martes, 16 de octubre de 2012

LORENZO SILVA, PREMIO PLANETA 2012.


Esta mañana me he despertado con la noticia de que el escritor Lorenzo Silva ha sido el ganador de la 61 edición del premio Planeta por su novela La marca del meridiano. Finalista del mismo premio ha sido la periodista Mara Torres, con la novela La vida imaginaria.

Lorenzo Silva tiene una impresionante trayectoria literaria, no sólo por los premios que ha ido acumulando (recibió el Premio Nadal del año 2000 por su obra El alquimista impaciente y fue finalista de ese mismo premio en 1997 con La flaqueza del bolchevique, una novela que posteriormente fue llevada al cine), sino porque a día de hoy es ya una autoridad en lo que a novela negra se refiere. Su aguda crítica se deja ver en los artículos de prensa en los que colabora y en las entradas de su blog personal.

En condiciones normales hoy sería un día de fiesta para mí. Admiro a Lorenzo por cómo escribe, sigo su blog desde hace tiempo y en la Feria del Libro de Madrid viví un momento muy especial cuando mi hijo Alex, que es seguidor de Lorenzo a pesar de su corta edad, se acercó a la caseta para que le firmase su ejemplar de Niños Feroces, una novela que le encantó, que reseñó en su blog y que conserva en su memoria como una de las mejores que ha leído. Ver la cara de felicidad que tenía mi hijo y las palabras cariñosas que le escribió en la dedicatoria Lorenzo, así como leer el post que el autor hizo en su blog días después a las sensaciones que le produjo encontrarse con que, a pesar de los tiempos que vivimos, todavía hay esperanza, que quedan niños como él que serán un día adultos, preocupados por aprender, por formar su criterio y por crecer como personas en medio de estos tiempos convulsos, fue mágico.

El día 27 de este mes, dentro de las actividades de Getafe Negro, el festival de novela policiaca de Madrid, hay programada una mesa redonda a las ocho de la tarde, a la que han llamado Las leyes de la frontera, donde el autor conversará con el escritor Javier Cercas  (autor de Soldados de Salamina). Teníamos pensado ir, regalarle a Alex un recuerdo de esos que conservas siempre en la memoria. Queríamos escuchar la conferencia y pasar una tarde especial pero ya no sé si podremos.

Ayer me robaron las cuatro ruedas del coche.

Supongo que no soy la primera ni la última persona del mundo a quien le pasa esto, pero eso no me consuela. Sé que hay miles de cosas que te pueden pasar que son infinitamente peor que esto. Sé que es algo que se arregla con dinero. Sé que hay seguros. Sé que se me olvidará, que dentro de un tiempo sólo será un recuerdo difuso, una anécdota que contar.

Lo sé.

Pero a la vez, sé que me siento mal. Que cuando baje a mi garaje, que es donde me robaron, lo haré con miedo. Sé que durante un tiempo no dormiré tranquila por si se repite. Sé que es injusto, que me ha costado muchísimo comprar mi coche para que ahora llegue alguien y por la cara se apropie de parte de él.
Me da rabia que alguien, por avaricia, por quien sabe qué negocio oscuro hará con mis ruedas (me estoy imaginando que las venderá a través de internet), hoy no me sienta todo lo bien que me debería sentir y que, probablemente, tenga que privarle de ese recuerdo a mi hijo.

Indignada.

Dolida.

Cabreada.

Rabiosa.

Triste.

Así me siento, a pesar de que los adjetivos de hoy, deberían ser otros. Haré el esfuerzo mental de cambiarlos.

Si puedo.

lunes, 15 de octubre de 2012

JOSUÉ EL ERRANTE, MERCEDES PINTO MALDONADO.



Sinopsis (extraída de Amazon):

“Josué el errante” nos relata la dilatada y escabrosa vida de un judío que huye de Alemania a los diecinueve años, en los albores del nazismo, empujado por un amor imposible.

Educado en un ambiente judío ortodoxo, Josué necesitará sobrevivir a las situaciones más extremas como garimpeiro en África del Sudoeste para comprender que, más allá de culturas y religiones, existe el valor de la amistad. Kuaima, un nativo himba huido de la tiranía de su colono, y Carlos, un diplomático español que ha escapado del absolutismo religioso de su esposa, serán los amigos que le acompañarán. 

Abandonará a su familia en los peores momentos, traicionará a sus amigos, olvidará sus orígenes. Y todo por un valioso diamante que no sabe si tendrá destinatario.

Brevísima nota sobre mis impresiones del libro:

Esta reseña me la dejé sin hacer en su momento, así que las sensaciones, esas que comparto en ese blog, se han ido diluyendo. Sin embargo, guardé estas líneas que hoy comparto, para animaros a su lectura.

Esta novela repasa la vida de Josué, un judío nacido en Londres y trasladado en su infancia a Alemania, años antes de la Segunda Guerra Mundial. Su amor por Abigail, la hija de su maestro algunos años mayor que él, es correspondido pero la familia de la chica desea alguien mejor para ella y Josué se marcha en busca de fortuna. Ésta, esquiva, le regala sin embargo unos amigos que serán su auténtica familia: Carlos y Kuaima, dos hombres de religiones diferentes a la suya. Durante su trabajo de garimperio, buscador de diamantes en el río,  descubre lo mejor y lo peor del ser humano. En todo este proceso, en estos momentos de dureza extrema, Josué también se descubrirá a sí mismo. Irá madurando pero nunca olvidará ese gran amor que fue para él Abigail. Durante su estancia en África tallará un hermoso diamante para ella.

Entre las páginas que desgranan la vida de este hombre, encontramos la prosa de Mercedes Pinto, sencilla y profunda a la vez, sembrada de reflexiones que me han hecho en muchas ocasiones interrumpir la lectura. Comparto sólo una, muy breve: "donde hay un hombre hay un sueño, lo contrario es la misma muerte".

¿Quieres descubrir las demás? No te lo pienses.

Lectura de calidad por muy poco.

miércoles, 10 de octubre de 2012

LIBROS OLVIDABLES


No, no me he equivocado de título. Igual que hay veces que leemos libros inolvidables, otros podríamos ponerlos en esa categoría, la de aquellos que nos hicieron perder el tiempo porque además de no aportarnos nada de nada, supusieron tener que hacer un tremendo esfuerzo para terminarlos. ¿Os ha pasado?  A mí, por supuesto, sí. La diferencia es que ahora no termino ni uno que me esté costando. Cierro y a otra cosa, porque quizá el mundo es más rápido, con los libros digitales la oferta es mayor y ya no vivo en un sitio en el que encontrar novedades era una auténtica utopía. Ahora tengo la posibilidad de comprar con un click y estanterías repletas de novedades y clásicos al alcance de mi mano en cualquier centro comercial de los alrededores.


Estoy pensando ahora en otros libros olvidables. Son aquellos que en el momento de su lectura nos parecieron maravillosos pero que, con la perspectiva del tiempo han ido modificándose en nuestra percepción y si los abordas de nuevo te preguntas qué demonios le verías en su día a ese bodrio infumable que tú mismo le hiciste creer a tus sentidos que era literatura. Lo que te parecían frases brillantes se convierten por arte de magia en topicazos sin interés y la trama que te mantuvo atrapado, con el paso del tiempo te parece previsible, vacía y tramposa. Cuando me encuentro frente a uno de ellos me pregunto qué proceso mental estaba cociéndose en mi cerebro para que se me fuera tanto la pinza o qué me ha pasado por el camino para cambiar tanto. El tiempo ha hecho mella en ellos, los ha hecho caducar.

Quizá sea sólo eso.

Demasiado cercanos, demasiado actuales y en poco tiempo olvidables.

¿Os ha pasado también?

Claro que, para compensar, está el otro extremo, esos libros que nos hicieron leer en el instituto y que odiamos porque a la edad que los leímos odiar forma parte del vocabulario. Sobre todo lo que viene con una imposición detrás. Sin embargo ahora, libres de la presión del tiempo o de un examen sobre el contenido, los vemos de otro modo y da igual si los leemos una o veinte veces más. Mejoran como el buen vino. De estos tengo muchos ejemplos: La Celestina; El Buscón; San Manuel Bueno, mártir; Cien años de soledad… Mis ejemplares pierden hojas por desgaste y cada vez que me sumerjo en ellos descubro más y más matices y entiendo, ahora sí, por qué el tiempo no les afecta en absoluto.

Estos, sí, son inolvidables.

domingo, 7 de octubre de 2012

LARGAS NOCHES DE LLUVIA DE MARC R. SOTO



Sinopsis (extraída de Amazon):

Todos los pueblos guardan secretos. Atesorados durante generaciones, crecen como el musgo en los rincones sombríos: en los sótanos húmedos de las casas, en las habitaciones cerradas, o en los silencios incómodos. Secretos a veces banales y en ocasiones horribles, pero siempre presentes en una comunidad pequeña donde todo se sabe, pero nadie sabe nada.
En 1961, tras más de veinte años en paradero desconocido, Rogelio Villanueva regresa a su pueblo para hacerse cargo del negocio familiar. En 1967, su cadáver aparece desangrado en la bañera. En el lavabo, una nota con una críptica inscripción; y bajo su barbilla, dos extrañas marcas amoratadas.

'Largas noches de lluvia' es la historia de un crimen que no es sino la culminación de una cadena de crímenes pasados; es una historia sobre cómo se cocinan los secretos más horribles en los pueblos, a fuego lento; pero, sobre todo, es una historia acerca del amor de un padre hacia su hija, y de los extremos a los que ese amor le puede llevar.

Mi opinión

Esta, más que una novela al uso, podría decirse que es una novela corta o un relato corto largo. No sabría con cual definición quedarme para ella. Para que os hagáis idea de su longitud os diré que no tardé ni dos horas en terminarla. Por eso no sé cómo catalogarla. Bueno, sí. Si se trata de una novela corta, una novela corta espectacular. Si es un relato, uno de los mejores relatos que he leído en los últimos tiempos, y mira que he leído relatos en los últimos meses.

Largas noches de lluvia empieza una noche en la que el protagonista está tendiendo la ropa de madrugada, para que nadie le vea. Vive en un pueblo, en la España de mediados del siglo XX y los prejuicios sobre las tareas que deben desempeñar hombres y mujeres todavía pesan mucho. El personaje principal, narrador a su vez de esta historia, justifica así su presencia en el balcón cuando aparece Matías, el cartero, pidiendo ayuda. Ha encontrado la casa del dueño del bar abierta, ha entrado a dejarle un paquete para librarse de su peso lo antes posible, y guiado por una luz encendida ha encontrado su cadáver. El protagonista es el boticario y acompaña a Matías hasta el bar. Allí poco puede hacer: el hombre está muerto y aunque parece un suicidio hay algunos datos que hacen intuir otra historia.

Hasta aquí el relato sigue la linealidad, cuenta una historia que se vuelve otra cuando Marc, hábilmente, va deshojando los misterios que hay en torno a la muerte, reconstruyendo para nosotros parte del pasado, mezclándolo con escenas del presente. Me tengo que morder la lengua porque como digo es muy corto y si sigo lo destrozo, pero sí que puedo hablar de las sensaciones que quedan.

Yo vivo en el medio rural, lo he dicho muchas veces. Venir de la ciudad aquí supuso un tremendo choque porque aunque la vida se parece mucho, tenemos internet como todos, vemos los mismos canales de televisión, compramos en los mismos centros comerciales… la vida no es igual. Lleva otro ritmo y los secretos no lo son tanto porque apenas sucede algo todo el mundo se entera. Pero sucede algo más que he visto en esta novelita: el silencio encubridor que da la proximidad. Tus vecinos son eso pero no son los desconocidos que viven en la puerta de al lado, como en un bloque de la ciudad. Tienen nombres, apellidos, primos y tíos que conoces y cada historia que sucede se traslada de unos a otros, medio en silencio, con una complicidad que a veces asusta.

Los personajes que desfilan por la novela están muy bien perfilados, a pesar de la brevedad de la misma. Uno de los que más me han gustado, además del protagonista, es el médico, un señor mayor que es quien empieza, a través de la conversación en el cementerio con el protagonista, a darnos las claves para entender toda esta historia.

Otro de lps principales atractivos de esta historia es la calidad de la prosa. Muchas veces me enfrento a libros que me "hablan", utilizando un lenguaje muy cercano al coloquial. El libro de Marc no habla, te susurra, en una utilización mucho más literaria de las palabras que me ha gustado. 

Una curiosidad de la novela, cuando la descargas de Amazon, es que incluye "extras", como por ejemplo el principio de otro de los libros de este autor: El hombre divergente.

Tenéis que leerlo. De verdad. Siempre os pregunto si os apetece pero en este caso no lo pregunto, uso el imperativo a propósito porque con lo corto que es no hay excusas que valgan. Y el precio en Amazon tampoco tiene excusas: 0,89€. En esta misma página tenéis un enlace, a la derecha bajando un poquito, para que no tengáis que volveros locos buscando.

Os va a gustar descubrir esta pequeña historia que mezcla el costumbrismo y el género negro.

miércoles, 3 de octubre de 2012

EL ARTE



Este verano he tratado de poner orden en los armarios de casa, en las estanterías, en los cajones. No es que estuvieran desordenados, es que hacía tanto que no emprendía esta tarea que empezaba a tener problemas para recordar dónde tenía guardadas determinadas cosas y además, de vez en cuando, me gusta deshacerme de trastos superfluos que vamos acumulando en nuestro día a día. La de cosas estúpidas que guardamos por si acaso y que al final no sirven nada más que para ocupar espacio.

Unos días y unas cuantas bolsas de basura después, me encontré que tengo más libros de arte de los que recordaba. El arte es una materia que siempre me ha interesado, que siempre he tenido presente en mi vida. Elegí esta asignatura en el instituto y después, en la facultad, formaba parte del programa. La mejor parte. He pasado cinco años estudiando los distintos períodos de su historia y hay algunos que no me gustan nada, del mismo modo que hay otros que me fascinan.

Todo esto me ha llevado a una reflexión. ¿Qué es el arte para algunas personas? A mí me interesan sobre todo los sentimientos que provocan en mí determinadas obras, de manera que entrar en un museo suele despertarme las sensaciones que para otros surgen al introducirse en un templo. El Museo del Prado, por ejemplo, es el Santuario. Con mayúsculas.

Tengo problemas para controlar mi emoción una vez que pongo el pie en la primera sala.

Decidí sacar mi vieja caja de óleos y emborroné un lienzo sin demasiado acierto. Una cosa es sentir y otra cosa tener la capacidad de hacer sentir a otros con lo que creas. Dios, desde luego, no me ha llamado por el camino de la pintura. Así que, para recuperarme de mi torpeza, me pasé a la copia, que es bastante más sencilla. Tampoco tenía el momento… pero recordé que hubo un tiempo en el que mi hermana (que sí lo tiene) ponía su paciencia a mi servicio y me ayudaba a convertir en algo que se podía mirar mis torpes intentos pictóricos. Se salvó de la quema un pequeño ejercicio basado en un cuadro de Gauguin. No está mal para no tener aptitudes, ¿no creéis?


En el futuro me conformo con relajarme con los pinceles, sin más pretensión. Seguiré disfrutando con los cuadros de Van Gogh o mi favorito, El beso de Kilmt, cuando tropiece con ellos. Y continuaré disfrutando los paseos por cada santuario que encuentre a mi paso.