagonista de toda la primera parte, se ve abocada a ciertas circunstancias que no le es posible resolver antes de su muerte, así que deja una parte de su misión a una de sus descendientes, Amanda, una adolescente que se encontrará con la compañía del fantasma de un soldado de los Tercios para solucionar ese legado. 

Es una ficción histórica, en la que las ciudades de Madrid y Toledo son los escenarios principales, junto con una aldea. Hago un recorrido por las calles de ambas en el Siglo de Oro, y en esta historia, por supuesto, se cuelan los libros, hay una magia muy especial.

La historia tiene 500 páginas, aunque veáis que pone 711. No os asustéis, en realidad son dos novelas que yo he revisado hasta convertir en una, pero es que además os entrego un extra de otro de mis trabajos, por eso es tan gordita. Obviamente ese extra no está en la versión en papel, que también existe. Por cierto, quedó chulísima, es una pena que por culpa de la pandemia no haya podido presentarla en ninguna parte.




viernes, 13 de noviembre de 2020

OASIS DE ARENA

 Hoy me he acordado de este relato. Habla de una circunstancia muy concreta, pero me he dado cuenta de que, si lo trato como una metáfora, este año lo he vivido.

Todavía estoy en el parque, sentada en un banco, con un libro en las manos, observando la felicidad desde la distancia y tratando de sanar.

Quiero creer que llegará un día en el que esto pasará. 

Todo pasa.

Oasis de arena: https://www.amazon.es/Oasis-arena-Mayte-Esteban-ebook/dp/B07GN3867M



miércoles, 11 de noviembre de 2020

ACUÉRDATE DE RAMÓN GARCÍA

 Hace una semana, y después de meses en los que escribir ha sido una tarea plagada de altibajos, empecé el borrador de otra novela. Eso es bastante normal en mí, en medio de bloqueos de otras historias más complejas, voy a mi carpeta donde guardo ideas para novelas, tramas trazadas sobre un folio o dos, y empiezo a escribir sin preocuparme mucho del destino que le voy a dar a lo que salga. De algo así nació La chica de las fotos, de un ejercicio que estaba haciendo, lo he contado muchas veces: aprender a poner la raya, que no sabía.

Por cierto, recomiendo este ejercicio a un alto porcentaje de las autoras (y autores) de romántica que se autopublican, que no dan ni una. Nadie nace enseñado, pero ahí está nuestro empeño en solucionarlo. En aspirar a ser escritor o simplemente en quedarnos, como tengo la sensación en muchas de las novelas que abro y cierro aterrorizada por el caos que encuentro, en encontrar una fuente facilita de ingresos pasivos.

El caso es que, tras una semana de euforia, esta mañana me he quedado pensando. No he terminado, en mis notas falta gran parte de lo que planifiqué, pero al sentarme y llevar una hora, en la que apenas he puesto palabras, me he empezado a hacer preguntas, me he cuestionado a mí misma y me he hecho pensar en qué pasaría si de pronto ya no tengo nada más que contar.

No pasa nada.

No es obligatorio que me siente y escriba, porque me he guardado muy mucho de conservar una vida al margen de esto y de cuidarla, porque desde siempre he tenido la certeza de que esto es temporal. Es una sensación basada en algo que existe en algunas personas, aunque a veces parezca, cuando entras en Twitter sobre todo, que ha muerto: el sentido común. Mi "modelo" a valorar es Ramón García, y ahora seguro que os estáis preguntando por qué me ha dado por poner a este señor en mis pensamientos, si no lo conozco de nada. ¿Quién es Ramón García?, se podrá decir alguien más joven, porque seguro que no se acuerda. 

Ramón García es él.


Durante muchísimos años, Ramón García acaparó las pantallas de nuestros televisores. Si alguien se va a mirar todo lo que este hombre trabajó, verá que tiene un currículum impresionante. Entre sus trabajos estuvo ser el encargado de dar las campanadas de fin de año un montón de veces, por ejemplo. Él y su capa forman parte de los recuerdos de muchas personas.

Ahora mismo, le preguntas a la generación de mis hijos, y no saben quién es Ramón García.

No se ha muerto -y que viva muchos años-, pero esa fama impresionante que tuvo fue perdiendo fuelle y fue dando paso a otros presentadores que ocuparon ese lugar, que aparecían en cuanto programa de televisión se estrenaba. Ramón García se convirtió en Jesús Vázquez, y este, que ahora está medio desaparecido, ha dado el relevo a otros, como Roberto Leal o Arturo Valls. 

¿Dónde quiero ir a parar? Pues a que todo éxito, dure lo que dure, es efímero, y llega un momento en el que necesita un relevo. Quien está, dejará de estar algún día y, cuando eso suceda, ojalá no se convierta en un juguete roto.

Esta semana he visto un documental, creo que en Amazon Prime, sobre Eugenio, el humorista. Aterricé ahí y me quedé viéndolo. Su trayectoria, sus éxitos y su declive cuando la diosa Fortuna dejó de apuntarle con el dedo y se fue a buscar a otros, abandonándolo a su suerte. Eugenio se perdió en ese camino, y eso es algo que en ningún momento contemplo. Por eso, en mi mente práctica, siempre retumba un mantra silencioso y a lo mejor estúpido para los demás: "Acuérdate de Ramón García". Recuerda que todo es efímero, procura que mientras estés todo sea digno y lo más profesional que puedas y, el día que se acabe, cierra el libro, pasa página y no te revuelques en la autocompasión. Busca otras metas, abre otros campos, explora y vive el resto de tu vida persiguiendo una ilusión que, aunque sea mucho más modesta, te llene lo suficiente como para no perder de vista que lo importante es siempre, siempre, lo que menos deslumbra.

Y si se acaba el escribir, que se acabe, pero que no acabe contigo.