martes, 26 de marzo de 2013

CON LAS VACACIONES, EMPIEZA EL TRABAJO



Dentro de un par de días empezarán para mí las vacaciones de Semana Santa. Mi ritmo de vida se invierte del todo porque cuando hay vacaciones, irónicamente, es cuando más trabajo tengo. Sobre todo cuando se juntan con unos días de mal tiempo como los que los pronósticos meteorológicos auguran. Los niños no tendrán ni la oportunidad de irse al parque un rato, así que, sin tener dotes adivinatorias especiales, estoy segura de que habrá más de una pelea por el mando de la tele.

Que romperán algo.

Que discutirán por contarme primero cualquier cosa que se les ocurra.

Son predecibles cien por cien...

Además de todo, tendré que actuar como mediadora en sus conflictos. Para mí las vacaciones son un tiempo especial porque dejo mi trabajo normal, pero asumo otras tareas que se han ido quedando pendientes y, sobre todo, tengo las tardes libres para hacer lo que más me gusta: escribir. Me emociona pensar que tendré cada día cuatro horas por delante, que no voy a tener que irle robando horas al sueño y a la rutina para poner en palabras las historias que llevan mucho tiempo dando vueltas por mi cabeza.

Ya he empezado a calentar motores, ya tengo esquemas de lo que quiero contar y entre ayer y esta mañana he logrado componer un capítulo de la novela. No puedo estar más contenta con el resultado porque a pesar de que era algo difícil creo que he encontrado el tono adecuado, la manera de restarle crudeza a algo complicado sin perder la emoción.

Las vacaciones, de algún modo, ya han empezado entonces.

Que las disfrutéis.

Yo pienso hacerlo.

domingo, 24 de marzo de 2013

UNAS FOTOS.

Estoy leyendo un libro. Por primera vez en muchos meses, uno solo, sin compaginarlo con lecturas obligatorias, sin alternarlo con otro porque se me cuele de pronto en mis deseos y no sepa resistirme.

Voy despacio pero no es porque el libro no se deje, que sí, que es perfecto, es que no tengo tiempo de nada. Ya os contaré lo que me ha hecho sentir, no se va a librar de una reseña.

Mientras termino (a lo mejor tardo, no quiero que se acabe), unas fotos de hoy...






Si pulsas en las fotos, se agrandan.


viernes, 22 de marzo de 2013

CUMPLEAÑOS PREGUNTÓN


En este post, pido comentarios.

Ya sé que es un comienzo raro, sobre todo porque la primera idea cuando me he puesto a escribir ha sido contaros que mañana, 23 de marzo, El espejo de la entrada cumple 5 años en la red. Lo celebraré comiéndome un pastelito y soplando una vela perfumada delante de un espejo. Una ceremonia sencilla para conmemorar una aventura de la que no me arrepiento en absoluto.

Mi regalo de cumpleaños bloguero quiero que sea vuestro comentario, pero no un "felicidades" sino la respuesta a una pregunta que os lanzo.

¿Cuál es el límite que estáis dispuestos a pagar por un libro digital?

En Amazon, el programa de publicación te permite poner el libro a un precio mínimo de 0,89€ y a partir de ahí eres tú mismo quien va decidiendo. Es lo que yo he hecho en este año que llevo desde que el 18 de marzo de 2011 publiqué ahí El medallón de la magia.

Probar.

He subido los precios, los he bajado, he puesto diferentes dependiendo de si era una u otra plataforma. Y no sólo eso, he observado lo que ocurría con otros libros, de otros autores…

Pero me acabo de dar cuenta de que no he hecho una cosa básica: preguntar a quienes realmente tienen algo que decir, los lectores.

La piratería es un hecho, está ahí. Sin ir más lejos, cada vez que abro el blog y miro la manera por la que se entra a él, encuentro que una de las que más se repiten es "descargar gratis… " y cualquiera de los títulos de mis libros. Ante algo así no hay quien pelee y, a pesar de todo, las ventas son posibles a través de Amazon pero supongo que porque el precio es más que competitivo, irrisorio.

La única manera que se me ocurre de luchar contra lo imposible.

Por eso me atrevo a pediros, como lectores sensatos que sois, que respondáis a mi pregunta.

¡Os espero impaciente!

miércoles, 20 de marzo de 2013

LA TUMBA COMPARTIDA DE ANTONIA ROMERO



Sinopsis:

Maite, una joven anticuaria que viene acarreando cierto sentimiento de culpa desde la desaparición en el pasado de un miembro de su familia, va a ver su rutina alterada. Un día llega a su tienda, que dirige con su socio Adrián, un extraño amuleto corazón egipcio, de la época del faraón Akhenatón.

Maite, Adrián y el conocido arqueólogo Mauricio Varona, además del equipo de éste, inician una expedición a Egipto en busca de la tumba de la reina Nefertiti, esposa del faraón. Pero todo se complica con muertes inesperadas, hallazgos de cadáveres, desconfianzas, envenenamientos, identidades desconocidas, que el lector va descubriendo y destapando de la mano de Maite.


Mi opinión:

Éste fue mi primer regalo de este último cumpleaños, que me entregaron unos días antes porque soy una impaciente. Llevaba tiempo deseando leer el libro de Antonia Romero porque ya había tenido el placer de leerla antes. Empecé a conocer su trabajo a través de otra de sus novelas, Peso cero, que me llamó más la atención al principio y que no me decepcionó en absoluto. Tienes su reseña aquí, por si quieres echar un vistazo. Fue uno de los libros que más disfruté este verano.

La Tumba compartida narra la historia de Maite, una anticuaria que de pronto ve su vida envuelta en un doble dilema. Por un lado, un programa de televisión le ha devuelto a su hermano, perdido hace mucho tiempo, y por otro, la llegada de un amuleto a su tienda de antigüedades, que parece más una imitación que algo auténtico, y que desencadena una expedición a Egipto, para tratar de encontrar la tumba de Nefertiti. A partir de ahí su vida sufre un vuelco, se ve envuelta en muertes inesperadas, traiciones, secretos guardados durante años…

El libro está estructurado en dieciocho capítulos, un epílogo y unas páginas finales que rematan la historia de una forma deliciosa. Cada uno de los capítulos comienza con un fragmento de textos de las pirámides y en ellos, Antonia, hábilmente, va entrelazando la aventura arqueológica con los sentimientos de Maite. Los cambios de giro en la historia, sobre todo en la última parte, son constantes, dejando al lector desconcertado en muchas ocasiones, sin saber muy bien a quién atribuirle el papel del "malo".

El mosaico de personajes que nos muestra el narrador en tercera persona es amplio. Conocemos así a Víctor, el hermano perdido de Maite, un hombre normal, con una vida tranquila y estable a quien de pronto todo se le pone patas arriba cuando su hijo Marc, que está viendo la televisión, le cuenta que cree que es él la persona a la que buscan en el programa. Marc es otro personaje que me ha gustado mucho, un chico apasionado con Egipto que a lo largo de la historia tendrá su importancia. Sin pretenderlo sirve de nexo de unión entre la anticuaria y el arqueólogo Mauricio Varona, un personaje que durante el relato fui incapaz de saber si me caía bien o mal. Supongo que ahí está parte de su encanto, de hecho, todos los personajes están muy bien construidos.

La relación de Maite con su socio, Adrián, finiquitada desde hace tiempo para ella al comenzar la novela, y la presencia en su vida de Mauricio, establece un triángulo entre los personajes, apasionados de la arqueología. Los datos que aporta Antonia sobre el antiguo Egipto son amplios y quienes sienten interés por las primeras civilizaciones de la Historia, seguro que los disfrutarán.

Me ha gustado mucho Helena, la madrastra de Víctor, y cómo Antonia ha sido capaz de unir perfectamente dos historias tan aparentemente dispares como la búsqueda de la tumba de Nefertiti con la historia actual del hermano encontrado. En realidad podrían considerarse dos caras de lo mismo, búsquedas del pasado para entender por qué las cosas sucedieron de un modo u otro.

Os animo a que le deis una oportunidad. Además, ya no hay excusa posible. Existe en formato digital pero también podéis, como he hecho yo, leerlo en papel. Desde febrero está disponible en tapa blanda, en Ediciones B.




martes, 19 de marzo de 2013

¿POR QUÉ HACES ESTO?

Me lo he preguntado mil veces, ¿por qué te metiste en este lío? Me he respondido que me aburría, que un día abrí el explorador de internet, di vueltas erráticas y tropecé con una página donde podía crear un blog y lo hice para ver qué era.

No entendía nada.

Tan poco, que hubo un tiempo en el que no supe volver a ella, en el que pasaron meses sin visitar mi propio espacio porque como le puse este nombre tan peculiar, cada vez que lo buscaba, Google me llevaba a IKEA...

Un día me llegó un mensaje de alguien desde el otro lado del océano y recuperé mi enlace. Vi que el blog tenía actividad al margen de mí misma, seguidores insospechados que sí encontraron el modo de ver lo que había puesto. Iban creciendo y, cada domingo, el único día que me conectaba, encontraba respuesta en los comentarios a mis reflexiones en voz alta. Me animó a seguir.

Fue extraño, divertido. Una manera nueva de interactuar que era desconocida para mí hasta entonces.

Me atreví a hablar de mis libros, comenté los de otros y poco a poco este proyecto repentino empezó a tomar cuerpo.

No pensaba en darle continuidad hasta que me convencieron de que la amistad era posible a través de la pantalla, que lo que era una simple ventana en la que insertar contenidos también era un espacio de intercambio de emociones.

Creo que seguí más por eso que por nada, porque cuando abría el espejo encontraba el reflejo de personas reales que me regalaban cinco minutos de su tiempo para decirme, aunque las palabras escritas fueran otras, hola, estoy aquí.

Los tiempos cambian, las cosas mutan y los reflejos de este espejo no son los mismos. Han llegado otros y los primeros se han marchado.

Y a mí me da mucho coraje echarlos tanto de menos.

Será que los cambios me cuestan demasiado, que me da miedo no estar a la altura, que me exijo demasiado. Hoy tenía que escribir una reseña pero no tengo ganas.

Ya lo haré...