domingo, 30 de diciembre de 2012

DEJANDO ATRÁS 2012


Este año, 2012, da sus últimos coletazos y empieza el camino de la despedida. Son muchas cosas las que me han pasado, literariamente muy bueno y quizá es el momento de hacer repaso. No lo voy a hacer. En su momento fui contando cada uno de mis pasos y hoy solo quiero hablar de mirar hacia adelante, de la vida que sigue y debe seguir, poniéndole nuevos proyectos y expectativas. Toca pasar página, quedarse con los recuerdos agradables y esperar a que lo menos bueno de este año se diluya y desaparezca. Porque ha habido de todo y creo que si soy justa, si me pongo a repasar en serio, saldrían algunas cosas que pretendo erradicar de mi vida.

Tengo planes. Hay una novela terminada, con el punto y final colocado en su lugar, esperando a que me decida de una vez a dejar que la leáis. Si no lo he hecho antes no es porque no estuviera sino porque considero que las cosas tienen que madurar. Hay unas palabras de Epicteto que definen perfectamente lo que pienso.

Nada importante se produce de pronto, ni siquiera la uva o el higo. Si ahora me dijeras: "Quiero un higo", te responderé que hace falta tiempo. Deja que florezca, luego que dé fruto, luego que madure.

(Esta cita la he sacado de La estrategia del agua, el libro de Lorenzo Silva que acabo de terminar).

Una vez tuve un huerto (ya, ya sé que parece que me desvío, pero sigue leyendo). En el huerto había un manzano. Una tarde, trasteando por allí, se me ocurrió arrancar una manzana. No me apasionan, pero ese día, no sé por qué, me apetecía. Estaba verde aún, pero el sabor ácido me gustó. Me la comí entera, no sé si tenía hambre o impaciencia. Después de esa fue otra. La experiencia fue gratificante, las mejores manzanas que he saboreado nunca… hasta el día siguiente.

Me enfermé.

Una indigestión de felicidad instantánea. Ese fue el precio por la impaciencia, por no haber sido capaz de esperar a que la fruta estuviera madura. Desde entonces, sigo a pies juntillas el consejo del filósofo estoico, aunque hasta hace poco no lo conociera. Nunca me como una manzana inmadura porque sé, perfectamente, que después viene una indigestión. Espero. Por el camino puede que deje de apetecerme, es un riesgo calculado, pero también he comprobado que cuando llega su momento tienen otro sabor, si cabe menos emocionante pero mucho más saludable. Y no solo en lo que se refiere a las manzanas, sino a cualquier decisión importante que tome en mi vida: no soy indecisa, soy responsable. Hay un abismo entre las dos palabras, y en caso de equivocación, no es lo mismo caerse de una silla que caerse desde una nube.

La física dice que el porrazo en el segundo caso es mortal de necesidad.

Otra novela más está ya… pendiente de algunos flecos, del tiempo que cada cosa en esta vida necesita para madurar, para no convertirse en una decisión tomada a vuela pluma, de las que acabas pagando las consecuencias. Se lo voy a dar, no sé cuánto será, pero calculo que uno o dos años. Mientras tanto, seguiré escribiendo, dándole forma a las historias que circulan por mi mente, divirtiéndome con ellas del mismo modo que me divertí la otra tarde, por ejemplo, haciendo galletas con Paula y Aitana.

Me han preguntado, otra vez, si mantengo el interés por una editorial. Repito lo mismo de siempre. Tendría que ser una oferta super maravillosa, algo que me liberase de algún modo de la necesidad de empujar a mis criaturas para que sigan avanzando. Si no, puedo hacerlo perfectamente yo sola, porque mis aspiraciones en esto se reducen a una sola: ser leída.

Por vosotros.

martes, 25 de diciembre de 2012

CUÉNTAME UNA NOCTALIA DE MÓNICA GUTIÉRREZ



Sinopsis (extraída de Amazon):

Grace vive en Londres y trabaja como cirujana de éxito en uno de los hospitales más prestigiosos de la ciudad pero se siente sola. En vísperas de Navidad decide volver a su pueblo natal, una pequeña aldea de Transilvania, donde viven sus abuelos y su padre. Grace se reencuentra con su infancia, con una vida plena y feliz, con su familia. Pero además de los excéntricos vecinos del pueblo, la mula de Cesare, el cotilla del farmacéutico y los misterios de su padre y su hermana, Grace va a encontrarse con algo que no esperaba y que trastocará todos sus planes.
"Cuéntame una noctalia" es una historia divertida y llena de ternura que seduce por el encanto de sus protagonistas y por un entorno mágico, cálido, del que cuesta muchísimo marcharse.
Lector, puede que el pueblo de Grace no salga en todos los mapas pero la felicidad y el amor saben llegar a cualquier sitio.

Mi opinión:

Cuéntame una noctalia es el primer libro de Mónica Gutiérrez, para quien nos movemos en este mundo de los blogs, más conocida como Serendipia.

Días antes de la publicación del libro estuve intercambiando correos con ella, comentando todos esos miedos que nos asaltan cuando nos decidimos a embarcarnos en esta aventura de la autoedición. Me hizo ilusión que contase conmigo para resolver algunas dudas, de las que siempre surgen y cuando finalmente me envió un correo con el enlace y pude ver la portada… ¡qué bonita! Es de esas que te llaman, que te animan para que leas el libro.

La verdad es que, aunque parezca extraño con toda la cantidad de autores que conozco, era la primera vez que alguien compartía conmigo estos momentos previos a exponer nuestro trabajo a ojos de los demás. Ni se imagina lo importante que fue, la confianza que sentí que estaba depositando en mí, y la alegría que supuso ser un poco cómplice de todo esto. Le dije que la leería, sin duda, porque el argumento me llamaba la atención y porque sé que Mónica escribe muy bien por todos los detalles que se le escapan cuando redacta una reseña en su blog.

Cuéntame una noctalia, además, tenía el aliciente de ser una novela corta, lo que aún me llamó más. Comencé la lectura nada más terminar el libro que reseñé la semana pasada, y pronto me vi envuelta en un relato que, con un tono intimista, me trasladó a un pequeño pueblo de Transilvania: Mic-Napoca.

Reconozco que al principio, lo de Transilvania me sonó a vampiros (ya sabemos, conexiones mentales tontas que por defecto efectúa nuestro cerebro) pero nada más lejos de la realidad. Cuéntame una noctalia es una preciosa historia de reencuentros familiares, de búsqueda de la raíces que todos los que nos hemos marchado lejos del lugar donde crecimos, sentimos alguna vez. Grace, la protagonista de esta novela, vuelve al pequeño pueblo de Mic-Napoca unos días antes de Navidad. Su familia está feliz con la visita, con volver a verla: lo que no saben es que Grace está cansada de la vida londinense, de la frialdad de sus habitantes, y que quiere abandonar su excelente trabajo de cirujana en uno de los hospitales más prestigiosos de Londres para reencontrarse con Traian, el abuelo que lee a los clásicos, su padre Pete, la abuela Constanza, su hermana Lena y todos y cada uno de los habitantes de este pequeño pueblo de apenas 300 almas.

Una de las mayores habilidades de Mónica, además de tratar el lenguaje con una sutileza impresionante, es que es capaz de dibujar, con muy pocos rasgos, a todos ellos. Conoceremos a Cesare y su mula, a Teresa, la dueña del único bar, el Sinaloa, a Gregor, el policía que patrulla en bicicleta, a George y su emisora de radio que retransmite desde el pajar… y acabaremos queriéndolos, enamorándonos de ellos.

Mic-Napoca, además, le reserva una sorpresa a Grace: encontrará, sin buscarlo, el amor, en la persona de Cole, un marine de los Estados Unidos que una noche de frío aterriza en el pueblo por sorpresa.

La novela está escrita en primera persona. De este modo, lo que escucharemos serán los pensamientos de Grace, salvo en el inicio de la mayoría de los capítulos, en los que el que habla es George, dando las noticias locales desde una peculiar emisora de radio. Cuando digo noticias no me refiero a grandes acontecimientos, sino a esas pequeñas cosas que normalmente se comentan en casa. Porque todo en esta noctalia es cercano, tan próximos los sentimientos que explotan en cada página del libro a lo que cualquiera de nosotros ha podido sentir en algún momento, que hace que a Mic-Napoca, a pesar de estar en Transilvania, la sintamos cerca. Y sintamos el olor a caramelo del pelo de Nicolai, y nos creamos que pasea de la mano de una ninfa llamada Grace. El bosque que rodea al pueblo, podría ser el que rodea al mío y las nubes de vapor que a veces se escapan de los labios de los personajes, envueltos en sus bufandas, son casi como las que el frío dibuja cada mañana cuando encamino mis pasos al colegio.

Y no cuento más, porque os he dicho que es corta y se lee de maravilla.


¿Queréis una noctalia para navidad? Por cierto, ¿sabéis qué es una noctalia? ¿No? Pues entonces no hay excusa 

lunes, 24 de diciembre de 2012

NOCHEBUENA


Nochebuena. Noche de buenos deseos, de turrón, de cenas en familia, de reencuentros y de canciones repetidas un millón de veces.

No soy demasiado aficionada a la Navidad, me cuesta ir al armario, sacar la caja de los adornos y ponerme a colocarlos en el árbol. Lo retraso todo lo posible, como se retrasa de manera inconsciente la visita al dentista. Me da pereza envolver regalos y preparar reuniones, pero me acabo rindiendo. Al final, como turrón, lanzo deseos imposibles, ceno con los míos y canto sin querer villancicos en voz queda.


Hoy es Nochebuena.

Feliz noche, espero que tengáis la suerte de pasarla con las personas que realmente merecen la pena en vuestras vidas.

¿Un deseo? ¿Un regalo de Navidad?

Encontrarme vuestras palabras en los comentarios. Aunque no lo haya dicho, los amigos, son un poco tu familia. 

Y para mañana, Feliz Navidad, y una reseña muy especial...

viernes, 21 de diciembre de 2012

UN LIBRO DETRÁS DE OTRO



Cuando lees un libro, las sensaciones que te produce no son solo las que vienen implícitas en él, sino que dependen en gran medida de tu momento vital.

Eso lo he dicho muchas veces.

Me puse a repasar reseñas, un poco por saber cuántos libros he leído en los últimos tiempos (son bastantes más de los que veis; hay algunos que no están reseñados porque no me gustaron). En mi repaso, al releer una de ellas, me di cuenta de una cosa de la que no había sido consciente hasta entonces: la impresión de un libro depende, en gran medida, de la sensación que te produjo el libro que leíste inmediatamente antes.
Nunca jamás seremos objetivos cuando expresemos una opinión. Nunca. Ni en los libros, ni en nada en la vida. Pero es de libros básicamente de lo que trata este blog, así que hablaré de una experiencia lectora. Hubo un libro que me gustó mucho, me pareció muy bueno, bien contado, bien argumentado… le perdoné incluso algunos fallos que eran obvios porque hasta entonces hablaba mi parte emotiva más que la racional.

En mi opinión había entusiasmo.

Bueno, pues tiempo después mi impresión sobre ese libro cambió ligeramente. ¿Por qué? Las palabras están dispuestas en el mismo orden, ¿no? ¿Qué ha pasado entonces? Investigando, descubrí la respuesta: el libro que había leído justo antes. En mi caso, los libros.

Eran malos de solemnidad.

No sé si es la expresión más correcta, pero es que eran libros muy, muy malos. De hecho me negué a poner el título de uno de ellos, del que hablé en abstracto en una entrada porque eran demasiadas las cosas negativas que se me ocurrían y muy pocas las positivas. No tengo ningún interés en cargar contra nadie aunque tenga argumentos, por más que vea por ahí críticas que no los tienen y se lanzan con la alegría que repartes una mano de cartas en una partida de piscina. Para decir por qué no te gusta algo tienes que poseer una elegancia que no abunda, salvo en algunos blogs que por eso tienen las visitas que tienen. En los muros de FB, por ejemplo, se carece de ella de manera alarmante. Pero no sólo se carece de elegancia para las malas críticas, sino también hasta para hacer una buena. Como mucho encuentro peloteo puro y duro, muchas veces por parte de lectores bienintencionados y otros que no sé qué intenciones tendrán considerando sus cambios de opinión sobre los mismos libros dependiendo del lugar donde las viertan (no es lo mismo la visibilidad de FB que el "anonimato" de un comentario en Amazon, pero ese es otro asunto).

Retomemos el tema. ¿Qué me pasó al leer este libro? Pues que la comparación involuntaria hizo que en mi mente el libro obtuviera una puntuación más alta de lo normal.

Repasando mis estanterías he visto varios libros, casi todos best sellers, que tienen un marcapáginas dentro. No están terminados. En algún momento me atasqué y no acostumbro a perder el tiempo con libros que no me llenan.

Abandoné.

No sé qué habría leído antes de ellos, nunca hasta ahora se me ocurrió pensar en esto, pero sospecho que llegaron en un pésimo momento.

Justo detrás de algún libro que me encantó.
¿Solución? Volveré a ellos después de tropezar con un libro horroroso, a ver qué pasa.

miércoles, 19 de diciembre de 2012

EL POZO DE HAROD DE EDUARDO PERELLÓN



Sinopsis (extraída de Amazon):

Toledo, 1485.
El Santo Oficio juzga a un hombre por su supuesta vinculación con una Orden secreta, enemiga de la Iglesia.
Madrid, 2012.
Carla Martín sufre la muerte de su padre. Casi al mismo tiempo, los dos amigos íntimos de éste son asesinados en extrañas circunstancias…
Éste es el punto de partida de una aventura en la que una trepidante sucesión de acontecimientos terminan poniendo al descubierto la verdadera identidad de los tres muertos y el impresionante secreto que protegían, uno que, de hacerse público, arruinaría a la Iglesia.
El Vaticano, con el cardenal Candutere a la cabeza, y en su afán de protegerse, dirige dos acciones paralelas semejantes a las que desarrollaban en los tenebrosos días de la Inquisición.
Varios episodios de intensísima acción, en los que se suceden asesinatos, traiciones, dobles juegos, pistas y descubrimientos, serán la antesala de un sorprendente desenlace que afectará, no solo a los protagonistas directos de la historia, sino a toda la humanidad.


A veces los libros te llaman. De verdad.

Había visto este libro de Eduardo Perellón en Amazon, y me llamó la atención la portada, sobre todo porque no entendía qué tenía que ver con el título, así que me dispuse a leer la sinopsis, por si me daba una pista. Y ahí, de pronto, me encontré que empezaba en Toledo en 1485, narrando un proceso de la Inquisición, para más tarde trasladarse a nuestros días. Supe que tenía que leer este libro sí o sí, porque es un tema del que he leído bastante y me interesa. Pero no acabó ahí. Coincidí con Eduardo en Twitter, donde empezamos a retuitearnos y, para rematar, Blanca Miosi hizo una reseña del libro que leí con interés.

Ahí, definitivamente, supe que lo leería.

Procuro seguir un orden de lectura, y digo procuro porque no hay manera. Se me ocurrió, nada más comprar el libro, empezar a leer. Un poquito. A ver qué tal… y ya no pude dejarlo. Abandoné la lectura de otro libro y me sumergí en las más de seiscientas páginas de El pozo de Harod, que se me han acabado haciendo cortas.

Mis impresiones.

Siempre digo que no hago reseñas al uso, que escribo sensaciones de lectura, las huellas que cada libro me van dejando. Este empezó bien, narrando un hecho sucedido siglos atrás con un realismo tal que pone los pelos de punta. Las torturas a las que someten a Pedro de Villanueva, por defender sus ideas, me hicieron pensar que los inquisidores que retrato en El medallón de la magia habían pasado por una conversión mental (mía) que casi los había dejado en malos de Walt Disney. Todo era tan cruel y tan cierto que te hacía plantearte cómo los  hombres pueden llegar a ser tan inhumanos con los de su misma especie, tan solo por conservar el poder.

En cuanto la novela se traslada a la actualidad, el ritmo de la narración es diferente, incluso el lenguaje cambia, pero siguió arrancándome emociones que venían muy de dentro. Siempre digo que jamás lloro con los libros y en este caso me salté mis propias costumbres. Hubo un momento en el que me derrumbé y no pude controlar las lágrimas porque cuando Carla Martín, la protagonista, pierde a su padre, enfermo de cáncer, ella era yo y esa noche horrible que vive, la última de su padre, se convirtió en otra noche que me tocó vivir en primera persona. Eduardo me contó que nunca ha experimentado una situación como esa y todavía me hizo creer más en él como narrador, porque ha sido capaz de crear, imaginando, un momento que para otros fue en su día muy real.

Nunca desvelo nada del contenido, ni rescato frases de los libros, pero hubo una en este que me tocó y, con el permiso del autor, la comparto: "y en sus ojos, aún cerrados, comenzó a llover". No se me ocurre una manera mejor de expresar la emoción que esta, la verdad. No es una novela intimista, en cuanto al género, podemos decir que estamos ante una novela de suspense y aventuras, pero ello no quita para que en algunos momentos la prosa te envuelva en sensaciones muy profundas.

El narrador de El pozo de Harod, en tercera persona, nos va conduciendo a través de un relato en el que los personajes tienen que ir desenmarañando pistas. En esto tengo algo que contar: no soy muy hábil. Es facilísimo sorprenderme, pero hubo un par de ellas que logré descifrar a la primera. Una de ellas tenía que ver con un lugar geográfico que debían averiguar y lo supe al instante. Supongo que tiene que ver con que he estado allí y con mi formación, porque en El eterno olvido, de Enrique Osuna, me pasó lo mismo. Una pista sobre tres ciudades la capté al vuelo. En este, además, fui capaz de ver la relación que había en unos números que aparecían en una tabla también sin ninguna dificultad. Las demás necesité que los personajes llegasen a sus propias conclusiones para hilvanarlas…

La cronología del relato es lineal, los hechos se van sucediendo ordenados, salvo cuando aparecen referencias a documentos que van descubriendo y que los protagonistas leen, trasladándonos al pasado. El autor elige para la novela una estructura en 37 capítulos largos, a los cuales añade un prólogo y un epílogo. El estilo ágil, directo, pero a la vez con un vocabulario amplio y rico hace que avances en la lectura muy rápidamente, pero a la vez disfrutando de ella. Los diálogos están muy presentes y acercan y definen a los personajes mucho más de lo que lo hace el narrador. Este procura no posicionarse, pero cuando se trata de los "malos" a veces no lo puede evitar y se le escapan algunos pensamientos sobre ellos que pueden condicionar de alguna manera al lector. Es lo único que podría haber tratado de evitar, pero tampoco creo que esté mal.

Los personajes que aparecen durante la novela son muchísimos. Destaca Carla Martín, la hija de Luis Martín, gran Maestre de la Orden del Ocho, una orden que lleva existiendo según el relato desde hace miles de años, y que defiende una postura de la religión más acorde con las enseñanzas bíblicas que la que ha mostrado la Iglesia de Roma. Carla es valiente y decidida y cuenta con Pablo, un joven arqueólogo, reconvertido a informático, como ayudante para resolver los misterios. Junto a ellos, en la primera parte, también tendrán a Inaki, hermano de Carla, que resulta ser esencial en la historia. Frente a todos, el Cardenal Candutere, que busca eliminar a la Orden y destruir cualquier prueba de su existencia. Un personaje siniestro le acompaña: Franek, un mercenario a sus órdenes sin ningún escrúpulo. Además de estos, aparecen muchos otros que sirven para completar este mosaico, pero que no os voy a desvelar: los tendréis que ir descubriendo al leer.

Como he dicho, las sensaciones de lectura son muy buenas y además ocurre algo peculiar con esta novela: cuando crees que ha terminado tienes ante ti más de medio libro sin leer. De pronto da un giro inesperado y la historia crece de nuevo, ofreciendo si cabe, y en mi humilde opinión, lo mejor de sí misma. Pero no acaba ahí, otra vez cerca del final vuelve a girar y sorprende aún más.

La novela creo que puede interesar a quienes les gusta sumergirse en novelas con trasfondo histórico, cargadas de aventuras y misterios.

¿El título? En el libro se explica…