domingo, 1 de julio de 2012

TALLA 36


Hoy he ido de compras. En mi armario hay ropa de años anteriores suficiente como para no tener que plantearse una visita en pleno calor a las tiendas de moda, pero este año he tropezado con un imprevisto con el que no contaba en absoluto: un cambio de talla.


En mi vida esto es algo que no se ha dado con frecuencia. Me pasé toda la adolescencia estancada en los 49 kilos, uno menos de los necesarios para ser donante de sangre (me hacía mucha ilusión por esa época, pero no cumplía los requisitos, por eso lo recuerdo) y sólo experimenté un aumento ridículo de peso cuando acabé los estudios e ingresé en las listas del paro. Tanto tiempo en casa, sin horarios rígidos, suprimiendo los 7 kilómetros que caminaba cada día, comiendo a las horas que me apetecía… me hicieron engordar la friolera de ¡tres kilos! Ahí me mantuve otro montón de años, sin esforzarme, incluso fui capaz de pasar un embarazo en el que apenas engordé y volver a mi peso apenas quince días después del nacimiento de mi hijo.

Todo fue bien hasta que llegó el segundo embarazo. Puñetero donde los haya, lleno de contratiempos de salud que me encadenaron a un reposo forzoso. Engordé, claro y esta vez, a los quince días del parto, me seguían sobrando kilos. Y al mes. Y a los seis meses. Y al año… Lo achaqué a una lactancia muy larga, decidí que cuando acabase me pondría seria conmigo misma. Bueno, pues la vida no me dejó seguir con mis planes. Como siempre es ella la que traza el rumbo y nosotros, pobres mortales, lo único que podemos hacer es dejarnos llevar. La enfermedad de mi padre me generó un cuadro de ansiedad que mitigué a base de abrir la puerta del frigorífico. Sin que apenas me diera cuenta, la báscula marcaba cada día más kilos y yo no sentí la más mínima necesidad de poner remedio. Me veía… rellenita. Nunca gorda. Debe ser que mi sentido de la percepción de mi físico está adaptado para no sufrir…

A principios de este año tenía tos. Constante. Cansina. Impertinente. Una tos que no se iba de ninguna manera pero que no parecía asociada a nada grave. Un catarro que se llevó la tranquilidad de dormir de noche y, de paso, algún kilo de esos que tenía de más. No hay mal que por bien no venga, o en este caso, al contrario, ¿no?

Después de la tos, llegaron los disgustos. Virus que se colaron en mi sistema, contaminando mi tranquila existencia. Volví a ser víctima del estrés pero, esta vez, al revés que la otra, dejé de comer. Mi estrés me empezó a consumir. Tan rápido que acudí al médico asustada. Después de varias pruebas la conclusión es que no me pasa nada. Necesito tranquilidad, que lo que me altera se aparte de mi vida. Eso intento y a veces parece que tengo éxito. Otras la verdad es que no mucho… El caso es que he vuelto a comer, pero mi peso se ha estabilizado muy por debajo de donde estaba a principios de año.

Hoy, al comprarme ropa, he sufrido un auténtico impacto. Acostumbrada a la talla 42, a veces la 44, ver como unos pantalones de la 40 me los podía quitar sin desabrochar el botón ha sido extraño pero para nada tan raro como llegar a la caja, finalmente, con unos pantalones de la talla 36 y un vestido XS. Me he mirado al espejo del probador y si no fuera porque este cuerpo se parece mucho al que recuerdo de otro tiempo pasado, hubiera jurado que enfrente tenía a una extraña. Lo único que no me gusta de lo que veo es que las ojeras se han convertido en las protagonistas de mi rostro.

Tendré que dejar de mirarme a los ojos.


16 comentarios:

  1. No se si darte la enhorabuena o preocuparme. Creo que te pediré que te cuides e intentes comer, no digo que te des atracones pero si deberías llevar una dieta equilibrada.
    Hay momentos en nuestra vida en los que pasamos por momentos que nos estresan y de los cuales estamos muy lejos de poder solucionar, eso nos ocasiona momentos de ansiedad y desencadena en trastornos físicos.
    Hay que intentar estar bien, y aunque tengas mucha hambre o ninguna, hay que seguir vida normal.
    El no mirarte a los ojos sería sería ocultarte a ti misma el problema.
    Relájate, cálmate y sobre todo, cuídate.
    Besitos.

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  2. No, a los ojos siempre tienes que mirarte. Otra cosa es obsesionarte, pero mirarte siempre tienes que mirarte. Y cuidarte, y relajarte. Y disfrutar de la vida, de tu familia, de tus amigos, con calma y con tranquilidad.
    Besotes y cuídate mucho guapa!

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  3. Sí como, Inés, no te preocupes. Lo que pasa es que como he estado una temporada comiendo menos, creo que mi sistema digestivo se ha ido adaptando y ahora necesita menos cantidad. No he eliminado alimentos de ningún grupo esencial, salvo el pan, pero más que porque no me guste o no lo quiera tomar, porque no me sienta muy bien.

    Ahora que es verano, trataré de comerme algún helado, aunque no soy muy amiga de ellos. A veces, después del verano, hago recuento de los que me he tomado y no llegan a diez.

    Lo de no mirarme a los ojos lo decía por las bolsas que tengo. Están ahí desde que nací, son genéticas, pero al adelgazar se han hecho más evidentes y no me gustan nada.

    Lo de relajarme... ¡lo intento! Hoy, por ejemplo, no voy a ver el partido para no ponerme nerviosa a lo tonto.

    Besos

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  4. Margari, hemos publicado los comentarios a la vez. Tengo que buscarme ejercicios de relajación, o actividades que no estresen. Volver a leer con calma, sin interrupciones, es uno de los mejores ejercicios.

    Besos

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  5. Cuídate mucho, chica. Que una mujer que ha pasado por dos embarazos se meta en una talla 36 no es muy normal, pero tampoco te obsesiones eso sí que no conduce a nada. Yo también he perdido peso en los últimos tiempos, la ansiedad me cierra el estómago y cuando como lo hago obligada. En fin, que como te dice Margari intentes disfrutar de la vida y de los tuyos en la medida de lo posible.

    Un beso shakiano!!

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  6. Shaka, yo estoy más sorprendida que nadie, por eso fui al médico, bastante asustada por si me pasaba algo.

    Ahora estoy saliendo también más de casa (ayer por ejemplo di un paseo por el río de una hora e incluso tropecé con un corzo y casi me muero del susto) y quizá esto esté ayudando a que me mantenga a pesar de que coma.

    Besos.

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  7. No te voy a volver a decir nada porque esto ya lo hemos hablado, espero que este verano te relajes y disfrutes y dejes de lado el estrés. Si los análisis están bien pues no hay que preocuparse y tampoco obsesionarse ni con engonda ni con bajar peso, lo importante es que tú estés bien contigo misma
    un besazo!

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  8. lo más importante lo han dicho ya pero yo lo resumo en cuidarse que lo engloba todo (el estrés, la comida, el sueño). Lo fundamental es que te sientas bien. Besos

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  9. Aunque los analisis esten bien intenta comer un poquito más y no perder más peso. Has perdido demasiado en lo que va de año, y ahora lo que tienes que perder son esos nervios y esa ansiedad. Venga, guapa, a relajarse y a disfrutar del veranito. Lo importante es que tu estes bien y a gusto contigo misma, las ojeras son lo de menos.
    Besos

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  10. El estrés es muy puñetero, intenta relajarte, pero no por tu peso, sino por ti misma. ¿Te recomiendo algo? Boxeo, no sabes cómo desestresa. Y por cierto, yo también quiero ser donante de sangre y no puedo, dicen que con mi estatura pequeñita debería pesar 54 kg! Biquiños!

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  11. Buff el estrés e slo peor para el peso...o adelgazas o engordas...
    Yo el año pasado pesaba 75 kilos y en 2 meses acabé en 51 xDDD y después de mil pruebas me encontré con que estaba sana y que era estrés.
    Un beso y a relajarse!

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  12. Yo te vi muy guapa en la feria del Libro. Ahora lo importante es quitarte ese estrés y que disfrutes de la vida sin ojeras.

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  13. Hay métodos de relajación que van fenomenales para cuando sacamos las cosas de quicio sin necesidad. Son fáciles de seguir y no tienen efectos secundarios, bueno, sí los tienen, pero todos positivos. Un besito y fuera obsesiones de tus espejos.

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  14. Hola!! hacia dias que no me pasaba!! La verdad es que el estres y los nervios son inquilinos que se meten en la barriga y te aprietan la boca del estomago hasta q casi no te dejan ni comer... me alegro que los analisis hayan salido bien y que tu te encuentres estupendamente!
    Yo estoy intentando perder los 12 kilos que me sobran... pero oye... no hay manera... me han cogido cariño... jejeje
    Besotes

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  15. Hola Mayte acabo de descubrir tu blog por una entrada que dejaste hace tiempo en el mío y no te había relacionado con las novelas que has escrito en principio.

    A mí me pasó igual que a tí no fue hasta que me quedé embarazada hasta que superé los cincuenta kilos.

    Hay que cuidarse e intentar comer bien.

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  16. Mayte, cuídate. Cuentas tus desgracias de manera interesante, pero se nota que estás muy triste.
    Entiendo que aparques el blog, un respiro siempre es bueno.
    Besos,
    Anais

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