sábado, 9 de noviembre de 2024

GUADA EN ROSA Y NEGRO

El próximo 16 de septiembre, en Guadalajara, se reunirán autores de novela negra y romántica en el primer Encuentro con estos dos géneros que se celebra en la capital alcarreña.

Voy a ser la encargada de dar el discurso de bienvenida, algo que me apetece mucho porque se trata de mi ciudad natal. También seré la encargada de conducir una mesa, a la que hemos llamado "Los límites de la ficción".

La entrada es libre.

Este es el programa.









domingo, 3 de noviembre de 2024

CANTIMPALOS, CUÉLLAR Y LA RUTA DE LA LECTORA DE BÉCQUER

Hace mucho que cuando planifico un encuentro con lectores, siempre voy con miedo. Si me fío de las sensaciones que me llegan a través de las redes, me voy a encontrar más sola que la una. ¿Qué pasa al final? Pues que me sorprende muchísimo la gente que acude, los libros que firmo y el ambiente que se crea.

Voy a recoger aquí las fotos del encuentro en Cantimpalos el día 30 de septiembre, el que tuve en Cuéllar en 18 de octubre y la ruta de La lectora de Bécquer por sus escenarios en Segovia el día 19 de octubre. Y no voy a valorar nada, dejo las fotos y que cada quien saque sus propias conclusiones.

Estas son las de Cantimpalos, 30 de septiembre.








Cuéllar, 18 de octubre.







Ruta de La lectora de Bécquer, 19 de octubre, Segovia.












Hay por lo menos cien fotos más, pero como soy cero fotogénica, mejor no comparto más. Creo que con estas uno se puede hacer a la idea de que hay personas de verdad leyendo mis libros. 

Gracias a Álida y a Nuria. Sois de lo mejor que me he encontrado en este camino. 

viernes, 18 de octubre de 2024

MIENTE

Una vez, alguien me aseguró que no mentía nunca. Yo me quedé pensando que eso es imposible; aunque sea sin querer, todos mentimos en algún momento. Por error, por descuido, por desmemoria, por piedad... soltamos algunas mentiras sin importancia.

Otra cosa es mentir de forma consciente, responder no cuando es y quedarte tan pichi.

Hace cuatro meses, a esa misma persona le hice una pregunta cerrada, cuya respuesta solo podía ser sí o no. Contestó no, y a mí me dieron vueltas los ojos porque estaba convencida, por algunas cosas que había presenciado, de que era un sí. 

Pensé, igual me he perdido algo, yo siempre vivo despistada perdida y tampoco es que le hubiera prestado mucha atención al tema.

El caso es que a lo largo del verano ha habido varias circunstancias que han confirmado que yo llevaba razón (era un sí) y que mintió descaradamente, una mentira que no tiene importancia porque el hecho a mí ni me va ni me viene. Fue una de esas preguntas que sueltas en una conversación intrascendente, que cobró importancia al encontrarme con pruebas que decían justo lo contrario que su rotundo no.

Pensé que quizá, por una razón desconocida, quería que yo creyera esa versión, y la verdad es que estaba más que dispuesta a darle el gusto, porque de verdad que es algo que me la pela, pero hace unos días, por casualidad también, presencié algo que confirmaba que su no podía ser cierto. Que no me había mentido. 

Bueno, pues ayer, que no tenía sueño, dando vueltas por una red social, volví a tropezar con algo que desmentía el no con la misma rotundidad que lo que presencié le daba la razón al sí.

Vamos, que miente con todas las de la ley.

No sé si es a mí en concreto o se miente, pero que no dice la verdad, eso es seguro.

Después de este galimatías, que no es más que un ejercicio de redacción mientras aplaco los nervios por el encuentro con lectores en Cuéllar que tengo dentro de un rato, solo quiero llegar a un lugar. Todos mentimos. A veces, las mentiras son mentirijillas tolerables. Otras, como en este caso, algo mucho más serio porque afecta a otras personas.

Lo que me resultó curioso fue la incoherencia, la afirmación rotunda por parte de quien miente.

Creo que por sistema.

domingo, 29 de septiembre de 2024

UNA PAUSA

 La vida siempre te lleva por donde le da la gana. Es algo que aprendes con el tiempo, que el timón puedes pretender llevarlo tú, puedes creértelo si te da la gana, pero no es cierto. Hay miles de factores ingobernables en los que no tienes el más mínimo control.

Yo tengo un máster en perder las riendas, en tener que bracear para no ahogarme, así que ya ni siquiera me extraña cuando soy incapaz de cumplir compromisos. 

Por eso, casi nunca firmo pactos con nadie más que conmigo y, si me decepciono, también he aprendido a perdonarme y a que se me pase lo más pronto posible. Por ejemplo, no estoy nada enfadada por no haber sido capaz de terminar mi relato con Machado. A nadie más que a mí le importa esto que estoy escribiendo, así que dará lo mismo que lo postergue para cuando los tiempos de la vida soplen un poquito más a favor.

Y, si de pronto ya no hay viento, tampoco va a pasar nada porque este es un barco que nadie espera y que en su equipaje no lleva nada de valor.

Me perdono y me doy permiso para tomarme una pausa.

El tiempo que haga falta.


lunes, 16 de septiembre de 2024

CXIII CAMPOS DE SORIA. MACHADO Y YO

CXIII

CAMPOS DE SORIA


I


 Es la tierra de Soria árida y fría.

Por las colinas y las sierras calvas,

verdes pradillos, cerros cenicientos,

la primavera pasa

dejando entre las hierbas olorosas

sus diminutas margaritas blancas.

La tierra no revive, el campo sueña.

Al empezar abril está nevada

la espalda del Moncayo;

el caminante lleva en su bufanda

envueltos cuello y boca, y los pastores

pasan cubiertos con sus luengas capas.


Esta silva arromanzada, breve y bella, tiene sonidos poderosos. Solo tengo que cerrar los ojos y puedo escuchar las sonoras aliteraciones de la erre y de la ese. Se cuelan bajo mi piel y arañan, y siento como mío ese campo que se trueca en alguien vivo que sueña como lo hacen los hombres. La delicadeza de esas palabras que evocan lo minúsculo, que a mí me hace pensar en grande. Porque encuentro la esencia de la vida en eso, en centrarse en los pequeños detalles son, al final, lo importante.

Es saber encontrarlos en cualquier lugar.

En la que fue tu Castilla, en que es ahora la mía.

El frío, la nieve, el tomillo y una bufanda se transmutan y se convierten en algo más que unas palabras. Son diminutos fragmentos de felicidad. Representan la dulzura de la vida que cada uno encuentra donde quiere. Me mueven y me conmueven, porque sé lo que se siente cuando ese viento te roza la piel, cuando el frío te congela las manos o cuando el olor del tomillo se te cuela en el alma.

Tú lo sentiste, como yo.

Tú te enamoraste, como yo.


VII


 ¡Colinas plateadas,

grises alcores, cárdenas roquedas

por donde traza el Duero

su curva de ballesta

en torno a Soria, obscuros encinares,

ariscos pedregales, calvas sierras,

caminos blancos y álamos del río,

tardes de Soria, mística y guerrera,

hoy siento por vosotros, en el fondo

del corazón, tristeza,

tristeza que es amor! ¡Campos de Soria

donde parece que las rocas sueñan,

conmigo vais! ¡Colinas plateadas,

grises alcores, cárdenas roquedas!...


A veces les hablo a mis chicos del impresionismo. Les cuento que fue un movimiento en pintura, una nueva manera de crear que encontraron los pintores franceses de finales del XIX para, a través de leves trazos inconexos, transmitir paisajes completos que el espectador es capaz de reconstruir en su mente cuando observa el cuadro.

Tan sencillo y a la vez tan mágico.

Tú eres impresionista en este poema, impresionista de las palabras. Te olvidas de los verbos que conecten adjetivos y sustantivos y, como aquellos pintores, dejas tus trazos diseminados por el poema.

Un color.

Un matiz.

Un elemento del paisaje.

Ellos solos, sin más nexos que esas admiraciones que llenan todo de emoción dibujan un cuadro. El presente y el pasado. Esa mezcla tan tuya de dureza y sentimientos de amor.

Y en medio de todo, tú, presente en el poema.

Porque estás ahí, no solo tras cada palabra, sino hablándole al paisaje, convencido de que te escucha. Loco poeta, tan loco como yo que te escribo, aunque sepa que no me puedes escuchar.

Quizá todos estemos un poco locos.

Siguen siendo Soria y su Duero los dueños de estas líneas, siguen presidiendo tus emociones. Ella, altiva. Él, poderoso. Y a ellos encaramas las palabras que a saltos de caballo brincan de un verso a otro y hacen que fluya tan suave como la primavera.

¡Colinas plateadas, grises alcores, cárdenas roquedas!...

Seis palabras, cierro los ojos y soy capaz de sentirme allí.

Mágico poeta.


(Seguirá)