miércoles, 9 de enero de 2013

MI ESTANTERÍA

Hay una estantería en casa a la que tengo especial cariño. Es esa en la que reposan los libros de autoedición que he ido recopilando a lo largo de este tiempo. Libros físicos, porque los que tengo en formato digital, que son muchos más, están en el kindle y ahí no se pueden mirar de un solo vistazo.


Entre ellos están las pruebas de alguno de los míos, y he dejado también en ella los de B de Books que tengo y faltan algunos que están prestados, en casa de amigos que están empezando a descubrir a los autores que empiezan a dar sus primeros pasos en este complicado mundo de la literatura.

Tienen algo en común: están dedicados por sus autores. Supongo que esas palabras manucritas convierten a estos libros en pequeños tesoros para alguien como yo, para quien los libros siempre han sido amigos, compañeros imprescindibles en este viaje de la vida.

Este año, seguramente, acabaré necesitando ocupar otro estante porque pienso incrementar mi colección. Haré otra foto el próximo enero.




sábado, 5 de enero de 2013

DESCOMENTADOS

Esta noche vienen los Reyes Magos, pero a mí ayer me hicieron un regalo que agradezco: he sido "descomentada". Hace unas semanas me quejé a Amazon porque un individuo se dedicaba a dejar comentarios de cinco estrellas en cuanto libro pillaba en el top 100. El sujeto en cuestión no decía nada en concreto, sino que, sin ninguna sutileza, colaba el enlace de su propia novela en el comentario. Yo fui una de sus víctimas, a quien dejó cinco estrellas a cambio de que le sujetase, durante un tiempo que gracias a dios ha sido breve, su enlace.

A lo tonto, a lo tonto, el otro día lo vi en el top 100. Algo vetado para novelas con calidad, pero que éste ha conseguido con una estrategia de maketing éticamente reprobable.

Sin embargo, ciento y pico comentarios iguales cantaban mucho y ayer vi que en Su chico de alquiler tenía este mensaje: Sé el primero en escribir una opinión sobre este producto.

¡Me encantó!

 Prefiero, sinceramente, que no tenga ni un solo comentario, que si no se los merece, nadie diga absolutamente nada del libro antes que ser utilizada. Soy generosa normalmente pero no otra palabra que empieza por g y que no pondré hoy por ser el día que es, no sea que los Reyes me escuchen, o me lean, y ya sí que no me traigan lo que he pedido. Aunque con el trabajo que tienen hoy no sé si estarán para ponerse a leer blogs...

Y pasando a otra cosa, que me disperso... Quiero hablaros de ciclos. Detecto que los de mis novelas empiezan a agotarse. Supongo que cuando has vendido muchos ejemplares en los meses anteriores (no es que hayan sido una barbaridad, o cifras para celebrar una fiesta, pero han estado muchísimo mejor de lo que me hubiera atrevido a soñar), los libros empiezan un suave descenso hasta que se mueren. En este caso no es una muerte real, sino un hundimiento en los abismos de la lista que los sitúa en posiciones invisibles.

Es una sensación... rara. A veces me siento mal, porque me he esforzado en empujarlas, teniendo que morderme la lengua ante comentarios venenosos de quienes insisten en que la publicidad que hacemos los autores es cansina y contraproducente (pues siento decir que no, que cuando lo dejas es cuando decaen, que lo he probado) y a pesar del esfuerzo, a pesar de que he rozado con los dedos mi objetivo, no lo he llegado a conseguir del todo. Otras, me doy cuenta de que he logrado muchísimo. Con la ayuda de la gente de los blogs, sobre todo, que se implicaron en esos dos meses de verano en los que reseñaron los libros, siempre tendré que agradecérselo y no olvidarlo, porque no fue mérito mío solamente. Aunque en muchas ocasiones te llegues a sentir muy sola.

También me siento muy bien con los comentarios que tienen las novelas. Ni uno solo de los que hay los he pedido, no se me ha ocurrido jamás decirle a nadie que se vaya a Amazon y me ponga una opinión. No, porque si lo que quiero es saber qué opinan, si lo pido no sería real, ¿no creéis?

Ahora, con la novela que tengo terminada en fase de últimos retoques, toca tomar aire, pensar si estoy preparada para volver a meterme en este lío. El año pasado pagué mi precio en todo esto: veinte kilos. ¡Casi nada! He sido capaz de recuperar cuatro, pero sigo en una talla que cuando plancho la ropa mi cerebro se niega a creer que es la mía.

Esta vez tengo experiencia.

Espero que sirva de algo.


martes, 1 de enero de 2013

LA ESTRATEGIA DEL AGUA DE LORENZO SILVA


Sinopsis:

Tas una decepcionante experiencia con el sistema judicial que ha puesto en libertad a un asesino encerrado por Vila, éste se halla desencantado y más escéptico de lo que acostumbra. Así se enfrenta al caso que le ocupa: un hombre, Óscar Santacruz, ha aparecido con dos tiros en la nuca en el ascensor de su casa, sin que ningún vecino haya oído ni visto nada. Parece el «trabajo» de un profesional, lo que parece un tanto desmesurado dada la aparente poco trascendencia de la víctima. Vila y Chamorro comienzan una investigación, muy a regañadientes por parte de Vila, actitud que empezará pagando «el nuevo», Arnau, un joven guardia que poco a poco se irá ganado la confianza de Vila.

Parece que los problemas en la vida de Óscar Santacruz se limitan a un divorcio mal llevado con un hijo de por medio. Pero, ¿puede ser ésta la razón de su asesinato? ¿Qué esconde la denuncia que pesaba sobre la víctima por malos tratos? ¿Y su detención por tráfico de drogas? ¿En qué oscuros asuntos estaba envuelto este hombre en apariencia tan poco peligroso?

Una novela sobre los claroscuros de las relaciones, sobre los pasadizos del sistema judicial, sobre las modernas técnicas de investigación incorporadas por la Guardia Civil, sobre las injusticias que provocan las leyes, sobre el mal, que a menudo está demasiado cerca, incluso entre lo que un día amamos.

Mis impresiones:

Este libro no es mío. Pertenece a mi hijo, para quien está dedicado. Se lo compré en Getafe, a finales de octubre, el día que pasamos en familia, asistiendo a varias de las charlas que ese día se multiplicaban con motivo del Getafe Negro del pasado 2012. Lorenzo Silva estaba allí y solo tuve que mirar a Alex para saber que quería otro libro de él: quería tenerlo dedicado, hacerlo todavía más suyo. La marca del meridiano todavía no había salido a la venta, y en la caseta de la plaza tenían este ejemplar y Niños Feroces, un libro que él ya leyó hace tiempo y del que me habla siempre que tiene ocasión. La prosa de Silva, a pesar de su corta edad, le llegó y quería seguir disfrutando de ella. No soy quien para negárselo, aunque reconozco que no había leído de Lorenzo Silva nada más allá de artículos o entradas de su blog. Le compré La estrategia del agua.

Cuando lo tuvo entre sus manos, Alex leyó la primera página y me dijo: "Mamá, ya sólo con esta página sé que me va a gustar". Sin embargo, no lo ha leído aún. Trece años parecen pocos para tener obligaciones lectoras, pero él las tiene: compromisos escolares que sortea a base de suspiros (me parece que su profesora no está muy al corriente de lo que le interesa) y algunos que se impone él solo y que respeta con más meticulosidad de la que yo empleo en seguir mi lista de pendientes.

A mí no se me han acabado las lecturas propias, pero hace unos días, al terminar el libro que tenía entre manos, decidí que tocaba leer algo en papel. No es que no me guste el kindle, al contrario, pero prefiero dejar esos libros para cuando viajo, porque pesa menos en el bolso. Como no tenía previsto salir de casa, busqué entre los ejemplares sin leer que tenía a mano y ganó este.

Empecé.

Como Alex, nada más terminar la primera página, ya supe que me iba a gustar.

No era muy aficionada a la novela negra, de hecho hasta hace más bien poco la esquivaba, pero estoy descubriendo un mundo fascinante. En esta, enseguida me vi atrapada en la investigación del asesinato de Óscar Santacruz. El mérito, por supuesto, lo tiene un personaje: el brigada Vila. Me ha gustado el tono en el que se expresa siempre, entre sarcástico y desencantado, pero a la vez un personaje en el que algunos valores están bien anclados y a pesar de lo que viva, de lo que le toque presenciar, los mantiene. Un personaje duro en apariencia, bien pertrechado en una coraza de ironía con la que juega a cada momento. Junto a él, la sargento Chamorro, Virginia, quien lleva ya diez años a su lado y que se ha convertido en esa compañera imprescindible. Compañera de trabajo y de vida, porque en lo sentimental, Vila jamás se lo permitiría: hay mujeres demasiado valiosas para meterlas en tu cama y arriesgarte a perderlas. Chamorro es eficiente y el contrapunto a la mala uva que de vez en cuando se le escapa a Vila. Junto a ellos, otros dos personajes son claves: Arnau, un guardia novato que a medida que avanza la trama se va ganando el respeto de todos por su eficiencia (y por su paciencia, Vila le llama por todas las posibles variantes de Juan cuando se dirige a él) y Salgado, una explosiva guardia civil cuyos encantos, en alguna ocasión, agilizan la investigación.

Jueces, abogados, una ex de manual, superiores, policías… todo un mosaico de personajes desfilan ante nuestros ojos mientras nos bebemos esta novela. Es como agua: te la bebes casi sin darte cuenta. Y como el agua, calma la sed lectora y no tiene efectos secundarios sino el intenso placer de aportarle a tu cuerpo algo de lo que estamos hechos y que nos completa: palabras, historias, reflexiones.

La novela está dividida en veinte capítulos, cada uno con un título, y un epílogo, y se presenta narrada en primera persona, desde el punto de vista de Vila, por lo que muchas veces escuchamos sus pensamientos que Lorenzo Silva hábilmente inserta en la trama policiaca sin que en ningún momento parezcan fuera de lugar. Ahí es donde yo personalmente encuentro a un escritor de verdad. Cuando hace del inciso una pequeña obra maestra, cuando es capaz de hacer que el lector los espere y los disfrute tanto como el mismo nudo de la historia.

Una de las cosas que más me ha gustado es el sabor a realidad que se respira durante toda la lectura. Supongo que la condición de abogado del autor le sitúa en una posición ventajosa: lo que narra, lo ha vivido, los escenarios no parecen jamás inventados. Los juzgados son muy nuestros, alejados de las fantasías de las películas americanas: las dependencias de la benemérita no se describen como perfectas oficinas sino como algo más cutre. Lo que son. Y eso que no se ha parado a describir una casa cuartel (unas cuantas he pisado). Supongo que las reformas de estos años se encargaron de eliminar bastantes reliquias del pasado, pero también sospecho que quedará alguna por ahí. De primera mano digo que son bastante cutres.

Sobre la historia en la que se sustenta la novela, el mismo autor nos advierte que está basada en un hecho real, el asesinato por encargo de Miguel Ángel Salgado, quien cometió, como delito para que se le aplicase la pena de muerte, el amar a su hijo por encima de todo. Óscar, el personaje, vive para su pequeño, tratando de protegerle de esa guerra absurda en la que se embarcan muchas parejas tras el divorcio y que convierte a los niños en juguetes, usados muchas veces para conseguir ventajas económicas. Montse, la ex mujer de Óscar es una de tantas ex que hay por ahí, que se inventan un maltrato para obtener la custodia de sus hijos, con el único fin de amargar a quien en algún momento amaron. La razón no es ni siquiera el desamor, el sentir que se ha roto el vínculo afectivo, sino la rabia por haber sido cambiada por otra que en su escala de valores es peor que ella. La reflexión del autor sobre este tema me parece esencial y la que me sugiere a mí. La ley se hizo para proteger a quienes sufren pero el abuso por parte de algunos la hace insuficiente y peligrosa. A menudo, quienes sufren el peor maltrato callan o retiran las denuncias, y las voces que se escuchan, las demandas que se ponen, esconden a otros que buscan beneficiarse de las bondades de esta ley. A título personal, lo de que los hijos siempre tengan que ir a vivir con la madre me parece injusto por donde lo mires. Debería considerarse algo más que el sexo para otorgar una custodia.

Pero no me quiero desviar.

Montse decide acabar con Óscar y está muy segura de que lo logrará y saldrá indemne. Pero ahí estarán Vila y su equipo para evitarlo, llevándonos de la mano a través de una investigación muy bien planteada. En el último capítulo del libro, Lorenzo Silva explica por qué se titula La estrategia del agua. Óscar Santacruz, aficionado a la lectura de Epicteto y Sunzi, idea un plan para enfrentar a su ex que tiene que ver con este elemento.

Pero tendréis que leerlo todo para saber…

domingo, 30 de diciembre de 2012

DEJANDO ATRÁS 2012


Este año, 2012, da sus últimos coletazos y empieza el camino de la despedida. Son muchas cosas las que me han pasado, literariamente muy bueno y quizá es el momento de hacer repaso. No lo voy a hacer. En su momento fui contando cada uno de mis pasos y hoy solo quiero hablar de mirar hacia adelante, de la vida que sigue y debe seguir, poniéndole nuevos proyectos y expectativas. Toca pasar página, quedarse con los recuerdos agradables y esperar a que lo menos bueno de este año se diluya y desaparezca. Porque ha habido de todo y creo que si soy justa, si me pongo a repasar en serio, saldrían algunas cosas que pretendo erradicar de mi vida.

Tengo planes. Hay una novela terminada, con el punto y final colocado en su lugar, esperando a que me decida de una vez a dejar que la leáis. Si no lo he hecho antes no es porque no estuviera sino porque considero que las cosas tienen que madurar. Hay unas palabras de Epicteto que definen perfectamente lo que pienso.

Nada importante se produce de pronto, ni siquiera la uva o el higo. Si ahora me dijeras: "Quiero un higo", te responderé que hace falta tiempo. Deja que florezca, luego que dé fruto, luego que madure.

(Esta cita la he sacado de La estrategia del agua, el libro de Lorenzo Silva que acabo de terminar).

Una vez tuve un huerto (ya, ya sé que parece que me desvío, pero sigue leyendo). En el huerto había un manzano. Una tarde, trasteando por allí, se me ocurrió arrancar una manzana. No me apasionan, pero ese día, no sé por qué, me apetecía. Estaba verde aún, pero el sabor ácido me gustó. Me la comí entera, no sé si tenía hambre o impaciencia. Después de esa fue otra. La experiencia fue gratificante, las mejores manzanas que he saboreado nunca… hasta el día siguiente.

Me enfermé.

Una indigestión de felicidad instantánea. Ese fue el precio por la impaciencia, por no haber sido capaz de esperar a que la fruta estuviera madura. Desde entonces, sigo a pies juntillas el consejo del filósofo estoico, aunque hasta hace poco no lo conociera. Nunca me como una manzana inmadura porque sé, perfectamente, que después viene una indigestión. Espero. Por el camino puede que deje de apetecerme, es un riesgo calculado, pero también he comprobado que cuando llega su momento tienen otro sabor, si cabe menos emocionante pero mucho más saludable. Y no solo en lo que se refiere a las manzanas, sino a cualquier decisión importante que tome en mi vida: no soy indecisa, soy responsable. Hay un abismo entre las dos palabras, y en caso de equivocación, no es lo mismo caerse de una silla que caerse desde una nube.

La física dice que el porrazo en el segundo caso es mortal de necesidad.

Otra novela más está ya… pendiente de algunos flecos, del tiempo que cada cosa en esta vida necesita para madurar, para no convertirse en una decisión tomada a vuela pluma, de las que acabas pagando las consecuencias. Se lo voy a dar, no sé cuánto será, pero calculo que uno o dos años. Mientras tanto, seguiré escribiendo, dándole forma a las historias que circulan por mi mente, divirtiéndome con ellas del mismo modo que me divertí la otra tarde, por ejemplo, haciendo galletas con Paula y Aitana.

Me han preguntado, otra vez, si mantengo el interés por una editorial. Repito lo mismo de siempre. Tendría que ser una oferta super maravillosa, algo que me liberase de algún modo de la necesidad de empujar a mis criaturas para que sigan avanzando. Si no, puedo hacerlo perfectamente yo sola, porque mis aspiraciones en esto se reducen a una sola: ser leída.

Por vosotros.

martes, 25 de diciembre de 2012

CUÉNTAME UNA NOCTALIA DE MÓNICA GUTIÉRREZ



Sinopsis (extraída de Amazon):

Grace vive en Londres y trabaja como cirujana de éxito en uno de los hospitales más prestigiosos de la ciudad pero se siente sola. En vísperas de Navidad decide volver a su pueblo natal, una pequeña aldea de Transilvania, donde viven sus abuelos y su padre. Grace se reencuentra con su infancia, con una vida plena y feliz, con su familia. Pero además de los excéntricos vecinos del pueblo, la mula de Cesare, el cotilla del farmacéutico y los misterios de su padre y su hermana, Grace va a encontrarse con algo que no esperaba y que trastocará todos sus planes.
"Cuéntame una noctalia" es una historia divertida y llena de ternura que seduce por el encanto de sus protagonistas y por un entorno mágico, cálido, del que cuesta muchísimo marcharse.
Lector, puede que el pueblo de Grace no salga en todos los mapas pero la felicidad y el amor saben llegar a cualquier sitio.

Mi opinión:

Cuéntame una noctalia es el primer libro de Mónica Gutiérrez, para quien nos movemos en este mundo de los blogs, más conocida como Serendipia.

Días antes de la publicación del libro estuve intercambiando correos con ella, comentando todos esos miedos que nos asaltan cuando nos decidimos a embarcarnos en esta aventura de la autoedición. Me hizo ilusión que contase conmigo para resolver algunas dudas, de las que siempre surgen y cuando finalmente me envió un correo con el enlace y pude ver la portada… ¡qué bonita! Es de esas que te llaman, que te animan para que leas el libro.

La verdad es que, aunque parezca extraño con toda la cantidad de autores que conozco, era la primera vez que alguien compartía conmigo estos momentos previos a exponer nuestro trabajo a ojos de los demás. Ni se imagina lo importante que fue, la confianza que sentí que estaba depositando en mí, y la alegría que supuso ser un poco cómplice de todo esto. Le dije que la leería, sin duda, porque el argumento me llamaba la atención y porque sé que Mónica escribe muy bien por todos los detalles que se le escapan cuando redacta una reseña en su blog.

Cuéntame una noctalia, además, tenía el aliciente de ser una novela corta, lo que aún me llamó más. Comencé la lectura nada más terminar el libro que reseñé la semana pasada, y pronto me vi envuelta en un relato que, con un tono intimista, me trasladó a un pequeño pueblo de Transilvania: Mic-Napoca.

Reconozco que al principio, lo de Transilvania me sonó a vampiros (ya sabemos, conexiones mentales tontas que por defecto efectúa nuestro cerebro) pero nada más lejos de la realidad. Cuéntame una noctalia es una preciosa historia de reencuentros familiares, de búsqueda de la raíces que todos los que nos hemos marchado lejos del lugar donde crecimos, sentimos alguna vez. Grace, la protagonista de esta novela, vuelve al pequeño pueblo de Mic-Napoca unos días antes de Navidad. Su familia está feliz con la visita, con volver a verla: lo que no saben es que Grace está cansada de la vida londinense, de la frialdad de sus habitantes, y que quiere abandonar su excelente trabajo de cirujana en uno de los hospitales más prestigiosos de Londres para reencontrarse con Traian, el abuelo que lee a los clásicos, su padre Pete, la abuela Constanza, su hermana Lena y todos y cada uno de los habitantes de este pequeño pueblo de apenas 300 almas.

Una de las mayores habilidades de Mónica, además de tratar el lenguaje con una sutileza impresionante, es que es capaz de dibujar, con muy pocos rasgos, a todos ellos. Conoceremos a Cesare y su mula, a Teresa, la dueña del único bar, el Sinaloa, a Gregor, el policía que patrulla en bicicleta, a George y su emisora de radio que retransmite desde el pajar… y acabaremos queriéndolos, enamorándonos de ellos.

Mic-Napoca, además, le reserva una sorpresa a Grace: encontrará, sin buscarlo, el amor, en la persona de Cole, un marine de los Estados Unidos que una noche de frío aterriza en el pueblo por sorpresa.

La novela está escrita en primera persona. De este modo, lo que escucharemos serán los pensamientos de Grace, salvo en el inicio de la mayoría de los capítulos, en los que el que habla es George, dando las noticias locales desde una peculiar emisora de radio. Cuando digo noticias no me refiero a grandes acontecimientos, sino a esas pequeñas cosas que normalmente se comentan en casa. Porque todo en esta noctalia es cercano, tan próximos los sentimientos que explotan en cada página del libro a lo que cualquiera de nosotros ha podido sentir en algún momento, que hace que a Mic-Napoca, a pesar de estar en Transilvania, la sintamos cerca. Y sintamos el olor a caramelo del pelo de Nicolai, y nos creamos que pasea de la mano de una ninfa llamada Grace. El bosque que rodea al pueblo, podría ser el que rodea al mío y las nubes de vapor que a veces se escapan de los labios de los personajes, envueltos en sus bufandas, son casi como las que el frío dibuja cada mañana cuando encamino mis pasos al colegio.

Y no cuento más, porque os he dicho que es corta y se lee de maravilla.


¿Queréis una noctalia para navidad? Por cierto, ¿sabéis qué es una noctalia? ¿No? Pues entonces no hay excusa