viernes, 23 de octubre de 2020

LOS MAESTROS LIENDRE

 El otro día hice una pregunta muy sencilla en mis redes, relacionada con el tema literario. No esperaba muchas respuestas, porque cuando planteo algo interesante la gente lo ignora mucho más que si cuelgo una foto de Ulises, pero en este caso se ve que pillé a la gente con ganas de hablar de algo que no fuera coronavirus, cagadas de los políticos o inminentes toques de queda, y contestó un número significativo de personas.

Las respuestas fueron tan variadas que llegué a una conclusión: si escribes, que sea para ti, jamás contentarás a todo el mundo, porque los prismas con los que se mira el mundo son tan infinitos como las personas y, además, estamos rodeados de gente que de nada sabe, pero de todo entiende.

Observé, fascinada, que las respuestas menos "sabias" se correspondían con comentarios muy largos. Observé que prácticamente nadie apoyaba sus razonamientos en "estudios sobre el tema" sino en sus propias emociones, algo que en cualquier trabajo científico es una aberración, pero a lo que nos tienen acostumbrados los tiempos que vivimos. "Lo que yo siento es la verdad, tanto cuando leo un libro, como cuando veo una película, cuando valoro una ley o leo una sentencia." Y nos quedamos tan anchos, ignorando que hay leyes, normas, estudios... que tal vez nos desmienten y que, si los conociéramos y tuviéramos la mente abierta, nos enseñarían que la nuestra no es una verdad absoluta, sino solo la nuestra. Que a veces ni se acerca a la sombra de lo demostrable. Que es solo un gusto que no tiene por qué ser ni medio lógico.

Yo sé la respuesta a mi pregunta, la sé no porque la sienta, sino porque llevo toda la vida estudiando literatura y cómo se escribe la ficción, cuáles son sus mecanismos internos y qué la diferencia de la historiografía, de las biografías o de la vida. Es un matiz tan claro y que brilla tanto que no me cabe duda de qué es lo correcto, pero Dios -o lo que sea- me libre de defenderlo a voz en cuello, que yo solo soy un ser humano del montón.

Para mí me la quedo, porque a pesar de lo sepa también sé algo: puedo estar equivocada, me puede faltar un estudio por leer, un libro por descubrir, un enfoque que encienda una nueva luz.

Estas respuestas me hicieron pensar en varios autores en los que llevo mirándome toda la vida y me reí yo sola con mis elucubraciones sobre cuáles serían sus reacciones ante este mundo literario que se nos está quedando. Insisto, mías, tan verdaderas como esas respuestas que recibí -o sea, nada. Soy muy fan de la generación del 98. De su espíritu crítico y su sencillez narrativa que esconde muchísima profundidad. De esa visión que admira un paisaje -no dejando de lado ninguno de los elementos que lo conforman, incluidas las personas-, que lo idealiza, pero que no pierde la perspectiva de sus carencias y las señala, con la esperanza de que haya una reacción y en algún momento se corrijan.

Me imaginaba a estos autores publicando en Amazon, al fin al cabo eran bastante autodidactas, por qué no iban a tener algo de aventureros como muchos de nosotros. Al pobre Baroja cayéndole comentarios de una estrella, diciéndole cómo tenía que haber escrito sus libros, y tampoco se librarían de ellas Unamuno o Valle Inclán por muy Marqués de Bradomín que acabara siendo, título ganado por méritos literarios. Me imagino al primero medio deprimido por esos comentarios hirientes que recibimos, a Unamuno inventándose conceptos literarios para justificar sus nivolas y a Valle cagándose en los muertos de los imbéciles que no entienden nada. Me imagino a Machado, negando con la cabeza, diciendo que no tenemos remedio. Estarían todos escandalizados si pudieran observar la selva en la que hemos convertido algo tan hermoso como la literatura y no descarto que alguno se muriera de la impresión al ver los tops. 

Bueno, no pueden, por fortuna para ellos ya están muertos.

A veces me aburro y miro reseñas malas de gente buena. Pero buena de verdad, de los que no cabe duda alguna, y me encuentro torpes que atizan a Delibes con saña o idiotas perdidos que no entienden Nada y que se quedan tan anchos al decir que es una mierda de novela. Y suspiro, y sonrío, y me voy pensando que se ha perdido el criterio, que nadie se acuerda de lo que es una figura literaria, que ya no se entiende la ironía y que para qué nos molestamos es crear metáforas si a veces hay quien las lee literales y no es capaz de llegar a su significado verdadero.

Sonrío y me vuelvo a mis libros y, como ese Machado imaginario, niego con la cabeza y me resigno. No nos ha servido de nada la cultura para todos, porque no hemos aprendido mucho si lo que prima es nuestra opinión que a veces no sabemos ni razonar.

Al final va a ser verdad que tenemos lo que nos merecemos.

lunes, 19 de octubre de 2020

DÍA DE LAS ESCRITORAS

 Hoy lunes 19 de octubre es el día de las escritoras. No siempre es 19, es el lunes más cercano al 15 de octubre, fecha en la que se recuerda a Teresa de Jesús, una de las primeras mujeres escritoras reconocidas.

Puede decirse que soy escritora.

A día de hoy llevo siete títulos publicados con editorial y tres premios (uno pequeñito, de pueblo, otro que otorgó Penguin Random House a un microrrelato que siempre se me olvida y ser finalista en el HQÑ en 2015). Tengo otras cuatro obras autoeditadas. He colaborado en antologías, revistas, he hecho entrevistas, vídeos, he dado clases durante años en un taller de narrativa. Todas mis novelas han ocupado lugares destacados de ventas en digital, algunas de ellas (más de la mitad) durante medio año seguido de media. Y sin embargo...

Sé que no soy escritora.

No estoy hablando de que padezca el síndrome del impostor, no. Este texto no va de esto. Sé que por mucho que me esfuerce, por mucho que pula mis palabras, por mucho interés que ponga o por muchos libros que venda, no soy escritora a los ojos de mucha gente. Porque me muevo en un género menor, porque mis palabras jamás van a tener el valor que las de otras mujeres -y no digamos de hombres- a las que les han puesto otros sellos en la frente, aunque en esencia yo esté diciendo lo mismo y, muchas veces, incluso, haya elegido mejor las palabras.

Qué soberbia al decir esto, ¿verdad?

Me da un poco lo mismo ya lo que piensen los demás, vivo a la sombra de mil prejuicios y de ella no voy a salir. Plantadme otro adjetivo, la espalda ya soporta lo que sea.

Sin embargo, aunque en el fondo crea que no es mi día, porque no me lo he ganado aún ni me lo voy a ganar nunca, quiero celebrarlo. Porque las palabras son mi motor y en mi mundo pequeñito, ese que está hecho de muchas horas a solas, muchos libros leídos, muchas palabras escritas, ahí sí lo soy.

Ahí soy escritora porque ahí puedo ser lo que yo quiera.

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martes, 6 de octubre de 2020

PRESENTACIÓN VIRTUAL DE AÑOS DE MENTIRAS

La pandemia nos ha privado de una de las mejores experiencias relacionadas con la publicación de un libro: el día de encuentro con los lectores, cuando el autor tiene la oportunidad de compartir impresiones con él o, simplemente, de presentarlo. Ese tú a tú ahora está vetado, pues estamos en plena segunda ola (hasta los mismísimos del coronavirus, todo hay que decirlo) y salir a la calle es una temeridad que, al menos en mi caso, no voy a cometer por un libro.

Por muy mío que sea.

Ya se me quedaron pendientes muchos encuentros que tenía programados para La colina del almendro, Doce horas, al ser un relato, no los tendrá jamás y a Brianda ha vuelto a tocarle su papel de segundona en la reedición, porque se ha encontrado encajonada entre dos novelas que le hacen mucha sombra.

Ayer llegó el día de presentar Años de mentiras.

El canal elegido fue Instagram, un directo en el que se ofreció a acompañarme Pilar Muñoz (gracias, muchísimas gracias, yo no hubiera sabido hacerlo tan ameno sola). Durante una hora hablamos de la novela, intentando no hacer spoilers para que quienes se animen a leerla lleguen con la mente lo más virgen posible.

Me fijé en la asistencia, en el momento en el que más personas hubo fueron 24, casi como en una presentación de verdad, así que estoy contenta. Además, quienes nos acompañaron se animaron a hacer preguntas y yo lo pasé realmente bien.

A todos vosotros, gracias. Gracias por ayudarme a darle su lugar a este libro que ha llegado en un momento un poco gris.

Dejo el enlace del vídeo, que seguirá colgado en IGTV.

Es este

Al principio va un pelín a trompicones, pero después ya fue bien. Hubo algún problemilla de sonido, por la falta de experiencia, pero enseguida nos ayudaron a solucionarlo.

sábado, 26 de septiembre de 2020

DOCE HORAS, CUANDO PASE EL TIEMPO



Escribí Doce horas por encargo y con una única premisa: "No mates a nadie". Estábamos en el mes de abril, en lo peor de la primera ola, cuando los muertos se contaban por miles y nosotros aún no sabíamos, ni siquiera, que este virus no nos iba a robar tan solo una primavera. Ya había suficientes muertos esos días.


Doce horas es una fotografía de un instante, del espíritu que nos unió para, por lo menos, reponernos del shock que nos metió a todos en casa y nos sacó de lo que hasta entonces habían sido nuestras vidas.


No fui dura, no era el momento, quizá hoy sería más crítica y menos dulce, pero ahora sé muchas más cosas que hace unos meses. Sé de incompetencias, de olvidos, de faltas de respeto que no puedo entender hacia quienes se dejaron la piel, la salud y hasta la vida mientras otros horneaban pan y se hacían vídeos con Tik Tok.


Pero hay una cosa que nadie va a poder negar jamás a ese relato, y es que es una fotografía de un instante. Porque fuimos así, porque eso salió todo de observar: en la televisión, en las conversaciones telefónicas, en las redes. Dentro de mucho tiempo, si alguien tropieza con él, va a saber cómo fuimos. Durante un instante. Durante doce horas de uno de los peores años que recuerdo.

sábado, 19 de septiembre de 2020

LOS MANDAMIENTOS DE LAURA DE ERIKA FIORUCCI

 Los mandamientos de Laura de [Erika Fiorucci]


Sinopsis:

Laura Moore tiene tres mandamientos en su vida: Vivir libre de drama, nunca enamorarse de un jugador de béisbol y evitar decirle que no a su hermana mayor. Construyó estas reglas para mantener su corazón a salvo tras una mala experiencia y ha vivido cinco años siguiéndolas, consiguiendo así una existencia tranquila y ordenada. Es la chica que escribe cosas en la oscuridad mientras los que están a su alrededor se cubren de gloria. No le importa, así se siente segura.

Sin embargo, el ofrecimiento de su empleo soñado durante una crisis existencial la obligará a flexibilizar su rígido sistema, una pequeña concesión a la vez, y gracias a ello aprenderá que vivir implica riesgos, que sentir nos hace humanos y no parte de una estadística, y que siempre es mejor ensuciarse el uniforme que vivir a medias.


Mis impresiones:

Nada más saber que Erika Fiorucci tenía libro nuevo, me fui a buscarlo. Vi, sorprendida, que lo había ambientado en el mundo del béisbol. Mi experiencia con este deporte es que era obligatorio en la ronda deportiva que hicimos en tercero de BUP, en el instituto. Montaron un campo improvisado en un descampado que estaba entre el instituto y un trigal y cuando me tocó batear le di a la bola y la mandé tan lejos que no la recuperamos. Se acabó jugar, porque no teníamos más...

Todo este rollo es para deciros que no entiendo una palabra de ese deporte, no sé nada de equipos americanos, jugadores, puntuaciones... Pero todo lo que me ha contado Erika en esta novela me ha parecido absolutamente verosímil. Tal vez si supiera podría ponerle alguna pega, pero como no sé, he creído a pies juntillas que Laura Moore sabe muchísimo de este deporte, hasta el punto de manejar un blog, tras un seudónimo, del que todos se fían.

Y no es para menos, sus análisis son de lo más acertados.

La novela arranca con Laura siendo despedida por un influencer para el que trabaja manejando sus redes sociales. En ese momento también ha sido despedido Dallas Ousborne, un jugador de béisbol de otro equipo, que en medio de la temporada se ha quedado sin trabajo. Ella, que además es hija del dueño de un equipo de Las Vegas, sabe que para él va a ser complicado volver a la primera liga y empatiza por el momento que está pasando aunque no lo conoce, así que se las arregla para convencer a su hermana, la implacable Lorena, que lleva esos asuntos en el equipo, para que lo contrate. Lorena se lo debe porque en el pasado fue la responsable de que el equipo contratase al jugador que la acababa de dejar plantada por otra a la que, además, había dejado embarazada.

Este planteamiento tiene pinta de drama, ¿verdad?

Pues nada más lejos. Uno de los mandamientos de Laura es "nada de drama". Y ella es así, vital, divertida, con un punto sexi pero también demasiado buena, demasiado compasiva con los demás, y eso hace que se vaya enredando entre dos historias: Bobby, su ex, que regresa del pasado, y Dallas, por quien siente mucha atracción, pero con quien no quiere involucrarse porque rompería otro de sus mandamientos: "nunca más salir con un jugador de béisbol".

La novela está contada en primera persona por Laura, que ejerce de narradora protagonista y salpicada de guiños sobre béisbol, cada capítulo arranca con una cita de este deporte y es de esas novelas que uno lee con la sonrisa puesta. Es la Erika luminosa que vemos en sus vídeos del canal de YouTube que lleva, la novela tiene esa energía cargada de positividad que transmite como nadie y creo que ha sido una idea maravillosa ponerme con ella y no dejarla en cola.

Necesitaba una novela así justo ahora. 

Está ambientada en algún momento del presente, no me he fijado si se data en concreto en algún año, pero da igual. No lo considero relevante para la historia, que es divertida hasta el final. 

Voy a hacer un apunte sobre la portada. Creo que podemos intuir al verla que el béisbol tiene una importancia en la trama, aunque el título no haga alusión a ello, la bola, el marcador, las palabras en segundo plano... Se ve bien el título y su nombre (aunque yo lo habría puesto un poco más grande, no por ego, porque en las miniaturas de Amazon se tiene que ver). Pero tiene un fallo.

Sí, Erika, no me mates por lo que voy a decir ahora.

Creo que a esa portada le falta un torso desnudo.

Ya sé que quienes frecuentáis el espejo ahora mismo estáis poniendo cara de "Mayte se ha bebido algo con mucho alcohol y escribe bajo sus efectos", pero no. Solo me he comido un caramelo de regaliz. Es que justo al terminar la lectura, la aplicación de kindle me sugirió novelas que han leído los lectores de esta y ¡casi todas tienen un torso desnudo!

Soy anti eso, pero me temo que mis gustos y el marketing se dan de cabezazos, porque me fijé que la mayoría de esas novelas están muy bien posicionadas. Erika hubiera sabido hacerlo con elegancia, esa no se puede perder, con esa misma elegancia que narra las escenas de sexo, chispeantes, divertidas y sin perder de vista la pasión.

Aunque Erika suele publicar con editorial, esta novela es autoeditada y a mí me ha gustado mucho. Felicidades.

Te seguiré leyendo.