viernes, 21 de diciembre de 2012

UN LIBRO DETRÁS DE OTRO



Cuando lees un libro, las sensaciones que te produce no son solo las que vienen implícitas en él, sino que dependen en gran medida de tu momento vital.

Eso lo he dicho muchas veces.

Me puse a repasar reseñas, un poco por saber cuántos libros he leído en los últimos tiempos (son bastantes más de los que veis; hay algunos que no están reseñados porque no me gustaron). En mi repaso, al releer una de ellas, me di cuenta de una cosa de la que no había sido consciente hasta entonces: la impresión de un libro depende, en gran medida, de la sensación que te produjo el libro que leíste inmediatamente antes.
Nunca jamás seremos objetivos cuando expresemos una opinión. Nunca. Ni en los libros, ni en nada en la vida. Pero es de libros básicamente de lo que trata este blog, así que hablaré de una experiencia lectora. Hubo un libro que me gustó mucho, me pareció muy bueno, bien contado, bien argumentado… le perdoné incluso algunos fallos que eran obvios porque hasta entonces hablaba mi parte emotiva más que la racional.

En mi opinión había entusiasmo.

Bueno, pues tiempo después mi impresión sobre ese libro cambió ligeramente. ¿Por qué? Las palabras están dispuestas en el mismo orden, ¿no? ¿Qué ha pasado entonces? Investigando, descubrí la respuesta: el libro que había leído justo antes. En mi caso, los libros.

Eran malos de solemnidad.

No sé si es la expresión más correcta, pero es que eran libros muy, muy malos. De hecho me negué a poner el título de uno de ellos, del que hablé en abstracto en una entrada porque eran demasiadas las cosas negativas que se me ocurrían y muy pocas las positivas. No tengo ningún interés en cargar contra nadie aunque tenga argumentos, por más que vea por ahí críticas que no los tienen y se lanzan con la alegría que repartes una mano de cartas en una partida de piscina. Para decir por qué no te gusta algo tienes que poseer una elegancia que no abunda, salvo en algunos blogs que por eso tienen las visitas que tienen. En los muros de FB, por ejemplo, se carece de ella de manera alarmante. Pero no sólo se carece de elegancia para las malas críticas, sino también hasta para hacer una buena. Como mucho encuentro peloteo puro y duro, muchas veces por parte de lectores bienintencionados y otros que no sé qué intenciones tendrán considerando sus cambios de opinión sobre los mismos libros dependiendo del lugar donde las viertan (no es lo mismo la visibilidad de FB que el "anonimato" de un comentario en Amazon, pero ese es otro asunto).

Retomemos el tema. ¿Qué me pasó al leer este libro? Pues que la comparación involuntaria hizo que en mi mente el libro obtuviera una puntuación más alta de lo normal.

Repasando mis estanterías he visto varios libros, casi todos best sellers, que tienen un marcapáginas dentro. No están terminados. En algún momento me atasqué y no acostumbro a perder el tiempo con libros que no me llenan.

Abandoné.

No sé qué habría leído antes de ellos, nunca hasta ahora se me ocurrió pensar en esto, pero sospecho que llegaron en un pésimo momento.

Justo detrás de algún libro que me encantó.
¿Solución? Volveré a ellos después de tropezar con un libro horroroso, a ver qué pasa.

6 comentarios:

  1. Soy Kary K, he llegado a tu blog a través del enlace que pusiste en twitter, me encanta.
    Sobre esta entrada decir que, aunque nunca me había parado a pensar sobre el tema, al leerte inmediatamente conecté con lo que decías y me sentí identificada volviendo atrás y analizando mis últimas lecturas.
    Un saludo desde Asturias.

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  2. Leyendo lo que nos cuentas, me haces pensar en que cada libro, cada historia, requiere de un momento determinado. Y también al revés, dependiendo de nuestro estado de ánimo, de ese momento (además de la lectura anterior, como bien apuntas), nos llegará más o menos. Una cosa me ha quedado clara con la edad: ya no pierdo el tiempo en intentar terminarme libros que no me gustan. Antes lo hacía, por darles la oportunidad, ahora sé más que nunca que mi tiempo de lectura es muy limitado y necesito ser selectiva.

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  3. Bienvenida, Kary.

    No me había parado a pensarlo pero creo que me ha pasado siempre. Igual que al contrario: cuando un libro me gusta muchísimo, después tardo también bastante en encontrar otro que me llene de la misma manera.

    Besos para Asturias.

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  4. Mónica, yo también, lo he puesto en la entrada. A veces me regaño a mí misma e intento seguir, pero cuando no puedo, no puedo. Y como dices, el tiempo de lectura es tan limitado que no merece la pena perderlo en novelas que no aportan nada.

    Besos

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  5. Lo cierto es que nunca me lo había planteado, pero creo que tienes razón. La impresión que nos causa el libro depende mucho del sabor de boca que nos han dejado los anteriores, y sobre todo, coincido en que ninguna opinión es totalmente objetiva, sino que transmite los sentimientos que a cada lector le provocó la lectura de esa novela en mayor o menor medida :)

    Un beso shakiano!!

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  6. Hola, yo llegué a esta entrada gracias a un comentario de referencia que hace Kyra en su blog.

    Sí, yo ya lo había pensado y es por eso que yo no hago la reseña del libro inmediatamente después de leerlo aunque muchos crean que eso es lo "correcto"

    Yo me leo los libros dos veces siempre por eso a veces demoro con otras lecturas. Dejo que se "enfríe" la emoción o desilusión que tengo con el libro y lo vuelvo a leer en otro momento, si la reacción que tengo de él es igual que al principio eso es lo que comento. Si, en cambio, noté algo que antes no y cambia mi percepción también lo comento.

    Sé que aún así no seré de todo objetiva pero al menos el libro tuvo una segunda oportunidad de mi parte.

    Saludos!!

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