miércoles, 19 de junio de 2013

¿DE QUÉ VA DETRÁS DEL CRISTAL?



Hoy me han hecho una pregunta: ¿de qué va tu novela? La odio porque me resulta muy complicado explicarla sin destriparla. Me he dado cuenta de que en mi blog no he contado sino apenas vaguedades de mi propio libro. Como me cuesta, me haré preguntas y empiezo por esa misma.

¿De qué va Detrás del cristal?

Narro varias historias que se van entrelazando, algunas de ellas de amor aunque no es una novela romántica al uso. Detrás del cristal tiene ritmo de comedia de enredo con una trama principal que es pura ficción. Alrededor de esa trama gira otra mucho más seria, una historia de malos tratos de la que me sirvo como narradora para incrementar la desesperación de mi protagonista. No la desarrollé demasiado porque esta novela quería que transmitiera luz, un poco de alegría para estos tiempos de crisis que vivimos y porque simplemente es eso, una historia de fondo, secundaria, en la que no profundicé porque para eso necesitaría una novela entera.

¿Qué no encontrarás en ella?

Por ejemplo, sexo explícito. No le iba nada a mis personajes y tampoco me apetecía, así que los encuentros sexuales de los personajes están narrados de otro modo. 

¿Cómo son los protagonistas?

Bastante normales. No son mega perfectos, ni siquiera tienen los ojos claros y cuerpos esculturales. Son personas que se equivocan y están llenas de miedos. Como cualquiera de nosotros. 
Lo que los convierte en protagonistas de una novela es la situación excepcional que viven, disparatada y divertida. Ficción, por supuesto.

¿Dónde está ambientada?

En Madrid, aquí mismo. Otra cosa que quise desde el principio es que los escenarios fueran reconocibles y los personajes se llamasen como cualquiera que te pudieras cruzar en una parada de metro. Ana, Andrés y Pablo. Sencillos.

¿Es una novela romántica?

No. O no exactamente. En las novelas románticas el foco de atención se queda en los protagonistas y no los pierde de vista y Detrás del cristal lo mueve constantemente para mostrarnos a los secundarios y su mundo. Éstos también evolucionan, cambian a lo largo del relato.

¿Cómo la califican quienes la leen?

Entretenida, ágil, rápida, amena… Hay incluso gente que subraya sus frases. Hasta 23 subrayados compartidos tiene el final. Será que les gusta a quienes lo leen, ¿no? También hay quien dice que la historia no podría suceder en la vida real. Y yo sonrío porque sé dos cosas: algo que me guardo y que la realidad siempre supera a la ficción.

¿Cómo la califico yo?


Pues me gusta mucho, claro, porque para eso la escribí así. Medio romántica, medio intimista, llena de pensamientos entre líneas que hay que saber encontrar pero también eso no sé si es posible si no me conoces. A veces callo más que digo…

Me voy a dormir pero antes os dejo el booktrailer. Hoy lleva 125 días publicada, los mismos que en el top 100 pero algo me dice que eso va a cambiar muy pronto. Quizá esta misma noche.


¡Felices sueños! Yo mañana no quiero despertarme...

miércoles, 12 de junio de 2013

NO RECLAMES AL AMOR DE CARLA CRESPO



Sinopsis:

Desde que dejó la universidad y empezó a trabajar como agente de pasaje en una línea aérea, el día a día de Tesa transcurre entre retrasos y cancelaciones. Los horarios intempestivos del aeropuerto la agotan, apenas tiene vida social, no llega a mileurista y vive colada por Roberto, un piloto que no le hace ni caso… aun así, es feliz con su rutina.

Un día, tras un desagradable incidente con un pasajero que queda en lista de espera, su pequeño mundo se desmorona. Sin trabajo y sin expectativas de encontrar uno nuevo hace las maletas rumbo a la tierra de las oportunidades. Lo que no sabe es que lo peor está por llegar. Miguel, el encantador y atractivo joven que se ha sentado a su lado en el avión, ¡no es otro que el grosero pasajero del overbooking!

Está dispuesta a olvidarse para siempre de él y a empezar de cero su vida en Boston cuando su nuevo amigo, Simone, lo invita a la fiesta de Halloween y, entonces, sucede lo inevitable: empieza a mirarlo con buenos ojos y donde antes había odio ahora hay ¿amor?

¿Será capaz Tesa de olvidar el incidente que cambió para siempre su vida? ¿Será capaz de perdonar a Miguel?

Mi opinión:

Me descargué esta novela de Amazon tras haber leído el fragmento gratuito que la página nos ofrece. La llevaba viendo tiempo en las listas de los más vendidos y me llamaba la atención la sinopsis, así que probé. Desde que se me acabó el fragmento supe que tenía que comprarla porque me quedé con ganas de seguir. 

En cuanto pude, lo hice.

La novela rebosa frescura en la escritura, es ágil, divertida y envolvente. Sin darte apenas cuenta vas avanzando páginas y en muy poco tiempo te plantas en el final. Está escrita en primera persona, desde el punto de vista de la protagonista, una azafata de tierra del aeropuerto de Manises que es despedida por la infracción que comete en el embarque de un pasajero. Cosas de la vida, este pasajero, muy poco después, se acabará convirtiendo en una persona especial para ella.

Me encantan las casualidades, creo que son la sal de la vida, creo en ellas firmemente porque me tropiezo, día sí y día también con alguna, y por eso estoy convencida de que en la ficción hay que incorporarlas. Igual que los principios abruptos, partir de situaciones chocantes para alcanzar la meta que es contar una historia que entretenga (el verdadero fin de la literatura), que nos haga sentir algo mientras leemos que no sea un profundo sopor. En ese sentido, No reclames al amor cumple a la perfección. Carla hace lo que yo llamo "tirar una piedra en el estanque" y la novela muestra las ondas que se forman hasta que todo se vuelve a tranquilizar. Contar una historia, desde mi punto de vista es eso, remover la tranquilidad de una vida común con un hecho que se sale de lo normal para, a lo largo del relato, ir encontrando el camino para volver a la calma. Por eso, las historias románticas como esta, acaban bien, porque se ha recuperado el punto en el que el agua se serena. Ya no hay más ondas, habría que tirar otra piedra para que volviera a romperse la rutina pero, ante eso, se puede optar por empezar con otro planteamiento, otras situaciones, que desde la perspectiva del narrador de historias siempre es más interesante porque te permite modelar de nuevo personajes.

Yo, llegado ese punto, empiezo otra novela diferente.

Para contarnos esta historia, Carla elige, además de la primera persona, el presente. De este modo resulta sencillo seguir sus sentimientos, acercarse a ella y entender cómo se siente en cada momento. El cambio de vida que supone dejar su Valencia natal para marcharse a Boston a vivir con unos amigos de sus padres, el nuevo trabajo, sus miedos, el descubrimiento de por qué la despidieron, acaban pareciéndote tuyos. Me gusta el presente para las novelas porque aproxima al lector, lo involucra y lo arrastra con él.

Una cosa de la que huye la novela es la moda de incorporar escenas de sexo explícito. Considero que es un acierto, no le hacen falta en absoluto a esta novela.

También me ha gustado mucho que se hable de personajes de aquí, cercanos, reconocibles cien por cien, aunque los traslade a Boston. Miguel, el protagonista, es cautivador; Simone, el amigo gay con el que ella vive en Boston divertidísimo y la madre, una pesada encantadora, como casi todas las madres. El papel de María en la historia ya lo vais a tener que averiguar.

Lo dicho, si el género romántico es lo tuyo, esta es tu novela. Si lo que le exiges a una historia es que esté bien contada, que te permita soñar, léela. Si quieres una crónica de la realidad, cómprate el periódico mejor.

Te lo dice una lectora exigente.

viernes, 7 de junio de 2013

FLORITURAS LITERARIAS

Cualquier necio puede escribir en lenguaje erudito. La verdadera prueba es el lenguaje corriente. (Clive Staples Lewis)

Intenté leer un libro de esos que encontramos recomendados en FB cada día. De alguien que reniega de la publicidad cansina que reconozco que a veces hacemos, pero que la practica en cuanto tiene ocasión y novela nueva. A pesar de que tiene una mayoría de opiniones positivas, incluso de gente con gustos afines a los míos, tengo que decir que desistí antes de llegar al consabido 10% de cortesía. Y eso que tenía la novela entera, que me la descargué pagando. El lenguaje, farragoso hasta más no poder, sobre adjetivado, imposible, me despertó un sopor inmenso y antes de darme cuenta estaba pensando en cualquier otra cosa que no fuera en la protagonista de la historia.

Abandoné.

Hace unos días, en un blog, leí que cualquiera que se lo plantee puede escribir un best seller. No estoy nada de acuerdo. Hay determinados esquemas que provocan que una novela se venda bien porque ayudan a que se lea sin apenas darte cuenta, pero fijándome en ésta, adelantando páginas, observando la longitud de los capítulos y la manera de cerrarlos, fui consciente de que los sigue a rajatabla… salvo uno: sencillez expresiva. Que no simpleza. Una grande de las letras, de las grandes de verdad, Ana María Matute, decía en algún momento que escribir sencillo no es nada fácil y corroboro sus palabras. Como autor te puedes decantar por decorar los escritos para huir de ese cliché que te atizan en cuanto se entiende perfectamente lo que dices y sin querer acabas haciendo lo que ocurría en esa novela: la sobrecargas de reflexiones inútiles, la llenas de metáforas y adornos y el lector se va de paseo por su mente, olvidándose de que estaba leyendo la historia que imaginaste.

Volví a las opiniones de la novela en Amazon y descubrí que aunque podía sentirme identificada con alguna de las negativas, tampoco podía descartar las buenas porque no he logrado ni siquiera adentrarme en la novela. No me sirvieron de nada, esa es mi conclusión. Lo único que me sirvió fue probar.

Sin embargo, sé algo. Creo que desestimo leer ni una sola de las que vea suyas en adelante porque hay miles donde elegir y no me ha gustado su estilo. La elegancia de una frase sencilla jamás la tendrá una en la que sobran palabras. La elegancia, me decían, no está en vestirte de sedas, sino ponerte un trapo y que te quede como si fuera seda. Es algo innato que sólo algunos llevan en sus genes. Yo, me pongo un trapo y sigue pareciendo un trapo, pero mi hermana, por ejemplo, no. Le sienta bien cualquier cosa, la convierte en algo especial sólo con mantenerla en contacto con su cuerpo. Mira que nos parecemos, pero el efecto no es el mismo.

Con la escritura creo que ocurre algo así, hay quien convierte lo aparentemente fácil en arte y quien confunde el talento con las florituras literarias. A lo mejor estoy equivocada.

Seguro.


No digo que siempre haya que ser sencillo, pienso que hay quien no lo es y se maneja de maravilla pero eso está al alcance de muy pocos elegidos.

lunes, 27 de mayo de 2013

EL CARACOL DE BYRON DE RAFAEL R. COSTA


Sinopsis:

A la remota bahía de Byron llega don Amós, su enigmática presencia cambiará el futuro de los tres habitantes del lugar. Fascinados por el paisaje donde están de algún modo encerrados, los personajes dan continuos paseos mientras se cuentan historias y festejan la belleza de un atardecer o de un guiso de pescado. El tiempo no lo marcan los relojes sino las mareas y los paseos y las charlas, mientras se van sucediendo los dulces atardeceres y los temibles aguaceros que pautan los estados anímicos de la trama.

Esta obra ganó el premio Irún de novela, y aunque es de 2003, para mí es de la semana pasada, que fue cuando realmente entró en mi memoria literaria. Sé que hubo una edición impresa, tan pequeñita que apenas se distribuyó más allá del País Vasco. Se agotó así que ésta ha sido una lectura digital.

No sé cuándo descargué esta novela. De verdad, no me acuerdo. Probablemente fue en alguna de las promociones gratuitas del autor, incitada por la curiosidad. Contrario a lo que hacen muchos, que descargan cuando es gratis por el mero hecho de hacerlo, yo sólo lo hago si hay algún detalle que me llama la atención y además me leo los libros, o al menos les doy la oportunidad de empezar su lectura. El caso es que hace unos días, repasando lo que tenía pendiente en mi kindle me volví a percatar de su presencia y me adentré en Byron Bay.

Ha sido una sorpresa muy agradable.

Mi mejor lectura en lo que va de año.

El caracol de Byron es una novela de ritmo pausado, una novela enigmática en la que la prosa exquisita de Rafael R. Costa te va envolviendo y sin querer te encuentras en la bahía de Byron, sintiendo la brisa del mar en tu rostro, como si fueras parte de ese paisaje por el que se mueven cuatro personajes. Porque no hay más. Aunque las referencias a personas que forman parte del pasado que los vincula son constantes, nada más son cuatro: Amós, un arquitecto septuagenario que se instala en la casa cerca del faro y la familia que vive en la bahía formada por Henrique, un adolescente de catorce años, Agapito Venturini, marinero al que le falta el brazo izquierdo y mamá Cesárea. Los demás, los que le sirven al autor para dibujar esta preciosa estampa, planean por los recuerdos de los habitantes de El comodoro, el antiguo restaurante donde viven. Amós ha viajado para comunicarles una noticia importante pero habrá que leer para saber, para encajar las piezas de este puzle. El amor, la muerte, el destino que ha ido tejiendo sus hilos en torno a ellos se narran desde el punto de vista de un narrador en tercera persona que indaga en los sentimientos de cada uno, dejando para el final una conclusión que tienes que establecer tú.

Dibujo del autor, Rafael R. Costa


Me vino a la mente Al faro, de Virginia Woolf. Ella no explica la simbología en la novela de ese elemento aglutinador en torno al cual gira toda su obra. Rafael, acertadamente en mi opinión, tampoco explica este enigmático título dejando que sea el lector quien saque sus propias conclusiones. Os aseguro que no es difícil, aunque para ello hay que llegar al final de la novela.

A veces querría preguntar al autor muchas cosas y no siempre es posible, pero en este caso juego con la ventaja de que un día de octubre del año pasado, en una librería, tropecé con Rafael. Fue un encuentro fugaz, poco más de un intercambio de saludos, pero las redes tienen algo bueno y es que ese contacto se puede mantener en el tiempo y hoy, concluida la lectura, puedo acceder a él y preguntarle lo que quiera.

Lo hice.

Otro elemento que fascina en la novela es la presencia del mar, tratado casi como si fuera un personaje. Éste se presenta vivo, con sus mareas, cambiando los colores que refleja al ritmo que le marca una naturaleza que a veces se vuelve tan inconstante como los estados de ánimo de unos personajes que saben en todo momento que esos días en los que se mueve la novela van a cambiar sus vidas por completo. Los términos marineros, el léxico vinculado al océano es riquísimo y me ha permitido saber que alguien como yo, de tierra adentro, no sabe nada de nada de horizontes azules.

Oye, Rafael, ¿cómo sabes tanto del mar?

¿Cómo sé tanto de la mar? No diría yo tal cosa... pero, vamos. Ten en cuenta que yo nací a 100 metros de una orilla, que yo me bañaba todos los días antes de comer, según mi abuela "para abrir el apetito", como si a mí me hiciera falta eso, je,je,je... Aunque dicen que como poco... En fin... Además, mi querida novela "Valdemar Canaris..." trata sobre un tipo que le da la vuelta al mundo en solitario en un barquito de 10 metros, ahí sí que salen cosas de la mar salada.

Me fijo en el matiz, en la manera distinta de usar el artículo que tenemos los que somos de secano frente a los que tienen el alma enredada con la sal y la brisa marina…

Salto a otro de los temas del libro que me ha llamado la atención, la comida.  

Mamá Cesárea cocina como los ángeles, sabe sacarle al mar los sabores más auténticos y los adereza con las hierbas que cultiva en su pequeño huerto. Esa mujer, que retrata como alguien físicamente imperfecto (obesa, estrábica) a medida que avanza el relato, con su particular visión del mundo, con esa manera tan suya de entender la vida y de sentirla, se va haciendo un hueco en ti. A mí me olía a cocina a media mañana, a sabiduría antigua encerrada en una mujer que es muchas a la vez. Mamá Cesárea fue cantante en el pasado pero el tiempo, aunque ha borrado esa imagen no se ha llevado su voz, con la que deleita a su marido pero sólo el día de su cumpleaños, momento en el que El comodoro se transforma en una fiesta íntima pero aderezada como si los invitados fueran cientos. Igual que sus platos, exquisitos, dignos de un restaurante de cuatro tenedores aunque cocine sólo para el pequeño grupo que habita Byron Bay.

Los platos que prepara mamá Cesárea, ¿te los has inventado o de verdad existen?

¿Tú qué crees? Mira, algunos días, mi abuela quería cocinar "arroz con música", y me decía: ¿por qué no te acercas a la orilla a ver si coges algunas almejitas para echárselas al arroz? Y yo tenía una caña de pescar (casera, me la fabriqué yo) con la que pescaba esos peces que salen en la novela.

Sonrío y me imagino a su abuela haciendo un gesto de mamá Cesárea que es pura ternura, el de secarse los ojos con la punta del delantal.

El misterio que envuelve la llegada de Amós se desvela al final y los personajes que hemos ido conociendo a través de las conversaciones de los protagonistas se unen dando coherencia a la historia. Doris, El Neme, La Consulesa… dejan de ser anécdotas para completar este cuadro marinero en el que los nudos que ha ido tejiendo Rafael se deshacen frente a tus ojos.

Quiero seguir leyéndote. ¿Me recomiendas otro de tus libros?

¿Que te aconseje una…? Pues La interpretadora de sueños, pero elige la que quieras, y léela cuando quieras, puedas o te parezca, nunca tengo prisa por eso.


Eso está hecho, seguro que la leeré. ¿Y vosotros?

jueves, 23 de mayo de 2013

LA DECISIÓN

Pasaban seis minutos de las once de la mañana cuando Cristina recibió la llamada. No se había planteado muy en serio cambiar su acomodado empleo de cajera del supermercado de su barrio porque, aunque no le daba un sueldo excelente, ni satisfacciones íntimas, ni se correspondía con su formación, sí que mantenía saneada su economía, cubiertas sus facturas y ocupada su mente en ese entramado en el que nos envuelve a diario la rutina, y que nos protege de nuestras propias frustraciones.

Sin embargo, una simple llamada lo cambiaba todo. Le ofrecían otro trabajo, en el que viajar, algo impensable en su vida de supermercado, era uno de los alicientes, y que le reportaría un sueldo triplicado. Toda una tentación para Cristina.

Un caramelo en sus labios.

Pero…

Cristina tendría que ceder algo a cambio. Tendría que cambiar de casa, de ciudad y adaptarse a un nuevo entorno, repleto de personas a las que no conocía.

Daba miedo.

Ella siempre había sido una mujer tranquila a la que los cambios alteraban demasiado. Lo que en principio, en el primer instante de la oferta, iba a ser un sí rotundo, le fue generando dudas y angustias que quebrantaron su sueño y eliminaron su apetito.

La decisión la fue postergando.

Un día pensaba que sí, que era eso lo que ella realmente deseaba y se proponía devolver la llamada con una respuesta afirmativa. No obstante, a la mañana siguiente, una nube de dudas había desatado una tormenta nocturna y el sí inicial pasaba a un no tajante.

Un martes se cansó. No se puede vivir dudando. Cerró los ojos, respiró profundamente y se dijo que ya estaba bien, que ella se merecía algo mejor que pasar sus días al lado de la caja de un supermercado de mala muerte.

Dejó su trabajo.

Devolvió la llamada.

-Lo siento. Llega tarde. Ya hemos cubierto la vacante.