jueves, 6 de agosto de 2015

MUERTE SIN RESURRECCIÓN DE ROBERTO MARTÍNEZ GUZMÁN



Sinopsis:

 Una serie de asesinatos amenazan la tranquila ciudad de Ourense, sin aparentemente relación alguna entre ellos. Pero una señal de identidad de la asesina deja claro que se trata de la misma persona, Emma, una mujer sumamente inteligente con un plan elaborado y un motivo que la lleva a actuar de esa forma. Eva Santiago, inspectora de policía, es la encargada del caso. Así comienza una carrera contrarreloj para evitar más muertes. 

Antes de empezar:

Esta reseña, la revisaré antes de publicarla, pero su base lleva escrita más de un año. La redacté cuando leí la novela, para publicarla cuando considerase oportuno, pero se quedó en una intención que se frustró cuando mi anterior ordenador falleció el verano pasado, asesinado por una dueña que no lo apagaba jamás. Al revisar los archivos que rescataron de él la vi, pero, aunque he pensado muchas veces publicarla, al final siempre pasaba algo que hacía que decidiera posponerlo. Hoy ha llegado el día.

Mis impresiones:

No sé que esperaba encontrar cuando abrí Muerte sin resurrección. A finales de 2012, si no recuerdo mal, recibí un email del autor invitándome a participar en la lectura conjunta de la novela, pero rechacé el ofrecimiento. Había participado en algunas y la experiencia no me gustó, porque soy de las que abandonan libros o no hablan aquellos que no me convencen. Una lectura conjunta honesta me obligaría a decir si el libro me había llegado o no, buscar sus puntos fuertes y sus debilidades y, la verdad no me apetecía nada escribir sobre un libro que no me gustase. Y podía ocurrir.

Me olvidé del tema.

Meses después de esto el autor me escribió para preguntarme si había leído el libro y me faltó muy poco para mandarle a paseo. Me sorprendió tanto que consiguió... que lo descartase de mis siguientes lecturas. Si tenía alguna posibilidad de que lo leyera se la había cargado con su impaciencia.

No fue la última vez que me preguntó, aunque en medio hubo otras conversaciones, pero yo seguía en mis trece: si seguía preguntando yo seguiría sin abrir el libro, del que, por otro lado y como ya he dicho, no sabía nada. No me había enterado de que se había publicado por capítulos primero en Facebook y que esa era la razón por la que eran cortos, para poder ser leídos del tirón sin que decayera el interés. No tenía ni idea de que se habían vendido miles de ejemplares de la novela en Amazon, siendo uno de los libros autoeditados con mejores resultados en cuestión de ventas. Tampoco tenía constancia de que el autor tuviera cientos de miles de seguidores en las redes.

Yo, a mi aire.

¿Por qué la leí entonces? Porque dejó de preguntar.

Así de sencillo, así de tonto, así de normal. La leí porque un día la abrí y me apeteció. Sin imposiciones ni peticiones. Yo sola. Como leo todos los libros, decidiendo por mí misma. Como hago, en realidad, todo en la vida: cuando estoy convencida.

Me encontré con una historia que arrancaba fuerte: una mujer está confesándose en la iglesia de Santa María, en Vigo. Es Domingo de Ramos y el sacerdote le explica que no puede darle la absolución, de momento. Ella consigue que le prometa que estará una semana después en un lugar que ellos han pactado, pero que el lector desconoce. En el primer capítulo de ella solo sabremos que se llama Emma.

El misterio ya está servido, ya te ha enganchado y no queda más remedio que continuar leyendo.

¿Qué tiene de particular esta novela? Lo primero, que desde el principio sabemos quién es la asesina. Sabemos que ha trazado un plan y que está dispuesta a llevarlo a cabo, y durante la novela iremos viendo cómo, uno por día de esa trágica semana, ejecuta a cada una de sus víctimas. Visto así podría pensarse que la lectura no tiene mucho sentido. Si sabemos qué va a pasar, ¿por qué seguimos leyendo? Precisamente por eso, porque desconocemos, hasta el final, el porqué. Esa única pregunta es la que mantiene la intriga del lector y le arrastra por las páginas de la novela. Y la palabra arrastrar no es casual porque es un libro que se hace corto. Además de que es complicado dejar de leer, dada esa estructura en episodios cortos, la forma de escribir, sin artificio alguno, casi periodística, empuja al lector a seguir un poco más. Y así, poco a poco, van pasando los días de esa terrorífica semana en Ourense.

Ah, que eso no lo he dicho.

Otra de las características de esta novela es que transcurre en Ourense, un escenario poco habitual en las novelas (no me suena haber leído otra que suceda allí)* y que el autor decide quizá porque se trata de su ciudad y puede que quisiera hacerle un homenaje. O que la conoce muy bien, que también podría ser la razón, eso habría que preguntárselo a él.

Las palabras que me venían a la cabeza mientras leía este libro eran dos: rencor y venganza. Son las dos sensaciones que laten con fuerza en las motivaciones de Emma, y están muy bien plasmadas.

En el otro lado de la balanza, si decidimos que Emma encarna al mal de esta novela (que eso después lo hablamos), estaría la inspectora Eva Santiago, que es la encargada de investigar los crímenes. Es una mujer inteligente, pero, durante la fatídica Semana Santa en la que transcurre la historia, va siempre un paso por detrás de la asesina. No he sentido mucha empatía con este personaje, me ha parecido muy normal, pero también bastante fría. No sé qué esperaba, la verdad, quizá un poco más de sangre en las venas, algo de pasión en su vida, un poco de... sal. Es inteligente, resolutiva, analítica y hace bien su trabajo, pero lo tocante a su vida y la relación con su marido me ha parecido un poco floja. Quizá queriendo centrar todo en la investigación, el autor ha dejado de lado otras facetas que podrían haber enriquecido el personaje.

Una de las cosas interesantes de la investigación es que la autora de las muertes, Emma, quiere que la policía no tenga ninguna duda de que los asesinatos los está cometiendo la misma persona. Para ello deja su firma, una pelota de golf.

Al final de la historia, por sorprendente que parezca, no he sentido rechazo por la asesina. Averiguar su por qué, aunque no esté para nada de acuerdo con su manera de proceder, la vuelve más humana y más cercana, incluso aparece un punto de comprensión en el lector bastante inesperado.

Si tú eres todavía uno de los que no han leído esta novela, ya sabes, en Amazon.

*He leído después Café y cigarrillos para un funeral, del mismo autor, ambientada en la misma ciudad, pero no lo había hecho cuando redacté esta reseña.

El autor anuncia para antes de que acabe 2015 que estará disponible otra novela que tiene como protagonista a la inspectora Santiago, Siete libros para Eva. La leeré cuando sea.




martes, 4 de agosto de 2015

CUANDO NO ESCRIBO



No sé si es el calor, estas olas que nos arrasan unas tras otras, sin darnos más allá de veinticuatro horas de tregua.

No tengo ni idea de si se trata del cansancio acumulado por un año donde los problemas han venido como esas olas de calor, casi sin dejarte que te recuperases de uno para embarcarte en otro.

No sé si es porque el cuerpo a veces dice basta, descansa, aunque tu cabeza se empeñe en que no, en que tú eres perfectamente capaz de enfrentar lo que te echen.

Se me acumulan las dudas que suenan a excusa.

Apenas soy capaz de avanzar en lo escrito. Abro el archivo, reviso los últimos párrafos, como he hecho siempre, y cuando trato de seguir, a las dos líneas encuentro un escollo que se me antoja insalvable.

Y desisto.

Intento evadirme leyendo y al rato vuelvo, segura de que esta vez lograré subir esa cuesta arriba imaginaria que se me ha plantado delante. No puedo. Otra vez me bloqueo, otra vez me exijo palabras que se niegan a buscar la manera de salir de dentro y me enfado conmigo por haberme vuelto tan torpe.

"Para que una novela sea buena, antes de escribirla tiene que parecer algo imposible de escribir".

La frase de Virginia Woolf rebota en mi cabeza. ¿Acaso es que esa historia que me he propuesto es imposible? ¿Sé, de manera consciente, que si no me exijo a mí misma mucho, ni siquiera a mí me parecerá digna de ser leída? ¿He perdido la motivación? ¿No hay ganas? ¿Es miedo? ¿Me he quedado sin los revulsivos que tenía para cuando aparecía el temido vacío?

Las dudas aletean en mi mente y no me dejan tranquila. Mientras sofoco la lucha interna, las palabras se esconden en algún rincón inaccesible y me esquivan.

Sé que no es la primera vez, sé que ha habido otros momentos en los que fui incapaz de enfrentarme a una historia, pero siento que esta pesa mucho más que las anteriores. Dentro de mí se está formando un vacío, ese que rellenaban los personajes y sus historias, al que no logro buscar sustituto.

Es absurdo, lo sé, pero cuando no escribo, aunque viva rodeada de gente, me siento muy sola.

viernes, 31 de julio de 2015

HERIDO DIARIO DE DAVID MARTÍNEZ ÁLVAREZ (RAYDEN)




Sinopsis:

Los libros lo saben todo de quien los escribe, leerlos es igual que leerle la mano a su autor. Este, sin ir más lejos, sabe que Rayden es tan hábil con las palabras como un lanzador de cuchillos y que en su opinión la poesía consiste en que por ella no pase de largo lo que pasa en la calle; también nos recuerda que la ironía es la aristocracia del humor y que no hay destino comparable al de encontrar quien nos diga: "¡Qué triste es ser feliz/si no es contigo!" Sus versos buscan pelea y han elegido un bando: el tuyo. Puedes fiarte de ellos.

Benjamín Prado.

Nuestras impresiones:

¿He usado el plural? Sí, consciente de ello, de que esta reseña no va a estar hecha a dos manos, como siempre, sino a cuatro: las mías y las de Alex, mi hijo mayor. ¿Por qué? Pues porque el libro es suyo y ha sido su insistencia en que lo leyera la que me ha conducido a estas páginas. Y, ya que estábamos, le pregunté si quería escribir unas palabras para el libro y enseguida se animó.

Contaré cómo llegó el libro a casa.

El día 23 de abril es festivo en Castilla y León, así que, como no había mucho que hacer y Madrid está muy cerca, decidimos pasar la tarde allí, en familia. Aterrizamos en el centro y fue inevitable la visita a las librerías. Es algo que nos gusta a todos y, además, el ambiente era estupendo. Algunos autores presentaban sus libros en la calle, en la puerta de la librería de El Corte Inglés que está en Sol, había tenderetes en todas partes y mil ofertas tentadoras. En la puerta de La Casa del Libro, Alex me pidió que le comprase Herido Diario.

Me quedé mirando lo finito que es. Lo abrí y, para mi desconcierto, era poesía. ¿Qué le había pasado a mi hijo? ¿Se había dado un golpe en la cabeza o era que le día era soleado y le estaba afectando mucho? Alex tiene 15 años y no da el perfil de alguien interesado por la poesía (por novelas negras sí, pero esto no entraba en mi cabeza). Mira que siempre soy complaciente con los libros que me pide, o débil, pero el caso es que me pareció tan raro que le dije que dejase el libro y pensase en otro. Es igualito que su madre: no quería otro y volvió a casa con las manos vacías.

En junio, en una de mis visitas a la Feria del Libro, Alex, que no pudo acompañarme, volvió a hacerme la misma petición. El mismo libro. Habían pasado un par de meses y él seguía insistiendo, así que esta vez claudiqué. Se suponía que el autor estaba ese día firmando, pero yo no fui capaz de encontrarlo. En cambio, el libro, no me costó nada. Recuerdo de ese día que, charlando con Víctor del Árbol, me preguntó qué libros me había comprado en la Feria y le comenté que, de momento, para mí no había nada, que había comprado para mis hijos (y algún regalo también). Al decirle que Alex había pedido uno de poesía se sorprendió tanto como lo hiciera yo.

Si ya digo yo que no es lo más frecuente.

Al día siguiente de dárselo ya lo había leído. Lo ha releído varias veces más. Hay quien dice que este no puede considerarse un libro de poesía, que es muy adolescente, pero para mí ese es precisamente su valor, el estar escrito tan sencillo que logra empatizar con un momento tan complicado de la vida. Y lo que ya hace que se gane todos mis respetos y admiración: haber logrado que se interesen por la poesía. Después de esto, Alex ha ido descubriendo a Quevedo. ¿No es esto ya, en sí mismo, un maravilloso aporte del libro?

Estoy un poquito harta de la gente que menosprecia la literatura juvenil.

La reseña la ha preparado él.

David Martínez Álvarez (Rayden), divide este libro de 122 páginas en cuatro partes que se corresponden con las cuatro estaciones, empezando por el Otoño. Cada estación arranca con un microrrelato que agrupa los temas de los poemas que vienen después. Para mí, el mejor de los relatos es Nunca y Siempre, sobre todo la frase final:

"Y es que... si siempre te dices nunca, nunca será siempre".

Me gusta también la introducción del libro:

"Esta es la historia de alguien como tú, como yo. La historia de quien conoce incendios en el pecho izquierdo y sabe que la saliva, a veces, parece gasolina capaz de saltar todo por los aires; que ha sentido los arañazos contra las costillas de su corazón dolido y pide tregua. Alguien que prefirió sentir en la piel aunque eso conllevase condenarse a las cicatrices, que buscaba las directrices para poder entender la vida. Alguien que se negó a dejarse amordazar cada vez que le lloraban los ojos al ver algunas injusticias en la calle, alguien que buscaba un verso que pudiera llevar el nombre de poesía". Loreto Sesma.

El autor, conocido en el mundo de la música como Rayden es un cantante de rap de Alcalá de Henares. Es alguien muy hábil con las palabras y no solo escribiendo canciones de rap o poemas, también ganó en 2006 la final internacional de la Red Bull Batalla de Gallos.

(Inciso mío: Hijo, ¿qué es eso de Batallas de Gallos? ¡Mamá! ¡Rap improvisado! Vale, vale...)

Con esto quiero decir que creo que es una de esas personas que nacen con un don especial para hacer algo difícil y que parezca sencillo.

Al tachar su nombre artístico de la portada del libro creo que pretende dos cosas. La primera, que sus fans sepan que es suyo, porque estoy seguro de que muchos no sabían ni que se llama David, y lo segundo, distanciarlo un poco de su carrera de músico, porque creo que este libro es bastante personal.

Leyendo por poemas sorprende mucho cómo utiliza el humor y las figuras literarias. Encontramos, por ejemplo, muchas antítesis en Lucha de contrarios y muchas metáforas muy ingeniosas, con las que a mí me recuerda a Quevedo.

Algunos de los poemas que me han gustado han sido La vendedora de cerillas, La pelota de papel albal o Leyes del silencio:

"El silencio
es el único lenguaje universal:
un lenguaje que todos hablamos de oídas,
porque no hay verso
que le haga justicia
porque no hay lengua
que lo describa"

Acaba el libro con un poema que se titula "Carta a mi yo de ayer":

"Que no hay imposibles, solo improbables
para que cobardes 
no se atrevan, presos por el miedo.
No dejes que nadie te diga
que no hagas esto o aquello
que no sirves ni que vales
porque vales más que ellos"


El libro lo tiene hecho una pena para llevar solo un par de meses en casa, señal de que lo ha manoseado y releído. Me arrepiento un poco por no haber confiado en él ese día del libro, cuando me lo pidió por primera vez, por no haber sido consciente de que Alex sabe lo que quiere y no pide las cosas por pedirlas.

Yo he visto el libro con menos entusiasmo que él, pero quizá es por haber superado ya determinadas etapas de la vida y ver las cosas con otra perspectiva. Sin embargo, aún hay frases con las que estoy muy de acuerdo y eso le doy el valor que decía antes, el de haberle despertado el gusto por la poesía. Supongo que no ha sido al único porque, en la edición que tenemos pone que ya llevaba vendidos más de 9.000 ejemplares. Los que nos dedicamos a esto sabemos que eso no es moco de pavo.

(Otro inciso: Por cierto, Alex, ¿te gusta el rap? Es que como siempre estás con los auriculares puestos hace mucho que no escucho tu música. ¡Mamá! Lo de tu memoria es grave ya.)

***

Oh!!!!!!!! Soy tonta!!!!!!!!! Mientras releíamos juntos la reseña, antes de publicarla, Alex me ha contado que el último cumpleaños me envió un audio que me emocionó muchísimo, una canción de Rayden: Mi primera palabra. No me acuerdo de cómo se hace eso de poner un vídeo, pero si sois madres, escuchad esta canción y ya me diréis. A mí se me escaparon unos lagrimones como ciruelas. 

jueves, 30 de julio de 2015

LA LUZ QUE NO PUEDES VER DE ANTHONY DOERR




Sinopsis:


Premio Pulitzer de Ficción 2015

Un corazón puro puede brillar aun en la noche más oscura.
Y en el más terrible de los tiempos.

Marie-Laure vive con su padre en París, cerca del Museo de Historia Natural, donde él trabaja como responsable de sus mil cerraduras. Cuando, siendo muy niña, Marie-Laure se queda ciega, su padre le construye una perfecta miniatura de su barrio para que pueda memorizarla gracias al tacto y encontrar el camino a casa. A sus doce años, los nazis ocupan París y padre e hija tienen que huir a la ciudad amurallada de Saint-Malo. Con ellos se llevan la que podría ser la más preciada y peligrosa joya del museo.

En una ciudad minera de Alemania, el joven huérfano Werner crece junto a su hermana pequeña, cautivado por una rudimentaria radio que ambos encuentran. Werner se convierte en un experto en construir y reparar estos aparatos cruciales para los nuevos tiempos, un talento que no pasa desapercibido a las Juventudes Hitlerianas.

Siguiendo al ejército alemán, Werner deberá atravesar el corazón en guerra de Europa. Hasta que en la última noche antes de la liberación de Saint-Malo los caminos de Werner y Marie-Laure por fin se crucen. Y sus vidas cambien para siempre.


Mis impresiones:

Compré esta novela en Círculo de Lectores. En casa tenemos turnos, a veces toca que sean mis hijos los que piden algo en la revista y otras es a mí a quien corresponde ese privilegio. Después de echar un vistazo me decanté por esta novela, de la que había visto algún comentario positivo en las redes. Me pareció interesante la sinopsis y la encargué.

¡Casi me da algo cuando me la trajeron!

Últimamente me está costando muchísimo leer libros largos y, como no miré en la revista, se me pasó por alto que este tiene más de seiscientas páginas. Ahí me tenías, mirando el libro con pereza, preguntándome si sería capaz ni siquiera de abrirlo con la vaguería que me inunda con este calor veraniego.

Sin embargo, unos malos días personales, la necesidad de escapar un poco a través de la lectura y el haber leído las primeras páginas hizo que se me olvidasen todos los temores. De hecho lo terminé en menos de una semana, y eso que hubo algún día en el que no pude leer apenas. Lo que me atrapó fue la prosa de la que hace gala Anthony Doerr. Sin llegar a ser recargada, está llena de musicalidad, con una cadencia suave por la que te dejas llevar. Además, los dos niños protagonistas enseguida despertaron mi interés y mi empatía.

Marie-Laure, sin vista, es capaz de "ver" más allá que el resto de las personas. Su mundo de oscuridad, ese en el que la tiene sumida la ceguera, como lector se percibe lleno de luz, de colores y de matices. Sabemos cómo pierde la vista y cómo su padre, el responsable de las cerraduras del Museo Natural de París, talla para ella cajas de intrincadas formas, con compartimentos secretos que ella debe descubrir en cada cumpleaños, porque guardan un regalo, que a veces no es más que un chocolate. La sencilla vida entre ese padre solo y su hija ciega, el amor de ambos, el esfuerzo que hace él para que Marie-Laure sepa algún día valerse por sí misma, construyendo maquetas de la ciudad para que se aprenda todos sus recovecos, se ve frustrado cuando estalla la guerra y se ven obligados a salir de París por la Guerra. Acabarán en Saint Malo, en casa de un tío abuelo.




Werner vive en Alemania junto a su hermana, en un orfanato al lado de la mina en la que perdió la vida su padre. Está al cuidado de una francesa bonachona que le habla de los paisajes de su infancia y les cuenta historias en francés, por lo que acaban entendiendo el idioma. Es un niño despierto, apasionado por aprender y por arreglar todo aquello que caiga en sus manos. Un día será una radio que desmontará hasta encontrar la manera de hacerla funcionar. La radio le traerá las palabras de un francés también apasionado por la ciencia, a quien escuchará con devoción con su hermana pequeña. Pronto todo el mundo sabrá de su habilidad arreglando radios y eso le hará acabar formando parte de las Juventudes Hitlerianas. Werner solo quiere aprender, pero ha nacido en un momento poco oportuno, así que lo que le va a tocar vivir está muy lejos de lo que soñaba.

Una cosa que llama la atención, al menos a mí, es que los personajes tardan mucho en encontrarse en la novela y es muy poco el tiempo que coinciden, pero tienen la sensación de que se conocen desde siempre porque hay un vínculo entre ellos muy potente: la radio. Esa misma sensación, Anthony Doerr la ha sabido transmitir al lector.

La novela, narrada en presente, está armada en capítulos cortos que no siguen una secuencia cronológica. A veces da saltos al pasado, en los que vamos conociendo muy bien, no solo a los dos niños protagonistas, sino a la multitud de personajes de la novela, todos ellos muy ricos y llenos de matices. La trama principal, el presente de la novela, coincide con el bombardeo de Saint Malo, que destruye casi por completo la hermosa ciudad amurallada. Werner queda sepultado en el sótano de un hotel y Marie-Laure sola en la casa familiar, que milagrosamente queda intacta. No ha podido salir, no sabe que en las octavillas que han llovido del cielo ponía que debía abandonar la casa porque ella no las puede ver. Ese hilo argumental el autor lo interrumpe con fragmentos del pasado de los niños, lo que les ha ido llevando hasta ahí, y en medio nos cuenta la leyenda de un diamante embrujado que tiene una importancia capital en la historia.

De todo el libro, lo único que no me ha convencido es el final, quizá porque no es tranquilizador. Pensándolo bien, habla de la guerra y esta, en ningún momento, lo es. Pero supongo que no a todo el mundo le tiene que pasar esto, que habrá quienes lo consideren perfecto y no creo que eso reste nada a lo que me ha gustado el libro, que ha sido mucho.

No conocía al autor, pero estaré atenta porque me ha gustado muchísimo cómo escribe.


viernes, 24 de julio de 2015

LA CHICA DE LAS FOTOS TOP EN ITUNES

El otro día me encontraba con la noticia de que mi última novela publicada, La chica de las fotos, había sido la más vendida de la editorial a la que pertece (Harlequin-HarperCollins Ibérica) en dos plataformas digitales, Amazon y Fnac, y la tercera en Casa del Libro. Bueno, pues esta semana puedo decir que también lo es en la tienda de ebooks de iTunes España. Y no solo eso, además es la tercera novela más descargada del top general y la segunda en romántica, justo detrás de la última entrega de Grey.




Cuando presenté la novela al concurso no pensaba, ni por asomo, llegar a la final. Simplemente quería darle una oportunidad a un texto en el que llevaba trabajando desde 2011, y si no salía nada de ahí, que era lo más probable, volverlo a meter al cajón de las historias pendientes. Enterarme que había sido finalista fue una enorme sorpresa que me emocionó, porque además llegó en unos días personales muy complicados. Al hecho de que en dos días había perdido a dos familiares muy queridos esa semana, se sumaba un contratiempo virtual en el que me vi envuelta. Se interpretaron unas palabras mías de manera bastante mezquina y eso supuso una avalancha de insultos que me descolocaron por completo.

Tanto que pensé que no merecía la pena exponerse tanto, estar tan visible en este mundo si la compensación iba a ser de ese tipo.

Sin embargo, tomé aliento y seguí adelante, porque sé que de los tropezones se aprende casi más que de que las cosas vayan rodadas.

Y sin casi.

Ahora, lejos de ese nefasto mes de febrero, sé que este camino está valiendo la pena. La novela sigue ahí después de dos meses, entre las más vendidas de tres plataformas muy importantes. Recibe, de vez en cuando comentarios; no muchos porque no los pido. Dejo que lleguen los que tengan que llegar, y eso supone que no sean todos perfectos, sino que hay de todo como en botica. Personalmente desconfío de las novelas que a todo el mundo le parecen lo más de lo más, porque sé que muchas veces se infla lo bueno para estar visible.

Mañana se cumplen dos meses desde que está disponible para su lectura. Es el tiempo límite que le doy yo a una novela para saber si merece la pena o no. Esta, al menos, lo ha cumplido con creces, igual que hiciera en su día Detrás del cristal.

Coincidiendo con esto le ha llegado su comentario número 14 a Brianda. Llevando a la venta desde diciembre, que solo tenga ese número de comentarios es un claro indicador de varias cosas. La primera, que se lee poco y se vende menos. La segunda, que nunca se ha pedido a nadie que la empuje (ya lo hago yo, como se me va ocurriendo) porque estaría distorsionando la realidad. Y la tercera, para mí la más importante, que todo lo que le ha llegado a esta novela es real. No sé si me creeréis, pero es de la que más orgullosa me siento. Le puse trabajo, esfuerzo y corazón, y aunque solo se la hayan leído unos pocos, a mí me vale. Es lo que quería escribir y es algo que siempre voy a hacer, ser fiel a mí misma.

Tengo que empezar ya a pensar en nuevos proyectos, en acabar esta novela en la que estoy, que os diré que es lo más raro (que no inverosímil) que se me ha ocurrido hasta ahora. Tengo que volver a darle una oportunidad a ATCLV, pero eso con calma, porque creo que aún no nos ha llegado a las dos su momento.

Tengo que avanzar paso a paso. Despacio. Sabiendo dónde pongo los pies porque el suelo, muchos días, es algo más que resbaladizo.