La biblioteca Almudena Grandes, en Azuqueca de Henares, ha puesto en marcha un proyecto muy interesante: cada mes, un autor novel será apadrinado por uno de los clubes de lectura que se reunen semanalmente para comentar libros. El grupo leerá la novela y posteriormente se organizará un encuentro con el autor para cambiar impresiones. Pero no se quedarán ahí, pretenden hacer un seguimiento del autor a lo largo de su carrera, de manera que este encuentro no será el único, sino el primero.
En estos tiempos en los que abrirse paso en el mundo de la literatura es tan complicado, en los que las editoriales no siempre están lo atentas que deberían, son de agradecer los esfuerzos de los lectores por facilitar el camino a quienes escriben. Los blogs hacemos un papel creo que esencial, las redes sociales multiplican el efecto de nuestros comentarios, pero sin lectores de carne y hueso esto no serviría para nada. El que gente que se reune para compartir impresiones sobre sus lecturas lleven a cabo iniciativas como esta es, cuanto menos, alentador.
El proyecto arranca este mismo mes de febrero. El día 28, a las 19 horas, en la sala de conferencias del centro cultural se presentará el libro "Títeres" de Mónica Martín, autora azudense, polifacética, extravagante y prolífica, que ha tocado géneros tan variados como la novela, el relato o la poesía. Pero no se van a centrar en autores locales, han puesto sus ojos en otros que están triunfando en la red. De momento, yo sé dos nombres que están confirmados, aunque no tengo claras las fechas, así que no me arriesgo a darlas a lo loco. Sé que hay un libro que se leerá alrededor del ocho de marzo para celebrar el día de la mujer. ¡Y no os cuento más! Sólo que estoy segura de que quienes leéis este blog conocéis a los dos autores de los que hablo.
MAYTE ESTEBAN. Escritora. Abrí paso en España al mundo de la autoedición. Hoy publico con HarperCollins.
domingo, 12 de febrero de 2012
domingo, 5 de febrero de 2012
PREVISIONES PARA HOY
Miro por la ventana, salgo al patio y lo único que siento es un frío helador, pero ni rastro de la neive que se supone que nos iba a hacer una visita hoy. Y me alegro, ¡cómo para no alegrarse! Tengo que volver a casa y no quiero repetir aventura.
Hace ya un tres inviernos tuve que viajar a Guadalajara un sábado. Mi abuela estaba en el hospital y esa noche quería quedarme con ella. Las previsiones del tiempo anunciaban nieve pero no les di demasiada importancia. En Segovia nieva antes que en Madrid, y si en ese lado de la sierra no había caído un copo no tenía por qué temer nada. De todos modos consulté en internet la información meteorológica, y hasta las cámaras de la DGT. Nada. Todo tranquilo.
Treinta kilómetros después de empezar el viaje, la lluvia se transformó en nieve. Suave al principio, nos acompañó en la subida a Somosierra. No parecía para tanto... ¿No? En menos de tres kilómetros la nevada arreció, las quitanieves no llegaron a tiempo y se armó un atasco monumental. El avance por la carretera se complicó por segundos y la velocidad del viaje se redujo drásticamente: cinco kilómetros por hora. Habíamos salido a las cuatro de la tarde de casa. Todavía quedaba tiempo para llegar al hospital antes de que nos cerraran la puerta, a las diez de la noche.
El ritmo fue parecido durante las tres horas siguientes. Afortunamente mi niña, muy pequeña entonces, se había dormido y no se despertó en casi toda la aventura, pero mi hijo, ¡se hacía pis! Cuando sus súplicas se intensificaron hasta convertirse en una amenaza (la de utilizar el coche como servicio) en una de las paradas obligadas le dejamos salir del coche. La vergüenza, esa que siempre le acompaña, se la dejó en el asiento de detrás. ¡Cómo estaría!
Los kilómetros más complicados pasaron y avanzamos despacio, aunque a buen ritmo teniendo en cuenta lo anterior. Nos desviamos hacia Torrelaguna cuando ya era noche cerrada, pero tampoco parecía que hubiera problemas aquí. ¡Ilusos! Lo peor estaba por llegar. Una pequeña cuesta helada se había convertido en una trampa, todos los coches se quedaban atascados en ella. En ese punto, quien necesitaba salir del coche era yo. ¡Urgente! Así que, ante la prolongación de la espera, me aventuré a buscar un lugar resguardado de miradas. Las piernas se me hundían hasta las rodillas en la nieve y finalmente encontré un sitio. Me quedé a gusto pero volví con los pantalones empapados por la nieve. Ya eran las ocho y media de la tarde. Al final pusimos las cadenas (más bien esas bolsas que cubren las ruedas y hacen el mismo efecto) y logramos superar la cuesta y al montón de coches que se habían rendido hasta que vinieran las quitanieves (si es que venían). Con esta operación, mi abrigo acabó también sucísimo.
Al final llegamos a Guadalajara, paré en un centro comercial para comprar algo que me sirviera de cena y entré en la habitación de mi abuela casi al límite de la hora.
Por si eso no fuera suficiente, en la siguiente nevada que pillamos en carretera ¡pinchamos!
Hoy, miro al cielo y espero que se equivoquen con las previsiones porque tengo que volver a casa. Y no me apetece tardar cinco horas, la verdad.
Hace ya un tres inviernos tuve que viajar a Guadalajara un sábado. Mi abuela estaba en el hospital y esa noche quería quedarme con ella. Las previsiones del tiempo anunciaban nieve pero no les di demasiada importancia. En Segovia nieva antes que en Madrid, y si en ese lado de la sierra no había caído un copo no tenía por qué temer nada. De todos modos consulté en internet la información meteorológica, y hasta las cámaras de la DGT. Nada. Todo tranquilo.
Treinta kilómetros después de empezar el viaje, la lluvia se transformó en nieve. Suave al principio, nos acompañó en la subida a Somosierra. No parecía para tanto... ¿No? En menos de tres kilómetros la nevada arreció, las quitanieves no llegaron a tiempo y se armó un atasco monumental. El avance por la carretera se complicó por segundos y la velocidad del viaje se redujo drásticamente: cinco kilómetros por hora. Habíamos salido a las cuatro de la tarde de casa. Todavía quedaba tiempo para llegar al hospital antes de que nos cerraran la puerta, a las diez de la noche.
El ritmo fue parecido durante las tres horas siguientes. Afortunamente mi niña, muy pequeña entonces, se había dormido y no se despertó en casi toda la aventura, pero mi hijo, ¡se hacía pis! Cuando sus súplicas se intensificaron hasta convertirse en una amenaza (la de utilizar el coche como servicio) en una de las paradas obligadas le dejamos salir del coche. La vergüenza, esa que siempre le acompaña, se la dejó en el asiento de detrás. ¡Cómo estaría!
Los kilómetros más complicados pasaron y avanzamos despacio, aunque a buen ritmo teniendo en cuenta lo anterior. Nos desviamos hacia Torrelaguna cuando ya era noche cerrada, pero tampoco parecía que hubiera problemas aquí. ¡Ilusos! Lo peor estaba por llegar. Una pequeña cuesta helada se había convertido en una trampa, todos los coches se quedaban atascados en ella. En ese punto, quien necesitaba salir del coche era yo. ¡Urgente! Así que, ante la prolongación de la espera, me aventuré a buscar un lugar resguardado de miradas. Las piernas se me hundían hasta las rodillas en la nieve y finalmente encontré un sitio. Me quedé a gusto pero volví con los pantalones empapados por la nieve. Ya eran las ocho y media de la tarde. Al final pusimos las cadenas (más bien esas bolsas que cubren las ruedas y hacen el mismo efecto) y logramos superar la cuesta y al montón de coches que se habían rendido hasta que vinieran las quitanieves (si es que venían). Con esta operación, mi abrigo acabó también sucísimo.
Al final llegamos a Guadalajara, paré en un centro comercial para comprar algo que me sirviera de cena y entré en la habitación de mi abuela casi al límite de la hora.
Por si eso no fuera suficiente, en la siguiente nevada que pillamos en carretera ¡pinchamos!
Hoy, miro al cielo y espero que se equivoquen con las previsiones porque tengo que volver a casa. Y no me apetece tardar cinco horas, la verdad.
viernes, 3 de febrero de 2012
B de BUENOS, BONITOS Y BARATOS
En realidad B de Books.
Ese es el nombre de la editorial que desde el primer día de este mes de febrero comercializa en formato digital los libros de cinco autores, que acaban de dejar atrás el sobrenombre de "autoeditados": Armando Rodera, Bruno Nievas, Fernando Trujillo Sanz, César García Muñoz y Blanca Miosi.
Sobra decir que para mí fue una alegría enorme enterarme de esta noticia el miércoles porque me une a alguno de ellos una amistad "virtual" que surgió a través de este blog, por nuestra afición común (bueno, ahora mi afición, ellos se han convertido en profesionales) de escribir.
Armando Rodera aterrizó en este blog hace ya muchos meses. Por casualidad tropecé con la página web que creó para El enigma de los vencidos, la novela que acaban de publicarle. Mencioné en una entrada el argumento y su idea de dejar visibles algunos fragmentos para quien resolviera unos acertijos porque me pareció muy imaginativo. Mi sorpresa fue mayúscula cuando Armando comentó en ese post. Desde ese día hemos mantenido un contacto fluido, he leído y reseñado sus dos novelas y ha colaborado también en dos entradas de este espejo, ¿Y tú por qué has llamado así a tu blog? y la relación autor-lector. En esta última reflexionábamos sobre la relación que las nuevas tecnologías permiten entre los escritores y sus lectores, y lo hacíamos con otros escritores, algunos autoeditados y otros que ya habían logrado el respaldo de una editorial. En ese grupo de autores estaba también Fernando Trujillo Sanz y en los comentarios de la entrada, podéis encontrar la opinión de Blanca Miosi. Así que cuando leí sus nombres en la lista de los cinco "elegidos", los que me conocéis bien sabéis que me puse a dar saltos de alegría. Cuando elegí a los autores de esa entrada, mi criterio fue simple: tenía que haber leído algo de ellos y me tenía que haber gustado mucho. Blanca está entre mis pendientes todavía, pero eso pronto cambiará. También espero que cambien pronto las cosas para los otros autores del post que se merecen también la confianza de una editorial: Enrique Osuna Vega, Emilio Casado Moreno y Óscar R. Arteaga. Las chicas que ese día nos acompañaron, Noelia Amarillo y Megan Maxwell ya tienen sus libros en papel, están recogiendo premios. Y como colofón, tuvimos la opinión de un pionero en esto: Eloy Moreno.
Lo mejor de esta noticia que hoy nos ocupa, no es solamente que a partir de ahora se puedan conseguir sus libros a un precio espectacular de 0.99 euros en cualquier librería online, sino que a partir del 16 de mayo serán publicadas en papel, en edición de bolsillo. ¡Ya sé qué voy a leer en el parque este verano! Las pienso conseguir todas, aunque repita lectura. Las novelas elegidas de estos ya superventas en Amazon son:
-El enigma de los vencidos, de Armando Rodera (leída y reseñada en este blog)
-El secreto del tío Óscar, de Fernando Trujillo (de él he leído La Biblia de los Caídos, reseñada)
-El manuscrito, de Blanca Miosi (pendiente)
-El juicio final, de César García Muñoz (pendiente)
-Realidad aumentada, de Bruno Nievas (pendiente)
¿Los convertimos en superventas en papel a partir de mayo?
jueves, 2 de febrero de 2012
EL GÉNERO DE EL MEDALLÓN DE LA MAGIA
El medallón de la magia es...
una novela.
Después de un rato (largo) pensando y no sé cómo catalogarla.
¿Juvenil?
¿De fantasía?
¿Histórica?
¿Romántica?
¿De aventuras?
¿Comedia?
¡¡¡¡Yo qué sé!!!!
Una novela.
Dentro de ella, dispersos, hay muchos datos históricos. Quería que Alex empezase a oír hablar de la Inquisición, de los Tercios de Flandes, de nuestro pasado histórico y de algunos hechos curiosos de nuestro entorno, como por ejemplo, que el primer libro impreso en España fue el Sinodal de Aguilafuente. Este pueblo segoviano está a muy cerquita de donde vivíamos cuando era pequeño.
A la vez quería que se divirtiera siguiendo la aventura de buscar el medallón, insertando en el texto alguna pincelada de literatura. Es todo muy sencillo, tan fácil como para que lo entendiera un niño. Buscaba también despertar su interés por conocer una ciudad tan hermosa como es Toledo y contagiarle mi pasión: la lectura.
Y lo conseguí.
No para de pedir libros y que le llevemos a Toledo.
Sin embargo, los primeros lectores del manuscrito (aparte de él) no fueron niños: una periodista, un taxista, un médico, un ama de casa, un mecánico… (un grupo de lo más normal en estos casos) y las palabras que me devolvieron, como ya os he contado, me hicieron perder el miedo a dejar que me lean. Por eso creo que casi cualquiera puede disfrutar un rato con esta historia. ¿No es ese el objetivo de un libro?
No queda ya mucho para que lo tenga disponible. De momento, lo tengo entre mis manos. Los ejemplares para el depósito legal, casi, casi perfectos (ya hubiera sido el día ideal si no llegan a tener ni un fallo), llegaron a la vez que una buena noticia: La arena del reloj se ha colocado en el número uno esta semana, en el top ten de Memorias y Biografías en lulu y Margari me ha regalado la tercera reseña del año. Como las otras dos, emocionante. Son pasitos de tortuga pero pasitos hacia adelante que me hacen muy feliz. No sé si alguna vez se traducirán en que una editorial se interese por lo que escribo, como les acaba de pasar a Armando Rodera, Fernando Trujillo Sanz, Blanca Miosi, César García Muñoz y Bruno Nievas, autores a los que desde hoy mismo podéis encontrar en B de Books y a los que aprecio, admiro y les mando toda mi energía para que les vaya muy bien.
Tampoco me preocupa mucho, la verdad. Yo, lo que quiero, es seguir escribiendo y no pienso dejarlo.
¡Feliz jueves!
miércoles, 1 de febrero de 2012
LECTURA CONJUNTA: EL LADRÓN DE COMPRESAS DE SERGIO G. ROS
No soy mucho de apuntarme a lecturas conjuntas porque apenas me queda tiempo libre cuando se acaba cada día y tampoco me quiero agobiar con los libros que voy acumulando, pero este libro me llamó poderosamente la atención hace tiempo y quería darle su oportunidad. Me pareció una magnífica ocasión para obligarme a leerlo.
La lectura la han organizado dos blogs, El Universo de los libros y De tinta en vena y creo que ya nos hemos apuntado unos cuantos. Las bases las podéis encontrar pinchando en los nombres de los blogs, por si hay alguien más que se anima. Por lo que he visto es una novela cortita y con una sinopsis muy sugerente. Leed.
Sofía Jiménez, una estudiante universitaria de veinte años de edad, ha sido secuestrada.
Un antiguo compañero de la chica recibe un mensaje del móvil de Sofía, se trata de una imagen borrosa que la policía científica analiza, en el que se aprecia una antigua Tabla Periódica de los elementos. El comisario Cervantes decide poner a la agente Susana Ruiz en el caso, hasta ese momento liderado por el engreído policía José Mulero. Susana tiene, además, otro encargo del comisario: pedir ayuda a Vargas, un famoso detective, viejo amigo suyo.
Poco después, la comisaría de Pedreira recibe la visita del grupo de investigación del subinspector Garnero, un hombre ambicioso y con pocos escrúpulos, que toma inmediatamente las riendas del caso y todo el protagonismo mediático. Su grupo aporta, sin embargo, un nuevo y retorcido punto de vista al mismo. El secuestrador de Sofía lleva tiempo en el punto de de mira del equipo de Garnero. Se trata de un potencial asesino en serie, un psicópata con una retorcida particularidad, una patología denominada olfactofilia, un deseo sexual compulsivo relacionado con el olor de la transpiración, que le hace robar las compresas de las víctimas antes de matarlas.
Asqueado por el individualismo de Garnero, el comisario Cervantes permite a Susana Ruiz continuar sus investigaciones en paralelo, contando con la ayuda de Eduardo Cortés, el ayudante del detective Vargas. Eduardo es un joven ingeniero que conoció a Susana en el pasado.
La investigación se torna angustiosa cuando Eduardo descubre algo más.
A Sofía le queda poco para que le baje la regla.
¿Os animáis?
La lectura la han organizado dos blogs, El Universo de los libros y De tinta en vena y creo que ya nos hemos apuntado unos cuantos. Las bases las podéis encontrar pinchando en los nombres de los blogs, por si hay alguien más que se anima. Por lo que he visto es una novela cortita y con una sinopsis muy sugerente. Leed.
Sofía Jiménez, una estudiante universitaria de veinte años de edad, ha sido secuestrada.
Un antiguo compañero de la chica recibe un mensaje del móvil de Sofía, se trata de una imagen borrosa que la policía científica analiza, en el que se aprecia una antigua Tabla Periódica de los elementos. El comisario Cervantes decide poner a la agente Susana Ruiz en el caso, hasta ese momento liderado por el engreído policía José Mulero. Susana tiene, además, otro encargo del comisario: pedir ayuda a Vargas, un famoso detective, viejo amigo suyo.
Poco después, la comisaría de Pedreira recibe la visita del grupo de investigación del subinspector Garnero, un hombre ambicioso y con pocos escrúpulos, que toma inmediatamente las riendas del caso y todo el protagonismo mediático. Su grupo aporta, sin embargo, un nuevo y retorcido punto de vista al mismo. El secuestrador de Sofía lleva tiempo en el punto de de mira del equipo de Garnero. Se trata de un potencial asesino en serie, un psicópata con una retorcida particularidad, una patología denominada olfactofilia, un deseo sexual compulsivo relacionado con el olor de la transpiración, que le hace robar las compresas de las víctimas antes de matarlas.
Asqueado por el individualismo de Garnero, el comisario Cervantes permite a Susana Ruiz continuar sus investigaciones en paralelo, contando con la ayuda de Eduardo Cortés, el ayudante del detective Vargas. Eduardo es un joven ingeniero que conoció a Susana en el pasado.
La investigación se torna angustiosa cuando Eduardo descubre algo más.
A Sofía le queda poco para que le baje la regla.
¿Os animáis?
Suscribirse a:
Entradas (Atom)