lunes, 21 de diciembre de 2015

EL LIBRO DE AYER


Ayer me apetecía un libro de los de no pensar nada. Después de dar una vuelta por Amazon, elegí una novela romántica. Con muchas reticencias, desde luego, porque me he dado increíbles tortazos en este verano con el género, pero una es de natural cabezón y necesitaba seguir intentándolo.

Las sensaciones son contradictorias.

Debo decir que es de una autora extranjera de la que no sé nada. Debo decir que la razón por la que lo leí es que descargué el fragmento de prueba y me invitó a leerlo. Debo decir que ahora no sé qué pensar.

La novela empezó bien. Sin grandes alardes narrativos, me contaba una historia que no pintaba mal y me la zampé de una sentada. ¿Quizá porque era corta? No, la verdad es que no fue eso, lo cierto es que estaba bien escrita y bien estructurada, cumplía a rajatabla. Me hizo reír, soñar, divertirme leyendo, me enganchó, pero…

Aunque cerré el libro con buenas sensaciones, esta mañana he hecho recuento de ellas y me he llevado alguna sorpresa.

La primera es que, como siempre hago, en mi repaso mental buscaba el tema del libro. Además de una historia de amor, que es lo que se le pide al género, estaba buscando ese otro tema que sirve de motor a las historias. Tenía su trama principal, la que conduce la acción. Tenía la trama romántica, la que conduce a los personajes, pero no encontré la trama secundaria, la que conduce el tema de la novela. La que marca la diferencia. La que da dimensión y profundiza, apartando la novela de la simple anécdota lineal, interrelacionándose con la principal.

No tiene. El foco está puesto todo el tiempo en los dos personajes principales y se mantiene sin moverse en ellos. Ni una sola vez.

Y, a pesar de eso, la leí de una sentada, como digo, la disfruté, aunque ha hecho que al pensar en ella se vayan apagando poco a poco sus luces. Porque, de pronto, los personajes también me doy cuenta de que están cojos. Hubo ratos en la lectura en los que me encontré pensando en que podía detenerse a narrarme cómo se sentían para que los conociera más y, las escasas veces que lo hacía, pasaba como un avión. Una línea, como mucho. Y eso que el detonante daba para mucho, para entretenerse en explorar. Para demostrarme que escribir no es solo contar una historia sino sentirla y hacer que quien la lee la sienta también.

Después he pensado en la ambientación. Mucho “estamos aquí y nos movemos para allá”, pero a la hora de la verdad no me sentí transportada. De hecho, algún lugar que menciona y conozco lo sentí más como que se había mirado una guía de viajes y había plantado los nombres. Sin más.

Ah, y el título. No tengo ni idea de a quién se le ocurrió, o si es producto de la traducción porque no tiene nada que ver con el espíritu de la novela. No se busca lo que dice, es más, creo que es lo contrario.

Y lo curioso es que sí me gustó. Que no puedo decir que esté mal, por más que esta mañana, mientras paseaba con mi perro, no pudiera rescatar muchas cosas de ella. No es perfecta, pero no está mal, o al menos no está tan mal como otras con las que he perdido el tiempo estos meses pasados. Merecía la pena leerla por lo que en ese momento me hizo disfrutar, aunque no haya rescatado sensaciones que me hagan recordarla dentro de una semana, aunque sepa que esto no es literatura ni mucho menos.

Por cierto, nadie me engañó con ella y eso es algo que agradezco. No tiene un solo comentario en ninguna parte. Nadie parece haberla leído, y si lo han hecho, nadie ha sentido la necesidad de decirme que es una obra maestra o un truño insoportable. Y lo agradezco infinito porque mi opinión no ha sido contaminada como sí lo es en otros momentos. Voy a contar uno, anónimo, como esta reseña donde no voy a dar nombre de libro o autora. Porque da lo mismo en realidad, porque esto solo es una reflexión personal.

Hace una semana leí un libro horroroso. No debería, lo sé, pero también sé que se aprende de los errores casi más que de los aciertos y por ello no me niego si tropiezo con uno. De hecho, a veces hasta lo provoco. Ese libro tenía un extenso prólogo que decía que nos encontrábamos ante una persona que iba a marcar un antes y un después en la historia de la literatura mundial. Por la sensibilidad con la que estaba escrito, por la corrección, por la delicadeza… No creo que llevase tres páginas y estaba escandalizada con los errores gramaticales, no sentía nada de lo que había leído en esa entusiasta recomendación, pero seguí. Y acabé, convenciéndome de que, lo que estaba mejor escrito de ese libro… era el prólogo. Luego fui a Amazon y casi me da un soponcio al ver las opiniones. Todas maravillosas. Mi conclusión es que, o ahí había mucho amigo o yo no tengo capacidad para entender un libro (además de ni la más remota idea de lo que es una frase sintácticamente bien construida).

¿Una opinión unánime y positiva en esto? Iba a decir que no podía creerlo, pero no es cierto. Claro que lo creo. De hecho, mi experiencia veraniega ha incluido un nuevo radar para discernir entre los comentarios. Un parámetro para descartar una novela es que a todo el mundo le parezca bien. Otro, que muchas de las opiniones positivas no tengan compra. Y con respecto a los negativos, también tengo mis trucos. Si los hacen lectores exigentes, inmediatamente sé que no puedo fiarme un pelo, pero además, voy a esos perfiles y chequeo. La ventaja de leer tanto es que siempre suelo encontrar libros que también he leído y comparo. Cuando sus exigencias les hacen valorar por las nubes novelas que son de las de sonrojarse… ya sé a quienes no tengo que hacer caso. 

No sé qué leeré ahora.


Da igual. De todo aprendo.

domingo, 20 de diciembre de 2015

ESOS ÉRAMOS NOSOTROS



A veces nos entendíamos a gritos, tan furiosos que cualquiera que no nos conociera bien podría pensar que jamás sellaríamos la paz de nuevo. Sin embargo, instantes después, la tormenta se alejaba como lo hacen las de verano y el sol lucía de nuevo en nuestro cielo particular.

Esos éramos nosotros.

Me enseñaste a ser quien soy, doblegaste mi impaciencia a base de enseñarme que las cosas que se consiguen fácil al final no perduran, que hay que poner cimientos a la vida porque si no se acaba derrumbando encima de ti. Me diste amor, seguridad, rellenaste mi infancia de recuerdos felices y de viajes, esos que tanto nos gustaban, en los que siempre repetías que hay que comer pan de muchos hornos para crecer.

Esos meses previos a tu partida yo me aferré a ti. Pensaba, tontamente, que agarrándote las manos con fuerza la muerte no ganaría la partida. Me propuse un ejercicio que nos mantuviera unidos, una tarea que yo sabía que no dejarías incompleta porque siempre fuiste un hombre de palabra que terminaba todo lo que se proponía.

Yo lo conseguí, claro. Tú sí, tú aguantaste hasta que terminamos.

Te fuiste pronto, muy poco después del amanecer de aquel caluroso día de julio de hace ya demasiados años. Nunca olvidaré la sensación de desamparo al ver salir al equipo médico con aquel aparato que arrastraban en un carrito. De él colgaba una hoja milimetrada que llevaba impresa una línea plana.

Ya estaba.

Se había acabado.

Me costó unas horas llorar, mentalizarme de que ya no te vería nunca. Me costó despedirme de tu cuerpo porque de ti jamás lo haré. Seguirás siempre conmigo, siendo la mano que necesito para no ahogarme en este mar revuelto que es a veces la vida, el faro que me guía para enseñar a mis hijos a vivir. Igual que lo hiciste tú conmigo.




martes, 15 de diciembre de 2015

MIS MEJORES LECTURAS 2015


Llega el final de año y nos da por hacer recuento de las cosas que nos han marcado. Este año ha sido intenso. Profesionalmente no me puedo quejar. Ser finalista del HQÑ, haber pasado todo el verano con La chica de las fotos entre las más vendidas de todas las plataformas digitales, estar nominada a los premios Chick Lit por segunda vez y acabar de entregar las galeradas para la novela, que saldrá en papel muy, muy pronto… considero que es un buen balance. Y me estoy dejando por el camino un montón de historias.  Me siento contenta con lo que estoy escribiendo ahora, pero sobre todo, muy cuidada. Toda la presión que sentí en otra ocasión, me la han quitado de un plumazo y hasta he engordado (que falta me hacía).

Personalmente ha sido otra historia. Ha habido pérdidas familiares muy cercanas y dolorosas, hemos experimentado lo que significa cambiar un contrato de trabajo indefinido por uno temporal con una remuneración mucho menor (y encima dando gracias por haberlo encontrado) y algunas situaciones me han sobrepasado. Ha habido decepciones, pero también, al lado, personas que han dado la talla como no imaginaba y que inclinan la balanza hacia lo bueno.

Pero el balance de hoy, al margen de estos apuntes, va a ser lector. Los libros que más me han gustado en este 2015. Sé que algunos de ellos no están entre los más vendidos, sé que esta lista solo tiene valor para mí y sé también que el único sentido que tiene hacerla es recordármelos a mí misma, pero me apetece. Reúno, en una sola entrada los mejores libros con los que he tropezado este año.

Lo primero que tengo que decir es que este ha sido, sin duda, el año que más he leído y, a la vez, el que menos reseñas he hecho porcentualmente. ¿Por qué? La razón es sencilla. Dado que voy a tener la enorme responsabilidad de ser jurado del certamen HQÑ, quería empaparme de novela romántica, saber cuáles son los parámetros donde se mueve el género. Y lo he hecho. He leído muchísimas novelas de este género, pero no están reseñadas en su mayoría.

Las que sí reseñé son aquellas que me gustaron mucho, las que mantuvieron alerta toda mi atención, las que me permitieron empaparme de historias que me arrastraron hasta el final de las páginas. Hay más, pero me quedo con unas poquitas. Pongo detrás del título en el formato en el que los leí.

¿Y si no es casualidad? De Sara Ventas. (ebook)



Esperaba esta novela desde que supe que se publicaba porque ya había leído a Sara. La novela, que gira en torno a unas cartas, me ha encantado. Reflexión, romanticismo, originalidad, una historia diferente a las que se escriben ahora, que se parecen mucho entre ellas. No dudo en recomendarla a quien me quiera escuchar.


La novela de Rebeca, de Mikel Alvira. (papel)





Soy heterogénea en mis gustos lectores y, sobre todo, disfruto cuando un libro está bien escrito. Leía que este me iba a encantar, así que no me lo pensé un momento. Me fui a la librería, lo compré, y me duró dos ratos. Me quedé fascinada con la estructura, con ese juego literario que es esta novela, y encima tuve la suerte de, pocos días después, poder preguntarle muchas cosas al autor. Una cosa más para apuntar entre las experiencias inolvidables de este año. Otra que no solo recomiendo, es que ya he regalado dos veces.

La caricia de Tánatos, de María José Moreno. (papel)

No es una lectura de este año, sino una relectura con motivo de su aparición en papel. Sigo pensando que tiene una fuerza increíble, que es una novela en el que el terror no te lo encuentras entre descripciones truculentas o hechos increíbles, sino que es un sordo rumor que circula por la novela y que te hace plantearte mil preguntas sobre las personas que tienes alrededor. Una novela sobre el maltrato psicológico que creo que es una apuesta segura para buenos lectores.


La luz que no puedes ver, de Anthont Doerr. (papel)






Lo vi en un par de blogs y cuando tuve la oportunidad, lo compré, a principios de verano. A pesar de ser bastante grueso, lo leí en unas tardes y me encantó. Quizá el final me dejó un poco fría, pero el resto del libro me pareció maravilloso, con unos personajes memorables y una narrativa merecedora del premio que tiene la novela.

Café y cigarrillos para un funeral, de Roberto Martínez Guzmán. (ebook)




Es un relato largo, no una novela, pero me enganchó hasta el punto de que no lo solté hasta ver la palabra fin. Es una historia de suspense que te mantiene intrigado en todo momento y cuando llega el final… no te lo esperas. Al menos, yo no fui capaz de anticiparlo. Roberto me ofreció la posibilidad de escribir el prólogo y no me lo pensé en ningún momento. Una experiencia literaria nueva que va al saco de las cosas chulas.


Mientras escribo, de Stephen King. (papel)



Me estrené con este autor en 2015, ya iba siendo hora, pero encima lo hice con un ensayo, no con una de sus novelas de éxito, y me pareció estupendo. Tanto que lo releí. Sus consejos, tomados siempre con tiento, me los planteo a la hora de escribir. Creo que es una buena lectura para quienes nos dedicamos a esto, sea de manera profesional o no. Por lo menos para cuestionarte algunas cosas.

La dama del Paso, de Marisa Sicilia. (ebook)





Nunca había leído a Marisa, y eso que sabía que escribe muy bien, pero es de esas autoras que no hacen demasiado ruido y se te va pasando. Un día de abril decidí que ya era el momento de encontrarme con ella y la elección no pudo ser mejor. Me encantó cómo se mueve con las palabras y las emociones que fluyen al leerla. La tengo anotada entre las autoras que no pienso perder de vista.

El nadador en el mar secreto de William Kotzwinkle. (papel)




Precioso libro, preciosa novela corta que me regalaron en mi cumpleaños y que leí con un nudo en la garganta. Emoción en estado puro. Me encantó el enfoque, el punto de vista de un padre en una historia que siempre pensamos que afecta más a las madres y fue el germen de una idea que llevé a cabo, empujada por las palabras de un escritor al que admiro, un consejo que por básico es imprescindible: escribe lo que quieras, lo que te salga de dentro, aunque no sea lo que esperen de ti. Pues entre este libro y sus palabras, construí una historia que solo he compartido en el blog y con unas pocas personas, pero de la que me siento muy orgullosa.

La tribu maldita de Víctor Fernández Correas. (papel)



Lo leí a principios de año. Fue uno de mis regalos de Navidad (Víctor me lo mandó a casa dándome una sorpresa inmensa) y me encantó. Me gusta mucho la Prehistoria, el período en que está ambientado, y este libro consigue trasladarte. Y sin que los personajes hablen. Víctor Fernández Correas es uno de los autores que tiene una voz narrativa más personal y quería leer uno de sus primeros libros para constatar algo que ya intuía: está creciendo a pasos de gigante. Espero ansiosa que publique otra novela, porque sé que nos va a dar una sorpresa con ella.


Y hasta aquí mi particular repaso. Una lista personal. ¿Has leído tú alguno de ellos?

lunes, 30 de noviembre de 2015

EL KINDLE FLASH DE HOY: LA CHICA DE LAS FOTOS

Hoy me guardo en el blog que La chica de las fotos, la novela con la que quedé finalista en el III Premio Digital HQÑ, está en oferta. Durante las 24 horas de hoy baja desde su precio habitual hasta los 0,94€. Una oportunidad de conocer una novela que estoy segura de que te entretendrá y, si sabes leer entre líneas, también te hará pensar un poco.


A las doce en punto, como en el cuento de Cenicienta, volverá a su precio normal, así que, si aún no te has animado, es el momento de hacerte con ella. Pincha en el título para llegar a ella.


*Nota del 1 de diciembre.

Me guardo esta captura, porque es emocionante verla ahí. Sobre todo por el empeño que han puesto en que no estuviera.


martes, 24 de noviembre de 2015

NUEVAS FORMAS DE RELACIÓN CON LOS LECTORES


Hace ahora cuatro años se me ocurrió una entrada para este blog que titulé “La relación autor-lector”. En ella hablaba de la nueva vía de comunicación que las redes sociales abrían entre los escritores y los lectores, una aproximación única que las nuevas tecnologías permitían. Algo que, hasta ese momento, era impensable. Los autores nos encontrábamos que podíamos tener de primera mano las impresiones que causaban nuestros escritos casi de manera inmediata, mientras que los lectores podían hacernos preguntas y dejarnos sus sensaciones. Eso suponía toda una revolución, una proximidad que nunca se había dado y que, en estos cuatro años, se ha ido consolidando, de tal manera que creo que apenas quedan escritores que no tengan una vía de contacto abierta con sus lectores.

Al menos vivos.

Para esta ocasión conté con las palabras de varios autores que se abrían paso en esos momentos y a los que tuve acceso precisamente por esa facilidad que dan las redes. Entre ellos hay nombres que se han hecho un hueco en el panorama literario actual, auténticos fenómenos de ventas, incluso los hay con cientos de miles de fans. Otros, como es normal también, han ido reconduciendo sus pasos, porque este es un camino muy duro y no todo el mundo tiene la templanza de mantenerse. O quizá la calidad, de eso también se podría hablar.

Hoy la reflexión, aunque pensé en principio volver a contactar con algunos autores, la voy a hacer sola. La facilidad para hablar con ellos sigue existiendo, las redes juegan un papel esencial, pero también hay otros caminos que no podemos olvidar. Existen otras maneras de encontrarse con los lectores, más de tú a tú, y es en esas en las que he empezado a notar cambios.

Lo primero que he detectado es que las presentaciones de libros están empezando a quedarse obsoletas. Cada vez es más frecuente que un autor se tome la molestia de hacerse cientos de kilómetros para un encuentro con lectores y, llegado al lugar, sentado detrás de una mesa bien colocada, con sus libros expuestos y un par de personas de apoyo para hablar sobre el libro, al otro lado no haya más… de media docena de personas.

Con suerte.

Eso no es rentable. No lo es porque el acto queda frío, porque los escritores, la mayoría, no vivimos de esto y cada encuentro con los lectores nos cuesta tiempo y dinero. Demasiado esfuerzo para la escasa compensación que supone, que no es más que conservar unas fotografías que atestigüen que sucedió. Por eso no es raro encontrar a autores que expresan sus reticencias a las presentaciones clásicas. Si contamos con que, desde casa, sentados tras la pantalla del ordenador, podemos mantener una charla con el lector mucho más enriquecedora, ¿para qué salir de nuestro confortable refugio? ¿Para vender… uno o dos libros? ¿Para firmarlos?

Sigue habiendo presentaciones, claro, pero cada vez me encuentro con más autores a los que este método no les atrae en absoluto.

Sin embargo, he visto otras estrategias que, quizá por la innovación que suponen, sí parecen encauzar el tema. Una de ellas es organizar una ruta sobre el libro con la presencia del autor. Es cierto que no todas las novelas se prestan a esto, pero las que sí lo hacen están obteniendo resultados que merece la pena pensar en ellas. Mucho más enriquecedores que el sentarse tras una mesa, porque quienes acuden a estos actos muchas veces llevan ya leída la novela. Y siempre hay tiempo para una firma, tal y como sucede al final de una presentación. Con respecto a esto tengo que decir que he tenido dos experiencias. Estuve en Barcelona, haciendo dos rutas, la de La catedral del mar y la de La sombra del viento, sin los autores presentes y en Toledo con Eloy Moreno, siguiendo los pasos de Lo que encontré bajo el sofá. Me encantaron ambas, pero sobre todo la segunda, porque no solo vivías los escenarios de la novela, sino que podías preguntar al autor sobre lo que quisieras en el mismo lugar donde transcurre la novela. Dejé mis impresiones en una entrada del blog. En esta, además, fui con personas que no habían leído el libro y a las que también les gustó mucho. Algunas leyeron el libro después. Otras no leen ni así, pero ese es otro tema.

Otra de las cosas que se están haciendo son charlas en un ambiente mucho más íntimo. He tenido la oportunidad de acudir a una y la verdad es que es infinitamente mejor que una presentación. Ahí se habla de un libro leído previamente, se pregunta al autor mientras te tomas un café y el momento se convierte en una experiencia literaria de las de recordar durante mucho tiempo. Mirad si no la crónica del encuentro con Mikel Alvira en el Hotel de las Letras en Madrid hablando de La novela de Rebeca. El autor convocó a quienes quisieran ir por Twitter y la verdad es que estuvo genial. Fuimos muy pocos, aunque estaba abierto para quienes quisieran, quizá porque es algo muy nuevo y la gente no acababa de entender qué sería eso.

Con los blogueros también se están planteando encuentros muy enriquecedores. El autor cuenta con impresiones de lectores de primera mano y esto nos sirve para chequear las sensaciones que causa la novela casi al tiempo de ser publicada. Todavía no he acudido a ninguna de estas, me he tenido que conformar con leer las impresiones en distintos blogs, pero creo que es otra manera para el autor de acercarse al lector que está en auge. Podéis ver una de ellas en este enlace que he “robado” del blog El búho entre libros, del encuentro con César Pérez Gellida en Madrid con motivo del lanzamiento de Khimera. ¿Que el resultado de esto, la crónica en el blog no resulta demasiado objetiva? Es algo que me sugieren desde un comentario de Facebook mientras comento que estoy escribiendo esta entrada. Pues no sabría qué deciros con respecto a los demás. En mi caso, desde luego que no me tomaría la molestia de escribir ni una línea de algo que no me haya aportado algo positivo.

Este año al blog le faltarían, si hiciera eso, reseñas de al menos treinta novelas que no me han dicho nada de nada. O me han dejado sensaciones tan poco memorables que no merecen ni que me siente a escribir sobre ellas. Pero ahí está cada uno, para tomar decisiones sobre lo que escribe y lo que no, lo que apoya y lo que deja pasar. Si es que lo digo muchas veces, pero creo que es cierto, los libros de los que no se habla, se mueren.

Pero sigo, no me quiero desviar, que me conozco.

La última que he visto es muy original, y aún está pendiente. He visto anunciada en las redes una cata de vinos en una bodega con Mikel Alvira. Otra manera, sin duda, de disfrutar la novela que se sale de lo que conocíamos hasta ahora. Me pilla lejos, si no me plantearía ir para vivirlo de primera mano. Ya sabéis que no sé estarme quieta.

Por supuesto, siguen haciéndose presentaciones clásicas y las firmas en las Ferias de Libros, pero los cambios están ahí. La aproximación entre lectores y autores sigue dando pasos. Se consolidan las redes como elemento esencial, pero se abren otros caminos muy interesantes que no hay que perder de vista.


¿Se te ocurre alguna más?