lunes, 11 de marzo de 2013

PAUL AUSTER, DIARIO DE INVIERNO.



Sinopsis:

Reseña del editor, extraída de Amazon.

Auster vuelve la mirada sobre sí mismo y parte de la llegada de las primeras señales de la vejez para rememorar episodios de su vida. Y así, se suceden las historias: un accidente infantil mientras jugaba al béisbol, el descubrimiento del sexo, las masturbaciones adolescentes y la primera experiencia sexual con una prostituta, la rememoración de sus padres, un accidente de coche en el que su mujer resulta herida, una presentación en Arles acompañado por su admirado Jean-Louis Trintignant, la estancia en París, una larga lista comentada de las 21 habitaciones en las que ha vivido a lo largo de su vida hasta llegar a su actual residencia en Park Slope, sus ataques de pánico, los viajes, los paseos, la presencia de la nieve, el paso y la herida del tiempo... En definitiva, un magistral autorretrato. «Paul Auster ha construido uno de los universos más inconfundibles de la literatura contemporánea... Realmente está en posesión de la varita de un mago» (Michael Dirda, The New York Review of Books). «Un escritor cuya obra brilla con originalidad e inteligencia» (Don DeLillo).

Mis impresiones:

Pocos libros, últimamente, me han tocado tanto. Diario de invierno no es una novela, es la autobiografía del escritor norteamericano Paul Auster, y lo que en realidad me movió fue la manera que elige para narrarlo. Auster, en su línea de contravenir las normas (algo que siempre hacen los grandes y lo hacen muy bien) elige contar su propia vida en segunda persona, de manera que el lector parece escuchar a un narrador que le está contando al propio autor su trayectoria vital. 

Atípica, personal, magistral.

Pero no se queda en eso, lo hace además de manera desordenada, con fragmentos suelos, anécdotas que no siguen necesariamente una secuencia temporal y que tienen distintos nexos, dependiendo del tramo de la novela en el que te encuentres. A veces son las casas en las que ha vivido, escenarios en los que sitúa los momentos vitales que le han ido formando como persona. A veces se centra en familiares claves (su padre, su madre, las relaciones con ambos y con sus dos esposas) y en cada uno de esos instantes va desvelando algo de sí mismo.

No es la historia lo que importa, las anécdotas, son los sentimientos, los pensamientos de Auster que nos recuerdan, en su manera de narrar, que también es un poeta. El libro está plagado de metáforas, enumeraciones eternas, giros del lenguaje que colocan el texto en un plano difícilmente alcanzable. 

Leyéndole entiendo aún más que estoy en proceso de aprendizaje, me siento pequeña y a la vez muy próxima a él porque en algunas de sus reflexiones sobre la escritura me estoy viendo tan reflejada que a veces es como si tal o cual frase pudiera haber salido de mi boca. Porque esta lectura me ha descubierto que no soy única, que hay alguien, con una edad muy distinta a la mía, que ha crecido en una sociedad diferente, que tiene ciertos rasgos en su alma que lo convierten sentimentalmente en una gemela de la mía. Asusta. Asusta mucho porque compararse con alguien así suena pretencioso, vanidoso y cualquier cosa menos humilde pero no lo puedo evitar. Me veía ahí, escribiendo con apenas doce, como él. Pensando que esto es una parte tan grande de mí que sin ella no sabría seguir.

En cuanto al anecdotario de la novela, me quedo con las actas de la comunidad de vecinos que redactaba su mujer. ¡Fantásticas! Normalmente son un coñazo y ella hacía que entrasen ganas de recibir una. Bueno, supongo que se le escapaba que también es escritora.

¿Lo recomiendo? Sí, pero no sé. Es extraño, aunque a mí me ha resultado fascinante.

viernes, 8 de marzo de 2013

DESPERTAR


La brisa del mar soplaba suave revolviendo mi melena suelta mientras se colaba en mi interior a través de la nariz. Sentada en la arena, el horizonte me abrigaba, cargándome de ese optimismo que hacía meses que me había abandonado. Se estaba bien. Muy bien. Las olas, con su cadencia constante, relajaban mis músculos y me dejaba llevar por mis sentidos, empapándome de todo lo que percibían: el suave piar de las gaviotas, el rumor del agua, el lejano sonido del tráfico a mi espalda, al otro lado del paseo marítimo…

No sabía qué me había conducido a sentarme ahí hasta que le vi, paseando por la orilla.

Llevaba unos pantalones a media pierna y las zapatillas en la mano, y caminaba concentrado en sus pies. Supongo que esperaba a las olas que periódicamente los limpiaban de arena y se recreaba en el cosquilleo que provocan en los dedos. El mar, violento cuando quiere, sabe también acariciarnos y él parecía rendido a sus encantos.

Le miraba extasiada, pensando que hacía meses que para mí su presencia era ausencia. No quise hablar para no estropear la magia de tenerle muy cerca. Mi corazón había recuperado la capacidad de latir en cuanto fue consciente de que él había regresado y yo, cobarde o precavida, o deseosa de volver a sentir, no quería interrumpirle.

No hizo falta.

Él levantó la mirada y sus ojos se encontraron con los míos. Me regaló su sonrisa y sus pasos se encaminaron hacia mí. Arrastraba los pies por la arena caliente y cuando llegó a mi altura abandonó los zapatos y se sentó a mi lado.

-Estás muy guapa.

Así, breve, sin rodeos, como siempre había sido él conmigo.

Me agarró una mano con las suyas y posó sus labios en ella, haciendo que mi cuerpo detonase una tormenta de sensaciones. La paz de minutos antes se había esfumado y en mi pecho estallaba un conflicto bélico de dimensiones épicas. Casi un año sin sentir su presencia a mi lado, casi un año sin escuchar su voz. Casi un año desde la última vez que me miró a los ojos y volvía a mí como si ese tiempo no hubiera existido, como si perpetuamente hubiera permanecido a mi lado.

-Tú también –le dije.

Rodeó mi cuerpo con su brazo y mi cabeza se posó en su cuello, en mi sitio, como yo solía llamarlo cuando nada podía separarnos. El aroma de mi hombre me envolvió de pronto, poniendo los recuerdos en revisión, haciendo que de pronto, todos los reproches por su prolongada ausencia se marchasen. Daba lo mismo lo que le hubiera alejado de mí. Daba igual que me hubiera quedado sola y destrozada. Ya estaba. Él había vuelto.

Nos quedamos así mucho tiempo, amarrados el uno al otro, sin hacer nada más que sentirnos cerca. No hacían falta palabras para que nos entendiéramos.

De pronto, accionado por un resorte, se puso en pie y me arrastró de la mano. Mi instinto me hizo darme la vuelta, preocupada por nuestros zapatos, que se quedaban solos si le seguía pero con una sonrisa me señaló que me olvidase de ellos. La playa estaba desierta y, al fin y al cabo, sólo eran unos zapatos.

Yo también sonreí.

Corrimos por la playa, cerca de la orilla hasta que se paró de pronto, haciéndome tropezar con su cuerpo. Mi rostro se pegó al suyo, tan cerca que fue imposible que nuestros labios no iniciaran una danza de la que habían sido campeones. ¡Cuánto había añorado sus besos!

De pronto sentí mucho frío. Mis ojos, cerrados en el momento íntimo que compartían, se abrieron y observaron espantados que ya no estaba. La playa rápidamente empezó a cambiar, se oscureció el cielo, cayeron las sombras sobre mí.

-Se está despertando.

Oí de lejos una voz de mujer que no reconocía. Al frío se sumó una incómoda sensación en la garganta, había algo que entorpecía mi respiración a la vez que me la estaba facilitando. Intenté moverme pero apenas tenía fuerzas para nada. Abrí los ojos.

A mi alrededor, una sala triste, verde y blanca y, a escasos metros, una mesa con personal vestido de hospital. Intenté ubicarme y lo conseguí nada más ver mis brazos recorridos por tubos y sentir que mi laringe cobijaba un respirador.

Me acordé.

Estaba en la UCI del hospital, lo recordé, ese día me iban a operar.

Entonces volví a agitarme, como minutos antes en la playa.

-Tranquila, no te muevas –me dijo la enfermera-. Ahora mismo te lo quitamos.

No pude contener unas lágrimas.

-No llores, todo ha ido muy bien.

No, nada había ido bien. Yo seguía viva y él había vuelto a marchase de mi lado. Hacía casi un año de la muerte de mi marido.

lunes, 4 de marzo de 2013

DESCRIPCIONES SUBJETIVAS

Ayer Alex me pidió que le explicase la descripción. Con mis palabras, como siempre hacemos, para que una vez que entienda el concepto, sea capaz de entender las enrevesadas explicaciones que a veces traen los libros de texto.

Hablamos de los dos tipos que hay, las objetivas, es decir, aquellas que se hacen con el objeto de exponer un tema sin entrar en ninguna valoración, y las subjetivas, esas en las que prevalecen las emociones del autor, cargadas de sentimientos.

Yo no sé hacer descripciones objetivas.

Ni aprenderé.

Llevo unos días tratando de resumirme a mí misma lo que me está pasando con Detrás del cristal y la imparcialidad es imposible. Tanto que desisto y me quedo con todo este enorme torrente de sentimientos que me provoca el resultado que está dando este trabajo de años.

Pensé publicarla hace un año pero... un comentario no demasiado alentador, sobre la postura de mi narrador (aviso, es omnisciente, lo sabe todo y a veces interviene en la narración) me hizo pensar que quizá no sé escribir todavía y que tenía que darme más tiempo.

Lo hice y no me arrepiento en absoluto.

En este año la vida me ha pasado un poco por encima, algunas situaciones me han superado y he estado inmersa en un proceso de aprendizaje que, de alguna manera, se refleja en la novela. Escuché todo lo que tenían que decirme de ella, escuché a mi propio narrador omnisciente, revisé y reestructuré y ahora, estoy segura, es el libro que quería escribir.

Pero aún no es MI libro.

Todavía estoy aprendiendo.

No voy a hacer una descripción subjetiva de los últimos dieciocho días que lleva publicada, voy a dejar constancia en una imagen que creo que lo resume todo, quizá de manera mucho más objetiva. Añadiendo que lleva 5 opiniones de cinco estrellas. ¡Casi nada!





sábado, 2 de marzo de 2013

PREMIO: LOS SIETE PECADOS CAPITALES DE LA LECTURA


Dácil, de El blog de una madre desesperada, me pasa este premio que recojo con orgullo. Lleva un cuestionario que paso a contestaros.

1. Avaricia: ¿cuál es tu libro más caro y el más barato?


El más caro es probablemente una edición especial de Los pilares de la Tierra, de Ken Follet, pero no lo compré yo, me lo regalaron el día que nació mi hijo mayor. El más barato... los que rescato de los montones de los supermercados. Hace un mes más o menos me compré un manual de gramática ¡por un euro!


2. Ira: ¿con qué autor tienes una relación amor-odio?

Pérez-Reverte. Hay libros suyos que me encantan y otros que he sido incapaz de terminar.

3. Gula: ¿qué libro te devoras una vez tras otra?

Tengo destrozados los dos primeros de la saga Los hijos de la Tierra y vuelvo a ellos cuando me apetece leer algo que sé que me va a gustar. Eso sí, con el último no he podido. Me rendí a la mitad, y mira que lo esperaba con ganas.

4. Pereza: ¿Qué libro no has leído por flojera?

Yo creo que ninguno, están pendientes. Guerra y Paz, por ejemplo, siempre lo dejo de lado por lo gordo que es.

5. Orgullo: ¿De qué libro hablas para sonar intelectual?

Creo que ninguno. Leo lo que leo, y no me importa lo que piensen los demás. ¡Si hasta me leo los libros de mi hija y los disfruto!

6. Lujuria. ¿qué encuentras atractivo en los personajes femeninos o masculinos?

Creo que el hecho de que parezcan humanos es lo que más me atrae. Si tienen defectos, casi mejor que esos personajes que son todo virtudes. No me los creo.

7. Envidia: ¿Qué libro te gustaría recibir cómo regalo?

Me he pedido uno para mi cumpleaños, a ver si se acuerdan del título y cae... pero no lo voy a decir, que luego me llaman pesada.

Tengo que regalar este premio a otros blogs, así que paso a daros sus nombres:


Libros, exposiciones, excursiones.

El Universo de los Libros
Serendipia
El club de las escritoras
Mis lecturas y más cositas
Mundo Paralelo
Desde Vallekas

miércoles, 27 de febrero de 2013

LA SASTRERÍA LITERARIA: UN BONSAI ENTRE TÚ Y YO DE Fj ROHS.


A veces tropiezas con libros por casualidad, con historias que llaman tu atención y se cuelan entre tus lecturas sin respetar el turno de llegada. Eso es lo que me pasó con este libro, Un bonsái entre túy yo. Estaba dando una vuelta por Facebook cuando me encontré una entrada del blog de Fj Rohs en la que hacía una propuesta: a cambio de unos ojos que mitigaran un poco la ceguera del escritor (esa que nos hace cometer errores ortográficos imposibles cuando lees el texto de otro, pero que se cuelan en el tuyo), él regalaba sus libros.

Me apunté.

Miré los títulos que proponía y éste fue el que más llamó mi atención, así que se lo pedí.


Casi en el momento en el que lo tuve en mis manos empecé a echarle un vistazo y descubrí algo que ya sabía (porque leo su blog) y es que escribe de una manera especial, de esas que te impiden interrumpir la lectura. Sin embargo, en casa sólo tenemos un kindle y estaba ocupado, así que, a pesar de las ganas, tuve que dejarlo. De momento. Cuando encontré mi turno, empecé a dejarme llevar por la historia.

Lo primero que me llamó la atención fue el narrador, su particular manera de conducirte por la historia. Es un narrador cercano, que parece que te está hablando al oído, y enseguida me encontré queriendo saber más de Kevin, el protagonista de la historia. Pero vamos a ver primero la sinopsis del libro, para que sepáis de qué va…

Kevin, harto de su vida tediosa en la ciudad, decide irse con sus dos hijos a un pequeño pueblo llamado Dreamville para pasar los tres meses de verano. Quizás por la crisis de los 40 o quizás por cumplir un sueño, se compra una Harley para disfrutar de las carreteras olvidadas. En uno de sus paseos conocerá a Collete, madre de tres niños que también vive en Dreamville y con la que traba amistad bajo la excusa de que sus hijos jueguen juntos. Una tarde, por accidente, conocen al Profesor Hiroshi, y éste les "obliga" a asistir a clases de Bonsái. Y así, entre los niños, la Harley, y las excéntricas enseñanzas del Profesor Hiroshi, nacerá una inolvidable amistad entre ellos.
Una historia que nos habla de esas "relaciones humanas intermedias entre el estado gaseoso del amor y el líquido de la amistad"... Y que los sesudos científicos de prestigiosas universidades aún no han conseguido descifrar ni etiquetar.

Me encantó la idea de encontrar una historia de amistad entre dos adultos de distinto sexo, amistad así, sin más, sin otras connotaciones. No me parece en absoluto imposible. A lo largo del relato vamos conociendo a los personajes, a Kevin, demasiado responsable, a Collete que es un poco loca y a sus cinco hijos. Su encuentro con el profesor Hiroshi, un japonés que cultiva bonsáis (no sé si se dice cultiva o simplemente ama), servirá para reforzar el vínculo entre ellos.

El libro tiene historias muy bonitas, como la del tarro (descubridla) y momentos de esos que te gustaría vivir mucho más a menudo: sentarte por ejemplo en un balancín, con tu mejor amigo y una copa de Ribera del Duero entre las manos, para hablar de lo que sea, o simplemente para compartir un atardecer.

Pero lo mejor no es todo esto.

Lo mejor es lo que viene cuando la historia propiamente dicha, termina y el narrador toma de nuevo el control y te lo explica todo…

Un bonsái entre tú y yo es un libro a medida. La sastrería literaria es un proyecto que me fascinó desde el principio, desde que supe de su existencia. ¿Qué es exactamente? Pues eso, una sastrería, pero en la que, en lugar de telas, hilos y puntadas, se emplean palabras. Los puntos y las comas van uniendo los sustantivos, los adjetivos y los verbos y se va tejiendo una historia única para cada uno. Son libros por encargo, pero no de esos en los que hay una historia base, a la que luego se le cambian los nombres de los protagonistas y se 
les dice: ahí tienes, tu historia personalizada. ¡Qué va! Es mucho más.

Fj Rohs toma medidas, como un buen sastre, y a partir de unas preguntas sobre la persona que va a recibir este regalo impresionante, va construyendo este atuendo a medida. Pone cuidado en los detalles y los recubre de algo esencial para que sean inolvidables, un tejido de calidad que se consigue con esa prosa que te arrastra aunque tú realmente no sepas para quién hizo este traje en concreto. Es igual. Aunque la seda no sea para ti puedes valorar su tacto y disfrutar las sensaciones que va dejando sobre tu piel.

Así, con el cuidado que pone un artesano, completa un libro único para un lector único, pero que puede ser leído por cualquiera.

Y aquí llegué yo. 

No tuve que hacer mucho. Quizá decirle, afina esta puntada, o tienes un poco suelto este botón, pero nada más. Rendirme a la evidencia de que hay mucho talento suelto esperando a que lo conozcamos, que cuando decimos que queremos hacerle a alguien el mejor regalo de su vida esto ni se nos había pasado por la cabeza y en realidad lo es.

Os animo a entrar en la Sastrería, a ver su booktrailer, a conocer los libros que ya están terminados aquí (y que pueden y podrán conseguirse en Amazon a medida que se vayan publicando) y a que lo valoréis como una opción cuando queráis hacerle a alguien el regalo más especial de su vida. Si queréis saber cómo escribe, desde ya, podéis encontrar relatos aquí, ahora mismo. Y vídeos… es que este chico es muy creativo!!!

A Kevin (nombre ficticio del destinatario de este libro) creo que no le han hecho nunca un regalo más especial. Nosotros podremos disfrutar de esta historia desde este mismo viernes en Amazon.


Yo me estoy preparando un vestido de gala para el estreno.

¡A sus pies, señor Rohs! Me ha conquistado su talento.