viernes, 23 de marzo de 2012

HOY CUMPLIMOS CUATRO AÑOS.

Hace unos minutos, el reloj del salón, ese que suena tanto que a veces dan ganas de estamparlo, ha hecho "clack" en el instante justo que rebasaba la media noche, y me he dicho que era el momento de ponerse a escribir. Hoy, El espejo de la entrada, cumple cuatro años. Han sido irregulares, no siempre le he hecho mucho caso. Al principio no me daba cuenta de que éste era también mi hogar. Supongo que la decoración era escasa y el tiempo, mi tiempo, no acompañaba. Poco a poco he ido haciendo de este espacio virtual un rincón donde sentarme un rato y desconectar del otro mundo más cercano, del real. ¿Sabéis cómo empezó todo? Por esta entrada, ya ves, en la que nadie comentó, porque obviamente nadie más que yo sabía de este espejo. Es lo que pasa con los blogs nuevos, son ultrasecretos hasta que alguien los descubre. Los pierdes un poco, dejan de ser tuyos en exclusiva, pero ganas el cariño que muchas veces te llega de vuelta.

Hoy, han pasado tantas cosas, mi vida gracias a que aquel domingo me aburría y abrí un blog, es tan distinta, que no podría resumirlo en una entrada. Sólo os diré que ha merecido la pena, que he conocido gente, me he emocionado, me he reído, he llorado, he celebrado mis triunfos y los de los demás. En definitiva, otra vida diferente se abrió ante mis ojos y creo que la he disfrutado plenamente.

Como no quiero quedarme sólo en eso, os invito a leer la entrada que tenía que ser la que hoy ocupase, por derecho la portada de El espejo de la entrada. La presentación de Nivaria en la Biblioteca Almudena Grandes. Ahí lo dejo:


Acabo de volver de la presentación de Nivaria. Sí, ya sé un poco tarde, pero es que la hemos prolongado un poco tomándonos algo juntos. Cualquiera sabe cuándo sucederá de nuevo. 


La tarde, para mí, ha empezado muy prontito, cuando he agarrado mi coche y he salido corriendo hacia Azuqueca antes de que alguno de mis hijos me diera otro susto. El primero ha llegado a la una y media cuando me han llamado del colegio para que recogiera al mayor, que se había puesto malo. De pronto he pensado que todo se había puesto en mi contra: ayer la meteorología y hoy la salud. Visto que no era un problema importante, nada más darles de comer he salido de casa casi sin despedirme. Por si acaso. Eso sí, las cartillas del médico se han quedado encima de la mesa del salón.


El viaje ha sido tranquilo. Música suave en el coche y velocidad moderada para no llevarme el susto de una multa. Al llegar a Azuqueca, tal y como habíamos quedado, he llamado a Óscar para ir a recogerle al hotel. Le faltaba un ratito para prepararse, así que he hecho algo de tiempo y a la hora acordada, casi a la vez, nos hemos encontrado en la puerta. No ha hecho falta mucho esfuerzo para reconocernos mutuamente. Creo que después de los dos besos de cortesía, nos hemos dado cuenta de que ya nos conocíamos. Lo que no sabía él de mí era mi carácter: ha habido un momento en el que me ha preguntado si yo siempre soy así de acelerada. ¡Y eso que estaba super tranquila! Ya le he dicho que no me ha visto acelerada...


La biblioteca ha sido nuestra siguiente parada. Eva Ortiz había salido pero la hemos encontrado rápidamente. Con un café enfrente la charla se ha animado y la novela, convertida en protagonista del día, se ha colado en la conversación, hasta que Eva nos ha invitado a dar un paseo. Tenía que recoger su coche en el taller. Vamos, lo lógico que se hace el día que vas a presentar tu novela a tropecientos kilómetros de casa. Pero ha sido la excusa perfecta para seguir hablando de Nivaria, del papel de los blogs en la difusión de la obra de autores noveles, de las reseñas, de cómo está cambiándolo todo internet... eso en medio de un taller de coches, apartándonos convenientemente para no resultar atropellados por algún mecánico despistado.


Al volver a la biblioteca ya era casi la hora. A Eva se le había ocurrido que podría presentar a Óscar y yo, por supuesto, no le he dicho que no. Me estaba pensando lo que podría decir cuando, por la puerta del centro cultural, ha entrado una chica altísima a la que también he reconocido sin ningún género de duda: Karol Scandiu. Nos hemos puesto a hablar (no sé, me parece que habla todavía más que yo) y me he olvidado de pensar en la presentación. Menos mal que ha llegado una concejala muy dispuesta y lo ha hecho ella, al final, a las mil maravillas. Sobre todo porque había cámaras que imponen muchísimo, aunque sean las de una televisión local.


El acto ha empezado con las palabras de la concejala (qué mala periodista soy, no recuerdo su nombre) y a continuación Óscar ha hablado de la novela, una semblanza general de la historia de Nivaria. Enseguida, sus madrinas han empezado con las preguntas, todas ellas super interesantes, y la charla ha fluido. Las dos horas que hemos estado ahí se me han hecho cortas. En ellas, entre la gente del club y el mismo autor han ido desgranando la novela, le han hecho sugerencias para los nuevos proyectos que aborde y le han dicho, por supuesto, que le esperan cuando tenga un nuevo libro.  Sé que ha disfrutado la tarde, no sólo porque lo hemos hablado, sino porque se lo veía en los ojos.


Nos hemos tomado algo con Eva y con Fernando, un seguidor de Óscar en Twitter que vive en Azuqueca y ha venido a la charla, y después, en Alovera, ya con más calma y frente a unos aperitivos, Karol, Óscar y yo hemos hablado de libros, de blogs, de proyectos, de niños, de insomnio, del pánico escénico, de zombies y vampiros, de un ordenador que se fundió, nos hemos enseñado fotos y cambiado libros que hemos firmado susurrando que el señor del bar seguro que pensaba que estábamos un poco locos. 


Ha sido un día especial. El próximo, el 24 de abril, el día en el que Karol Scandiu presenta Erótika. No sé las veces que me ha hecho prometerle que iré. 


Una promesa es una promesa, así que no me va a quedar más remedio...


Aquí os dejo unas cuantas fotos del día.
Óscar R, Arteaga con Eva Ortiz y la Concejala.
La sala de conferencias llena. La televisión local cubrió el evento.
Óscar R. Arteaga, Karol Scandiu, Fernando (amigo de Óscar) y una que no sé quién es.
Me encantó esto que hay pintado en una de las paredes de la sala de conferencias.

jueves, 22 de marzo de 2012

ÓSCAR R. ARTEAGA PRESENTA HOY NIVARIA EN LA BIBLIOTECA ALMUDENA GRANDES.

Hoy jueves 22 de marzo, a las 7 de la tarde, en la Biblioteca Almudena Grandes de Azuqueca de Henares, el autor Óscar R. Arteaga presenta su novela Nivaria.

En el acto estarán presentes los miembros del club de lectura que van a ser sus padrinos y cualquiera que se anime a pasar un rato hablando de la novela.


Yo ya me estoy preparando para ir.

miércoles, 21 de marzo de 2012

LAS TARÁNTULAS VENENOSAS NO SIEMPRE DEVORAN A LOS DIOSES GRIEGOS


Rachel Antunez Cazorla.

Páginas: 176.

ISBN: 978-1-4467-1056-2

Género: chick lit

Gea ha decidido que el por momento ya le han tomado el pelo lo suficiente como para no querer saber nada de hombres, después de que el cuernífero de su ex novio se fuera. Gea se reencuentra con alguien al que no esperaba ver de nuevo, y que revolucionará su tranquila vida.




Mi opinión.

Últimamente me está costando bastante centrarme en las lecturas que empiezo, así que me he apuntado a algunas lecturas conjuntas para obligarme de alguna manera a leer. El libro de Rachel parecía el adecuado, un libro de una temática ligera, cortito y con un título con gancho. No me equivoqué. No me lo leí del tirón, sino que necesité ponerme dos veces, pero porque me quedé sin tiempo la primera.

El libro, narrado desde la perspectiva de Gea, la protagonista, nos cuenta cómo ha vuelto a su vida un antiguo amor, por el que se siente muy atraída. Sin embargo no se deja llevar por sus sentimientos porque hace relativamente poco que dejó otra relación de años con Marcos y tiene miedo de salir herida embarcándose a lo loco en una nueva historia. La novela es un tira y afloja entre los dos protagonistas, mantiene la tensión sexual hasta el final y se recrea en los sentimientos de la protagonista, que alternan la euforia con momentos bajos que combate a base de chocolate y helados, arrepintiéndose al instante por la cantidad de calorías que ha ingerido. Esto me puso un poco de mala leche porque no me gustan los tópicazos y este no puede ser más recurrente en este género.

Creo que el de Gea es el personaje que nos queda más claro, básicamente porque al estar narrado en primera persona conocemos todo de ella, desde sus emociones hasta sus obsesiones. Héctor, el protagonista masculino, aparece ante nuestros ojos como un muchacho encantador y de un físico imponente. Desde mi punto de vista (y sólo desde el mío) creo que podría haberle dibujado un poquito más duro. A veces, al escucharle dirigirse a Gea con algunos apelativos cariñosos no me lo terminaba de creer. ¿Dónde están los hombres que hablan así? A lo mejor en el Olimpo, o en las novelas. Puede ser. En la vida real no lo creo. Al menos yo no me he encontrado ninguno.

El resto de personajes que circulan por la historia son accesorios, incluso Helena, la ex de Héctor y que fue la causante de la ruptura de Gea y su dios griego cuando eran adolescentes. Creo que no se ha entretenido demasiado en ellos pero es normal, al tratarse de una novela corta.

La historia está contada con mucho humor y salvo por algún error al usar alguna palabra, a la que le atribuye un significado que no tiene (me ha salido la profe), y alguna falta de ortografía, la novela está bien llevada y supone un agradable tiempo de lectura, aunque se le podría haber sacado mucho más partido.

Gracias a la autora por proporcionarme el ejemplar digital para esta lectura conjunta.

martes, 20 de marzo de 2012

EL MEDALLÓN DE LA MAGIA YA ESTÁ EN AMAZON


En esta entrada os traigo una noticia: El medallón de la magia, mi última novela, ya está en Amazon.

Me ha costado mucho dar este paso porque soy de natural inseguro, pero finalmente lo he logrado. En realidad, esta entrada es para agradecérselo a las personas que lo han hecho posible.

Empezaré por el principio.

Ana Esteban. Ana es mi prima, casi mi hermana pequeña. Los diez años que tenemos de diferencia nunca han sido un obstáculo para que nos entendamos a la perfección. Supongo que Ana, por sus propias circunstancias vitales, ha sido siempre muy madura y yo un poco lenta en eso de crecer. En muy poco tiempo alcanzamos el punto de equilibro para entendernos. Por eso Ana fue la primera persona que tuvo en sus manos El medallón de la magia, cuando todavía no era más que un boceto de la novela. Sus comentarios y su entusiasmo abrieron una puerta que siempre había mantenido con siete llaves: dejé que alguien leyera lo que escribo. No sólo eso, consiguió que acumulase la confianza suficiente para presentarme a un concurso de cuentos.

El segundo empujón llegó de allí. Presenté un relato y quedé en segundo lugar. Al año siguiente logré el primer premio.

A partir de ahí, como ya he dicho muchas veces, se desencadenó todo esto. Autoedité La arena del reloj para mi familia, con el dinero del premio, y fue mágico en cuanto mi madre, gran responsable también de todo esto, me fue consiguiendo lectores. Los libros en papel volaban de mis manos y Eva Ortiz, la bibliotecaria de Azuqueca, organizó una charla con lectores. Su chico de alquiler está aquí gracias a eso.

Si hay alguien que se ha empeñado en que no me rinda es Alberto. Si yo me canso él me empuja un poco más. Si yo decido que he alcanzado mi techo, lo pone más alto para que siga luchando. Nunca se da por vencido. Supongo que en esta vida lo mejor es tener a alguien que nunca deja que te acomodes. Aunque estresa a veces.

En los últimos tiempos han aparecido también personas maravillosas que han creído en mi capacidad, y que me lo han hecho saber. Me refiero a la gente de los blogs. Bárbara Daniela Jiménez Pastrana, Barby, para quien está dedicado este libro, fue la primera. Se fue sin poder disfrutar conmigo de todo esto, pero se marchó con una promesa: iba a cuidar de mis “niños”. Yo empiezo a creer que lo está haciendo, y muy bien. Los siento protegidos por su magia.

Además de Barby hay otras personas especiales. Kyra, desde México, siempre me manda su energía. Tatty, Marga, Margari, Sandra… sois muy especiales. Amigas blogueras que reservan espacio y palabras en sus blogs para mis libros. Eso no se paga con nada.

En este tiempo he conocido a escritores que se han convertido en amigos. Ángels Om, con quien comparto más cosas de las que ninguna de las dos nos imaginábamos cuando nos encontramos en un grupo de Internet; Enrique Osuna, de quien siempre recibo buenos consejos y con quien es un placer escribir y Emilio Casado Moreno, casi de los primeros que conocí, a quien me unen proyectos comunes y que no se corta si me tiene que mandar collejas virtuales para que espabile. Pero no son los únicos, hay muchos más nombres en esta lista: Blanca Miosi, Félix Jaime, Luis Miguel Morales Peinado, su hermana Koncha,… seguro que me estoy dejando a alguien. Me animan con sus palabras, me empujan a su manera.

También, por supuesto, están las personas que comentan en este blog, que me envían palabras que emocionan siempre: Paloma, a quien conocéis porque hizo una reseña sin tener blog, mi amiga Dácil, madre desesperada a veces y excelente persona siempre,  Astarielle, que siempre tiene tiempo para comentar algo… aquí sé que me dejo a mucha gente.

Si hay alguien a quien a quien le debo de verdad la noticia de hoy es a Armando Rodera. Ha sido mi apoyo en este último mes, me ha ido dando instrucciones para que no me perdiera. Sin su ayuda y la de Arantza Soto creo que no habría sido capaz. Ya sabéis que os debo una.

En el último momento, cuando una duda enorme me asaltó, otro escritor me echó un cable: Carlos Moreno Martín. Gracias, miles de gracias, me desatascaste.

Este es el enlace, por si os queréis pasar. 

lunes, 19 de marzo de 2012

LA BÚSQUEDA de BLANCA MIOSI

A veces los libros llegan a uno por los caminos más insospechados. A veces están en un cajón de supermercado y los rescato, otras llegan en un correo electrónico, a veces el mismo autor me busca y me propone su lectura… Nunca prometo una reseña porque una vez reseñé un libro por compromiso y me sentí incómoda con el resultado. Me parecía que el hecho de que el autor hubiera puesto su confianza en mí merecía al menos una reseña que no hiciera daño, pero se me quedaron cosas en el tintero que querría haber contado. Las guardé por respeto pero me juré que no lo iba a hacer más. Nadie me paga por esto, no debo nada a nadie, por lo tanto tengo el derecho de decidir si cuento mis impresiones sinceras sobre una obra o no.

Dicho esto, podréis deducir que este es un libro que me ha gustado muchísimo. Contaré cómo llegó La Búsqueda a mis manos. Realmente fue tras una búsqueda. Mi hijo mayor vio la novela de Blanca Miosi en un blog y como es un apasionado de la Segunda Guerra Mundial el argumento le atrajo. El hecho de que Waldek Grodek, el protagonista, en el arranque del libro tuviera casi la misma edad que él despertó su interés inmediato. Me pidió que lo descargase de Amazon, pero no me gusta que lea en la tablet por costumbre, es pequeño y quiero cuidar su vista, y había visto que este libro de editó en papel en España. Me puse en contacto con Blanca y ella me indicó la manera de conseguir uno de los pocos ejemplares que quedan todavía. En la librería de Madrid que lo conservaba tuvieron un problema con el servidor de internet y cuando ya pensábamos que no lo íbamos a conseguir… ¡bingo! Recibí una llamada telefónica del librero. Al día siguiente estaba en nuestras manos. De eso hace tiempo pero he tenido que esperar turno en casa para leerlo.


SINOPSIS (extraída de Amazon)

La búsqueda es la historia de Waldek Grodek, un niño polaco de diez años cuya apacible vida se ve interrumpida por la invasión alemana a Polonia. A partir de ese momento, sus juegos infantiles y sus excusiones como Boy Scout se transformaron en estrategias para sobrevivir. Muchos años después, mientras visita la oficina donde se gestionan las indemnizaciones que Alemania ha ofrecido a los ex prisioneros de los campos de concentración nazis, se pregunta si hay en el mundo alguien con una existencia tan azarosa como la suya. Auschwitz, Mauthausen, dictaduras en Europa y América Latina, tramas de espionaje, y hasta el Mossad. Es la vida de Waldek Grodek, una vida desconocida y sorprendente que merece ser recuperada.

La búsqueda es una obra sobre la condición humana y sobre cómo debemos enfrentarnos al dolor para seguir adelante. Desde la invasión de Varsovia al ataque de las torres gemelas en Nueva York, con un ritmo vivo y cautivador, el talento de Blanca Miosi nos hace reflexionar sobre la guerra y sentir que formamos parte de la historia.

Una novela basada en hechos de la vida real.

MI OPINIÓN

Encaré la novela sabiendo desde el principio que lo que iba a leer no era ficción, sino la vida de alguien real y quiero decir que la sorpresa fue mayúscula, no sólo porque la narración no era un mero relato encadenado de sucesos. La trama de la vida de Waldek Grodek se sucedía, bien hilada, como en cualquier libro de ficción, posibilitándome, como lectora, un seguimiento de los hechos por un lado y un sentimiento de empatía con los sucesos por otro lado. Es que no es difícil, una vez que te sumerges en sus páginas, no sentirte en la piel del protagonista mientras está preso en los campos de extermino nazi, es imposible dejar de lado el hambre, las palizas porque sí, el sufrimiento y la impotencia que generan en alguien muy joven en ese momento la barbarie que está viviendo.

La narración, en primera persona, contribuye a acercar la historia. Sientes que el mismo Waldek te transmite sus miedos, sus pensamientos, su angustia y hasta su desconcierto. Vives con él sus experiencias vitales, sus amores y los éxitos que logra en su dilatada vida.

Superados los  durísimos comienzos, la manera en la que Waldek se enfrenta a las situaciones que va encontrando en su vida hacía que cada vez más me imaginase una película. No me ha extrañado nada que Blanca se plantease a la ardua tarea de convertir la vida de su esposo en novela, porque lo que le fue pasando a lo largo de su vida lo merece. No creo que haya muchas más personas que hayan sobrevivido a los trabajos forzados en los campos de concentración y al atentado del 11 de septiembre en Nueva York, por mencionar sólo dos circunstancias de las muchas que aparecen en el relato.

No me gusta destripar los libros, me gusta saborearlos, quedarme con las sensaciones y transmitirlas para que seáis vosotros quienes, cuando la novela caiga en vuestras manos, la disfrutéis desde la perspectiva de algo nuevo. Yo, desde aquí, sólo os digo una cosa: merece la pena el tiempo que le dediquéis.

Al margen de lo que la historia relata, he tenido, como me pasa siempre que leo la vida de otro, la sensación de sentirme transportada a recuerdos propios. No tienen nada que ver con la guerra, por fortuna no he vivido nada de eso, pero una sola palabra despertó un recuerdo olvidado. La palabra es "cholo". Hace años, en cuarto de carrera, tuvimos una profesora de intercambio. Me siento un poco idiota por no recordar su nombre con claridad, creo que era Carmen, pero lo que sí recuerdo con intensidad es el apuro en el que mis compañeros y yo la pusimos. Mi profesora era peruana, vagamente recuerdo que venía de la Universidad Católica de Lima y le habían encomendado la misión de darnos clase, por un año, de geografía descriptiva de España. Cuando se presentó como peruana y nos habló del temario le pedimos que cambiase su objetivo, si era posible. Al fin y al cabo, los proyectos de geógrafo que éramos, teníamos bastante clara la geografía de nuestro país y desconocíamos todo sobre Perú. Se sorprendió y supongo que en el fondo le hicimos una faena, llevaba todo el verano preparando la asignatura, pero accedió. Durante un curso, Perú fue una asignatura de la que incluso me examiné. No me resultaba lejano nada de lo que me contaba Blanca en su novela de aquel país, recordé con nostalgia ciudades que nunca he pisado como Piura, Nazca o Iquitos (de donde era el marido de mi profesora) y cómo nos contaba, con pasión, lo que amaba a su país. Recordé que antes de eso no sabía que era el guano, ni que había sido crucial, en un momento determinado, para sacar la economía de ese país adelante. Oí hablar, de sus labios, por primera vez, del fenómeno del Niño.

Cuando Waldek se traslada a Venezuela, me pasó un poco lo mismo. Familiares míos, por cuestiones laborales, vivieron en Caracas muchos años. De hecho, una de mis primas que creció allí, sigue conservando el acento venezolano, muy gracioso si la escuchas al lado de sus hermanos, que tienen acento mexicano. Recordé las veces que mi tía María, que murió hace poco más de un año con 102, me contaba lo poco que le gustaba Caracas porque donde vivían no se podía pasear. Recordé como mi primo me decía que en las noticias sobre la guerra de Bosnia, a diario, nos hablaban  de los muertos que eran siempre bastantes menos de los que había en Caracas en una semana cualquiera sin que el mundo le diera importancia a lo que allí estaba sucediendo.

Y, finalmente, Polonia. He visto montones de fotos de este país, explicadas con pasión por Iwona, la primera amiga que tuve en Segovia, que es polaca. Su pueblo está cerca de Cracovia y me contó cómo, de pequeños en el colegio, les llevaban a Auschwitz para que nunca olvidasen lo que allí pasó. Curiosamente, a ella lo que más le impresionó fue una habitación llena de gafas. Sintió que un estremecimiento recorría su columna vertebral cuando pensó en el destino que habrían tenido los propietarios de aquellas lentes.

Como ya he dicho, merece la pena la lectura de esta novela, por lo que cuenta y por su poder evocador. Porque, además, es una historia de superación personal.
¿Le daréis una oportunidad?