martes, 3 de febrero de 2015

SONRÍE DE MEL CARAN

No es la primera vez que os hablo en mi blog de la primera novela de Mel Caran, Sonríe, pero hoy tenía que volver a hacerlo porque es un día muy especial. Después de esperar mucho (a mí se me ha hecho muy largo) al fin la novela está desde hoy, 3 de febrero, bajo el sello de Esencia (Planeta).



Ésta que os muestro es la portada definitiva, con la que la vais a encontrar en librerías, aunque es la tercera de la novela. Está muy alejada de esa primera, ese corazón arrinconado que me llamó tanto la atención que yo, que no leo erótica, me descargué el fragmento de prueba. Me gustó por esa parte romántica que está presente en la historia, y seguí con el resto de la novela encontrando algo inesperado.

No fue solo Rebeca.

Tampoco Alan.

Me encontré con Mel Caran. Ambas en ese momento éramos dos personas que, bajo su responsabilidad, habían decidido subir sus relatos a Amazon a ver qué pasaba. Al poco, casi unos días después de conocernos, yo ya tenía mi contrato con Ediciones B. Unos meses después, Mel avanzaba en su camino, firmando el suyo con Planeta. Recuerdo la noche en la que mi teléfono, tardísimo, empezó a escupir mensajes como loco, uno detrás de otro. No me daba tiempo a leer y, por supuesto, no podía dejar de sonreír por lo que me estaban diciendo. Mel me contaba entusiasmada que la novela iba a ser publicada en papel. Fue una de esas noches mágicas que se viven de vez en cuando, de una larga conversación, de sueños que se empiezan a convertir en una realidad y que necesitas compartir. No era algo mío, pero de verdad que me hizo sentir parte de su historia.

Del tiempo de antes de esta llamada, de los meses de incertidumbre, me quedo con las cientos de conversaciones, de los nervios, del verano, de aquellos días en los que cambió la portada; del primer ejemplar de Sonríe que existe en papel, una prueba que hizo a través de Createspace que, por avatares del destino no tiene ella sino yo. Se puede decir que soy una privilegiada. Me quedo con nuestras competiciones, cuando comparábamos quién había vendido más libros cada día (con el único fin de reírnos un rato). Hemos ido de la mano en esto, me la tendió en un momento en el que muchas se evaporaron y, por ella, he leído libros a los que no me hubiera acercado ni con un palo de selfie. Rompiendo barreras mentales, dándoles una oportunidad (aunque lo de las sombras no lo ha conseguido ni ella ni nadie, no me vais a ver en el cine tampoco, lo siento). Es verdad que cada uno tiene sus gustos y que, de todos, me quedo solo con dos o tres.

Sonríe, por supuesto.

Porque me gustó su frescura, el planteamiento de la diferencia de edad, las dudas de Rebeca, una mujer que se enamora profundamente de alguien más joven que ella. La ternura del principio de su relación con Alan, el "algo más" que tantas veces se echa de menos en la erótica actual.

Por cierto, os dejo la sinopsis:

Rebeca acaba de divorciarse y está tra­tando de reorganizar su vida. Ella nunca imaginó lo que el destino le tenía pre­parado, ni que gracias a su modesto trabajo conocería a Alan, la persona que acabaría con su tranquila y aburrida existencia de recién separada.
La conexión entre ambos es inmedia­ta y enseguida iniciarán una relación difícil, por la diferencia de edad y de estatus social. Rebeca es consciente de que tarde o temprano tendrá que tomar una de las decisiones más dolo­rosas de su vida.

Sonríe tiene un final... insatisfactorio para el lector, porque te descoloca. Porque te entran ganas de estrangular a la autora por haberlo dejado abierto, pero... esto lo han pensando bien en Esencia y como la misma Mel Carán ha contado ya, en el mes de mayo se publicará la segunda parte, así que no vamos a tener que esperar mucho para conocer el desenlace.

Os invito a sonreír con Alan y Rebeca.

Os invito a conocer a Mel Carán.

Hoy es un día especial, compañera. Un regalo para el camino.


Si queréis un ejemplar digital podéis pichar aquí

La versión en papel, aquí

domingo, 18 de enero de 2015

CAMINOS REVUELTOS



Hay momentos en los que la vida revuelve los caminos, la niebla desdibuja el horizonte y me siento perdida. Entonces, cuando no soy capaz ni de intuir el siguiente paso, mi valor se esfuma, perdido entre esa nada blanca que me rodea, y lo único que me apetece es hacerme un ovillo y esperar a que vuelva a salir el sol.

Quizá no sea valiente.

Quizá no sirva más que para aplazar lo inevitable.

Hoy amaneció con una densa niebla que no ha despejado en todo el día. Las calles están húmedas, se me han mojado el pelo y el abrigo y en cuanto he llegado a casa he buscado mi manta.

Me he refugiado en ella, con un buen cargamento de palabras.


No conozco otro lugar mejor en este mundo.

martes, 13 de enero de 2015

MIS DISCULPAS, CABALLERO.


Hay temporadas que a la vida le da por ponerte a prueba y la puñetera se lo toma en serio. Uno detrás de otro, te va soltando bofetones y no eres capaz de esquivarlos.

Esta última semana ha sido para regalarla.

Un comentario de La arena del reloj me tocó (las narices primero y el ánimo después). Entré en mi particular bucle de encontrar explicaciones a lo inexplicable y me fui cayendo.

Luego pasaron otras cosas que no vienen a cuento.

Y me enfadé.

El caso es que el lunes hice algo que quienes me conocéis (en persona o por los siete años que llevo escribiendo en este blog), sabéis que no es propio de mí: un mal comentario sobre alguien a quien no conozco y que no me ha hecho nada en absoluto.

Igual que no comento jamás las novelas que no me entusiasman, tampoco entro en otras críticas a lo loco. Ni en las redes ni en la vida real. Pues bien, el lunes me salté una de las principales normas que rigen mi forma de ser. Y no lo hice con alguien que se lo merezca, que haya tenido un comportamiento deleznable (y mira que ha habido esta semana, solo hace falta mirar a Paris), sino con un actor.

De una serie.

De la tele.

En Twitter.

Este fue mi inspiradísimo tuit en relación a la serie que vi el pasado miércoles por la noche y su respuesta:




Esta tarde me ha contestado, sin haberle mencionado, porque ni siquiera me fijé en su nombre. Y ha sido todo lo educado que yo no fui, dándome una lección que me merezco. Porque, ¿quién soy yo para valorar el trabajo de nadie tan a la ligera? Al fin y al cabo actuar es algo subjetivo y, en todo caso, debería argumentar qué es lo que veo mal o bien. Pero no, lo solté así, a lo bruto, con el mismo tacto que tuvieron conmigo hace unos días en La arena, con el mismo nivel de argumentación (cero). Y, si no quiero que hagan eso conmigo, ¿por qué lo hago yo con los demás?

Estaba haciendo la cena, pensando en esto, cuando mi hermana ha llamado para decirme que mi madre está en urgencias, con una arritmia. Es la segunda vez en los últimos tres meses que le pasa. De pronto el suelo se ha tambaleado a mis pies, por lo fácil que es que la vida, sin poner nada de tu parte, te dé un disgusto.

No hace falta ni siquiera abrir la bocaza.

No voy a ser yo quien dé disgustos si puedo evitarlo. Como no fui justa en absoluto, me pasé tres pueblos y quiero disculparme, pero los 140 caracteres de Twitter se me quedan cortos.

Perdón, Rafael. Voy a cumplir lo que te he dicho, seguiré viendo la serie y prometo que no diré más tonterías.


Por cierto, mi madre mejora.

jueves, 8 de enero de 2015

ASESINATO EN EL ORIENT EXPRESS DE AGATHA CHRISTIE




Sinopsis:

Estambul, pleno invierno. Poirot decide tomar el Orient Express que en esta época suele hacer su recorrido prácticamente vacío. Pero aquel día, el tren va lleno y sólo gracias a una buena amiga consigue una litera en el coche-cama. A la mañana siguiente se despierta, descubre que una tormenta de nieve ha obligado a detener el tren y que un americano, llamado Ratcher, ha sido apuñalado salvajemente. Aparentemente nadie ha entrado ni ha salido del coche-cama. El asesino, sin duda, es alguno de los ocupantes entre los que se encuentra una altiva princesa rusa y una institutriz inglesa.

Mis breves impresiones:

Es la primera vez en mi vida que leo a esta autora. Ya sé que siendo lectora desde temprana edad esto es más que raro, pero nunca me había dado por ahí. La verdad es que el libro se lo he tomado prestado a mi hija de 11 años que es una forofa de las historias de misterio y la experiencia ha sido buena.

Tampoco he visto la película. No sé si esto es aún más raro, pero la verdad es que no, así que entré en el libro sin saber quién era el asesino. Y si Hércules Poirot no me lo cuenta, estaría igual porque las pistas no hacían nada más que confundirme. Soy malísima jugando al Cluedo, todo hay que decirlo.

La novela es una ágil sucesión de diálogos que te llevan en volandas y que, en mi caso, no arrojaban luz al misterio sino que, a medida que avanzaba, lo iban embarullando cada vez más. Todos me parecían tan sospechosos como inocentes a la vez, y creo que ese es el valor de la novela, la capacidad que tiene de generar confusión en el lector y que se sienta perdido sin la sagaz intervención del inspector.

El final me ha encantado.

Tengo dos novelas más en casa, creo que les echaré un vistazo más adelante. Seguro que hasta la última página no me entero de nada.

Segunda novela para el reto de 20 este año, lista.

martes, 6 de enero de 2015

MAGNUS LITERATURE

Si cierro los ojos y pienso en la Literatura, la de verdad, la que se estudia, encuentro un nexo común en todas las obras: la marca de su tiempo, del momento en el que fueron escritas. Aunque a veces la fantasía se cuele en el argumento, como es el caso de El Quijote, el paisaje donde se mueve la novela es real, un reflejo de esa sociedad en la que vivió Cervantes, que permanece enganchado en cada línea. Una manera de hablar, de sentir, de conducirse en la vida que supo plasmar, más allá de la locura de un hombre que había leído demasiados libros de caballerías.

Claro que no todo lo que se escribe con ese poso de realidad se quedará, porque influyen más factores: capacidad del autor para transmitir, profundidad de sus reflexiones, habilidad para convertir las palabras en música, facilidad para atrapar la atención de quien lee, maestría para emocionar… Cuando estas y otras muchas cosas confluyen en un libro el lector, el buen lector, lo siente. La pócima que se empezó gestando en la mente del novelista recibe la gota del último ingrediente y la magia fluye.

Encontramos Literatura. Enorme. Magnífica.

Quizá nunca se pueda decir de mí que he escrito literatura. Es más que posible que no escriba nada que aporte algo al mundo, pero lo reflejaré a través de mi espejo. Tal como lo siento. No sé si sabré transmitir, profundizar, que las palabras se conviertan en notas musicales y de ellas surja una melodía que atrape las emociones del lector. No sé si lograré mantener su atención y removeré sus sentimientos.

Seguro que nada de lo que escriba trascenderá más allá de los muros invisibles de mi pequeño mundo, pero viviré mucho más tranquila si permito que las palabras no se me atraganten dentro, si dejo que salgan sin el miedo que a veces me acompaña. Voy a emocionarme.

Otra cosa será descubrir si escribo literatura.


O no.