+
Es la primera vez que me pasa, la tengo que compartir porque me ha encantado!!
MAYTE ESTEBAN. Escritora. Abrí paso en España al mundo de la autoedición. Hoy publico con HarperCollins.
viernes, 16 de octubre de 2015
jueves, 15 de octubre de 2015
LA NOVELA DE REBECA DE MIKEL ALVIRA
Sinopsis:
Solo un escritor tramposo puede escribir la novela perfecta.
Simón Lugar es un autor de éxito que, encerrado en su
apartamento de la costa vasca, lucha por dar forma a su primera novela negra.
Melancólico y misántropo, se siente presionado por su agente literaria y sus
cientos de miles de lectores. Buscando la inspiración en un largo paseo por la
playa, conoce a «Eme» una joven enigmática que influirá en él de un modo
inesperado al tiempo que una serie de sangrientos asesinatos van conformando la
trama del libro dentro de su cabeza.
Mis impresiones:
¿Sabéis esos libros de los que nunca has oído hablar y de
pronto, cuando eres consciente de ellos, aparecen en todas partes? Algo así es
lo que me pasó con La novela de Rebeca.
Quizá estaba ahí, pero tuvo que llegar Mari, de La isla de las Mil Palabras,
para que me diera cuenta de que lo estaba viendo sin prestar la más mínima
atención. Mari me decía: “Tienes que leer esta novela. Te va a gustar mucho”.
Un imperativo. Una orden lanzada con tanta seguridad que no
necesitó de más palabras para convencerme.
Fui averiguando sobre ella e incluso me di cuenta de que
sabía quién era su autor, porque había leído alguna frase suya en Twitter que
me había llamado la atención.
Este mes de octubre me sobran deseos de leer, me sobran
libros pendientes y me falta tiempo. Aun así, un sábado por la tarde de los que
viajo para visitar a mi madre, entré en una librería de Guadalajara y salí de
ella con La novela de Rebeca en mis manos. Tenía otra empezada y tuve que
guardarme las ganas de abrirlo. Dos horas aguanté.
“Hay días en los que las horas no son horas, son cuadernos”.
La frase hizo tambalearse mi voluntad y a punto estuve de
abandonar la novela anterior, pero fui capaz de serenarme y meter el libro en
la maleta. Lo más escondido que pude, para que me dejase cumplir con mi
propósito lector y esperase su turno.
El día 10, terminada la otra, me senté con dos libretas al
lado y empecé a leer. Sabía que iba a ponerme a anotar frases; esa que mis ojos
recorrieron nada más comprar el libro me lo había gritado fuerte. Sabía que me
iba a gustar porque Mari me conoce y ella seguía insistiendo en sus mensajes.
Esta novela, al empezar, puede parecer compleja. No es tanto
por lo que cuenta, sino por cómo está estructurada, cómo ha elegido el autor
hacernos llegar la historia. Tan pronto encuentras fragmentos contados por un
narrador omnisciente en tercera persona, como otros en segunda, en el caso de
las introducciones de cada capítulo, como alguno en primera persona en la
novela que está escribiendo Rebeca. Sin embargo, para mí esto no fue obstáculo,
creo que este puzle, esta historia en la que al final nada es lo que parece,
tiene un ritmo y una capacidad de absorber que, enseguida, me sentí dispuesta a
entrar en su juego. No es el qué me cuenta, es el cómo lo que me ha dejado las
mejores sensaciones.
«Una cosa era contar historias y otra cómo contarlas».
Quizá ese desorden que contrasta con el obsesivo
comportamiento de Simón Lugar, el protagonista, ese desorden que al final te
das cuenta de que solo es aparente, junto con un final que te deja pensando y
una escritura de calidad es lo que hace muy recomendable su lectura.
Reviso mis notas para seguir con esta reseña y descubro la
razón por la que Mari insistía tanto. Las frases anotadas en la libreta de las
frases. Dieciséis de ellas contienen la palabra escribir o escritor. Media
docena hablan de poesía. Todas están llenas de emoción. Todas, sin excepción,
dan para sentarse y pensar un rato, mientras tiras palos al mar –o le das
patadas a las piñas-.
Me he sentido muchas veces Simón Lugar. Porque bebo tónica
sin ginebra. Porque, lo he escrito mil veces en este blog «no sé no escribir».
Porque «escribo una cosa y me gustaría escribir otra. No sé lo que quiero».
Porque yo no tengo «mi» playa, pero soy igual de territorial con «mi» pinar,
hasta el punto de que este verano he visto amanecer casi todos los días,
buscando no encontrarme con nadie. Porque «bloquearse es no satisfacer la
demanda del cerebro, no encontrar la agilidad necesaria en los dedos, no hallar
el umbral del dolor hasta comenzar a padecerlo». No sentir música en tus dedos.
Me he hecho preguntas. ¿Hay que seguir los pasos de la
intuición o amarrarse a una estructura mientras escribes? ¿Escribir es en
realidad una huida? ¿Hay más maneras de escribir que desde las tripas? ¿Las
novelas son un puzle de fragmentos que se deben ordenar al final? ¿De verdad la
gente reacciona cuando cuentas que eres escritor?
Pero quizá esto que me ha pasado a mí no le ocurra a todo el
mundo que la lee. Quizá ni siquiera a quien escribe, porque cada uno procesa
las emociones de manera diferente. Todas son válidas, por más que en muchas
ocasiones no sean coincidentes. Habrá quien se detenga a analizar las dos
historias. La de Simón Lugar, que encuentra en esa muchacha misteriosa de la
playa, Eme, el empuje necesario para terminar la novela. Quizá la de Rebeca
Leeman, la protagonista de la novela que está escribiendo Simón, una novela
negra de asesinatos en serie en Uribe Kosta. Quizá se pare en los personajes de
Luz y Rebeca, la niña que miró a los ojos a Simón en Buenos Aires y estableció
con él un vínculo de esos «imposibles de evitar».
No lo sé.
Solo sé que a mí la novela me ha gustado mucho. He buscado
momentos para ponerme a leerla, incluso en unos días en los que mis dedos han
recuperado la necesidad de danzar por el teclado vertiginosos, empujando con
brío a una historia atascada desde hacía meses.
No sé si a ti te gustará, si te apetecerá, si te provocará
lo mismo que a mí porque, ya lo he dicho, está llena de emociones y las
emociones son muy personales. Ni siquiera estoy segura de que hayas entendido
nada de la novela después de leer esta reseña.
Solo puedo darte el mismo consejo que Mari: léela.
Etiquetas:
Ediciones B,
La novela de Rebeca,
Mikel Alvira,
Novela negra
martes, 13 de octubre de 2015
FELICIDADES, PILAR MUÑOZ.
Hoy, la entrada que correspondería publicar en este blog la voy a retrasar, porque ha sucedido algo que me ha llenado de alegría y quiero compartir con vosotros. Pilar Muñoz, escritora cordobesa, amiga de las buenas, un encanto de persona y enorme como escritora -no te ruborices, que me estoy quedando corta-, ha ganado el Concurso de Post Solidarios que la Fundación Mutua Madrileña ha organizado con motivo de sus III Premios al Voluntariado Universitario, con su relato ALGO MÁS QUE UN BUEN AMIGO.
Los 2000 euros del premio irán destinados al proyecto solidario que ella decida. Una causa fantástica y una alegría que me consta que está por encima de esa cifra.
Hace unas semanas, cuando compartía este relato en su blog, lo leí y me quedé prendada de él. Es un texto que, en muy pocas palabras, emociona, hace pensar, te hace disfrutar de la lectura y me provocó unas lágrimas que no me dio la gana reprimir. Magia en forma de palabras, de esa que surge cuando detrás de la pantalla hay alguien con una sensibilidad especial para observar el mundo. Lo compartí en todas partes, segura de que, si alguien sentía curiosidad por él, no iba a sentirse decepcionado.
Pilar empezó escribiendo relatos, muchos de los que pasáis por este blog conocéis su antología Ellas también viven, relatos de mujer, y en ella ya nos podíamos dar cuenta del enorme potencial que tiene. Sé que muchas personas que no leen este género se engancharon a los suyos y disfrutaron. Sigue haciéndolo, de vez en cuando nos sorprende con un premio para uno de sus micros o cuelga en el blog un nuevo relato. Esta semana yo he leído -al fin-, uno de los que me habían recomendado hasta la saciedad amigos comunes, Deseos de ficción, en el que hace gala de un sentido del humor fantástico. Se me ocurrió compartirlo por whatsapp con mis amigas y el sábado mismo Pepe se coló en nuestra conversación mientras tomábamos una cerveza, haciéndonos reír. Porque ella sabe hacer reír y llorar, consigue que unas simples palabras escritas cobren vida y se cuelen dentro de nosotros, provocando emociones. ¿No es esa la magia de todo buen narrador?
Hoy tenía otra noticia que contarnos, al final ¿A qué llamas tú amor?, su última novela, está disponible en formato digital. Tenía pensado contarlo en el blog, pero estaba esperando a que el enlace en Amazon estuviera disponible, pero esto ha precipitado mis intenciones.
No quiero esperar.
Puedo escribir otra entrada mañana, o cuando esté por fin, presumiendo de escritora. Porque Pilar Muñoz es para presumir. Cuando empecé a publicar a través de Amazon había a mi alrededor cientos de escritores. Era imposible en ese momento distinguir entre unos y otros, porque había que leerlos e ir conociéndolos. Han pasado más de tres años y en este tiempo la paja se ha ido separando del grano. Algunos se han diluido en intentos, otros se han borrado del mapa, algunos me han borrado a mí, pero los que quedan... esos son para sentirse orgullosa y decirlo fuerte.
Felicidades, Pilar. Te lo mereces.
Y la foto, la que acompaña a este texto, una de las dos juntas. De hace poco más de un mes, donde se nota que disfrutamos de nuestra compañía.
Etiquetas:
Fundación Mutua Madrileña,
Pilar Muñoz Alamo,
premio,
relato breve
viernes, 9 de octubre de 2015
EN TIERRA DE FUEGO, MAYELEN FOULER
Sinopsis:
Barcelona, otoño de
1943. Cuando Rosa Sarlé llega a la casa de sus padres poco puede imaginar que
se encontraría con Frank Bennet-Jones, rico estanciero inglés afincado en la
Patagonia argentina. El viudo de su hermana Anna. Tras ese encuentro, Rosa
relee las cartas en las que Anna le relataba su apasionada historia de amor con
Frank.
A Frank el reencuentro
con Rosa lo altera a su pesar. Sin embargo, un hecho inesperado le lleva a
casarse con ella y a llevársela a Argentina, aun a riesgo de que Rosa descubra
el secreto sobre la muerte de Anna.
En El Calafate, Rosa
conoce a Armando Guzmán de Guevara. Entre los dos nace una fuerte atracción y
él le revelará el secreto que esconden las cartas de su hermana.
Rosa se verá atrapada
en medio de la rivalidad de los dos hombres. Tendrá la oportunidad de vivir la
aventura que siempre deseó, conocerá la pasión… pero tendrá que elegir entre
Frank y Armando.
Mis impresiones:
En tierra de fuego es la primera novela de la autora Mayelen
Fouler, con la que resultó ganadora del III Premio Digital HQÑ. Tenía pendiente
su lectura desde que supe de ella, pero como siempre voy a mil, con montones de
cosas pendientes, se fue retrasando. Este verano, dado que tanto Mayelen como
yo formaremos parte del jurado del siguiente certamen HQÑ, además he ido
dejando también otras lecturas, para empaparme de novela romántica. No soy lectora asidua del género, aunque por
mi trayectoria literaria se pudiera pensar otra cosa, y quería saber qué es lo
que se está publicando para hacerme una idea de dónde está el nivel. Y fue ahí
cuando me di cuenta de que no había leído esta novela, y era justo por donde
debería haber empezado.
Así que me puse manos a la obra.
Lo primero que sorprende es que esta no es solo una novela
romántica. Es también, en gran parte, una novela histórica que transcurre en
durante la Segunda Guerra Mundial, pero en dos países que se han mantenido
aparentemente neutrales: España y Argentina. Digo de manera aparente, porque en
la novela vamos a encontrar toda una serie de redes de espionaje que se mueven
en la España de la posguerra y la Argentina de mediados de los cuarenta. La parte de la trama
política y social, además de la ambientación de lugares, creo que es el principal
acierto de esta novela. Mayelen ha construido una historia sólida y la ha
fijado en escenarios atractivos. Los de España, porque quizá todavía puedan ser
recordados por muchas personas que fueron niños en esos años, y los de
Argentina porque recrea de tal modo el paisaje que parece que estás viviéndolo.
Incluso me atrevería a decir que hace un poquito de frío cuando te lleva a de
la mano a los pies del Perito Moreno.
Junto a esa, la historia de amor que es imprescindible para
que esta novela haya sido catalogada como romántica.
La autora elige para esta novela un narrador omnisciente y la
divide en dos partes, fragmentadas a su vez por capítulos con título
independiente. La primera transcurre en España, y es en ella donde vamos a
conocer a los personajes principales. Frank Bennet-Jones es un inglés afincado
en Argentina que vuelve a Barcelona, en apariencia, por motivos familiares. Su esposa
Anna murió seis meses atrás y ha venido a devolver a Montserrat y Ferrán, sus
padres, algunas de sus pertenencias. En la casa se encuentra con Rosa, la
hermana pequeña de Anna, a la que se parece mucho y desde ese momento, el
lector sabe que entre ellos dos va a arrancar una historia. Esta, con
altibajos, con mentiras, con secretos, va a ser lo que dé continuidad a la
trama. Aunque al principio Frank no está muy de acuerdo, un hecho esencial en
el que peligra la vida de Rosa –por culpa de las actividades subversivas en las
que está metida- le hará tomar la decisión de casarse con ella y llevársela a
El Calafate, en Argentina, que es donde va a transcurrir la segunda parte de la
novela. Frank, en ese momento lo sabemos, también es un espía.
A Rosa, al llegar a Argentina, le fascina todo. Es pintora y
encuentra en el paisaje, en sus gentes, sus costumbres, un motivo de
inspiración para sus obras. Nada más llegar conocerá a Armando, un argentino
vinculado con la política independentista, que enseguida se fija en ella. No en
vano, Rosa es prácticamente un calco de su hermana Anna, de la que Armando
estuvo muy enamorado, y además también es la esposa de Frank, con quien
rivaliza en todo.
Frank y Armando, a partir de entonces, empezarán una lucha
por Rosa que muchas veces acaba a golpes y no es nueva: antes de ella la
tuvieron por Anna. Rosa pronto descubrirá que esa muerte, la de su hermana, no fue
como les contaron. Que encierra muchos secretos y que ella está dispuesta a
descubrirlos.
Yo os animo a que leáis la novela si os gustan las historias
apasionadas y bien ambientadas. Creo que vais a descubrir muchas cosas sobre
Argentina, reconoceréis, sobre todo si sois de Barcelona, muchos lugares que
ella menciona y podréis conocer a una nueva autora. Vais a ver el trabajo de
documentación que ha hecho para montar toda esta historia, que sospecho que no
le ha costado poco tiempo.
Felicidades y, aunque ya te lo he dicho alguna vez que otra,
Mayelen, enhorabuena por el premio.
Por cierto. Un pequeño inciso, casi una conversación en voz alta con la autora. No sé si a ti te estará pasando lo mismo que a mí, algo que tiene que ver con los prejuicios de muchos lectores. Me he encontrado en mi novela, La chica de las fotos, que en los comentarios de algunas reseñas, determinadas personas rechazan su lectura esgrimiendo un argumento: es de Harlequín y las novelas de Harlequín las evito. Sin pararse a pensar más.
Pues bien, a esas personas tengo que decirles que se están equivocando y mucho, que la selección de novelas que está haciendo la editorial, sobre todo de autoras de aquí, que es lo que estoy leyendo yo para esa documentación que digo, está muy por encima de la novela romántica que ofrecen otros sellos.
No me podía callar porque es lo que pienso.
Y si me callo más, quizá reviente y no es bueno. Si revientas lo pones todo perdido...
Etiquetas:
En tierra de fuego,
Harlequin,
HarperCollins,
Mayelen Fouler,
novela,
premio
martes, 6 de octubre de 2015
MI CASA
Muchos días me siento como si estuviera en tierra de nadie. Escribo a mi aire, sin centrarme en un solo género, siguiendo los pasos de las palabras que acuden a mí y no forzándome a transitar siempre por el mismo sendero. Al final creo que me he perdido. Concentrada en mis pasos, al levantar la vista me he dado cuenta de mi soledad.
Estoy en medio de la nada.
Acompañada solo por mis palabras.
He decidido salir a pasear. A observar con calma cómo las nubes se movían por el cielo de mi bosque, empujadas por el mismo viento que mecía esta tarde las ramas de los árboles, acariciando mis mejillas. He escuchado su susurro entre las copas y el canto de las aves. A lo lejos, si me esforzaba un poco, el sonido inconfundible de una carretera secundaria. Y entre todo esto, silencio. Paz.
Al cerrar los ojos e inspirar con fuerza, el olor a tomillo me ha invadido. La tierra, mojada por la tormenta de esta noche, se ha colado por mi nariz. He rozado con los dedos otro arbusto aromático y al acercarlo a mi cara he sentido la fuerza de la lavanda. Los olores me han transportado a mi infancia. A otro bosque, a otros pinos, a la compañía de mi padre en tantos y tantos otoños buscando setas. Faltaban las jaras de mi tierra, en este bosque que ahora es mi casa no hay, pero no las echo de menos. Nunca me gustaba que me pringasen el abrigo. Faltaba él, a quien siempre extraño, pero sentía que caminaba conmigo. Que, sin hablar, hablábamos.
Como hago cuando escribo.
He pensado en esto, en lo que me impulsa a sentarme delante de un teclado y empezar conversaciones imaginarias que acaban en historias inventadas.
Tal vez siempre lo he sabido. Es mi música. Es mi piano. Las palabras son las notas que toco, siempre en sinfonías improvisadas. Diferentes cada vez, buscando que expresen lo que siento muy dentro. Tal vez por eso no me centro, porque no todos los días somos los mismos.
Quizá no es tan malo estar sola.
Quizá no sea importante ser distinta.
En realidad, mientras tenga mis palabras, mi música, mi bosque, mis pinos, mi olor a tomillo y a lavanda, mis recuerdos de infancia, no me hará falta nada más.
Mi casa soy yo.
Estoy en medio de la nada.
Acompañada solo por mis palabras.
He decidido salir a pasear. A observar con calma cómo las nubes se movían por el cielo de mi bosque, empujadas por el mismo viento que mecía esta tarde las ramas de los árboles, acariciando mis mejillas. He escuchado su susurro entre las copas y el canto de las aves. A lo lejos, si me esforzaba un poco, el sonido inconfundible de una carretera secundaria. Y entre todo esto, silencio. Paz.
Al cerrar los ojos e inspirar con fuerza, el olor a tomillo me ha invadido. La tierra, mojada por la tormenta de esta noche, se ha colado por mi nariz. He rozado con los dedos otro arbusto aromático y al acercarlo a mi cara he sentido la fuerza de la lavanda. Los olores me han transportado a mi infancia. A otro bosque, a otros pinos, a la compañía de mi padre en tantos y tantos otoños buscando setas. Faltaban las jaras de mi tierra, en este bosque que ahora es mi casa no hay, pero no las echo de menos. Nunca me gustaba que me pringasen el abrigo. Faltaba él, a quien siempre extraño, pero sentía que caminaba conmigo. Que, sin hablar, hablábamos.
Como hago cuando escribo.
He pensado en esto, en lo que me impulsa a sentarme delante de un teclado y empezar conversaciones imaginarias que acaban en historias inventadas.
Tal vez siempre lo he sabido. Es mi música. Es mi piano. Las palabras son las notas que toco, siempre en sinfonías improvisadas. Diferentes cada vez, buscando que expresen lo que siento muy dentro. Tal vez por eso no me centro, porque no todos los días somos los mismos.
Quizá no es tan malo estar sola.
Quizá no sea importante ser distinta.
En realidad, mientras tenga mis palabras, mi música, mi bosque, mis pinos, mi olor a tomillo y a lavanda, mis recuerdos de infancia, no me hará falta nada más.
Mi casa soy yo.
Etiquetas:
Mayte Esteban,
Reflejo
Suscribirse a:
Entradas (Atom)