martes, 23 de marzo de 2021

¿QUÉ LIBRO SE PUBLICÓ CUANDO NACISTE? (1970-1980)

 Navegando por la red, siguiendo enlaces de aquí y de allá, he tropezado con uno de esos listados de libros que nos llaman la atención, no por ellos, sino por algo que acompaña al titular: los más vendidos de... los mejores de... los que deberías leer de...

Se me ha ocurrido hacer una selección de once libros, publicados todos entre 1970 y 1980, que hace tiempo que forman parte de la literatura académica, que por su calidad llevan décadas ganándose ese lugar. Claro que se publicaron más, pero me quedo con estos, todos publicados en España y todos con algo interesante que decir de su momento.

1970. El inocente, José Ángel Valente.



Este autor ourensano representa la "poesía del silencio". Su poesía nace de lo inmediato o de experiencias interiores, pero lo más destacado de él es cómo trabaja los poemas hasta buscar las resonancias exactas.

1971. Aún no, Francisco Brines.


El valenciano Francisco Brines escribe una poesía intimista que reflexiona sobre el paso del tiempo con un tono melancólico.

1972. La saga/fuga de J.B. Torrente Ballester.



Este coruñés fue miembro de la RAE y Premio Cervantes en 1985. Su obra se mueve entre la novela, el ensayo y el teatro.

1973. Si te dicen que caí. Juan Marsé.



El pasado verano, Juan Marsé fallecía en Barcelona, la misma ciudad que lo vio nacer y que forma parte de su legado literario. Su obra analiza la degradación moral y social, las diferencias de clase, los enfrentamientos sociales a través de técnicas narrativas innovadoras y pasado todo por el filtro de su fina ironía.

1974. Retahilas, Carmen Martín Gaite.


Esta salmantina obtuvo, entre otros premios, el Nadal con su primera novela, Entre visillos. En Retahilas prima la introspección y la reflexión.

1975. La verdad sobre el caso Savolta, Eduardo Mendoza.


Esta fue la primera obra del autor catalán. Se publicó poco antes del fin de la dictadura, y por eso se optó por cambiar el título original: Los soltados de Cataluña. La primera parte de la obra juega con innovaciones literarias, mientras que la segunda se puede decir que es una de las primeras novelas modernas de nuestro panorama literario.

1976. Rosa Chacel. Barrio de Maravillas


La autora vallisoletana publica gran parte de su obra en el exilio. Hace retratos apoyados en una prosa descriptiva y rica, así como unos personajes sólidos. Dijo de sí misma alguna vez que era "inventora de almas".

1977. La detonación. Antonio Buero Vallejo.


El autor alcarreño muestra una actitud de compromiso ético con los más débiles, muchas veces protagonistas de sus obras de teatro. Sufrió la censura, nunca renegó de sus ideas y tampoco quiso renunciar a escribir en su patria. Eso y la necesidad de arrancar las máscaras y buscar la verdad, hace que se puedan encontrar similitudes entre Larra y él mismo en esta obra. 

 
1978. Extramuros, Jesús Fernández Santos.


A este madrileño le sorprendió la Guerra Civil en Segovia, donde pasó unos años con su padre y sus hermanos. Con esta obra ganó el Premio Nacional de Literatura. Transcurre en un convento de clausura y narra la historia de un falso milagro. 

1979. El misterio de la cripta embrujada, Eduardo Mendoza.



No he podido evitar incluir otra historia de Mendoza, una que aún se sigue leyendo en los institutos y que ha sido la iniciación con este autor para bastantes jóvenes lectores.


1980. Historia de Gloria, Gloria Fuertes.





Gloria Fuertes siempre jugó con su biografía, cambiándola, reescribiéndola en un intento de mantener su intimidad. Aunque no se puede decir que toda su producción sea infantil, lo que sí es cierto es que fue en ese campo donde se hizo más popular. Su inclasificable estilo mantiene el equilibrio entre calidad y popularidad, entre intimismo y comunicación.


¿Naciste alguno de estos años? ¿Sabes de otra novela del año de tu nacimiento?
















viernes, 19 de marzo de 2021

UNA NOVELA PARA MAMÁ

Esta mañana estaba revisando la última novela que escribí en 2020 y, de pronto, he soltado una carcajada. Esta novela solo iba a ser para mi madre, fue su regalo de Navidad, así que me dejé llevar. Es espontánea, divertida, loca a ratos. Me tiene con una sonrisa boba en los labios mientras la releo y a veces hasta se me olvida que estoy repasando. Disfruto con lo que les pasa a unos personajes a los que ya he cogido cariño.

La experiencia de escribir historias para una sola persona no es nueva, tengo otra novela que se la escribí a mi amiga Elena (en el verano de 2019) y pienso seguir haciéndolo porque, la verdad, no necesito nada más. Con esto me lo paso muy bien, tenemos tema de conversación y, si tienen antojo de que algo salga en el libro, me las arreglo para que sea así.

¿Se puede pedir más? Yo, al menos, no.

Pero la vida te da sorpresas, ¿verdad? Y yo me llevé una hace un mes. Inesperadamente, la novela de mi madre, la que se iba a quedar en un disco duro y su lector, sí va a tener destino. Será publicada y digo será porque no lo voy a hacer yo sola, no va a ser una autoedición. Los detalles los contaré cuando llegue el momento, porque aún queda bastante, pero ¿verdad que es absolutamente increíble que acabe publicando algo que no tenía previsto ni sacar del cajón? Por eso tengo que echarle un vistazo extra, porque una cosa es para ti y para los tuyos y otra exponerse.

Todavía os estaréis preguntando por qué me he reído.

He hablado de la ausencia de corsés al escribir esta historia. La he escrito con pijama de verano y completamente descalza, aunque en la novela haga más bien frío. No pensé en nada, simplemente me sentaba cada mañana durante una o dos horas y tecleaba la escena que había dejado esbozada el día anterior. De vez en cuando, en los meses que tardé en escribirla, me permitía bromas personales, cosas de esas que solo entiendo yo y, en este caso, mi madre. 

Pero en esta novela también hay otros guiños y se me habían olvidado, así que cuando he llegado a uno de ellos, no he podido por menos que reírme a carcajadas yo sola. Ulises me ha mirado con cara de qué te pasa y yo le he dado un abrazo porque sí, porque es el mejor perro del mundo y porque estaba contenta.

Me gusta esto, hacer lo que quiera, dejar que mis dedos vuelen por el teclado y construyan historias llenas de guiños.

Para los que se lo pregunten: es romántica, es el tipo de novela que le gusta a mi madre. Tiene unos secundarios de lujo y un prota con pinta de dios vikingo. Tiene salseo y todo. Tiene risas y algún pellizquito en el corazón. Y tiene el inmenso amor de una hija a su madre.

No sé cómo devolverle todo lo que me ha dado siempre, y no sé ya cómo soportar este año que la vida nos está obligando a vivir separadas. No sé, quizá le escriba otra novela.

En la foto, Ulises, que no tiene nada que ver, pero mira que es guapo el puñetero. Abrazando a la bruji, que es más guapa todavía. Quizá este año os la acabe enseñando por fin...




miércoles, 17 de marzo de 2021

ENCUENTROS CON LECTORES

 Dentro de unos días tengo un encuentro virtual con un club de lectura (ya os contaré cómo ha ido), donde hablaremos de La colina del almendro. Me encanta porque la situación en la que vivimos ha limitado mucho el contacto con los lectores. 

He estado pensando en algo.

No hace mucho, se me ocurrió invitar a un autor a nuestro club de lectura, el que va parejo al taller de narrativa. La respuesta fue que hace mucho que no va a estos actos (mucho no será, que apenas hace un año de la virtualidad de los encuentros) y que rechazaba amablemente la invitación.

Es su opción, por descontado. Tan válida como cualquiera, que esto no tiene obligaciones, por mucho que a veces nos veamos envueltos en ellas.

Sin embargo, me ha hecho pensar en otra situación, una vez en la que asistí a una charla de Alejandro Palomas en la que éramos media docena (contando niños acompañantes). Le pregunté si no se sentía un poco triste por haber hecho el esfuerzo de ir tras tan pobre respuesta y él me contestó, con la inteligencia de los que de verdad son grandes, que nunca se sabía dónde podría estar un lector que te abría la puerta a otros, multiplicando las posibilidades de que tus palabras llegasen a más gente.

Con eso me quedo, con la respuesta que tiene los pies en el suelo y el corazón en una historia que no es negocio, sino un pedacito de vida que creamos con esfuerzo, tiempo e imaginación. Que cuidamos porque nos importa. Que vivimos, porque forma parte de nuestras vidas.

#FelizMiercoles

sábado, 13 de marzo de 2021

RECUPERARSE




Padezco insomnio desde que tengo memoria. De hecho, muchas de mis noches de infancia se me fueron entre libros: si no me quedaba leyendo hasta que me doblaba el cansancio, acababa despertando de madrugada y enganchada a un libro. Así, con la excusa de no dejar tan solo pasar las horas, crecieron dentro de mi las ganas de contar, de expresarme y de poner en un papel esas historias que me sugerían los libros que iba leyendo.

Después de una etapa en la que el sueño pareció reconciliarse conmigo, vino otra peor, de noches enteras en blanco o, como mucho, de dormir un par de horas. En esas madrugadas de no hace tanto, escribía. Mis novelas avanzaban al ritmo de quien les dedica mucho tiempo, porque lo tenía, porque no dormir multiplica la vida aunque con ello tengas que pagar otros peajes.

Hace un par de años, empecé a dormir otra vez.

Poquito a poco fui sintonizando mi cerebro con el descanso y los ritmos circadianos empezaron a entonar una melodía más saludable y más perfecta. Solo algunas noches se olvidaban de mí y me descuidaban un poco. Este 2021, sin embargo, empezó alterado. Cuestiones de salud que han supuesto un desajuste físico han tocado el sueño, pero ya no escribo de madrugada.

Hoy ha tocado noche en vela, de esas que te sacan de la cama, de las que ni siquiera el mejor libro del mundo puede combatir. He sentido la tentación de encender el portátil, pero no lo he hecho, porque sé que escribir, aunque sea terapéutico, es también adictivo y no quiero volver a pasar noches y noches atrapada entre sus redes. Quiero poner yo las normas y que no sea esto lo que me conduzca. No se puede controlar lo que te limitan los demás, pero todavía podemos ser dueños de nosotros mismos.

 He saltado a la cocina. No tenía hambre, tenía tiempo, así que he abierto el frigorífico con intención de ordenarlo. He tardado dos segundos en cambiar de opinión: cocinaría. Primero, codornices escabechadas. Después, una empanada. Ahora estoy esperando a que se termine y, ya que tengo el horno caliente, valorando hacer un bizcocho.

Todo esto tiene que ver con el título de la entrada, con recuperarse. Poco a poco, porque esto va así, pero ya huelo. ¡Y es delicioso! El mundo sin olfato es inocuo y triste, privado de sensaciones que nos provocan un placer indescriptible. Que nos avisan de peligros. Que nos motivan o nos advierten. Hoy he disfrutado con el olor de la comida mucho más que sé que disfrutaré de comerla. Y, cuando se despierte, voy a abrazar a mi hija y voy a olisquearla sin disimulo.

Nadie sabe lo que he echado eso de menos.

viernes, 12 de marzo de 2021

DOCUMENTARSE

Esta noche no he dormido nada. Me la he pasado buscando información para redondear una historia que tengo escrita desde el verano de 2019. Como hace tiempo que no la toco, hay una última copia a salvo de la defunción de mi portátil, y como hasta dentro de unos días no podré recuperar el resto de lo que tengo, he pensado darle otra vuelta.

El tema de fondo de esta historia es el acoso.

Cuando la escribí, aunque sé bien de lo que estoy hablando, lo dejé en un plano superficial, porque siempre quise dar más potencia a la otra historia, la que queda en primer plano y es más bonita y más optimista. No leemos para aprender, sino para divertirnos, así que, aunque dejase la puerta abierta a alguna reflexión, sería con la humildad de no ir por la vida dando lecciones.

El acoso genera toda una serie de secuelas a quienes lo padecen que no estaba segura de haber plasmado en mi protagonista. Me di cuenta cuando lo he visto de cerca, cuando las emociones me han tocado tan de lleno que no queda más remedio que pararse a pensar.

Mi protagonista no se entretenía en hacerse una pregunta: "¿Qué he hecho?" Porque, aunque el acoso venga muchas veces de la mano de personas claramente desequilibradas, esa es una pregunta que es inevitable, buscamos las razones, la lógica, la causa-efecto que al final conduce a callejones sin salida, porque el narcisismo de otro, sus obsesiones íntimas, su distorsión de la realidad que se acomoda a lo que quiere que sea y no a lo que es, es ingobernable desde fuera.

Y las consecuencias, también.

Cuando empecé la novela, el mismo acoso que recibe mi protagonista lo estaba sufriendo alguien muy cercano. Pero ya sabemos que no es lo mismo ver que vivir ni que contar, porque aunque la realidad sea aterradoramente verosímil, la ficción tiene sus propios mecanismos. Y yo hablo de ficción en mis novelas, aunque detrás siempre haya verdades aterradoramente reales.

Claro, después de la noche en vela, ahora tengo sueño...