lunes, 23 de febrero de 2015

EL ALCAZAR DE SEGOVIA SERA HOWARTS EN UN DOCUMENTAL


Proyecto Patronus será el nombre del documental que se ruede en torno al universo creado por J.K. Rowling sobre el mago más famoso del mundo Harry Potter.



El interés suscitado por las novelas de la escritora británica, publicadas desde 1997, con millones de seguidores en todo el planeta, ha llevado estos libros a estar entre los más vendidos del mundo. Asimismo, las películas basadas en las novelas que han sido rodadas se han convertido en algunas de las más vistas de la historia del cine y se han hecho rutas, se han organizado convenciones temáticas, se han vendido miles de videojuegos... Aunque la autora dio por cerrada la saga, los fans quieren más. En este documental, Proyecto Patronus (quienes han leído las novelas saben lo que es un patronus, un encantamiento para repeler dementores), Fernando Vidal Llavata, productor y Beatriz Martínez Arranz, segoviana licenciada en periodismo, entre otros jóvenes, se han puesto manos a la obra para rodar en España un documental inspirado en la saga de novelas.



Entre otros escenarios, los creadores del documental  mostrarán el Alcázar de Segovia, que se transformará en la escuela de magia más popular del mundo. 

Financiar el documental costará unos 3.600 euros de los que ya llevan recaudados 560 euros a través de la página web Verkami. Están abiertos a las donaciones y cuentan que quienes contribuyan al proyecto recibirán alguna recompensa. Un porcentaje de lo recaudado piensan donarlo a la investigación de la esclerosis múltiple y a la Asociación Lumus.


Noticia recogida de El Adelantado de Segovia.

domingo, 22 de febrero de 2015

VUELVO A PEDIR PERDÓN


Voy a pedir perdón a la gente de TARIFA. Y lo voy a hacer convencida de que no tengo por qué, pero ante la avalancha de mensajes en los que me han llamado de todo menos bonita, creo que hace falta una explicación. No se me caen los anillos por disculparme, aunque sienta que en este caso no se me ha entendido bien, se ha hecho una lectura que no se corresponde con la intención de mis palabras.

El sábado fui al cine a ver El Niño y puse un post en Facebook al volver. Mi intención no era ofender a nadie.  

Quiero que lo leáis:

He ido al cine a ver El Niño.
Lo primero que me ha dejado sorprendida es que no tenía subtítulos. No entendía una palabra de lo que estaban diciendo el de los ojos azules y su compi, me tengo que acordar de llevarme traductor para cuando vaya a Tarifa porque he descubierto que no entiendo el acento. Luego, por sorpresa, ha salido Rafael Costa paseando por Gibraltar. Y un helicóptero. (Muy importante para la próxima vez que vaya a ver una película en la que salgan helicópteros: no sentarse cerca del altavoz, que parecía que estaba dentro del cacharro). Luego han ido pasando cosas hasta que a uno le han dejado la mano que en vez de dedos parecía que tenía morcillas de Burgos y lo siguiente que recuerdo es una persecución por la playa, la Guardia Civil detrás de un todoterreno gris. Le han cogido (SPOILER). Dos o tres cosas más y se ha acabado.
Conclusión.
En algún momento y, pese al helicóptero, me he dormido.
Pero, por lo demás, bien.

Ante esto (que yo escribí en todo momento en un tono humorístico), de pronto, me empezaron a llegar comentarios de gente de Tarifa que se sentía ofendida por lo que yo había puesto.

Si alguien me conoce un poco sabe que yo no quiero cerca las polémicas. Este comentario lo hice en tono de humor, irónico, y la torpe en este caso, si se lee sin la mala idea con la que se ha interpretado, soy yo. Digo que YO no entiendo el acento. YO necesito un traductor. Y seguro que cuando vaya a Cádiz lo voy a tener porque tengo estupendos amigos allí que se van a encargar de que no me pierda una palabra, que mi dureza de oído se va a compensar con su paciencia al explicarme lo que me pierda por no entender. Quien me conozca, entenderá que también, justo después de esto, le hice un guiño de broma a un escritor al que adoro, Rafael R. Costa, que tiene una forma de vestir muy parecida a la de uno de los personajes que sale en la película (el inglés). Menos mal, él no se ofendió, que me entendió a la primera.

La semana pasada dormí muy poco, tan poco que en el cine me quedé frita, como digo en el post de Facebook, también puede ser que me pillase cansada y por eso se me escapasen las conversaciones de los personajes, sobre todo al principio de la película.

Me parece que lo que he recibido de vuelta está sacado de contexto, que he sido atacada con muy mala idea y me he visto en la obligación de bloquear a varias personas (antes he capturado los mensajes ofensivos que me han dejado, voy aprendiendo).

Otras, la verdad, es que se han portado muy bien conmigo, incluso gente de Tarifa que me ha escrito y me ha dejado explicarme en vez de llamarme barbaridades.

Me reitero: PIDO PERDÓN A TARIFA por haber elegido tan mal las palabras, pero hablaba de mí, no de sus gentes, ni de la ciudad que me parece preciosa y que es un lugar que creo que merece la pena conocer. Si me dejan, claro, ya ha habido quién me ha dicho que no se me ocurra aparecer por allí.

En mi post he añadido dos líneas:

ATENCIÓN: COMENTARIO EN MODO IRÓNICO. SOBRE MI PROPIA TORPEZA DE OÍDO.
Es que me están contando que se está entendiendo muy mal.


Os juro por mis hijos que son lo que más quiero en el mundo que jamás se me ha ocurrido meterme con los andaluces. De Tarifa o de ninguna parte. Y prometo que en mi Facebook, a partir de ahora, solo pondré spam.

LA FOTO DE NORA DE MARIA JEUNET



Sinopsis:

¿Qué harías si tu corazón elige a la peor persona que puedas imaginar?
Nora Olsen tiene la vida por delante, estudia en la Universidad de Nueva York, es una chica alegre, inquieta y curiosa. Nora tiene un amigo, Patrick, y cuando este decide encontrar a su familia biológica y saber qué pasó en realidad no duda ni un segundo en ayudarle. Todo cambiará para Nora cuando encuentran al hermano mayor de su amigo, un tipo oscuro, metido en problemas y rodeado de delincuentes, que sin embargo le enciende el corazón.
A pesar de los inconvenientes Nora inicia con él una extraña relación. Años después su unión tendrá consecuencias que ni ellos mismos imaginan y que tienen que ver con obras de arte, el FBI, un revolver, una foto...
Y es que en el juego de la vida es el destino quien encaja las piezas a su antojo, porque al final hay cosas que no se pueden evitar. ¿O tal vez sí?

Mis impresiones:

Llevo tiempo viendo las novelas de María Jeunet en la red, tanto ésta como Las hojas de Julia y la verdad es que me apetecía leerlas, así que cuando supe que María estaría en el RA, aprovechando que estamos conectadas en las redes sociales, le dije que teníamos que hacer lo posible por tropezar y así me llevaría a casa al menos uno de los dos libros, en papel, firmados por ella. Esta simple tarea se convirtió en todo un día de buscarnos la una a la otra, porque no teníamos más referencia que unas fotos de las redes (como en el libro, una foto) y encima yo aparecí con gafas. No fue nada fácil, de hecho lo conseguimos a última hora de la tarde con la ayuda de Lidia Herbada que ya me había visto en persona.

Ese ratito que compartimos lo recordaré con mucho cariño porque nos lo pasamos muy bien, me deja un impagable recuerdo del congreso de romántica y la sensación de que, además de una gran autora, en María hay una persona especial (por eso le salen novelas especiales).

Dejé que fuera ella la que eligiera una de las dos novelas para que empezase a conocerla, y ni lo dudó: La foto de Nora. Como el autor es quien mejor se conoce, le hice caso. Las hojas de Julia se quedan como pendiente para cuando nos volvamos a ver, quién sabe, quizá en la próxima Feria del Libro de Madrid.

Pero empecemos con el libro.

La novela está dividida en tres partes. En la primera conocemos a una jovencísima y loca Nora, que junto a su amigo Patrick investiga los orígenes familiares de este. En esta investigación tropieza con la foto del hermano biológico de su amigo (que roba) y Nora se enamora locamente de él, hasta el punto de obsesionarse en conocerlo. Acaba consiguiéndolo y a él, ella no le resulta indiferente. Empiezan una historia de amor que acaba interrumpiéndose bruscamente, dejando a Nora tan hundida que decide centrarse en sus estudios, marcharse de Nueva York a Europa y después esconderse en una universidad del centro de Estados Unidos, donde se acabará formando para ser la mejor en lo suyo: se acabará convirtiendo en experta en perfiles criminalísticos.

En la segunda parte empieza otra novela. Me explico. Han pasado cinco años y Nora, que ha madurado muchísimo con respecto al personaje que conocimos en la primera parte, se va a enfrentar a su primer caso como agente del FBI. Eso la obligará a volver a Nueva York, donde tendrá que trabajar codo con codo con John Newman, un joven teniente de la Policía de la ciudad con el que siente una conexión inmediata. Tienen que investigar la muerte de un hombre y la desaparición de otros dos que están conectados por el negocio de obras de arte.

La tercera… no os la cuento, porque tenéis que leer la novela vosotros.

Toda la novela se lee con una fluidez increíble, me ha costado muy poco tiempo terminarla (poco más de un día) y la segunda parte la que menos. Tiene momentos muy bonitos, de esos que te hacen leer con una sonrisa en los labios. María ha logrado que los personajes de Nora y John resulten muy creíbles y, sobre todo, sientes la conexión profunda que se establece entre ellos. Los dos vienen de una historia que les ha marcado pero al ir conociéndose la van dejando de lado, rindiéndose poco a poco a los sentimientos que empiezan a fluir. Y es que, por más que uno quiera, no se puede resistir al destino cuando éste decide venir a buscarte.

Volveré a leer las historias que me quiera contar María Jeunet porque son de esos libros que te hacen sentir bien. De los que acabas con una sonrisa en los labios. Una historia sencilla que tiene su parte de intriga, su parte romántica, su punto de humor y con sentimientos que fluyen por las páginas.

Felicidades, María.



jueves, 19 de febrero de 2015

DERECHOS de AMISTAD


El derecho a no tener amigos.
El derecho a tener amigos.
El derecho a tener pocos amigos.
El derecho a tener miles de amigos.
El derecho de conocer a gente sin necesidad de catalogarlos como amigos.
El derecho a no terminar una amistad.
El derecho a dar una amistad por terminada.
El derecho de retomar una amistad.
El derecho a hacerte amigo de quien quieras.
El derecho a rechazar a alguien como amigo.
El derecho a hacer amigos donde quieras.
El derecho a buscar amigos donde sea y decidir si lo son o no pasado un tiempo.
El derecho a decir quiénes son tus amigos en voz alta.
El derecho a no contar quiénes son tus amigos.

lunes, 16 de febrero de 2015

CRÓNICA DE UN ENCUENTRO ROMÁNTICO #VRA


Febrero. San Valentín. Fin de semana. Amor por todas partes, mil historias inventadas que se mezclaban con las reales en un hotel lleno de románticas (y algunos románticos). El marco no podía ser más apropiado para lo que allí iba a suceder.

Este pasado fin de semana, en el Hotel Convención, en la Calle O´Donnell de Madrid, a dos patadas de la Puerta de Alcalá, se reunió lo más selecto de las plumas que escriben romántica en este país. Y no solo eso, también se dio cabida a lectores y lectoras del género, logrando una macro convención con 500 personas. Sí, habéis leído bien: 500. Quienes no vais a estas cosas quizá la cifra no os dice nada, pero yo que soy asidua de charlas con escritores os digo que 500 no es normal. Lo normal es una docena. Incluso si van seis alguna vez te puedes dar con un canto en los dientes. Cuarenta es una multitud, pero 500… eso es grande, grande.

No fui capaz de reconocer a una tercera parte. Tenemos la mala costumbre de no poner fotos nuestras en los perfiles de las redes, sino de nuestras novelas, y a veces, en el caso de que sean nuestras, engañan. Yo, por ejemplo, salgo sin gafas, pero esta vez no llevé lentillas y hubo a quien le costó mucho saber que era yo. Y luego está que en las fotos nos falta el cuerpo, son solo de la cara. ¿Será alta? ¿Bajita? ¿Tendrá dos piernas? 

Te asaltan muchas dudas.

El encuentro empezó el viernes. Muchos habían quedado en un café, Lury Margud que es una lianta  maravillosa y se las arregló para que se fueran reuniendo en algún lugar antes de ir a la presentación. Lo que parecía que sería un pequeño encuentro acabó siendo otra súper reunión de, por lo que me contaron, unas setenta personas. Imagino al camarero preguntándose qué había hecho él para merecer semejante castigo.

Imagino que pensó: ya lo tengo, es viernes 13.

Siguió con una presentación a cuatro bandas en la Fnac de Callao. Yo estaba allí desde mucho antes de la hora, porque no llegaba al café, antes incluso de que apareciera Regina Román, la primera que vino, pero empezó a llegar gente a la que quería saludar y al final no fui capaz de entrar del follón tan inmenso que se montó. También he visto presentaciones en Fnac menos multitudinarias.

Esperaba a mis chicas. Quería, por fin, abrazar a Mel Caran y a Yasnaia Altube, a quienes tenía, además, que dar en persona un regalito de un juego de Facebook, y creo que eso me frenó a la hora de buscar sitio sentada. Esperando, alguien abrió la puerta a mi lado, para salir a la calle. Un viento gélido, mezclado con una brisa achicharradora procedente del aire acondicionado del edificio me hicieron girar la cabeza y gritar un nombre: ¡Claudia! Por favor, casi me muero de la emoción cuando vi a Claudia, de La magia de los libros, llegada desde Chile, a la que tenía que dar un beso sí o sí. De pronto giré la cabeza, para ver quién la acompañaba y me encontré con… Mariel Ruggieri, una autora uruguaya que venía como ponente para el día siguiente. ¿Qué os digo de las dos? Pues que son encantadoras, que ahí estuvimos las tres rajando un poco y que al día siguiente, cuando nos volvimos a ver, fue como reencontrarte con viejas amigas (se entiende por el tiempo que hace que las conoces, of course, estamos estupendísimas todas). Con Claudia hubo foto que espero que me pase en cuando pueda, Mariel, como estaba mega ocupada, se me escapó, pero da lo mismo, creo que me quedo con lo cercana que es, con lo bien que me trató, con la conversación sobre el cambio de los enchufes entre España y América… vamos, una conversación normal para un encuentro de romántica. Para que hablen dos escritoras.

Al rato llegaron Mel, Yasnaia, Iris y Maca, y allí todo fueron abrazos, besos, presentaciones de las que muy bien no me enteré (Jose, que ya sé que te llamas Fran, pero para mí serás siempre Jose), de gente que he visto mil veces en las redes porque tenemos vínculos comunes. Alberto hizo fotos, Marcos puso la sonrisa que no le abandonó en todo el fin de semana y tuve que irme antes de tiempo porque tenía otra cita.

A Fnac se acercó Mercedes Gallego. Ella escribe novela negra, pero ahí estaba. Yo creo que en el fondo todos hacemos lo mismo. Con palabras, los personajes acaban muertos: los suyos de un disparo, una puñalada, con veneno… los nuestros (más metafóricamente), víctimas del amor que a veces es muy puñetero. Mercedes se adelantó hasta el café de Oriente, donde nos esperaban Pepa, Alicia, Gema, Begoña, Mari, María Loreto… con su club de lectura. Charlan sobre libros con la música de fondo de un piano. O más bien, dando voces por encima del volumen descomunal que tiene el instrumento. ¿No tendrá volumen? Porque los pianos, como los ambientadores, cuanto más sutiles, más gustan.

La noche acabó, hube de volver a casa por unas horas, antes de la maratón del sábado.

Empecé el sábado escribiendo. No sé estar un día sin hacerlo y aunque ahora no sean novelas, siempre caen palabras; en el blog, en un cuaderno, en las redes, en la primera servilleta que me encuentro…

 Toca madrugar para seguir el plan trazado para hoy, aunque el reloj ha vuelto a ser innecesario. Ulises ha soñado algo que ha provocado que se le escapase un ladrido dormido. Willy ha reclamado su salida al patio, maullando desde temprano, y mi reloj interno, alerta y descontrolado al notar en los pies el roce de unas sábanas extrañas, ha dicho basta.
Levántate.
El caso es que hace frío y la pereza me está haciendo cosquillas en la espalda. Quiere que cierre los ojos, me dé la vuelta y me duerma, pero recuerdo que, dos casas más adelante Meg Ferrero me esperará en un rato y le digo a este pecadillo que lo de revolverme el pelo lo deje para otro día.
Hoy hay cosas mejores que hacer.
Buenos días.

Con las pilas listas, el maquillaje en la mochila (que luego no usé por pereza de ir al coche a buscarlo), pusimos rumbo a Madrid. Habla que te habla, que mira que somos cotorras las dos, que las horas se nos encojen cuando estamos juntas. El viaje, sin sobresaltos. Llegamos a la primera, conseguimos aparcamiento en la puerta pero era zona verde (qué manía en las ciudades de ponérselo difícil a los de pueblo como nosotras) y como no estábamos seguras de qué significaba aquello, lo acabamos metiendo en un aparcamiento.

Primera odisea del día.

Porque, vamos a ver, entrar en un parking es fácil. Aprietas el botón, se levanta la barrera y entras. Aparcar, chupado, si no había ni media docena de coches a esas horas. Pero, ¿y salir? No me digáis que siguiendo los carteles porque fue exactamente lo que hicimos. Nos encontramos deambulando por pasillos solitarios donde los tacones (de Meg) resonaban de manera inquietante. Donde ni una sola puerta se abría. Donde los ascensores no funcionaban… Tuvimos que dar media vuelta, pero media vuelta cuando llevas doscientas no te lleva al principio. Pánico. ¿Hemos sido capaces de llegar desde Guadalajara en poco más de media hora y nos va a costar más salir de puto parking? Al final apareció la puerta por la que habíamos intentado salir. Ahí estaba el coche y la solución, la fácil, era intentar salir por el acceso de vehículos, pero vimos un señor con casco.

Nuestra salvación.

Le preguntamos cómo se salía de ahí y nos miró con media sonrisa encantadora que no supe si interpretar como “pobres, se han perdido” o “serán tontas, que se han perdido en un aparcamiento vacío”. En cualquier caso nos indicó la puerta y en la calle ya nos orientamos.

Recoger la acreditación costó un poco porque Meg conoce a todo el mundo!!!!!!!!! Al final me puse en una de las dos filas y esperé mientras ella iba repartiendo besos a diestro y siniestro, presentándome gente tan rápido que a mí me resultaba imposible procesar tantos nombres. A la pobre Tessa C. Martin le pregunté varias veces, y eso que se llama como yo!!

Una vez dentro, empezaron las charlas. Lo único que he encontrado mal es que duraban mucho y las pausas muy poco. Y me explico. En eventos como este, tan importante es escuchar a los ponentes como compartir con el resto de la gente que va unos minutos. Los diez entre charla y charla, quince a veces, eran muy pocos para poder establecer vínculos que son tan importantes como lo que te van a contar en las mesas. Sobre todo contando con que tenías ese tiempo para ir al servicio y éramos muchos. Haber acortado un poco las charlas y expandido los descansos, en mi opinión, y solo es eso, una opinión, hubiera dado más juego. Llegaba un momento en cada una en el que la sala se llenaba de murmullos de puro cansancio. La atención en alumnos de secundaria es solo posible mantenerla unos cincuenta minutos y nosotros, aunque más mayores, estábamos disfrutando cual adolescentes en jornadas culturales.

Como han sido muchas, las fotos os invito a visitarlas en mi perfil de Twitter, donde las fui colgando a medida que se producían, con algunas frases rescatadas de los ponentes. Todo el día estuve al lado de Sara Ventas, una persona maravillosa que me ha encantado conocer, de Pepa, de Qué locura de libros y detrás de Meg Ferrero y Tessa C. Martin. Detrás de mí, Pepa Fraile y Laura Nuño, con la que hablé poquito pero que me causó muy buena impresión.

El final del día fue apoteósico para mí. Durante la comida una chica se me acercó y me llamó por mi nombre. Mi confusión se fue desvaneciendo con la primera sílaba de su nombre: Carla Crespo!! Con las ganas que tenía de que nos viéramos. Ambas habíamos quedado con María Jeunet, aunque solo fuera para darle un beso y aquello parecía el juego del ratón y el gato porque no había manera, pero al final lo conseguí. ¡Encontré a María! Mentira, me encontró ella, con la ayuda de Lidia Herbada. A la que no encontramos fue a Carla. Nos pusimos a hablar fuera y charlando nos cerraron la puerta. Y en esto estábamos cuando apareció alguien a quien no conocía, pero que espero conocer, una barcelonesa de ojos azules que se llama Sandra Parejo y que ahora mismo está en el top de Amazon!!

¡Quién podía osar a desafiar a las guardianas para entrar!

Sara no entendía dónde me había metido, Meg tampoco y mientras, fuera, conocí a Lidia. En realidad ya nos habíamos visto pero creo que nos conocimos el sábado. Hija de mi corazón, lo que me pude reír contigo. Espero que se solucione el problema que tenías el otro día, pero nos dio para un buen rato de risas. Mientras esperábamos que María terminase de firmar algunos libros (es toda una estrella), fuimos vigilando a las guardianas y a la que se despistaron entramos en la sala. Como ya era tarde, nos sentamos donde pudimos, atrás, al lado de la Doctora Jomeini (Ana González Duque) y Lorraine Coco. En el rato del sorteo creo que no paramos de hablar, tanto que le tocó a Lidia un lote de libros y tuve que levantarle la mano porque no se había enterado de que era el suyo. Volvió triste y compungida por su mala suerte: ¡todos en inglés! A María, a Ana y a mí no nos tocó nada. Le dije a María que no se preocupe, que a ella le va a tocar ser súper ventas.

A la salida me esperaban Alberto, Juan Carlos y Maribel, con los que estuve reponiendo líquidos, charlando y relajándome después de un día agotador. Tenía muchas ganas de verlos, hacía tiempo que no compartíamos unos momentos y espero que otra vez encontremos la manera de sentarnos juntos, pero mucho más tiempo. Juan Carlos me regaló una de sus libretas, con la portada de Brianda, que he estrenado con teléfonos de autoras.

Volví al hotel y el fin de fiesta fue con Yasnaia, Maca, Iris, sus respectivos y Mel Caran. Una cenita rápida y volver, porque el día fue para vivirlo, no para contarlo. AGOTADOR.

Me quedo con muchas cosas, millones de emociones que le ponen un broche magnífico a estos dos años en los que he jugado a ser escritora. Le doy las gracias a Merche Diolch por lo que se lo ha currado, porque yo sé que no es fácil organizar eventos de este tipo, habrá estado a punto de volverse loca. Que sepas que has hecho algo grande, que has logrado que personas que comparten la misma pasión y que hacía tiempo que deseaban encontrarse, lo hicieran en un día algo más que especial.
Solo me queda desearos mucha suerte a todas con vuestros libros y vuestra aventura literaria.


 Ah, y pedir perdón por los nombres que no han acudido a mi cabeza mientras escribía, que son muchos. Hay muchos besos que se me han quedado perdidos, recuerdo de pronto a Ana Iturgaiz, a José de la Rosa, a Isabel Keats...