miércoles, 25 de mayo de 2016

EL PRECIO… DE UN EBOOK


Mucho se ha hablado del precio de los ebook desde que llegaron a nuestras vidas lectoras. No sabría precisar el momento en el que las versiones digitales de los libros se pusieron en marcha, aunque consultando algunas páginas se dice que fue a finales de la primera década del siglo XXI cuando se empezaron a comercializar dispositivos específicos cuya única función era servir de libros electrónicos. En cualquier caso, mi contacto con ellos se remonta a 2010, cuando lancé mi primer libro en este formato.

Decir que lo lancé queda muy bonito, pero en realidad se lanzó solo.

En la página donde colgué mi primera novela se incluía la función de lanzar un ebook de manera simultánea y lo autoricé, pero tampoco siendo muy consciente de ello, puesto que ni siquiera le puse un precio. Saltó a la red completamente gratis y ni siquiera me enteré de que andaba por ahí hasta que me rebotó la primera reseña desde México.

Un par de años después, cuando decidí subir las novelas a Amazon, ya sí puse un precio: 0,99€. Varias fueron las razones por las que me incliné por esta cantidad.

La primera, que yo era una completa desconocida y me parecía que no iba a haber nadie lo suficientemente loco como para pagar por uno de mis libros. Así de sencillo y así de sensato. Yo estaba aquí para experimentar y mal iba a salir el experimento si empezaba poniéndome zancadillas yo sola. La segunda, porque en este momento había una primera generación de autores que se empezaban a autoeditar y era el precio que tenían casi todos. Supongo que alcanzamos más o menos a la misma conclusión y hubo un acuerdo no hablado de intentar llegar a los lectores por ahí, desde un precio muy bajo, menos de lo que cuesta un café. Quizá así se nos diera la oportunidad de ser leídos (otra vez el sentido común). La tercera, esa totalmente mía, porque la profesionalidad en el trabajo que había hecho era más que cuestionable. Y no me refiero solo a la literaria (no contaba entonces ni con lectores cero que me dijeran mueve una coma), sino más bien al otro trabajo que nos toca a los autores que decidimos lanzarnos por nuestra cuenta, la de crear un archivo digital.

No os digo lo que sudé con eso, pero fue mucho.

En este tiempo, muchos autores se reunieron en varios grupos de Facebook y recuerdo discusiones airadas sobre el valor que deberíamos darle a nuestros trabajos. Los había que ponían el grito en el cielo por el hecho de que otros estábamos tirando nuestro esfuerzo al suelo por un miserable euro. Y lo que era peor, decían que tirábamos el suyo por la diferencia. Insistían en que nos organizásemos para subirlo.

Yo asistía a las discusiones más como espectadora que como otra cosa, estupefacta ante algunas intervenciones. Seguía en mis trece, pensando que las escaleras hay que subirlas peldaño a peldaño, sin correr, porque las prisas, me habían contado, no son buenas para nada. Y ahí estuve “tirando por tierra” mi categoría de autora (me da la risa escribir esto) porque me “vendía” por muy poco. E importándome muy poco la de los demás porque creo que cada uno tiene que demostrarla con algo muy distinto al precio: con calidad en lo escrito.

Tiempo después, bastante, decidí “revalorizar” todas mis novelas a la vez. Esta vez di un salto a 2,99€. Si hacía cuentas, los royalties obtenidos por una sola venta a este precio equivalían a siete de un euro, así que pensé que tampoco estaba mal probar.  Ya había vendido más de lo que me hubiera imaginado, así que no pasaba nada si me equivocaba y seguía (y sigo) experimentando. Y también hubo otra razón que me empujó a hacerlo y fueron algunos comentarios malintencionados en los perfiles de muchas novelas colgadas en Amazon, en las que se “disculpaba” su mala calidad por el irrisorio precio que costaban.

Me di cuenta de que ahora sí era el momento de cambiarlo.

La diferencia en las ventas, en números absolutos, se resintió, aunque no así los ingresos (calderilla, no os vayáis a pensar que esto da para mucho más que pagar la conexión a internet todos los meses). Me libré de esos comentarios, aunque no de alguno que se llevaba las manos a la cabeza por lo carísimos que eran. Ya veis, menos que un paquete de tabaco, pero…

Las editoriales, sin embargo, en su mayoría seguían con sus ebooks cerca de los diez euros. Yo me escandalizaba ante tal despropósito, pero no me dio por despotricar. Sencillamente como lectora ignoré los libros que costaban eso y me dediqué a otros más económicos. El resultado fue que conocí de primera mano a muchos autores nuevos, pude hacer una selección personal y, a día de hoy, puedo decir que tampoco me equivoqué mucho. La mayoría de los que me gustaron tienen una editorial detrás. Hubo alguno que me gustó mucho y se quedó por el camino, pero eso siempre pasa. No soy infalible en mis gustos (por fortuna, siempre tenemos que tener algo que nos diferencie de los demás).

Hoy me he dado una vuelta por el top de Amazon y casi no quedan libros a un euro. Alguna novedad en promoción. Alguno de autores que tienen otros nuevos y los están empujando de ese modo, pero poco más. Hay algunos ejemplares de autores muy conocidos que siguen costando un riñón y medio (12,34€ es una barbaridad), que seguiré ignorando por los siglos de los siglos (o hasta que salga en Kindle flash), pero la media está en torno a esos tres euros.

De momento, a mí me parece un precio justo.


¿Y a ti?

martes, 24 de mayo de 2016

LA FINALIDAD DE LA LITERATURA


¿Cuál es la finalidad de una obra literaria? Si la entendemos como arte, está hecha para que quienes se acerquen a ella disfruten. Placer estético, deleitarse entre palabras a las que el autor dispone de manera especial, para que provoquen al lector.

Emociones.

Sentimientos.

Otras veces no se va tan lejos, simplemente se busca contar una historia que ayude al lector a escapar de su realidad durante el tiempo en el que está sumergido en la historia.

Evasión.

Vivir de algún modo lo que nunca se viviría de otro.

Cuando, además de entretener y conmover, la obra literaria busca otros fines aparece la literatura comprometida, esa que busca sacudir conciencias dormidas y ponernos frente a la realidad el mundo que nos rodea.

Historia.

Presente.

Futuro.

Y, al final de esta lista, también es una catarsis, un sentimiento de liberación o serenidad. Un reflejo de lo que sentimos y, por qué no, también de lo que siente el autor.


Es otra forma de entender el mundo.

Es una forma más de vida.

lunes, 23 de mayo de 2016

¿SER ESCRITOR ES UNA PROFESIÓN?



Leo que la de escritor no es una profesión. Después de los primeros minutos de desconcierto constato que es completamente cierto. No lo es. No hay escuelas donde te den un título con el que avalar conocimientos, todo lo más, talleres sin ningún valor académico. Por lo tanto, no es extraño que no sea considerada en ningún momento una profesión, máxime cuando vivir de escribir es un privilegio vetado a la mayoría de los que se empeñan en entender el mundo reflexionando con palabras, creando historias que en muchos casos solo son metáforas de la realidad.

Esas metáforas que a veces, por más sencillas que sean, a muchos se les escapan...

Un escritor no hace nada heroico, no se levanta cada día con un horario estricto ni se juega la vida cuando sostiene la pluma o teclea en el ordenador. No produce bienes de primera necesidad.

¿Cuál es el rendimiento en términos tangibles que se extrae de una novela? Para los demás, quizá el libro, si llega, colocado en una estantería. Para el mismo escritor, si no es un éxito rotundo de ventas, ninguno. Lejos quedan los libros que cambiaron el mundo, los que traían ideas nuevas que cambiaron la forma de entender la sociedad. Los que provocaron revoluciones y derribaron hasta los cimientos de algunas creencias arraigadas durante siglos. Por los que se mató y se murió. Ahora, lo que se publica repite esquemas, vuelca las mismas historias una y otra vez solo con el leve retoque de la voz personal del autor y eso, con suerte, cuando el autor la tiene.

¿Por qué escribimos entonces?

Yo no sé por qué lo haces tú.

Solo sé por qué lo hago yo.


viernes, 20 de mayo de 2016

TUS PROPIAS DECISIONES

Hay momentos en los que la vida te pone en la tesitura de tener que elegir. Entre lo que crees que es lo mejor para ti y lo que los demás esperan.

Elegir lo que los demás esperan lleva enredado el fracaso, porque al final no has sido tú quien ha tomado las riendas y ha hecho lo que sentía que debería hacer. Y eso, al final, te pasa una factura inasumible.

Me puedo equivocar. Siempre. Puedo tomar las decisiones más tontas que me conduzcan a errar de lleno, pero serán mis decisiones. Lo que yo quiero. Lo que siento. Y como son lo que quiero y lo que siento, lo asumiré.

Lo que sería incapaz de procesar es hacer algo tan solo por complacer a otro, por un capricho, por una idea mal entendida de lealtad. Y eso, a día de hoy, lo descarto porque me anularía como persona, me convertiría en un juguete en manos de otro y no estoy dispuesta.

Mis renuncias, siempre mías.

Mis pasos, los que yo decida.

Mis errores, los que cometa por mi propia falta de juicio.

Mis aciertos, los que me gane.

Ya lo hice alguna vez en el pasado. Escuchar lo que no debería haber escuchado, fiarme y creer, dar pasos de los que no estaba plenamente convencida y que fueron tropezones de libro. Es verdad que con ellos he aprendido. Mucho. Sobre todo he aprendido lo que digo, a hacer solo lo que yo esté convencida. Sin dejarme llevar por el miedo a perder a alguien o porque quizá he pensado que otros podían saber más que yo.

¿Alguien sabe más que nosotros mismos de nuestra propia vida?

No lo creo.


Por eso voy a seguir mi instinto. Voy a esperar a que lo que está en marcha siga su proceso. Y si acierto, bienvenido. Y si me equivoco… pues también, porque es lo que quiero.

lunes, 16 de mayo de 2016

EL REGALO DE ELOY MORENO



Sinopsis:

Un hombre aparca en un área de servicio su caro coche nuevo, un coche que acaba de comprar gracias a los ahorros de varios años, un coche que le roban delante de sus narices, y también su ordenador, y su móvil, y su ropa y... y no le queda otra opción que fiarse de un músico callejero para que le lleve con su vieja furgoneta a la comisaría más cercana. Una comisaría situada en un enigmático lugar llamado La Isla. Un lugar donde... todo es diferente.

Mis impresiones:

La novela de Eloy Moreno, El regalo, es diferente. No solo porque la manera elegida para contarla es poco convencional, sino porque durante toda la lectura tienes la sensación de que estás inmerso en un cuento, uno de esos con moraleja final, un cuento para pensar. Y claro que lo logra, no solo porque el texto está salpicado de frases que te hacen pararte a reflexionar -por más que la mayoría las hayas leído mil veces en otras partes- sino porque es una perfecta fábula de cómo nos movemos en este mundo en el que vivimos.

El protagonista del relato no tiene nombre. De hecho, creo que nadie tiene nombre en esta historia. Sabemos de ellos lo que son: un músico, un fotógrafo, un policía... pero jamás nos dice cómo se llaman porque en realidad no importa. Los personajes son reflejos de personas reales con las que nos cruzamos todos los días, personas que, poco a poco han ido perdiendo los sueños, dejándose arrastrar por este mundo en el que todo está medido y programado.

Lo son, pero les pasa algo que acaba cambiándolo todo.

Escribir una historia como esta, que empieza siendo un puzle de piezas sueltas que solo encajarán a medida que se llegue hasta el final me parece muy complejo, más si unimos ese pequeño detalle de no nombrar. Sé, por experiencia, que no ponerle nombre a los personajes dificulta la narración. No es fácil decir ella y que sepas a que ella se refiere en concreto, ni lograr que el texto se convierta en repetitivo si anulas de manera voluntaria el recurso de nombrar, pero Eloy Moreno lo hace y lo hace muy bien, impregnando además el texto de una prosa que es sencilla, pero que, por momentos, se vuelve hasta poética.

De esa que lleva mucho trabajo detrás.

El desconcierto del protagonista cuando llega a La Isla, el lugar ficcticio donde se desarrolla todo el relato, donde las cosas no funcionan igual que en ningún otro lugar, lo vives con él mientras lees y, al menos en mi caso, a veces se ha producido una cierta incomodidad ante tanta sacudida de conciencia. Una incomodidad derivada de nuestra propia comodidad, del lugar donde los instalamos y que nos decimos que es el mejor del mundo, pero que, como nos dice varias veces, es solo una excusa para no actuar.

Este libro es una fábula sobre perseguir los sueños. En este punto, y en algunos que relata vidas "normales" a mí me sacaba sonrisas porque yo he renunciado muchas veces, pero no en el sentido en el que lo hace el personaje, sino en todo lo contrario. He renunciado a la comodidad por tener presentes los sueños, a acumular cosas -y algunas experiencias- en favor de tener más tiempo para compartir con mis hijos. Muchas veces he pensado que quizá no estaba trazando un futuro seguro para mi jubilación, pero a cambio tengo un presente lleno de ellos y estamos construyendo momentos y recuerdos felices.

Recomiendo la novela. Para pensar, para disfrutar con un libro bien escrito y porque lo que nos dice, aunque lo sepamos, no bien mal recordarlo de vez en cuando.