miércoles, 29 de enero de 2025

SIGILO


Eras una gata independiente, cariñosa, curiosa, juguetona y elegante. Traviesa y dulce, tanto que probablemente pensaron que sería fácil jugar contigo. 

Hace tiempo te retaron a una partida de ajedrez y aceptaste, aunque no supieras jugar.

Al fin y al cabo, creías que era solo eso, jugar. 

De vez en cuando, te derribaban alguna pieza y en algún momento aquello dejó de ser algo divertido. Las menores, solo escocían; las otras, las importantes, te llegaron a doler. Perdiste la dulzura, y la elegancia y la curiosidad cayeron después. El miedo se adueñó del tablero y de tu independencia, y un poco más y se hubiera llevado hasta el cariño.

Con cada derribo, aprendiste a jugar. Te diste cuenta que perdías por precipitación, porque no te dabas cuenta de que la paciencia, la memoria y la observación aún no habían caído. Cuando entendiste que eran tus aliadas, aplicaste el sigilo, que también lo tenías, a tus movimientos. Te volviste una gata silenciosa, astuta y taimada.

Lista y cruel.

Si para ganar había que sacrificar algo, se sacrificaba. Ningún gato siente pena por un ratón: lo caza y se lo come.

Tú querías cazar a la rata.

Te hiciste la tonta tan, tan bien que, de hecho, te tomó por tonta.

¡La de ventajas que tiene eso!

Lanzaste ataques como al descuido, no dejaste ver tu juego. Lo pusiste a dos pasos del Jaque mate y, aunque no sabía ni por dónde le va a venir y la victoria era tuya, frenaste.

Ya no importaba ganar, sino jugar con la presa, que es la parte más divertida de la caza.

No terminaste la partida que tenías a un zarpazo, porque te pudo la curiosidad y porque las piezas que te cobraste (la verdad y la mentira, la honestidad y la confianza), te supieron a muy poco. 

Tú querías más.

Con sigilo, desplegaste las garras, desvelando el resto de las costuras de un traje imperfecto que no ibas a aceptar para ti.

Tú querías el traje de ganadora o nada.

Para llevar según qué trajes, una gata prefiere vivir desnuda.


martes, 21 de enero de 2025

EPISODIO #64 ROMÁNTICAS CLUB 2.0.

Mónica Linares e Ivette Chardis me invitaron a su podcast, Románticas club 2.0. Te invito a conocerlo y a escuchar el episodio #64: Descubre la magia de la narrativa con Mayte Esteban.

Episodio #64




Descripción del episodio: En este episodio de Románticas club 2.0, entrevistamos a Mayte Esteban, una autora que ha dejado su huella en el panorama literario español.

Con una trayectoria que abarca desde la autopublicación hasta el reconocimiento editorial.

Mayte nos compartió su experiencia como escritora y detalles fascinantes sobre su última novela, La lectora de Bécquer.


Te animo a descubrir el resto de episodios, que son muy interesantes.



domingo, 5 de enero de 2025

LA LECTORA DE BÉCQUER, RECONOCIMIENTOS

Los problemas de salud a veces se comen el tiempo extra, y cuando esta responde, te dedicas a vivir a tope, por lo que pudiera llegar, así que no he compartido algunos datos que creo que debería guardar en este blog.

El primero de ellos es que La lectora de Bécquer quedó entre las diez novelas finalistas de los Premios Britt de 2024. La ganadora este año, merecidísima, es Entre hilos de silencio, de Pilar Muñoz, una novela que no me canso de recomendar porque creo que Pilar ha hecho un trabajo impresionante con ella y se merece todo. Te la enlazo en audiolibro, es una pasada la narradora, complementa a las mil maravillas el trabajo de Pilar. 




El siguiente reconocimiento se lo ha dado el blog La puerta de los libros infinitos en sus Premios Infinito de cada año. En los de 2024, La lectora de Bécquer se ha destacado en dos categorías. Le doy las gracias, aunque casi me he enterado cuando ya se han fallado, últimamente en las redes no me notifican ni siquiera donde me etiquetan, así que, si no lo hacen, si logro ver algo, es por un pequeño milagro.



viernes, 3 de enero de 2025

I CERTAMEN DE RELATO ROMÁNTICO MAYTE ESTEBAN

Aunque parezca que te tienes que morir para algo así, resulta que no, que hay ayuntamientos pequeñitos que están comprometidos con la cultura y te hacen el regalo del siglo.

El Ayuntamiento de Navares de las Cuevas (Segovia) en colaboración con la Caja Rural ha creado este premio que está dotado con 300€ y una escultura.




Una de las principales es que el relato deberá estar ambientado en Navares de las Cuevas. Os dejo un enlace del municipio para quienes no lo conozcáis.

Web municipal

Y una actividad muy original que llevó a Navares de las Cuevas a todas las televisiones:

La villa del ganchillo

España directo

RTVE 

YouTube

miércoles, 4 de diciembre de 2024

CXV A UN OLMO SECO. MACHADO Y YO.


 


CXV

A UN OLMO SECO

 

Al olmo viejo, hendido por el rayo

y en su mitad podrido,

con las lluvias de abril y el sol de mayo

algunas hojas verdes le han salido.

¡El olmo centenario en la colina

que lame el Duero! Un musgo amarillento

le mancha la corteza blanquecina

al tronco carcomido y polvoriento.

No será, cual los álamos cantores

que guardan el camino y la ribera,

habitado de pardos ruiseñores.

Ejército de hormigas en hilera

va trepando por él, y en sus entrañas

urden sus telas grises las arañas.

Antes que te derribe, olmo del Duero,

con su hacha el leñador, y el carpintero

te convierta en melena de campana,

lanza de carro o yugo de carreta;

antes que rojo en el hogar, mañana,

ardas de alguna mísera caseta,

al borde de un camino;

antes que te descuaje un torbellino

y tronche el soplo de las sierras blancas;

antes que el río hasta la mar te empuje

por valles y barrancas,

olmo, quiero anotar en mi cartera

la gracia de tu rama verdecida.

Mi corazón espera

también, hacia la luz y hacia la vida,

otro milagro de la primavera.


 

Una vez leí que este poema no tiene nada especial. Ni metáforas brillantes, ni ostentaciones métricas —todo lo más cambias los cuartetos por serventesios en ese soneto con el que arrancas, la anáfora de la segunda parte, la metáfora de Manrique que tanto te obsesionaba—, las palabras son sencillas y entenderlo está al alcance de cualquiera.

 

Me enfadé.

 

Pero no un poco, me enfadé muchísimo.

 

Estoy harta, muy cansada, de esa élite cansina y triste que cree que escribir sencillo es fácil. No, eso es mentira, no lo es. Hay que renunciar a muchas palabras, a muchos artificios, si lo que quieres es que te entiendan y encaramarse a un peldaño en el que mirar a los demás por encima y con suficiencia.

 

Pero aún hay más.

 

Escribir sencillo, sin volteretas del lenguaje, sin disfraces para el hombre corriente, y emocionar, ¿eso de quién está al alcance? Porque si este poema tiene algo es esa capacidad inmensa de emocionar a quien lo lee y lo entiende.

 

¿De qué sirven las palabras que no se entienden?

 

¿Para qué sirven si el mensaje no llega?

 

Tú hablaste de un árbol que luchaba por no rendirse, de la esperanza de sus hojas nuevas a pesar de la enfermedad que lo recorría por dentro, pero también estabas hablando de Leonor.

 

La veías irse lentamente.

 

Mi corazón espera también,

hacia la luz y hacia la vida,

otro milagro de la primavera”

 

Me los repetí mil veces en esa despedida de mi padre. En su última primavera, él también revivió un poco; le brotaron hojas de esperanza y parecía que la enfermedad daba un paso atrás. Y pude respirar un poco mejor, asirme a ella para no caer rendida a tantas noches sin luna y tantos días con el sol escondido tras las nubes de una tormenta épica.

 

¿Por qué ibas a escribirlo de otro modo?

 

¿Acaso hay que reservar la poesía solo para unos cuantos?

 

¿Acaso ibas a querer que nadie te entendiera?

 

Si estoy recogiendo estos versos y los estoy juntando, si escribo tras ellos algo que no es un análisis erudito, no es porque no sepa hacerlo. He comprendido una cosa a lo largo de toda una vida analizando bien los poemas: no se escriben para eso. Nada se escribe pensando que alguien se va a sentar a analizarlo.

 

Escribes porque lo sientes.

 

Escribes para hacer sentir.

 

Y yo, tu lectora, con este poema siento. Siempre he sentido por mucho que no haya palabras enormes ni metáforas rebuscadas. Porque las emociones que me presentas son reales, están vivas, aunque tú lleves casi un siglo sin respirar. Porque tras cada una se intuye un amor inmenso, de esos que son tan grandes que resulta imposible esconderlos.

 

Hay quien dice que el árbol es Leonor y su enfermedad.

 

Otros afirman que eres tú, viejo, vencido, pero sin renunciar a esa pequeña esperanza de verla de nuevo bien.

 

Yo me río.

 

Es una estéril discusión, empeñarse en llevar razón en algo así es absurdo.

 

Lo sé, porque escribo.

 

Lo sé porque a veces hay lectores que interpretan mis textos con unos parámetros que ni siquiera se me habían ocurrido. Encajan y los vuelven distintos, aunque para mí eso no signifique nada. Pero si lo es para alguien que lee, si es lo que siente, ¿quién soy yo para llevarle la contraria?

 

A mí me gusta pensar que el árbol es Leonor, ¿me dejas, mi poeta?


(Seguirá)