domingo, 6 de marzo de 2016

OTRA NO RESEÑA. Y VAN CUATRO.

Termino la cuarta lectura seguida para la que no habrá reseña y me estoy empezando a preocupar. Ninguno de estos libros ha logrado ni siquiera arañarme. Bueno, si soy sincera, sí, uno de ellos consiguió sacarme de quicio como hacía mucho que no lo hacía una novela, pero eso no es bueno.

La última lectura es una novela romántica que ni fu ni fa. No puedo decir de ella que la historia sea previsible porque las cosas que hacen los personajes me parecen tan idiotas que no puedo considerarlas ni así. No me gusta cómo está escrita: simplona, dando por supuesto que yo sé cosas que no sé. No me atraen los personajes, todo pasa tan rápido y de manera tan poco "realista" que me descolocaba todo el rato. A lo mejor es que nunca he sido multimillonaria y no lo entiendo, que eso puede ser. El meollo de la trama no he sido capaz de creérmelo, así que todo el presunto misterio que esperas que se desvele al final de la lectura ha terminado de derrumbar la estructura de este castillo de naipes sin pies ni cabeza. Ni siquiera había algo con lo que reflexionar ni un poco.

Después de la lectura, como hago siempre, me fui a buscar qué decían de ella.  Y ahí llegó mi problema. Nada malo, un solo comentario que tampoco se explica mucho, que pasa muy de puntillas por los puntos débiles. Todo halagos que no consigo entender, salvo que yo haya perdido el criterio lector en este año 2016.

Ahora estaréis pensando que se trata de una novela digital autoeditada, ¿verdad? Pues no. Papel. Esta vez no ha sido una descarga gratis.

La anterior que leí es una novela clasificada como crossover. Me la regalaron y la verdad es que la empecé ilusionada porque yo también he escrito sobre magia y me apetecía la sinopsis, aunque el título no lo entendía. No iba mal hasta que... comprendí a qué se refería el crossover en esta trama. La novela es más infantil que juvenil, menos cuando a la autora (americana) se le va la pinza del todo y los personajes se ponen a follar como locos y sin ton ni son. ¿No me has dicho hace dos párrafos que no se pueden ni ver y encima se acaban de conocer hace un par de días? ¿Por qué se enrollan así? ¡Joder, que estamos en el principio de la novela! ¡De magia! ¡Juvenil! Bueno, seguí, por si acaso aquello mejoraba, pero fue a peor. La novela es para niños, ni siquiera para adolescentes (y eso a mí no me molestaba, porque quizá se la podría recomendar a mi niña), pero de pronto los personajes se meten en la cama y me lo explica con detalle, con lo cual deja de ser para niños. Adiós a la recomendación. Para cuando llegue a tener edad para esa parte se le habrá pasado para lo principal. Una cosa muy rara, la verdad. Llegué al final, por si merecía la pena la historia de magia, pero tampoco. En esta parte, no ha cumplido. Lo que no es muy confuso es facilón.

Pero la leí, por cabezonería. Las dos que la siguen (es una trilogía) no las leeré ni loca. Fui a mirar los comentarios y solo tiene dos. Excelentes. Incluso se atreven a compararla con Harry Potter. No sé si decir eso tiene pena de cárcel o te cae directamente un conjuro en la cabeza que te inutiliza el cerebro de por vida. ¡Es una barbaridad de las gordas!

Vamos a por la que me sacó de quicio. Esto no sé cómo valorarlo. Es una novela que tiene unanimidad en la crítica bloguera. Todo el mundo se ha puesto de acuerdo en decir que es una obra de arte, que es una maravilla de escritura, de ambientación, de personajes... y yo. Yo casi me muero de aburrimiento con ella. No hacía nada más que mirar lo gorda que es, lo poco que me estaba gustando la manera en la que estaban construidas las frases, el enfoque del narrador... Los personajes son planos, intenta contar una historia de amor entre dos de ellos y le sale un churro (vale, no es novela romántica, pero tampoco es tan complicado que te creas una historia de amor en una novela negra, ¿no? ¿O sí? ¿O acaso no es tan sencillo escribir romántica como dicen los que no las escriben?)

La terminé porque pensé que algo raro estaba pasando para que mi valoración estuviera a años luz de las que había leído de gente en la que confío. La acabé. Me costó, pero lo hice y la trama, que era lo que estaba salvando para mí a la novela, fue otra de las cosas que se me cayeron: adiviné todo cien páginas antes del final. ¿Yo? ¿La torpe? ¿La incapaz de enterarse de quién es el asesino en una novela aunque tenga el cuchillo en la mano ensangrentado delante de mis ojos?

Miré. La mayoría de comentarios eran buenísimos, pero encontré dos o tres que describían las mismas sensaciones que yo había tenido a lo largo de la lectura. Bueno, no me sentí tan mal. Igual no estoy tan tonta. Por lo menos no me sentí tan sola en mis impresiones.

¿Os he dicho cuatro novelas? Bien, llevo un rato intentando recordar qué es lo que leí antes de esta y no soy capaz. Esa es la huella que me ha dejado: cero. Ni siquiera título, ni género, ni autor. Nada de nada. Creo que esto lo dice todo.

Menos mal que en el último mes sí ha habido una lectura productiva, una que me ha gustado, de la que desconozco el final, pero que todo el camino recorrido hasta ahora ha merecido mucho la pena. Una de esas de las que no se puede hablar aún.

Ahora tengo que escoger otra. Hay varios libros que me esperan, a los que yo espero con ilusión, pero no estoy segura de empezar a leerlos porque, ¿y si soy yo? ¿Y si ya no se leer? ¿Y si mi percepción está viciada por algo y todo me parece mal? ¿Y si nunca voy a volver a leer un solo libro que me llene en toda mi vida? ¿Y si los valoro mal y no se lo merecen?

Pues eso, que no sé qué leer. Ni sé si leer algo más. Ni me apetece escribir.

lunes, 29 de febrero de 2016

CASI FIN

He puesto este título a la entrada porque he puesto "casi fin" a una novela. Casi fin es que la he acabado, pero no está acabada. La he escrito, pero todavía no está escrita. A ver cómo lo explico:

Si fuera de una especie ovípara habría puesto un huevo al que le falta ser incubado.



Desde hace mucho tiempo estoy leyendo manuales de novela. Lo hago porque siento muchísima curiosidad por estos temas y cuando me sumerjo en ellos, los disfruto. Interiorizo las teorías que traen, me hago preguntas sobre la estructura, los personajes, las tramas, el tema... Pienso en las que ya he escrito, en lo que quiero escribir y, sobre todo, me relajan mucho.

Y creedme: necesito relajarme.

Hace un año y medio empecé una novela. Pretendía ser un pequeño reto mientras desarrollaba otra -que se ha quedado de momento en la cuneta- y esperaba a que fallase el HQÑ. Esa novela, que era la segunda en mis prioridades, empezó a crecer y, lo que pretendía ser una tarea sencilla a priori, se fue complicando. Terminé la primera parte de la historia que había planeado contar y decidí que, si quería que la segunda parte de la novela estuviera a la altura de la primera, tenía que hacer una pausa, centrarme, leer mucho y, sobre todo, relajarme.

Es que soy de ponerme muy nerviosa.

Me fui a mis manuales, me refugié en los bolis de colores, en el archivador de Gorgeous que me regaló mi madre y estuve reflexionando sobre lo que leía. Tomando notas generales a las que poder acudir en cualquier momento. Y allí, entre el rosa, el verde y el morado, con el azul clarito y el subrayador amarillo de testigos... otra historia empezó a darme el tostón. Más bien, sus personajes.



Intenté resistirme. 

Pero claro, una cosa es intentarlo y otra conseguirlo. Cuando no les daba por aparecer mientras estaba con mis bolis, me los encontraba en el paseo por el pinar y me contaban su historia en el paseo. Si me echaba la siesta, los capullos se hacían sitio en mi cama y no me dejaban descansar hasta que escuchaba lo que tenían que decirme. Y lo peor venía cuando me ponía a planchar. Ahí sí que lo pasaba mal. No sé si a alguien más le pasa, pero a mí cuando me dan más la lata es cuando plancho. No sé, igual es que no me gusta planchar.

Decidí hacer un trato con ellos.

El trato era el siguiente: durante un mes yo me comprometería a escribir sobre ellos una novela corta. Transcribiría todas esas cosas que me habían ido contando y después me dejarían en paz. Un mes. Como mucho, mes y medio, pero no más tiempo. Les puse un límite en palabras, 35.000. Esto tiene una razón, pero de momento no la voy a compartir. Al final casi han sido 60.000...



Ellos, que son muy suyos, aceptaron.

Después de leer todos esos manuales de novela, en los que se habla de la planificación, saqué una hoja y me puse manos a la obra. Me puse a pensar. Antes de decorar una casa, lo lógico es levantar la estructura, después hacer las paredes. Luego vendrán las rozas para meter la instalación eléctrica y del agua. Más tarde habrá que dar yeso, poner suelos y pintar. Pues igual en una novela. O eso estaba dispuesta a hacer.

Yo, porque lo que es ellos...

No me dejaron. Se pusieron cansinos y pesados, y no me quedó más remedio que ceder si quería no volverme loca. El día 14 de enero empecé a escribir. Sin planificar. Así, a lo bruto. Como he escrito todas y cada una de las novelas hasta ahora, si soy sincera, pero con la conciencia un poco intranquila porque antes lo hacía porque no tenía ni puñetera idea de que había otra manera más "sensata" de abordar un texto que el contar la historia tal y como te va saliendo del alma.

Cuarenta y tres días después había terminado.

Lo esencial está hecho. Quizá no he sido demasiado ordenada con mi "casa", he ido haciendo habitaciones, rozas y paredes casi a la vez que pintaba y lo único que me queda es decorar la casa cuando acabe el tiempo de reposo. Y averiguar si el agua caliente sale por el grifo del agua caliente o que cuando des la luz de la cocina no sonará el timbre. Pero, lo importante, lo tengo.

¡Me han dejado en paz!

Ahora me voy a tomar un respiro, voy a leer un poco y no solo los manuales o los libros que necesito para documentarme, sino esos que se me están acumulando de manera alarmante en papel. Los del kindle mejor no pienso en ellos porque me dará algo.

Bueno, eso es lo que me digo, porque soy tan fácil de convencer cuando un personaje me habla...

lunes, 22 de febrero de 2016

SITIO WEB

Después de pensarlo mucho, al final me he decidido a crear un sitio web en el que agrupar mis novelas. De momento está en construcción, me quedan detalles que añadir, pero os dejo el enlace por si alguno se quiere pasar a cotillear.



¡BIENVENIDOS!


martes, 16 de febrero de 2016

VI ENCUENTRO RA

Creo que en muchos blogs se han hecho ya crónicas de este encuentro de literatura Romántica Adulta, celebrado en Madrid el pasado fin de semana. Poco más puedo aportar, salvo mis propias sensaciones, que dejaré en este blog. Subjetivas, mías, imprecisas e insuficientes para abarcarlo todo, el reflejo de lo vivido, como en realidad es todo lo que comparto por aquí.

Mis recuerdos, que se quedan en este cuaderno personal de mi paso por la literatura.

Llegar, para mí, no fue sencillo. No por los dos autobuses, por el madrugón para poder estar el viernes a las seis de la tarde en las presentaciones, sino por toda la fase de preparación previa, muchos días en los que tuve que solucionar problemas de intendencia en casa y tomar una decisión difícil: dejar a mis hijos una noche solos en casa por primera vez en sus vidas. Los dos se han comportado como los chicos responsables que son, pero que no echen las campanas al vuelo que esto ha sido una excepción.

No pienso repetirlo en mucho tiempo, porque no me compensa el estrés de estar pensando todo el rato que soy una mala madre que los ha dejado a su suerte.

El evento, para mí, es una excusa para encontrarnos. Para coincidir con personas que de otro modo sería imposible: lectoras, escritoras, blogueras... y lectores, escritores y blogueros, aunque estos en una proporción mucho menor, porque seguimos siendo mayoría las mujeres en este género. Quienes lo escriben y lo leen.

Sigo con mi despiste monumental, sin enterarme bien de quién es quién, aunque afortunadamente ya hay personas a las que pongo cara y recuerdo de una vez para otra. Pocas, la verdad, me sorprende mucho la memoria que tiene Meg Ferrero o la cantidad de gente a la que reconoce Yasnaia Altube, con las que acudí al encuentro. Sé que hay gente que me saludó que debió pensar que soy medio tonta, pero es que de verdad no me acuerdo. Necesito más veces para fijar en la memoria voces y sensaciones que me permitan no poner cara de poker cuando me saludan. De esta vez, claros, me traigo los rostros de Mercedes Perles y Laura Frías. A la primera no la conocía y me pareció estupenda y a Laura, mira que vivimos cerca, tampoco había tenido la oportunidad de verla nunca, pero creo que ya no se me olvidará.

Tengo que mencionar a mis dos compañeras de asiento en el publico: Sara Ventas y Raquel Arias. Sara, mi Sara, a la que veo solo en esto, y por quien merece la pena plantearse volver cada año, aunque sea por pasar un rato juntas. Es que eso es otra de las grandezas del RA, los reencuentros, el poder charlar de tú a tú y no por las redes. Y conocer a personas con las que de otro modo no tropezaríamos en la vida como Raquel. Aunque solo sea porque vivimos muy lejos.

En este RA tuve una pequeña participación en una mesa, en la que se hablaba de Premios Literarios. La condujo Laura Nuño y nos hizo sentirnos muy cómodas a todas las que estábamos allí. Me encanta poder decir que he leído a Laura, a Isabel Keats, a María José Tirado y a Anna Casanovas, y que en mis planes está hacerlo en cuanto pueda con Mercedes Perles y Mara Soret, con las que compartí impresiones. Quizá si me faltó algo fue un poco más de intervención por parte del público, aunque José de la Rosa hizo una aportación interesante. Claro, que también hubo otra que me desconcertó, y que creo que sobró. Todas las ponentes habíamos hecho una afirmación. Una vez que te dan un premio, tú misma te exiges más cara a lo siguiente que tengas en mente publicar. Es lógico, tan lógico que ninguna dudó en afirmarlo. Una detrás de otra lo hicimos y, cuando terminamos, alguien del público se levantó para decirnos que deberíamos ser más exigentes con la siguiente. No, no me he equivocado con la frase, eso es en resumen lo que nos dijo y la verdad es que no fui capaz de callarme. Le dije que eso era, exactamente, lo que acabábamos de decir. Me sorprendió. No sé si no escuchó o sencillamente tenía ganas de hablar.

Se planteó un debate sobre la limpieza en la concesión de premios, a raíz de un artículo que nos expuso la moderadora. Desde mi experiencia como jurado lo que os puedo decir es que he tenido plena libertad para decidir la novela que me gustó más, que no supe el nombre de la persona que la había escrito hasta que el jurado falló y que en todo momento dije lo que me pareció de todas y cada una de las novelas que tuve que leer, sin que nadie me condicionase en absoluto. De hecho, no conozco a ninguna de las personas que han quedado ganadora o finalistas de esta edición del HQÑ. Solo leí novelas y me dejé llevar por las sensaciones, analicé la estructura de cada una de ellas, me dejé empapar por la historia y los personajes, y decidí en función de mis sensaciones personales.

Por cierto, Laura intentó sonsacarme quién había ganado el HQÑ. Varias veces. Claro que lo sabía, pero tuve una pérdida consciente y momentánea de memoria porque la editorial no hacía el anuncio hasta el día siguiente. Ahora sí puedo decir que la novela ganadora fue Los últimos días de Saint Pierre, de Carolina Alcaide, una novela preciosa que reseñaré en cuanto se publique y que estoy segura de que os va a encantar a todos. No solo a la gente que lee romántica. Hacedme caso. Cuando la leí tuve las mejores sensaciones del mundo con ella.

Pero volvamos al RA. Otra cosa que me fascinó fue ver como las chicas de Libros del Paraíso no tuvieron un momento de respiro. Se vendieron muchísimos libros. Yo me tuve que conformar con traerme solo dos, porque mi presupuesto es el que es y esta misma semana iré a una presentación donde quiero llevarme la novela. Si me compro más, me echan de casa. Aun así volví con cinco, que me miran raro desde la torre que tengo en la mesilla. Porque esa es otra, a mí no me da la vida para leer tanto, para escribir también, para trabajar, para el blog, el taller literario y las mil historias en las que me involucro porque esto me apasiona.

La charla que más disfruté fue la de Pilar Eyre y, después de analizarlo, sé por qué. Al ser siete las personas que había en las otras mesas, el discurso sufría una dispersión que no estuvo presente en la suya. Quizá eso sea lo único a lo que le puedo poner una pega y que merece una reflexión, si sería más conveniente que las mesas fueran de menos personas. Creo que ganarían en dinamismo. De todos modos, hay que quitarse el sombrero con Merche Diolch porque ha trabajado muchísimo por el evento. No es nada sencillo lo que ha hecho, no solo este año (en el que la encontré más relajada que el pasado), sino desde el principio, desde que se le ocurrió esta idea y la convirtió en algo muy grande que pienso que debería tener una repercusión mayor en los medios. No sé por qué un encuentro de novela negra (por ejemplo y sin menospreciar a un género del que leo más novelas que de romántica) en el que como mucho hay cuarenta personas es noticia en todos los diarios y a algo como el RA no se le presta la atención que merece cuando acuden más de quinientas. ¿No será por algo? Es un género que mueve a mucha gente, que vende muchos libros y que poco a poco se está llenando de autores de calidad. Me fastidia un poco el que se trate como algo menor.

Una de las novedades fue que se recogieron productos no perecederos para donarlos. Sé que alguna se olvidó de llevarlos y otras tuvimos que tirar de generosidad ajena por motivos lógicos. Si ir en transporte público con una maleta repleta de libros para que nos firmasen ya era complicado, sumarle kilos de arroz, por ejemplo, ya era la leche. Así que pedimos en casa de mamá que nos prestasen algo para llevar el sábado. En cuanto vuelva, se lo devolveré religiosamente, dando las gracias, por supuesto, por haberse prestado a sacarnos del apuro.

Hubo más mesas, más caras, muchas anécdotas, muchos besos y saludos, pero se me van a olvidar nombres y es mejor dejarlo aquí.

Lo que sí diré es que hay muchas ganas de volver.


jueves, 11 de febrero de 2016

LOS AUTORES DE ROMÁNTICA SE REÚNEN EN MADRID EN EL VI ENCUENTRO RA

Mañana, 12 de febrero, comienza el VI encuentro RA de literatura romántica adulta, que reunirá en Madrid este fin de semana a más de doscientos autores de este género, así como multitud de lectores que se han querido apuntar al evento.

Este año está previsto que, tanto las presentaciones como las mesas redondas, tengan lugar en el Auditorio Marcelino Camacho (C/ Lope de Vega, 40), puesto que los lugares en los que se ha celebrado en anteriores ediciones se han ido quedando pequeños. Es más, este año, cuatro horas después de que se abrieran las inscripciones hubieron de ser cerradas porque se completó el aforo, así que es posible que, de seguir a este ritmo, el próximo año tengan que buscar un lugar mayor.

Creo que no me equivoco si digo que es el encuentro que más gente convoca en torno a un género literiario.

Si queréis ver el programa completo que ha organizado el equipo encabezado por Merche Diolch, pinchad en el enlace:


Como autora de fuera de nuestras fronteras invitada estará Christina Courtenay y Pilar Eyre, finalista del premio Planeta, tendrá su espacio para hablarnos de más allá de la escritura. A las autoras habituales de otros años: Megan Maxwell, Olivia Ardey o Claudia Velasco, se van a unir este año nuevas promesas como Elena Montagud o Susana Bielsa. 

Si miráis el programa, veréis que hay una mesa en la que se hablará de premios literarios, moderada por Laura Nuño, y en la que participarán autoras que han sido premiadas en certámenes como Anna Casanovas, Mercedes Perles, Mara Soret, María José Tirado, Isabel Keats y Mayte Esteban. La verdad es que me sentí muy honrada cuando contaron conmigo, es la primera vez que hablaré en un congreso de esta envergadura.

Mañana nos vemos.

Por favor, saludadme si no me entero de quienes sois. Mi despiste no es una pose, es patéticamente real.


El evento tiene además un carácter solidario. Se recogerán alimentos no perecederos, así como objetos de higiene íntima para donarlos. No te olvides de llevar tu aportación.