jueves, 15 de agosto de 2024

DESCONEXIÓN

Cuando intentas secarte el pelo y el secador no va, pueden suceder dos cosas. Una, que se haya roto. Las cosas no duran eternamente, llega un día en el que su vida útil se acaba. Dos, que esté desenchufado.

Ya sé que esto parece muy tonto, pero ¿cuántas veces os ha pasado que os empecináis en que algo se os ha roto y en realidad solo le pasa que está desconectado de la corriente?

Yo he estado un tiempo pensando que estaba rota. No sentía esa corriente que tenía que fluir con una persona, una que hemos trazado a lo largo de muchos años. Por más que sí hubiera conversaciones, las sentía como cuando pides en la carnicería: cordiales, pero sin nada que te remueva por dentro. Flojitas en lo emocional, como si se hubieran desprovisto de todas las sensaciones que nos fueron aproximando.

En serio, pensé que yo estaba rota.

Me siento así con más gente últimamente, como si la chispa no saltase lo suficiente como para provocar una mínima reacción en mi organismo. Siempre tiendo a echarme la culpa de todo y llegué a la conclusión absurda de que los sentimientos humanos vienen con fecha de caducidad o con un número de usos predeterminados, como esas máquinas caseras para hacerse el láser y eliminar los pelillos del cuerpo. Pensé que he sido tan feliz, he sentido tantas veces la conexión con tantas personas, que me había cargado ya todos esos disparos y el resto de la vida iba a tener que recorrerla solo a base de chispitas.

A veces pienso cosas muy raras.

No es verdad, es solo que me he desconectado de algunas personas. Pero solo de algunas; he comprobado que no tengo ningún problema para seguir conectando con gente, el problema es que algunas de las conexiones de mi vida están desgastadísimas y necesitan cambiar el cableado.

Pero a mí no me pasa nada.

Absolutamente nada.

martes, 6 de agosto de 2024

BOOKTRAILER TUS PRIMERAS VECES CONMIGO



Diego vivía con una herida; Elora le demostró que toda herida puede sanar.

A Diego Márquez le duele siempre la cabeza y tiene claro que es por culpa de Ángel, su padre. Lleva unos meses imponiéndole una condición: si quiere evitar que ceda a su nueva madrastra las acciones que le corresponden de la empresa familiar, deberá casarse en un breve plazo de tiempo. Algo bastante difícil, porque Diego no tiene el mejor carácter del mundo.

A él esto le parece un disparate, pero necesita salvar su negocio y, desesperado, le propone matrimonio a su empleada de hogar, Elora, convencido de que lo mandará a paseo. Sin embargo, la chica le promete pensarlo si él cumple su propia condición.

Un viaje a Mykonos, un convento, un detective privado medio chiflado, una monja muy particular y un padre angustiado completan esta historia llena de mensajes positivos, de atardeceres y de la luz del Mediterráneo.


Puedes leer esta historia gratis con la suscripción de kindle unlimited, la tienes también en papel y se puede descargar el ebook por menos de cuatro euros. ¡Y es la original! Publicada hace más de dos años, en ella salen atardeceres, una monja, una pareja que no lo es fingiendo que no lo son... Él es un empresario gruñón y ella es un encanto, y durante toda la novela no paran de salir faros.

Tus primeras veces conmigo es una historia ligera cuya fortaleza son que está bien escrita y unos personajes que, como siempre, han pasado por el filtro del psiquiatra. 

lunes, 5 de agosto de 2024

NO LE PUEDO DECIR A UN LECTOR CÓMO RESEÑAR MIS LIBROS

Ayer tuve una conversación sobre las reseñas de mis libros que quiero compartir. Me dijeron que tengo que decirles a mis lectores cómo me deben valorar, qué tienen que poner para que las reseñas de mis libros sean creíbles. 

Por ejemplo, tienen que ser cortas, nada de enrollarse con cosas del libro, porque las largas no se las va a creer nadie. Solo un "me ha gustado" y poco más.

Tampoco deben mencionar mi nombre, porque eso significa que me conocen y son palmeros, lo cual invalida su opinión a ojos de los demás.

A ver cómo lo digo.

NO LE PIDO A MIS LECTORES QUE ME RESEÑEN JAMÁS, ASÍ QUE NO TENGO "CONTROL" SOBRE LO QUE PONEN.

LLEVO DESDE 2008 PUBLICANDO Y HAY GENTE QUE REPITE CON MIS LIBROS. YA VES...

JAMÁS LE VOY A DECIR A NADIE CÓMO TIENE QUE EXPRESARSE, BASTANTE TENGO CON APRENDER A EXPRESARME YO.

Partiendo de esa base, que cada cual se crea lo que le venga en gana.

A mí no me caen reseñas como una lluvia porque no estoy visible en la plataforma donde se ponen, porque vendo más en la calle que en Amazon (gracias al cielo) y porque el perfil de mis lectores son gente que, en la mayoría de las ocasiones, no tiene ni puta idea de cómo se pone una reseña. Es más fácil que me la ponga un hater que 100 personas a las que les ha entusiasmado el libro, porque muchas de esas personas lo primero que tienen es ya una edad y cero acceso a redes sociales.

No me hace gracia que se me cuestionen cosas que no son verdad, porque muchos días me quitan las ganas de escribir. Yo sé lo que vendo, lo veo en los recuentos de royalties y en las presentaciones a las que asisto, donde me quedo sin libros muchas veces. Lo veo en lo que me dice la gente que me para por la calle (increíble, ¿verdad?, pero me paran hasta en la farmacia) y en los mensajes que me llegan a través de las redes también, aunque no tengo la "fortuna" de que las pongan visibles y, como es normal, no voy a compartir mensajes privados. ¿Podría pedir permiso? Probablemente, pero no quiero, la gente tiene derecho a mantener sus opiniones en privado.

Yo misma lo hago en muchas ocasiones, muchos libros de los que leo no digo ni una sola palabra. Por las razones que sean, porque no me gustan o porque no me da tiempo, porque no me encuentro bien cuando los termino, porque para mí no es una obligación contarle al mundo lo que leo o lo que no...

En la última novela tengo 18 valoraciones en tres meses. Solo la tercera semana de julio vendí 18 ejemplares de la novela, todos llevan mi firma, pero por lo que sé nadie se ha ido a la página a poner nada de ellos, entre otras cosas porque no los compraron allí y no hay nadie que se lo recuerde con correos pidiéndole que reseñe lo comprado.

Tampoco yo se lo voy a recordar, es que ME LA PELA.

Pero unas cuantas ya se lo han leído porque me lo han contado a mí. Por la calle, a través de mensajes, a través de otras personas...

Pero claro, será mentira, me lo dirán por quedar bien conmigo, no me van a decir que no les gustan mis libros, qué tonterías tengo.

Yo sé dónde está cada una de mis novelas, qué fortalezas y qué debilidades tienen. Me da lo mismo que una lectora de la conchinchina le dé por decir que es lo peor que ha leído en su vida y lo deje ahí, en primer plano, durante un año entero, porque sé que una opinión es algo relativo. Salvo la narrativa, que es imperdonable que no esté bien (y de esa estoy segura), lo demás depende de tantos factores subjetivos que sé que el mismo libro puede causar sensaciones opuestas en los lectores.

Ejemplo REAL sobre Oasis de arena: "lo que menos me ha gustado es que los personajes no tuvieran nombre"; "lo que más me ha gustado es que los personajes no tuvieran nombre". 

¿Quién lleva razón? NADIE Y LOS DOS.

La razón por la que sigo publicando con editorial no son las valoraciones, sino que a la gente que le gustan mis novelas sigue comprándolas. No pongo pistolas en el pecho de nadie, ni pido nada, ni me enredo en favores que tenga que devolver. Es verdad que algunas novelas tienen más aceptación que otras, que no voy a superar La colina del almendro y que todo el mundo me lo va a recordar en cada novela nueva que escriba (rebajando su valor a la nueva, estoy segura, porque no me alcanzo a mí misma y dándole menos "puntuación" que si esa novela la hubiera escrito otra persona sin cambiarle una sola coma), pero, oye, escribí La colina..., lo hice bien una vez.

No le voy a decir a un lector cómo reseñar mis libros, sobre todo porque el tiempo lo necesito para escribir y aprender cada día un poco, no para preocuparme de esto que es secundario.

lunes, 29 de julio de 2024

ENCUENTROS CON LECTORES EN EL MES DE JULIO

Este final de julio ha estado pletórico de encuentros con lectores, concretamente, cuatro.




El sábado día 20 estuve dos horas con el Club virtual de Lectura de Marrakech. Este club reúne estudiantes de español de todo Marruecos. Leen la obra de un autor y después lo citan virtualmente para charlar de las obras. 

Lo condujeron Rachid y Bárbara, y en algún momento me fijé que éramos 24 las personas conectadas. Los integrantes del club leyeron dos de mis obras: Detrás del cristal y Oasis de arena y tuve todo el tiempo la sensación de que lo habían leído con tanto mimo que las entendieron mucho mejor que algunas personas que tienen el español como lengua materna.

Me encantó hablar con ellos, solo recuerdo un nombre al margen de Rachid y Bárbara, Karim, quien me impactó por lo bien que habla y lee español. 

El encuentro duró dos horas y me gustó mucho escuchar de ellos como lo que algunos consideraban la fortaleza de las novelas, para otros era su debilidad, y al contrario. Estuvimos reflexionando sobre la capacidad que tienen los libros de transformarse una vez que alguien los lee y lo distintos que son dependiendo de quién haga el análisis. Por ello, creo que no hay libros malos, o casi no los hay. 

Quizá solo los que no te hacen sentir nada.

Estas son unas fotos del encuentro que me hicieron llegar.



El siguiente encuentro fue el domingo 21, en la piscina de Cantalejo. 


Para mí era la primera vez que iba a hacer una presentación de libro en una piscina, pero creo que no soy la única que no había vivido hasta entonces esa experiencia. Estuve sentada al lado de Ana Rosa Zamarro, actual alcaldesa de Cantalejo, que también presentaba libro: Garleamos, un libro de juegos en gacería.

Esto, la gacería, y el hecho de que somos vecinas de Cantalejo, es lo que nos une a Ana Rosa y a mí. Hace tiempo ella presentó El pitoche engrullón, la traducción de la inmortal novela El Principito al argot de Cantalejo. Acudí a la presentación y mientras estaba allí decidí hablar con ella. En aquellos momentos yo estaba escribiendo una novela en la que un personaje hablaba en gacería, pero por lo escuchado allí, me di cuenta de que era como si mi personaje solo dijera "yes" en medio de una frase y yo pretendiera que estuviera hablando en inglés. Para darle más realismo, debería mirar esas frases alguien que la conociera como ella.

Se lo propuse y me dijo que sí enseguida. Lucía, el personaje de La lectora de Bécquer, por fin hablaba como yo quería. 

Era como cerrar un círculo presentar las novelas juntas.

En una de las fotos sale el final de la fila de personas que vinieron a que les firmase libros. Fue una pasada, sobre todo porque la novela lleva ya dos meses en el mercado y precisamente en Cantalejo (en Segovia en general) es donde más novelas se han vendido.



La tercera de las citas volvió a ser virtual y la organicé yo. Estoy medio afónica desde hace meses, así que temí que no pudiera hablar, pero al final me llegó la voz. Este encuentro fue muy divertido, yo asumí el papel de entrevistadora y mi invitada fue la escritora Nuria Llop.


Hablamos de su novela Un asunto delicado (por favor, leedla, os va a encantar) y después me dediqué a preguntarle por el tema de la entrevista, manías de escritoras. O escritores. Estuve buscando esas manías de escritores famosos que se salen de lo típico y encontré algunas desternillantes, que nos dieron pie a una larga conversación.

Voy a repetirlo este verano, lo prometo. Estoy esperando a que Pilar Muñoz me diga cuándo puede, porque la entrevista ya la tengo.

La última de las citas fue el sábado 27 de julio en un pequeño pueblo de Segovia, Navares de las Cuevas.


Tengo que dar las gracias a Eva por invitarme y a la gente que acudió, porque me hicieron sentir muy cómoda. Los pueblos pequeños son muy acogedores, me gusta mucho cómo es la gente en ellos. No me extraña que después quiera escribir novelas en las que se convierten en protagonistas.

Estas son las fotos del encuentro.


Julio se termina, no sé si en agosto tendré más encuentros (algo se ha quedado pendiente), lo que sí sé es que esta novela, La lectora de Bécquer, está siendo inolvidable en la calle. 
















TE DEJÉ UNA RESEÑA ESCRITA

 



Los domingos Amazon le pone música de expectación a mi perfil de autora. Es los domingos cuando, de sopetón, aprueban las valoraciones que le han ido llegando a mis novelas a lo largo de la semana.

Con cuentagotas, no os vayáis a pensar que esto es la pera.

No hago trampas porque tengo ya edad suficiente para saber que con ellas a la única persona a la que consigues engañar es a ti mismo. Tengo ya edad para no hacerlas, pero hace quince años, cuando empecé en esto pensé lo mismo y no las he hecho jamás.

Tengo edad y dos neuronas que hacen bien la sinapsis, que ya es una más que las que tienen algunos autores.

A lo que voy, los domingos de aprobar reseñas, yo me imagino que hay un señor de Murcia llamado Ramón teletrabajando bajo la atenta mirada de su perro Jacinto, que abre en su ordenador una carpeta con mi nombre y dice:

Venga, a ver esta semana cuántas valoraciones tiene esta mujer y cuántas le apruebo. Pocas, para que cuando le lleguen los royalties se los explique todavía menos, que se crea que desde la editorial le dan dinero porque es guapa.

(Ahora que es verano, me lo imagino en bañador, con el portátil en una mesita al lado de la piscina de su cuñado, perro, cerveza y patatas fritas de bolsa al lado, pero como a mí no me gusta que me tenga en esta tensión, en mi mente le pongo barriga y con el poco pelo que le queda blanco).

Religiosamente, porque es domingo, claro, aprueba las valoraciones que le parece y, cuando termina, se lanza a la piscina para darse un bañito antes de comer paella con su familia.

Yo, todos los domingos, miro a ver si Ramón a atinado a aprobar alguna reseña escrita de esas que me dicen los lectores que me han puesto, pero domingo tras domingo veo que no. Ahí sigue Tus primeras veces conmigo, atascada en una que dice que es la peor novela de la historia (aunque también confiesa que se la leyó saltándose las páginas) y que data de agosto del año pasado, aunque desde ese momento tenga un montón bastante considerable de valoraciones.

Me he entretenido en mirar cuándo le han llegado reseñas escritas al resto de novelas (tanto autoeditadas como de editorial) excepto a la última.

He descubierto que en todo 2024, en todas las novelas (insisto, excepto la última que se acaba de publicar) solo tengo 5. Y diréis, pues no te habrán leído, hija, qué cosas tienes. El caso es que valoraciones sí llegan. Algunas de las novelas llevan más de un año sin ninguna reseña, pero tienen más de cien valoraciones en ese mismo período. 

Por supuesto, tengo montones de mensajes de lectores diciéndome: yo te dejé una reseña escrita, pero no me la publican.

Es más, me llega también una cantidad nada desdeñable de royalties de la editorial cada año, digo yo que es porque estoy vendiendo libros.

Eso me ha hecho pensar. Me he levantado con la duda de si Ramón realmente no tiene barriga, y es un pobre hombre haciendo bien su trabajo en un cuartucho sin ventilación, o es que en esta plataforma las cosas van según les venga bien. Y si les viene bien que destaques, te destacan, y si no, pues no.

O si pagas publicidad, que también cuenta. Pero eso es como todo, si a un bar entras a mear solo, el dueño te acaba poniendo mala cara. Si consumes, no solo te deja, por menos de nada te habla de usted.