lunes, 10 de octubre de 2016

ESE COMENTARIO FANTASMA



Esta mañana me ha pasado una cosa muy curiosa. Una lectora me contó una noche de la semana pasada, a través de un mensaje de Facebook, que había leído La arena del reloj. Me dijo que le había gustado el libro y que dejaría un comentario en Amazon, una costumbre que tiene después de sus lecturas. La arena es un libro particular, y ella quería comentarme algunas cosas que prefería que fueran más privadas, así que mantuvimos una animada charla las dos durante bastante tiempo.

Este fin de semana he estado fuera y se me olvidó mirar a ver si lo había subido.

No me he vuelto a acordar hasta media mañana. He ido a mirar si estaba y, en efecto, llevaba allí dos días. Me he puesto muy contenta porque es es el libro más especial que tengo y siempre emociona que, a pesar de la década que lleva a sus espaldas, siga provocando las mismas sensaciones en tantos y tantos lectores.

El caso es que ya me iba de la página cuando me he fijado en los otros libros que compran los lectores después de mirar La arena del reloj. Los míos, claro, no es un libro mayoritario. Y algo me ha llamado poderosamente la atención: La chica de las fotos tenía un comentario más de los que llevo viendo todo el verano.

He ido con miedo a mirar. Lo reconozco, es el único de mis libros con el que me pasa, pero es que con él me han sucedido tantas cosas particulares, le han metido tanta caña en algunos momentos, que me espero cualquier cosa. He visto que el comentario era de cinco estrellas y el contenido muy bueno. 

He respirado aliviada. 

Medio segundo.

Ese no podía ser el comentario.

¿Por qué? Pues porque de pronto he recordado que este verano estuve hablando con una persona que se llamaba de ese modo en un hilo de un grupo de Facebook y me decía exactamente lo mismo que ponía en el comentario. Palabra por palabra, incluso recordaba el nombre y coincidía. Es más, la fecha que de pronto he visto en el comentario, también. Era de agosto.

He filtrado los comentarios por fecha por si se habían descolocado y no. En efecto, el último que tiene mi novela es ese, un comentario de agosto. Pero, cualquiera sabe por qué, ha aparecido hoy. He estado todo el verano con 59 comentarios. Y ahora, de pronto, mutan a 60, aparece uno de mitad de verano por sorpresa.

¡Fíjate tú!

De todos modos, nos están acostumbrando a las sorpresas.

Raritas, pero se van convirtiendo en una costumbre.

jueves, 6 de octubre de 2016

ENTRE PUNTOS SUSPENSIVOS

Después de muchos meses pendiente de la última novela publicada, toca prestar atención a la siguiente, la que podréis leer cuando llegue febrero de 2017. Queda trabajo por hacer con ella, un trabajo en el que andamos sumidos ahora: crear una portada atractiva y que refleje de alguna manera la historia y revisar el texto hasta que no quede una coma fuera de lugar. Ese, al final, es casi el trabajo más importante, al que hay que poner los cinco sentidos.

El lector se merece todo el respeto del mundo.

Entre puntos suspensivos es una historia de amor. Para mí tiene algo especial, y es que no existe un antagonista como personaje en la novela. Estamos acostumbrados a que siempre haya alguien que se opone al protagonista para que consiga superar los obstáculos que se le presentan. Sin embargo, en esta novela el obstáculo está dentro de la misma protagonista. Es Paula la que se lo irá poniendo difícil a sí misma, y de rebote a Javier, el protagonista masculino de la historia.

Esta nueva novela que os presento tiene un poco de todo. Hay escenas de humor, momentos de amor y un catálogo de emociones que dificultan que ese amor encuentre el camino para dejar de moverse entre unos puntos suspensivos, que es lo que ha caracterizado la historia que desde hace años viven Javier y Paula.

Sigo guardándome un tiempo la sinopsis, pero sí os diré de dónde surgió la idea. En Su chico de alquiler, la primera novela que escribí, hay una frase que sirvió de detonante para empezar a escribir esta historia:

«Cuando una historia se termina hay que ponerle fin. O punto. Pero uno solo. Si se deja en puntos suspensivos no se puede empezar nada nuevo».

A partir de ella, de darle vueltas en mi cabeza, cuando empezó este 2016 sentí la necesidad de contar cómo continuaba la historia que planteé en esa novela de iniciación, lo que les pasaba a dos personajes a los que tengo mucho cariño, puesto que son los que me sirvieron de estreno en esto de la escritura.

He querido mantener el tiempo verbal de la otra novela, la forma de narrar, como un modo de unificar las dos historias, pero los personajes han sufrido un cambio. No es brusco, es una evolución lógica, puesto que por ellos ha pasado una década, les han pasado un montón de cosas que han ido dejando su huella en ellos y que los han ido conduciendo a donde están.

Hay una pequeña llamada de atención hacia la actitud que a veces tenemos ante lo que nos presenta la vida. Nada es eterno, nada se mantiene igual. Si dejamos pasar las oportunidades, lo más probable es que las perdamos para siempre. Aunque... la ficción siempre es ficción y no se rige del todo por las reglas del mundo real.

Os iré contando más cosas. Queda tiempo...

lunes, 3 de octubre de 2016

ENTREVISTA: MARÍA JOSÉ MORENO, LA TRILOGÍA DEL MAL.

©Alberto Jordán


Mi invitada:

Nombre: María José Moreno (Córdoba, 1958).
Profesión: Psiquiatra, profesora de la universidad de Córdoba y escritora.
Obras publicadas: Bajo los tilos (Ediciones B), La Trilogía del Mal: La caricia de Tánatos, El poder de la Sombra y La fuerza de Eros (Versátil)

La Trilogía del Mal.

Mucho se está hablando -y muy bien- de las tres novelas que María José Moreno ha escrito. La trilogía se cataloga como novela negra, o domestic noir para ser más precisos, pero tiene un elemento diferenciador con la mayoría de los libros publicados. Ese Mal, que ella insiste en llamarlo con mayúsculas, es un mal que nos rodea a todos sin que apenas lo percibamos. No nos muestra en sus novelas un mundo de asesinos en serie o de crímenes sangrientos, sino más bien el mal que está en nuestro entorno sin que seamos muchas veces conscientes de él. Ese matiz es lo que convierte a estas tres novelas en algo mucho más aterrador, puesto que al leer te das cuenta de que es muy posible que tengas el peligro mucho más cerca de ti de lo que crees.

La trilogía tiene mucha reflexión, aunque insertada de tal modo en una narración tan trepidante que apenas te das cuenta de todo lo que deja en ti hasta que la terminas. Es entonces cuando empieza un proceso dentro del lector, cuando te asaltan preguntas que querrías hacerle a María José Moreno. Ella, como psiquiatra con treinta años de experiencia, es la mejor para contestarlas. Como tenía la opción de hacérselas, no me lo he pensado. He buscado a la doctora Moreno y le he planteado un tema que no se toca directamente en esta trilogía, pero que su lectura ha hecho que en mí se despierten cuestiones que quería poner sobre el papel.

¿Estamos los adultos tan expuestos como los niños a los peligros del acoso por las redes?

No sé si vosotros os preguntáis lo mismo que yo pero, por si acaso, comparto la agradable charla que he mantenido con ella.

La entrevista:

La Trilogía del Mal que nos has presentado a lo largo del último año, por la que te felicito de nuevo, tiene muchos puntos que resultan muy atractivos para los lectores. Las tres novelas tienen tramas adictivas, personajes potentes, un entorno reconocible para cualquiera y, sobre todo, llevan al lector a reflexionar sobre ese mal cotidiano que convive muy cerca de todos y al que a veces no prestamos atención porque actúa en silencio.

En la primera novela, La caricia de Tánatos (un título que siempre me ha fascinado, por cierto), trataste el tema de los malos tratos psicológicos. Con El poder de la Sombra diste un giro, centrando el tema en los abusos en la infancia y en la última, la novela que cierra la trilogía, La fuerza de Eros, nos pones sobre aviso de los riesgos que acarrea la mala utilización de internet.

Aparecen personajes que, escondidos tras perfiles falsos, se introducen en el mundo de nuestros hijos con malas intenciones, y eso supone una llamada de atención para los padres, sobre el uso de las redes que hacen los niños. Pero, yo me pregunto si a esto solo los menores están expuestos o los adultos somos igual de vulnerables. ¿Crees que solo les puede pasar algo como lo que planteas a niños?

Por desgracia, nadie está libre de ser acosado. Las redes sociales, en las que exhibimos nuestra imagen, nuestro quehacer y, algunas veces, hasta nuestra vida privada son una fuente de datos para que depredadores de cualquier tipo, no tienen por qué ser sexuales, se hagan con esos datos y a partir de ahí inicien un acoso que puede ir desde robo de identidad, de contraseñas, hackeo de cuentas… Existe una novela que de manera ficcionada nos plantea este grave problema y que recomiendo es: Alterword de Antonia Huertas de ediciones Versátil.  

Cierto. Escuché a Antonia Huertas hablar de su libro en Madrid y me llamó mucho la atención el tema de su novela. Por cierto, me recuerdas que aún no lo he leído. Me parece que tengo que adelantarlo en mi lista cuanto antes. Sigo con las preguntas que me ha generado la lectura de la Trilogía y te lanzo la siguiente. En el caso de que un adulto se vea en esa situación en la que pones a las niñas de la novela, ¿cuáles serían las razones por las que caería en la «trampa»?

La situación que se da en mi novela no suele ocurrir en un adulto, porque el pedófilo solo acecha a la población que comprende su objeto sexual, niñas o niños, casi siempre menores de 13 años. Pero sí podemos ser objeto de otro tipo de acosadores y de hecho lo vemos con frecuencia: el novio despechado que sube fotos de su novia en ropa interior, el marido o la mujer celosa que intenta hackear cuentas de su conyuge para saber si están teniendo aventuras extramatrimoniales, personas que hackean cuentas para realizar spam, compañeros envidiosos que te quieren desacreditar a la vista de todos mostrando tus imperfecciones… o personas solas que abren su corazón y su vida a anónimos que están al otro lado de la pantalla y que creemos a pies juntillas lo que les dicen. Es donde quiero lanzar la alarma para que la desconfianza siempre sea la base que domine nuestras actuaciones en la red, hasta que conozcamos personalmente a esa otra persona.

Y otra cosa que me pregunto. ¿Crees que en el caso de que alguien adulto sea acosado, lo contaría antes que un niño?

Estoy segura de que el adulto posee mecanismos para afrontar este problema más adecuados que un niño, pero también se oculta a veces por vergüenza de haber caído en esa situación, por lo que de un modo u otro siempre los malos salen ganado. La policía insiste en la denuncia, única manera de atajar este problema.

Ya, pero a veces el acoso es leve, sin mucha base para poner una denuncia y, sin embargo, afecta de manera grave a quien lo está sufriendo. Recuerdo a Marina, tu personaje de La caricia de Tánatos. Muchas de las cosas que sufre de su maltratador son muy complicadas de demostrar y a ella la hunden. Entonces, deduzco, deberíamos centrarnos en el tema de la prevención. ¿Cómo podemos intentar que no nos suceda?

Es necesario educar, educar y educar en el manejo de las redes sociales. Cuando el adulto sepa manejarlas adecuada y responsablemente estará en posición de enseñarlo, transmitirlo, a los más pequeños desde muy temprano y así  inculcar mediante el aprendizaje, lo mismo que las normas básicas de educación y de educación vial…etc. 

Ahí veo un problema. Esto va tan rápido que es casi imposible anticiparse a los cambios, ir por delante de las barbaridades que se le pueden ocurrir a mentes enfermas. Nosotros mismos, como adultos, estamos aprendiendo y hay incluso padres que ni siquiera se acercan a las redes. Porque no les interesan, porque no sienten que lo necesiten, pero si tienen hijos, esa es mi opinión, deberían estar atentos a todo.

Volviendo a lo que nos ocupa. ¿Se puede caer en la trampa de los acosadores a través de chantajes emocionales?

Sin duda, es una de las maneras en las que más daño se puede hacer a nivel personal, y por supuesto a través de internet, porque se ataca directamente a la autoestima de la persona, a la parte más vulnerable de su personalidad y los acosadores lo saben y lo utilizan a menudo.

He leído sobre este tipo de gente que se valen de lo que la víctima valora la relación que tienen con ella y aprovechan esa vulnerabilidad para acceder a ellas. ¿Qué tipo de información crees que se debe manejar con cuidado en las redes?

Existen unas reglas básicas entre las que se encuentran las siguientes: 
Prestar atención cuando publiquemos y subamos material:
Pensar muy bien qué imágenes, vídeos e información escogemos para publicar.
No publicar nunca información privada.
Usar un seudónimo y nunca nuestra verdadera imagen.

Escoger cuidadosamente a nuestros amigos:
No aceptar solicitudes de amistad de personas que no conozcamos.
Verificar todos nuestros contactos.

Proteger nuestro entorno de trabajo y no poner en peligro nuestra reputación:
Al registrarnos en una red social, usar nuestra dirección de correo personal (no el correo de la empresa).
Tener cuidado de cómo representamos en Internet a nuestra empresa u organización.
No mezclar nuestros contactos de trabajo con nuestros amigos.
No dejar que nadie vea nuestro perfil o nuestra información personal sin permiso.
No dejar desatendido nuestro teléfono móvil.
No guardar nuestra contraseña en nuestro móvil.
Usar las funciones de seguridad de que disponga nuestro móvil.

Proteger nuestro teléfono móvil y la información guardada en él:
Tener cuidado con lo que publicamos sobre otras personas.
Informarnos:
Leer con atención y de principio a fin la política de privacidad y las condiciones y términos de uso de la red social que escojamos

Protegernos con la configuración de privacidad:
Usar opciones orientadas a la privacidad (comprobar quién puede ver nuestras fotos, quién puede ponerse en contacto con nosotros y quién puede añadir comentarios).
Informar inmediatamente si nos roban el teléfono móvil.
Tener cuidado al usar el teléfono móvil y estar atento a dónde lo dejamos.

Prestar atención a los servicios basados en la localización y a la información de nuestro teléfono móvil:
Desactivar los servicios basados en la localización geográfica cuando no los estemos usando.

Como verás, es fácil incumplir estas normas. Yo misma he caído en una mala práctica.

Creo que todos, pero es un poco lo que decía antes. Estamos aprendiendo, y además no conocemos todas las funciones de nuestros equipos. El otro día descubrí que Google tiene un rastreo de mis movimientos por el mapa de España de los últimos tres años. Me entretuve en borrarlo, preocupada además, porque soy de las que están obsesionadas con que mi teléfono no siga mi ubicación (¿a ellos qué les importa?), pero no hay manera. Volví a entrar al cabo de unos días y aunque tuve cuidado, se había vuelto a activar. Y eso es solo un ejemplo.

Por cierto, ¿cómo se presenta ante nosotros un acosador? ¿Se muestran ante su víctima como víctimas? 

La manera de presentación de los acosadores de un adulto depende de la intencionalidad que tenga con ese acoso, desde luego que hacerse pasar por víctima es una manera de manejar la relación y a partir de ahí crear lástima en la posible víctima y atraerla a su terreno. 

He leído también que cuando no consiguen lo que quieren, castigan a sus víctimas, pero me pregunto qué tipo de castigos se pueden infligir a través de una pantalla para que resulten tan efectivos y tan demoledores.

Creo que antes ya te lo he comentado pero a través de la pantalla, en una red social donde el acceso es libre se puede hacer daño: denigrando, criticando, mintiendo, falseando noticias, mostrando imágenes censurables…

La verdad es que todo esto da mucho, mucho miedo. A mí, por lo menos, me da más miedo que los asesinos en serie. ¿Hay algún modo de detectarlos precozmente? ¿Hay ciertos tics que sean indicadores?

Por desgracia no es fácil detectar este tipo de comportamientos, a no ser que uno esté muy a la defensiva y seguro que cuando bajemos la guardia, se nos puede meter alguien. Lo principal es  estar alerta y en cuanto veamos algo extraño no consentirlo y bloquear a la persona que intuimos puede producirnos algún daño, denunciar, y si no tenemos éxito, salir de esa red social. 

Hay veces que te entran ganas. La semana pasada, sin remontarnos más, tuve que bloquear a tres perfiles. dos en Twitter y uno en Instagram, a los que mi actividad como escritora les interesaba menos que mi persona. Al principio, cuando tropecé con gente así, me hicieron sentir fatal, como si yo fuera una mala persona por bloquear a alguien, pero con el tiempo he ido aprendiendo. Bloqueo ya con una soltura que da gusto, sin ningún tipo de remordimientos. He llegado a la conclusión de que no merece la pena actuar de otro modo, que no soy peor persona por protegerme de quienes se entrometen en mi vida, sino un poco más cauta que hace tiempo.

Muchas gracias, María José, por tu tiempo y por responder a mis preguntas. Espero que quien nos lee siga tus consejos y esté atento a quienes nos rodean. La mayoría es buena gente, pero como aprendemos con tus novelas, hasta el ser más encantador puede esconder debajo un depredador.

Y a los que no habéis leído la Trilogía, tomad aliento y a ello. Os va a resultar muy reveladora.

Y seguro que os asaltan mil reflexiones.



domingo, 2 de octubre de 2016

EL DESORDEN DE MIS NOMBRES



Uno de los principales quebraderos de cabeza -en mi caso- al empezar a planificar una novela es ponerle nombre a los personajes. Intento buscar alguno que encaje en la imagen mental que tengo o que cuadre con la personalidad que quiero darle, pero ha llegado un momento en el que, son tantos los personajes que he creado, que voy a tener que hacer una lista para no repetir.

Al menos para no hacerlo sin querer.

Os voy a contar una curiosidad. O una idiotez de las mías, más bien.

Hace unos años escuché una historia. No sé quiénes eran los protagonistas, porque no presté mucha atención a eso, solo me quedé con la anécdota.  Dos escritores establecieron un juego. Consistía en que uno empezaría su nueva novela siempre con la última palabra de la última novela que el otro publicase. No recuerdo si tenía que ser exactamente por esa palabra, o si servía simplemente que la primera frase de la novela la contuviera, pero el caso es que me quedé con la anécdota. Me pareció un juego divertido, personal e íntimo y reconozco que me dio mucha envidia no poder jugar. Ni tengo ni he tenido, ni tendré, alguien con quien compartir algo tan especial. Conozco un montón de escritores, pero algo así me parece casi más de almas gemelas y creo que de eso no tengo.

En este punto dudé de la veracidad de la historia. ¿Y si no era cierto? ¿Y si quien lo contó se confundió y no eran dos escritores, sino uno, que jugaba consigo mismo?

Ahí fue cuando se me ocurrió la idea de los nombres.

¿Qué tal si los nombres de los personajes iban enganchando de alguna manera mis novelas? Fue entonces cuando empecé a repetirlos a propósito, de tal modo que en la última de mis novelas, La chica de las fotos, me sugirieron cambiar uno porque se parecía a otro y me negué: había una razón para que estuviera en la novela y no quise renunciar a este juego particular que me traigo conmigo misma.

Ana, Raúl, Miranda, Luisa, Darío... son solo algunos de los que se repiten. Algunas veces con guiño incluido, que solo podrás captar si has leído las dos. Esto es de La chica de las fotos. 

—Él te ha pedido zumo de naranja, tostadas y café. Ya está preparado —dijo Luisa—. Ella quiere un huevo duro, que tardará un poco todavía, y una infusión que no tenemos, hierba luisa. Yo creo que se la ha inventado. Ya le pondré lo que me dé la gana, que para eso me llamo Luisa y soy la que controla las hierbas.

¿Recordáis a qué se dedica Luisa en Brianda? Es partera, pero también es una mujer que conoce el uso medicinal de las plantas y lo aplica. Por eso incluí esta pequeña broma y por eso no podía (ni quería) cambiar el nombre al personaje.



sábado, 24 de septiembre de 2016

LA AMIGA ESTUPENDA DE ELENA FERRANTE



Como voy siempre a mi bola, esta tetralogía (Dos amigas) la había pasado por alto hasta que llegué al eterno dilema de Círculo de Lectores. Como ya se está convirtiendo en habitual, no había manera de elegir un libro, pero en el peor de los sentidos. La revista se ha vuelto un horror desde hace tiempo y escoger algo es cada vez más complicado. ¡Cuánto añoro los tiempos en los que lo difícil era descartar! Recuerdo lo que me costaba renunciar, o esperar al siguiente número. Eso ya se ha acabado, ahora lo normal es que pida sin convicción y fracase.

Y no es que sean precisamente libros muy baratos, ni está la economía como para fracasar.

Es más que posible que acabe borrándome antes de un año, porque llevo demasiado tiempo dándole otra oportunidad, pero no hay mejoría. Sintiéndolo mucho, dejaré de pertenecer a un club del que primero fueron socios mis padres y después yo. Si me mantengo es por la agente, para que no pierda trabajo, pero cada vez se me hace más cuesta arriba hasta mirar la revista.

¿Dónde están los buenos libros? ¿Por qué entro en una librería y me quiero comprar la mitad y mirando la revista sufro? ¿Quién elige los libros que se ofertan y con qué criterios? Mi último desastre fue Maestra. Horrible. Y no metí la pata con otro porque lo había leído en digital y fue igual de horrible (a los blogs les ha parecido una obra de arte, aunque a mi madre y a mí nos resultó infumable y casi me fío más de ella).

Y después del desahogo, que para eso este es mi blog y escribo lo que me da la gana, vamos al libro.

La amiga estupenda, de Elena Ferrante.

Dicen de la autora que no se sabe nada. La envuelve un aura de misterio total, tanto que podría ser hombre o mujer, no se sabe la edad que tiene, de dónde es, o qué dedica su tiempo libre, además de escribir. Eso me gusta. Me encanta que haya alguien que haya tenido la suerte de poder escapar de esto que nos está pasando a los escritores en la era de las redes sociales y de internet. Que pueda permitirse el lujo de no tener que mantener perfiles, ni presencia y pueda dedicar su tiempo a escribir, a regar las plantas o a mirar de qué color son las nubes en el mes de octubre. O en marzo, que igual da.

Entran ganas de escribir una novela de alguien así...

El que no conozcamos nada fiable y además estemos seguros de que así es, nos deja a los lectores la posibilidad de imaginar, establecer hipótesis, apostar si queréis, sobre la identidad de Elena Ferrante.

¿Jugamos?

Yo creo que es hombre, que tiene 75 años y nació en el sur de Italia. Probablemente en Nápoles, conoce demasiados detalles para que solo se haya documentado sobre el lugar. Creo que tiene un montón de hermanos, probablemente... cuatro, sabe hablar dialecto, le gusta la pizza y cuando estudiaba usaba lo que nosotros llamábamos bibliobús a menudo. No creo que naciera en la opulencia, apuesto a que vivió en un barrio humilde...

Mejor lo dejo.

Esto me lo he inventado todo, en realidad solo sospecho una cosa: que no es una mujer. Pero bueno, no hay que hacerme mucho caso, porque esta es una impresión subjetiva, mía, personal y sin valor alguno, basada solo en un detalle muy tonto. Me puedo equivocar y lo mejor es que no pasa nada. El mundo no girará para el otro lado, ni habrá una guerra, ni la deuda pública se incrementará ni siquiera en un uno por mil. Habré cometido un error de percepción y ya está.

Vayamos a la novela, a mis impresiones, como siempre, ya repito siempre que no me da la gana de hacer reseñas como mandan las normas. A este paso, con tanto preámbulo, he perdido a la mitad de lectores...

Hablando de preámbulos, ha sido un poco lo que me ha pasado con el libro. Me ha parecido un preámbulo larguísimo. Esto es curioso, porque no ha sido así hasta que he llegado a la última página y me he encontrado con una historia que se ha dejado las puertas abiertas de par en par. No me vale con que me digan que es porque forma parte de una tetralogía, eso no es excusa para que el libro se cierre de alguna manera. Se pueden cerrar puertas sin echar la llave y seguiría estando abierto, pero cerrado de algún modo. En este libro, si me hubieran puesto más páginas, las habría seguido leyendo, empapándome del montón de anécdotas que conforman esta novela y no variaría el resultado final.

Sé que la autora ha decidido que la etapa de la infancia se acaba con la boda de Lila, porque se trata de un hecho que en cierta medida va a marcar al personaje, va a cambiar a esa muchacha para siempre y dejará cualquier resto de la niña que era.  Sin embargo, en una novela como esta, reflexiva en toda su extensión, he echado en falta que en este momento tan esencial del libro hubiera "algo más". Es como si una carta muy importante me la hubieran dejado sin firmar. El acontecimiento con el que arranca este libro, el detonante (la desaparición de Lila), nunca más se vuelve a mencionar. A mí, personalmente, me ha faltado redondeo en eso. Por más que se me diga que hay más libros después, este es un libro. Debería poderse leer por sí mismo. No digo que no se pueda, digo que si no me responde la principal cuestión con la que me agarró para que lo leyera, a mí me parece que está incompleto.

A mí.

Por lo demás, la novela está muy bien escrita. Tiene momentos sublimes, frases para recordar de las que los locos de las frases nos guardamos y perfila muy bien los personajes de Lila y Lenú. Con trampas del narrador, necesarias para lograr el efecto que busca.

Lenú es la que nos cuenta la historia de la infancia de esas dos amigas. Ella es, su voz, la que estaremos escuchando a lo largo de toda la novela, en una narración en pasado y en primera persona. El texto se sujeta en sus pensamientos, echando mano muy pocas veces del diálogo. A mí me gusta el diálogo, que los personajes se retraten a sí mismos y no que lo haga el narrador. Este nos puede engañar, puede hacernos creer lo que no es, y en el caso de un narrador en primera persona... incluso puede marcar con sus ideas a los otros personajes de cara al lector.

Lila es mala.

Lenú es buena.

¿Quién repite esto varias veces en la novela? Lenú, por supuesto, la protagonista-narradora. Y a mí... a mí la sensación que me ha quedado es que Lila no es tan mala, ni tan perfecta como la pinta a veces nuestra narradora, ni tan lista, ni tan mala como la ve Lenú. Ni ella es tan buena y tan imperfecta como se ve a sí misma.O como quiere hacernos creer que se ve... Lo que sí me ha parecido todo el tiempo es que tiene envidia de Lila y esa envidia es tan grande como la admiración por su amiga. Esa competición que nos cuenta entre ambas creo que es más una competición de Lenú hacia Lila, algo que está en su cabeza más que en la realidad.

Nunca he estado convencida de que Lila compita con Lenú, Creo que ella no siente la misma necesidad de la narradora.

"Veremos quién se sale con la suya". Esa frase, dicha en ese primer capítulo del que nunca más se sabe por la narradora, cuando decide contar la vida de Lila (quien ha decidido por su parte desaparecer y hacer desparecer todas sus cosas como si no hubiera pasado por el mundo), es la que me condicionó la visión del personaje.

No la sentí como rabia ante la desaparición, sino como un reto. "Tú te has ido, pues te jodes, yo no voy a dejarte ir como quieres. Voy a hacer algo para quedar por encima de ti y es contar tu historia." Es como he visto desde el principio a este personaje. Envidiosa más que buena. No niego que lo sea, que sea una niña estudiosa y de buenos resultados, pero ella misma nos dice que no brilla como su amiga genial (me gusta más la palabra que se usa en el título en italiano que la de la traducción). Lila es inteligente. Lila tiene luz y la refleja y todos se dan cuenta. ¿Puede un niño crecer bajo la potencia de la luz de otro sin resentirse de alguna manera?

Por cierto, aún le doy vueltas a por qué Lenú llama Lila al personaje si tiene otro nombre, Lina, que es como la llama el resto. Eso no lo he entendido.

Por lo demás, el retrato que hace de un barrio pobre de Nápoles durante los años posteriores a la segunda guerra mundial me parece interesante como documento histórico, esa función que a veces tiene la literatura de ser el reflejo de la sociedad, incluso con más fuerza que los tratados de historia. Es más interesante para un italiano, obviamente, pero también para quien es curioso y quiere saber. En el retrato del barrio vemos la violencia que se mascaba, las venganzas, las costumbres y la normalidad con la que se aceptan palizas o que se tiren las cosas por la ventana en medio de discusiones.

Me ha encantado la frase de la contraportada:


Es verdad esto que dice. Cuando la historia está amoldada a ti, es el momento en el que puedes contarla, cuando la entiendes y te la explicas. Y no me refiero solo a la gente que se dedica a escribir, sino a cualquier cosa que nos pase en la vida. Muchas veces necesitamos que pase el tiempo y que esa historia nos recorra para poder sentirla, para que se asiente dentro de nosotros y estemos listos para dejarla salir.

Es más, creo que algunas historias que llevamos muy dentro nunca lo consiguen.

¿Me ha gustado el libro después de todo lo que he dicho? Sí. Y me ha durado muy poco entre las manos, señal de que sí me estaba llenando, pero tampoco he sentido ese entusiasmo que he visto por ahí, sobre todo porque me guío por sensaciones en las lecturas y las mías llevaban muy lejos del análisis más o menos común de esta novela. No tenía expectativas, los he leído después de leer la novela, incluso cuando ya tenía más que perfilada mi opinión.

¿Seguiré leyendo las demás? Sí. Las he pedido para no romperme la cabeza con la dichosa revista en los últimos meses y además me apetece.

¿No me entero de lo que leo? Es probable, pero como las lecturas, las sensaciones, el blog y mis pensamientos son míos, me los quedo.

De todas maneras no tengo otros.


Nota: no pude con el segundo y suprimí la colección. Esta autora, pasado muy poco tiempo, al empezar la siguiente lectura, se volvió cargante, repetitiva y el personaje de la protagonista me ponía tan nerviosa que tuve que dejarlo. No suelo rendirme con personajes complicados, es más, me gustan como reto, pero este en concreto no podía con él. Es autora, no autor, como sugerí, en eso estaba equivocada. Lo pensé por ciertos detalles narrativos, pero es obvio que me equivoqué. El desapasionamiento en los detalles fue lo que me confundió.