Hoy casi me da algo cuando he visto la factura de la luz. Me han cobrado casi 76 euros y se han quedado tan panchos. Cuando se pagaba cada dos meses jamás alcancé esa cifra de consumo, pero es que en la última factura, abultada ya, no había llegado a los cincuenta. La luz ha subido pero, nos vendieron que en la factura final serían dos o tres euros. En la mía, en una casa normalita en la que más de medio día sólo está encendido el frigorífico (desenchufo hasta la cafetera aunque no esté dado el botón), la subida ha sido de 16 euracos!!!!
Me han dicho que uno de estos días la gente va a quedar para apagar la luz durante cinco minutos, a ver si a ellos las pérdidas les hacen tanta gracia como me ha hecho a mí ver la factura. No sé cuándo es, pero me pienso apuntar. En un recuadrito pequeño pone que mi consumo ha sido de 29,55 euros. Claro, sin incluir los impuestos. ¡Cómo se pasan!
MAYTE ESTEBAN. Escritora. Abrí paso en España al mundo de la autoedición. Hoy publico con HarperCollins.
jueves, 20 de enero de 2011
sábado, 15 de enero de 2011
PAN
500 gramos de harina
25 gramos de levadura de panadero
250 cl de agua
sal
Me he puesto manos a la obra y, a lo tonto a lo tonto, me ha salido un pan. Os cuento el proceso. He puesto la harina en una ensaladera, he añadido la sal, la he mezclado y, a continuación, he puesto el agua con la levadura disuelta. El agua estaba tibia.
He mezclado los ingredientes y cuando llevaba unos diez minutos amasando he puesto la bola resultante en la misma ensaladera, la he tapado y me he ido al parque. Esto ha sido clave. No ha habido presión y la levadura ha hecho perfectamente su trabajo.
Cuando he vuelto a la hora y pico, he encendido el horno. He vuelto a amasar la bola (que era enorme) y la he dejado encima de un papel de hornear. Al rato, cuando ha vuelto a subir (esta vez ha sido clave que me haya ido a limpiar el baño), la he metido dentro, a unos 200 grados unos 40 minutos. Antes me he entretenido en hacerle unos cortecitos para que quedase más mono.
El resultado, ahí lo veis. Un pan que estaba delicioso. Ha durado un suspiro en la cena que teníamos en casa. Así soy yo. Salto al vacío sin red. Podía haber sido un desastre absoluto pero ¡no había comprado otro pan!
25 gramos de levadura de panadero
250 cl de agua
sal
Me he puesto manos a la obra y, a lo tonto a lo tonto, me ha salido un pan. Os cuento el proceso. He puesto la harina en una ensaladera, he añadido la sal, la he mezclado y, a continuación, he puesto el agua con la levadura disuelta. El agua estaba tibia.
He mezclado los ingredientes y cuando llevaba unos diez minutos amasando he puesto la bola resultante en la misma ensaladera, la he tapado y me he ido al parque. Esto ha sido clave. No ha habido presión y la levadura ha hecho perfectamente su trabajo.
Cuando he vuelto a la hora y pico, he encendido el horno. He vuelto a amasar la bola (que era enorme) y la he dejado encima de un papel de hornear. Al rato, cuando ha vuelto a subir (esta vez ha sido clave que me haya ido a limpiar el baño), la he metido dentro, a unos 200 grados unos 40 minutos. Antes me he entretenido en hacerle unos cortecitos para que quedase más mono.
El resultado, ahí lo veis. Un pan que estaba delicioso. Ha durado un suspiro en la cena que teníamos en casa. Así soy yo. Salto al vacío sin red. Podía haber sido un desastre absoluto pero ¡no había comprado otro pan!
viernes, 14 de enero de 2011
LA METAMORFOSIS. FRANK KAFKA.
Esta semana he leído un clásico. Siempre esquivo a los autores con K, por alguna fobia extraña digna de un análisis de Freud pero, como en otra entrada mencioné a Kafka, me he decidido a leerlo. Empecé en inglés pero me acordé que tenía una edición en castellano y no he tardado ni dos horas. Y me ha gustado.
Supongo que habla del miedo. Gregor Samsa despierta una mañana convertido en un gusano y su familia lo encierra, para que no lo vean y para no verlo. Después del desconcierto llegan la compasión que se transforma en odio por la carga que supone para la familia. Y al final, el alivio al deshacerse del monstruo.
Pensaba todo el rato en él como en un enfermo, no como en un gusano, alguien a quien se le ha negado la capacidad de comunicarse aunque él sea capaz de entenderlo todo. Notaba la angustia. La suya y la del entorno. La peor cárcel es siempre uno mismo.
Supongo que habla del miedo. Gregor Samsa despierta una mañana convertido en un gusano y su familia lo encierra, para que no lo vean y para no verlo. Después del desconcierto llegan la compasión que se transforma en odio por la carga que supone para la familia. Y al final, el alivio al deshacerse del monstruo.
Pensaba todo el rato en él como en un enfermo, no como en un gusano, alguien a quien se le ha negado la capacidad de comunicarse aunque él sea capaz de entenderlo todo. Notaba la angustia. La suya y la del entorno. La peor cárcel es siempre uno mismo.
sábado, 8 de enero de 2011
UN E-BOOK EN MI VIDA
Desde que me encontré por primera vez con la noticia de la existencia de libros electrónicos he querido tener uno. El día de Reyes me lo encontré al lado de mis zapatos, justo entre una moto teledirigida y la guardería de los barriguitas. No me pilló por sorpresa, los Reyes Magos hace tiempo que perdieron su chispa en mi vida, pero reconozco que ha sido el regalo que más ilusión me ha hecho desde hace años. Siempre es mejor un e-book que un llavero...
En mis planes está que me acompañe en las interminables tardes de parque, en las que mi única misión es que ningún niño de los que cuido (míos o ajenos) se rompa la crisma con los columpios. Sin embargo, hoy mismo me he encontrado con el ¿decimo? escollo: ¡se calienta a lo bruto! En enero no es mucho problema pero puede que me de algo en pleno mes de agosto, en la calle desde las cinco de la tarde, me acuerde del que lo diseñó y hasta si me apuras de su abuela paterna.
¿He dicho décimo problema? También encuentro que en el mío no se puede ampliar la letra (o es que soy idiota y no soy capaz de hacerlo) y otro montón de pequeñas mejoras para que sirva para algo más que para añadir otro peso a mi bolso. Démosle tiempo y vayámonos quejando de lo que no nos convence. Hace poco leí que el 90% de los científicos que han existido en toda la historia de la humanidad están vivos, así que algo podrán hacer...
En mis planes está que me acompañe en las interminables tardes de parque, en las que mi única misión es que ningún niño de los que cuido (míos o ajenos) se rompa la crisma con los columpios. Sin embargo, hoy mismo me he encontrado con el ¿decimo? escollo: ¡se calienta a lo bruto! En enero no es mucho problema pero puede que me de algo en pleno mes de agosto, en la calle desde las cinco de la tarde, me acuerde del que lo diseñó y hasta si me apuras de su abuela paterna.
¿He dicho décimo problema? También encuentro que en el mío no se puede ampliar la letra (o es que soy idiota y no soy capaz de hacerlo) y otro montón de pequeñas mejoras para que sirva para algo más que para añadir otro peso a mi bolso. Démosle tiempo y vayámonos quejando de lo que no nos convence. Hace poco leí que el 90% de los científicos que han existido en toda la historia de la humanidad están vivos, así que algo podrán hacer...
sábado, 1 de enero de 2011
SU CHICO DE ALQUILER
El otro día uno de mis alumnos me preguntó de qué iba el libro que había visto con mi nombre en el kiosco. Y me quedé sin palabras, porque, desde luego, uno no es el mejor para definir a uno de sus hijos. Siempre tendemos a ser benevolentes con sus defectos y ensalzamos sus virtudes por encima de lo razonable. Le dije, simplemente, que lo leyera. Es mi consejo básico. Leer para crearte tu propia opinión, que no seas un mero repetidor de lo que otros han pensado.
No me ha hecho caso, de momento. Demasiada Navidad. Por eo voy a ser infiel a mí misma (me lo perdono) y voy a intentar hacer un resumen.
Su chico de alquiler es un pequeño relato sobre inseguridad. No sólo por el contenido: Paula, la protagonista, tiene que acudir a la boda de su padre y éste le pide que lleve a sus hermanas pequeñas a comprarse ropa para el evento. Como no quiere, (a ver a qué adolescente le hace gracia cargar con dos pequeñas de cinco y siete años y luchar con ellas en un probador), se inventa que ha quedado con un chico. El padre, ni corto ni perezoso, le dice que lleve a la boda. Y Paula, en lugar de decirle que no, acepta. Como no existe nadie en realidad acaba alquilando a alguien muy peculiar. En el transcurso del relato todo se va enredando y al final te encuentras una historia divertida, con la que pasar un buen rato.
Lo mejor que tiene, desde el punto de vista didáctico (aquí se nota que doy clases) es que elegí el presente para contar la historia, y el hecho de que los adolescentes aquí retratados sean como los de verdad, caóticos, locos, impredecibles, divertidos... y lo malo es que también son un poco de otro tiempo. Quizá es que yo fui adolescente hace mucho y mi mundo era un poco menos complicado que el de ahora. O que me gustaban más los Hombres G que Kafka.
visita mi libro en lulu.com
No me ha hecho caso, de momento. Demasiada Navidad. Por eo voy a ser infiel a mí misma (me lo perdono) y voy a intentar hacer un resumen.
Su chico de alquiler es un pequeño relato sobre inseguridad. No sólo por el contenido: Paula, la protagonista, tiene que acudir a la boda de su padre y éste le pide que lleve a sus hermanas pequeñas a comprarse ropa para el evento. Como no quiere, (a ver a qué adolescente le hace gracia cargar con dos pequeñas de cinco y siete años y luchar con ellas en un probador), se inventa que ha quedado con un chico. El padre, ni corto ni perezoso, le dice que lleve a la boda. Y Paula, en lugar de decirle que no, acepta. Como no existe nadie en realidad acaba alquilando a alguien muy peculiar. En el transcurso del relato todo se va enredando y al final te encuentras una historia divertida, con la que pasar un buen rato.
Lo mejor que tiene, desde el punto de vista didáctico (aquí se nota que doy clases) es que elegí el presente para contar la historia, y el hecho de que los adolescentes aquí retratados sean como los de verdad, caóticos, locos, impredecibles, divertidos... y lo malo es que también son un poco de otro tiempo. Quizá es que yo fui adolescente hace mucho y mi mundo era un poco menos complicado que el de ahora. O que me gustaban más los Hombres G que Kafka.
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