lunes, 8 de julio de 2019

YA NO QUIERO ESCRIBIR

Hace unos años, cuando aterricé en este mundo de la publicación, tuve una conversación con mi padrino sobre esto de escribir. Es donde coincidimos, de hecho creo que tiene también mucho que ver con que yo lea, puesto que él fue quien me regaló mi primera novela, de la que me enamoré nada más leerla y que me sirvió de puente para los miles que han llegado detrás.

En esa conversación con mi padrino, cuyos detalles se han ido perdiendo en mi memoria, incluso las palabras exactas, solo me queda un pequeño retazo, un hilo mínimo del que llevo tirando mucho tiempo. Me preguntó algo así como por qué quería dedicarme a esto. Yo, ingenua, inocente, dulce y cándida le conteste:

Porque me hace feliz.

Entonces él, que escribe desde hace tanto que tampoco se acuerda, me contestó algo muy parecido a esto:

Has elegido entonces muy mal.

En ese momento, cuando mantuvimos esta conversación, yo era una recién llegada cargada de ilusión y con idea cero de lo que se cocinaba en este mundillo. A pesar de que crecí entre libros y escritores, a pesar de todas las lecturas que llevaba a la espalda, a pesar de que soy observadora hasta más no poder, aún no había vivido lo suficiente para valorar el alcance de sus palabras. Entendí que al escribir se sufre, porque eso sí lo sabía. Muchas han sido las veces que he fulminado historias porque no me convencían, muchos han sido los párrafos mil veces rehechos, las escenas repensadas, los detalles cambiados... Pero no era eso a lo que él se refería. Hay muchas, muchísimas cosas en este mundillo que hacen sufrir y pretender alcanzar algo tan etéreo e inabordable, tan esquivo y difícil como es la felicidad desde él es directamente absurdo.

En cuanto lo supe, en cuanto empecé a vivirlo en carne propia, quise escapar. Yo no he venido al mundo a sufrir por capricho, no soy idiota del todo -aunque haya quien me lo llame día sí y día también-, pero tengo la mala costumbre de ser seria y no dejar asuntos a medias. Por eso, encadenando historias, llevo aquí un montón de años haciendo equilibrios. Soy como esas bailarinas suspendidas en la punta de sus dedos. Aguanto con una sonrisa, pero estoy cansada. Muy cansada. Y me duelen muchísimo los pies.

Además, no sé mentir.

Al blanco le llamo blanco y al negro, negro. Eso no te convierte en popular, precisamente, sino en una temeraria que va por la vida rebasando los límites y tiene más posibilidades de estrellarse y no salir indemne de ello que nadie.

El caso es que este verano, en realidad es algo que llevo valorando desde finales del año pasado, ya no quiero escribir. Voy haciéndolo, la semana que viene publico un relato y en septiembre la que será mi última novela, pero no quiero escribir. Tengo tres novelas más terminadas, una del todo y dos a falta de retoques, pero no quiero escribir. Tengo otra más, a la que quizá dedicándole un mes podría ponerle un final, pero no quiero escribir.

Porque no soy feliz.

Así que, lo confieso, no quiero escribir, aunque mi alto sentido de la responsabilidad dejará terminadas todas las historias. No voy a empezar otras, y si las empiezo será como cuando era adolescente, que empezaba mil y no terminaba ni una. No será escribir, será llenar cuadernos con palabras. No será escribir, porque escribir no es una fiesta, ni algo que haga para enseñar en las redes y que todo el mundo diga: mira, fíjate que lista, que escribe libros. No. Estas muy equivocado si piensas que escribir es solo eso.

Escribir es desgarrarte por dentro, vaciarte y dejar salir los demonios que ni siquiera sabías que estaban. Escribir es ocultar la verdad bajo el velo de la ficción, o convertir mentiras en historias que parezcan reales, que latan y se sientan. Escribir es conseguir que el texto empuje al lector a no saltarse una palabra. No es una moda. No es un capricho. No es un juego. No es un negocio.

Escribir es aguantar que te digan que lo haces porque eres un ama de casa aburrida, o que te insistan en que tienes que dejar el género en el que tienes un nombre porque con eso no irás a ninguna parte. Escribir es ver que el mundo es más injusto de lo que te pareció solo al pensarlo. Escribir es recibir feedback de todos los colores y aguantarte las ganas de llorar o de salir corriendo. Escribir es mucho más que sentarse delante de un teclado que no tiene ya letras porque las has borrado con tantas palabras.

Escribir es tanto...

Y cuesta tanto. Y estoy tan cansada... que ya no quiero escribir.

No quiero escribir porque necesito ser feliz en esta etapa de mi vida.

6 comentarios:

  1. No quieres escribir... de momento. O eso espero, querida mía. Comparto tus razones y tus argumentos: es agotador y apenas tiene recompensa, emocionalmente es exigente, también. A veces necesitamos un respiro, tienes todo el derecho. Pero tienes cosas muy bonitas esperando, proyectos que saldrán pronto y que aportan mucha alegría y esperanza e ilusión. Un beso grande, hablamos.

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    1. No sé las veces que en este año he abierto y he cerrado el ordenador sin hacer nada. Sé que escribir está dentro de mí, que es posible que pase la tormenta y sienta de nuevo la energía necesaria para abordar una novela, pero desde luego no es ahora. Me sientro muy frustrada cuando esto me pasa y me hace profundamente infeliz. Por eso prefiero ahora dejarlo correr. Hasta que me recupere, si lo hago.

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  2. Escribir lo llevas en los genes y volverás a ello cuando pase la tormenta, aunque sea sin intención de publicar. Es necesario coger aire y volver a los orígenes, intentar que te lean es agotador y más ahora que cada día aparecen miles de novelas. Disfruta el camino de lo que llega, el verano y sé feliz. Aunque confío en que vuelvas a escribir.
    Besotes

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    1. No es solo intentar que te lean, es mantenerte en ese equilibrio de bailarina que es tan duro. Tengo los dedos de los pies destrozados. O el alma, que es lo que se usa para escribir.

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  3. La vida son etapas, diferentes entre sí. Hay que ser feliz (sentirte en paz) en cada una de ellas haciendo 'eso' que lo consigue. Si en esta etapa no quieres escribir, no lo hagas. Si en otra te apetece, hazlo. Sé egoísta y mira por ti. no te podemos obligar. Respira y sé feliz

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    1. Supongo que será una etapa y que pasará, porque he tenido otras etapas en las que no he escrito y siempre he vuelto con más fuerza. De todos modos, tengo varias novelas, como decía en la entrada, que están terminadas. Puedo seguir corrigiendo. Al fin y al cabo, eso también es crear.

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