miércoles, 11 de agosto de 2021

CUANDO EL DOLOR SE VUELVE CRÓNICO

Cuando un dolor se cronifica y nadie encuentra ni la razón ni un remedio para que en algunos momentos baje la intensidad, tú te caes. Es inevitable. Al principio lo hablas, buscas apoyo, ayuda, respuestas, pero después empiezas a guardarlo porque asumes que no tiene remedio, que va a ser así hasta que te mueras.

O hasta que llegue otro médico y te haga caso.

De verdad, pensaba que la nueva doctora me ayudaría, parecía que al principio se mostraba interesada por solventarlo, pero ha sido un espejismo. A la primera me ha derivado a un especialista en el que ya he estado y al que no tengo nada nuevo que contar, porque no hay cambios y él tampoco sabía qué me pasa. 

Volverán a decir que es ansiedad, y la verdad es que la hay, porque cuando nadie encuentra un porqué, tu cuerpo reacciona de ese modo. Y se altera más. A lo mejor el remedio es que me inflen a ansiolíticos que no quiero tomar, y que pase el resto de la vida medio zombie.

No tengo ya ganas ni de levantarme por las mañanas. Por más que me esfuerzo y busco la motivación, al rato se me cae y vuelvo a preguntarme si esto es vida.

Perdón por el desahogo, pero en la vida no todo son libros. 

miércoles, 4 de agosto de 2021

ESA GENTE MALEDUCADAMENTE SINCERA

Cuando abrí el blog, las entradas eran como ahora, lo primero que me venía a la cabeza. Después, cuando lo literario empezó a encontrar su espacio, empecé a tener cierto orden, que enseguida se descolocó cuando, de la fase "comentarista de libros" pasé a la de "productora de contenidos". No sé hacer un resumen de cómo pasé de un lado a otro, creo que estaba en uno de mis experimentos y ni me di cuenta de dónde me estaba metiendo. El blog engordó muchísimo. Me empezaron a pasar tantísimas cosas buenas en tan poco tiempo que corría a recogerlas en este diario virtual, para que no se me olvidasen y, sobre todo, para que el día de mañana no pensara que me las había imaginado.

Algunas eran tan increíbles que el riesgo de pensar que me las inventé era demasiado grande.

Desde que empezó la dichosa pandemia, no tengo nada. Todo lo que había estado construyendo era muy frágil y se esfumó poquito a poco cuando la vida se redujo a las cuatro paredes de mi casa. Ahora apenas tengo algo que contar y he vuelto al principio. Reflexiono sobre lo que he leído. Hago una reseña de un libro que me ha gustado. Comparto un texto. Y, sobre todo, recuerdo. Me voy acordando de cosas que sucedieron. En el mismo caos que me descubrió que un montón de palabras ordenadas hacen tanta compañía como la mejor de las amigas.

Hoy voy a hablar de una cosa que me hizo pensar muchísimo y que, probablemente, marcó la línea editorial de este blog de forma definitiva, igual que mi manera de comportarme con otros autores que desde entonces siempre he respetado. Sobre todo, porque es un compromiso conmigo misma y ese es el compromiso más fuerte. 

Hoy, que hasta se me ha olvidado el nombre de la protagonista de esta historia, la voy a contar.

Hace muchos, muchos años, cuando yo aún no tenía que teñirme el pelo cada mes... 

...tropecé con una bloguera, como tantas otras, con aspiraciones a escritora. Solo reseñaba a los autores que empezaban como yo en aquellos momentos. Su idea era apoyar a los que estaban buscando un camino literario, pero a la hora de la verdad, cuando leías sus reseñas, nadie cumplía sus parámetros de perfección y de apoyo había poco. A mí me tocó una de las reseñas más duras que publicó, una en la que prácticamente no había hecho nada bien con mi humilde novela. Recuerdo las emociones que pasaron por mi cabeza cuando la leí, me dieron un puñetazo en el estómago y ni siquiera es por lo que estáis pensando (ego). Recordé que yo había hecho algo así: había reseñado un libro de un autor que empezaba (publicado con editorial seria, en mi caso no era autoeditado) que no me había parecido nada correcto y no me ahorré nada en mi análisis. Fui maleducadamente sincera. Aunque tuviera razón en lo que decía, aunque las incoherencias del texto no fueran solo cosa mía (las llegué a ver en reseñas de otros blogs), no pensé en el autor en ningún momento. Lo separé del texto, como si pudieran ser dos universos paralelos que nunca se tocan.

Me quedaba mucho, muchísimo, por aprender todavía.

Esa reseña que me hicieron a mí era todavía más maleducadamente sincera. Siempre he sido de intentar aprender de los errores, los vea o no. Los analizo y, después, intento siempre no volver a cometerlos. Desde ese momento, busqué mejorar todo lo que pude (ahí le puedo estar agradecida porque me esforcé mucho más de lo que lo hubiera hecho sin esa reseña), pero el caso es que había otras cosas que no las compartía en absoluto.

Al cabo del tiempo, la bloguera se autoeditó una novela.

Yo, por apoyarla, y a pesar de la reseña que había hecho de la mía, la compré y la leí. Estupefacta, porque después de lo mal que lo hacíamos los demás, pensé que ella sería perfecta y ni se aproximaba.

No hice una reseña.

Podría haberlo hecho, había mil puntos débiles en ella, muchos más que en la mía y en otras que ella había maltratado que también había leído yo. Tenía tantos errores que el tiempo me ha acabado dando la razón: nunca más publicó. Nunca más se supo de ella. Ese día, cuando me enfrenté a una crítica desprovista de tacto (y de técnica, se basaba solo en lo que a ella le parecía), me acordé de esa sinceridad maleducada que tuve una vez con ese otro autor. Recordé las sensaciones de esa "verdad" que era solo la de ella, y me pareció tan horrorosa que no quise ser así jamás. Por eso, no hablé de su libro. Por eso, me prometí que nunca más escribí nada negativo.

Estoy en ambos lados y eso te hace ver las cosas desde otra perspectiva que no tiene el que solo reseña.

¿Quién era yo para triturar los sueños de nadie?

Desde entonces, no es que no haga reseñas negativas (algo que ha perjudicado y mucho a este blog, porque quien viene ya sabe que no hay factor sorpresa, me ha gustado el libro), es que ni siquiera pongo comentarios negativos a nadie en Amazon o en Goodreads o similares. ¿Voy a hacerlo, entonces, en mi blog? ¿Qué gano? 

Igual que no las pongo, como he repetido hasta la saciedad, tampoco las pido.

Creo que cada quien es libre de soñar con lo que quiera, de apostar por sus ilusiones si quiere hasta todo el dinero que le quede en la cuenta del banco. Si un libro es bueno, es posible que no tire adelante, porque este es un mundo demasiado complicado como para triunfar, pero si es malo se va a hundir él solito. 

No va a necesitar la ayuda de nadie.

Hace mucho que me da coraje la gente maleducadamente sincera. Eso no quiere decir que cuando hago una lectura cero, no diga todas las cosas que opino del libro. Es el momento, es tiempo de mejorarlo, cuando aún no ha salido al mundo. Y ahí, de todas maneras, empleo la educación y ofrezco alternativas razonadas y razonables.

Creo que cada uno es libre de actuar como quiera, pero esta fue mi opción. Mi padre no me perdonaría en la vida que fuera por la vida haciendo daño a propósito.

Ni yo tampoco.


EL PODER TERAPEUTICO DE LA LECTURA

 





No sé si alguna vez habéis escuchado la palabra "biblioterapia". No existe una definición para ella en el diccionario de la RAE, al menos yo no he conseguido encontrarla, pero sí existe una corriente que defiende el uso de los libros con fines sanadores o terapéuticos, pues se toma como premisa que la lectura (del mismo modo que la escritura) resulta beneficiosa para curar el alma.

Lectura y escritura servirían para poner en claro distintas situaciones que la persona ha vivido. Se realiza un ejercicio de empatía que puede conducir a la persona a reconocer su problema o, al menos, relativizarlo. 

La lectura es fuente de bienestar. Mientras se lee, el cerebro se relaja y se aleja de la fuente de angustia, pero si, llegado el momento, los ojos tropiezan con algo que puede conducir a poner un poco de luz en su situación personal, también sirve de apoyo para la reflexión e, incluso, en esa misma lectura se podría encontrar un camino para afrontar el problema. 

Mientras se escribe, parece que los efectos sanadores también se dan. De alguna manera, el problema se saca de dentro y se pone a una cierta distancia que hace más sencillo procesarlo. Afrontarlo. Asumir un camino que, de hacerlo sin sacarlo de nuestra mente, sería mucho más complicado.

Esta terapia se recomienda en casos de duelo, enfermedad, depresión, cuando una relación se ha roto, cuando se tiene baja autoestima, cuando se ha vivido un hecho en extremo traumático... Y los resultados suelen ser muy buenos. Se utiliza en hospitales, pero también se sabe que los clubs de lectura sirven en muchos casos para sustituirla.

La literatura que podemos introducir en esta categoría serían los libros de autoayuda (aunque no todos valen, deberían estar supervisados por profesionales), pero también se sabe de la tremenda utilidad de la poesía. Y de la novela.

Reconozco que es mi terapia favorita, a la que llegué sin saber que lo sería y sin conocer, de ningún modo, sus beneficiosos efectos. Leer sana, eso lo sabe tu alma cuando te sumerges en el libro y te olvidas de los problemas. Escribir cura, eso lo siente tu corazón cuando sacas de dentro el dolor y lo expones aunque no sea más que frente a tus propios ojos.

Bendita terapia, pues.

Es la más dulce que conozco.

 

lunes, 2 de agosto de 2021

NOCHE REAL




SINOPSIS

8 de mayo de 1945, día de la victoria en Europa. La ciudad de Londres celebra el final de la guerra, y en Buckingham Palace, la princesa Margarita y su hermana Isabel están deseando ser parte de la alegría fuera de palacio. A ambas se les permite salir de incógnito para formar partes de las celebraciones, dando comienzo a una noche llena de emoción, peligro y romance.


No suelo hacer reseñas de películas, de hecho creo que es la primera, porque la verdad es que no soy nada cinéfila. Mi criterio con las películas es "si a los veinte minutos no me he despistado con otra cosa, eso es que me está gustando". La verdad es que no aguanto una película entera casi nunca, y esta no iba a ser una excepción: la he visto en tres días. A ratitos. Está en Amazon Prime ahora.

¿Y por qué me la traigo al blog? Pues porque a pesar de todo, me ha gustado. Sé que es una fantasía, pero ha habido un momento de la película, hacia el final, que me ha hecho pensar. Lilibet, que es como llaman a la que es ahora la reina de Inglaterra, Isabel II, habla con Jack, el soldado con el que se pasa la noche buscando a la alocada Margaret. Ella da las gracias por esa noche, una noche que no se va a poder permitir el resto de su vida. Una en la que ha sido una más entre la gente, incluso con él, que tarda bastante en descubrir que es una princesa.

Un respiro.

¡Qué importantes son los respiros en la vida! Cuando todo está atado y planificado, cuando es imposible salirse de un esquema vital escrito, qué maravilloso es poder disponer de unos momentos en los que se pueda soñar con ser otra cosa. Con un paseo por París y subir a la torre Eiffel. Con ser anónimo entre la multitud. Con poder hacer lo que quieras sin pensar en lo que debes.

La sonrisa de Lilibet en la última escena, la felicidad por haber tenido esa noche real, me ha llegado al corazón. Porque he entendido lo que se siente cuando un día la vida te deja esa posibilidad, lo bonito que es. No sé lo que será ser una princesa, pero nunca me ha parecido nada envidiable. Lo es mucho más tener las manos desatadas para poder hacer lo que sientas en cada momento. Para perseguir tus sueños y sentir lo maravilloso de lograrlo.

Para recibir ese beso prohibido que Lilibet se lleva como recuerdo de esa noche.

Ha sido bonita. Y sí, la recomiendo a quienes sueñan con respiros imposibles. Quizá una noche se hagan reales.

domingo, 1 de agosto de 2021

SEGUNDAS PARTES DE NOVELAS

No soy muy fan de las sagas o las segundas partes de novelas. Como lectora, prefiero que las historias concluyan, me da una pereza terrible, la mayoría de las veces, seguir con sagas, series, continuaciones..., incluso si el único nexo en común son los personajes y en mundo creado y no la historia en sí. No suelo buscarlas. Hay excepciones, por supuesto, me lo he pasado genial con Harry Potter y con algunas sagas románticas, o con Los hijos de la Tierra (bueno, esta menos, los dos últimos se me atragantaron), pero por lo común soy de las que se bajan del carro antes de que acaben.

Esto, como lectora.

Como escritora, seguro que estoy equivocada, pero tampoco es que me entusiasmen, precisamente porque soy muy consciente de esto y porque he observado determinadas cosas. Creo que cuando un autor tiene éxito con una novela, para la siguiente tiene dispuestos a leerlo menos lectores. 

Ahora mismo hay gente mirando por si no ha entendido lo que he puesto, o si me he vuelto loca, pero he puesto eso: ha perdido lectores.

Vale, sí,  tendrá más de los que tenía antes, cuando no lo conocía nadie, pero por una pura lógica, no va a conseguir más que en la anterior. Siempre hay excepciones, no todo el mundo se llama Stephen King o Ken Follet, hablo de escritores contemporáneos mortales. O sea, casi todos.

Creo que va a tener menos lectores por varias razones:

  •     Habrá quienes hayan odiado la novela y no se les va a ocurrir volver a acercarse a ese autor. 
  •     O a los que simplemente no les gustó el estilo y no van a leer al autor otra vez. 
  •     Y también a los que el libro se les hizo uno más y tampoco van a darle otra oportunidad.
  •     Y, por si eso era poco, los que como ya leyeron un libro del autor, lo tachan de su lista de autores pendientes y se van a otro.
  •      O los supersticiosos, que han leído una novela que no estaba mal y no quieren repetir por si acaso se les desdibujan las sensaciones que dejó esa primera. 
  •     Y los que no se han hecho fans exactamente y la dejan pasar. 
  •     Y los que se la anotan para leer más adelante, "por si acaso la saga sigue", y que luego jamás lo hacen.

Total, que si tenía, pongamos, 100 potenciales lectores, para la siguiente se has quedado con 30 y a los demás se los va a tener que ganar exactamente igual que si partiera de cero. ¿Igual? Me da que no, me da que va a ser mucho más complicado.

Ponle que la portada no sea tan bonita.

O no convenza la sinopsis.

O que el precio se haya disparado.

O que el autor haya dejado de estar en el momento justo en el lugar adecuado, como pudo pasar la otra vez.

O, sencillamente, que su momento ha pasado.

¿A qué viene todo esto?

Estaba embarcada en escribir una segunda parte y no tengo muy claro que sea la mejor idea del mundo. En lugar de una segunda parte, me he puesto las pilas y he escrito otra novela diferente, con personajes nuevos, nueva trama y nuevos escenarios. Nuevecita por todas partes.

Llevará tiempo que la deje ver. Estoy valorando la opción de hacer algo diferente con ella. De aquí a Navidad tengo planificados tres caminos con mis novelas. Para esta que estoy rematando reservo el más loco. Una moneda lanzada al aire que caerá por donde le dé la gana, pero que me preocupa muy poquito porque siempre, siempre, hay otras opciones. Para otra, que ya tiene contrato en firme, que la podáis leer (los 30 que quedáis), si os apetece, más adelante. Y para la tercera... esa es la idea que más me gusta. La tercera es para los que se han convertido en mis lectores. No sé si fans, pero sí muy buenos. Y como los buenos merecen un premio, lo van a tener. 

Y yo también.

Porque hay veces que hay que sentarse a valorar qué es lo que queremos y cómo podemos conseguirlo. Y sé que con este tercer camino voy a conseguir lo que quiero.

Entre otras cosas, porque he aprendido a saber qué es lo que no quiero.

Ni a quién.