lunes, 6 de diciembre de 2010

PONER EL ACENTO EN LO IMPORTANTE.

El otro día me desperté y puse la televisión. No suelo hacerlo porque mi día a día es tan acelerado que me resulta imposible sentarme a ver nada, pero tenía que pasar unos minutos en la misma habitación y la encendí. En un informativo estaban hablando de la rectificación que propone la Real Academia de la Lengua Española sobre las nuevas normas que lanzaron al aire en semanas anteriores. Donde dije digo, digo Diego, como se suele decir. Supongo que la presión, sobre todo la que ejerce este nuevo mundo virtual, ha hecho que se vean en la obligación de rectificar.
Ahora resulta que "sólo" sí que llevará tilde, pero truhán y guión, no. Yo se la pongo porque me pone nerviosa que el corrector me la subraye, pido perdón por ello. Por cierto, que la i griega se va a poder seguir llamando así, a criterio del que la nombre.
Todos los días veo en la televisión mensajes que se mandan a los programas, donde las faltas de ortografía se cuentan por millones, y en internet... bueno, para qué hablar: frases a medias, palabras imposibles salidas de la imaginación más inquieta, haches desaparecidas porque no suenan y para qué entonces... Es normal que quien se ha tomado la molestia de aprender, no sólo a escribir, sino a hacerlo bien, se ponga de los nervios con los cambios. El problema es que van quedando pocos que realmente sepan escribir.
Según las estadísticas, en España el analfabetismo casi ha desaparecido. El analfabetismo entendido como gente que es capaz de leer y escribir. Hoy en día eso es cierto, pero hay otro mucho más grave, el analfabetismo funcional. Ahora todos leemos y podemos escribir, pero no todo el mundo es capaz de entender lo que lee y mucho menos es capaz de escribir un texto mínimamente coherente. Después de muchos años en esto de lograr que los niños recuperen la ilusión por aprender, me he dado cuenta de dónde está el problema, y me sorprende que los planes de estudio, hechos por personas sesudas a quienes se les paga por pensar soluciones, no lo hayan ni siquiera intuido.
Creo que la solución se llama redacciones. Mi hijo está en quinto de primaria y no sé si habrá hecho media docena en toda su etapa escolar, y aunque saca unas notas brillantes, estoy segura de que, cuando acceda a niveles superiores, bajarán en picado, porque no sé si sabe redactar tres líneas seguidas. En exámenes que son poco más que test se puede averiguar si un niño se ha leído el tema y lo comprendido, pero de ahí a que sepa expresarlo con sus palabras va un mundo. Es por eso que encuentro alumnos que vienen de sacar de media sobresaliente en primaria y que, en el primer examen de primero de E.S.O. que se les pide que redacten, por ejemplo, el proceso de la fotosíntesis, sacan un uno. Siempre les pregunto si creen que se han vuelto tontos de repente, y algunos, inocentes, me responden que quizá sí.
Vamos a ver. De todo lo que se aprende en la escuela, la mitad no vale para nada en la vida. Centrémonos en lo importante, en las asignaturas que sirven. Vamos a dejarnos de música, de religiones o de asignaturas vacías y redactemos. Si los contenidos de asignaturas como ciudadanía son importantes, pues incluyámoslos en redacción pero que no nos quiten tiempo para entrenarnos en el laborioso proceso de escribir diez líneas con sentido. Si hacemos esto quizá no estemos perdiendo el tiempo. Si no, seguiremos a la cola de Europa, siendo no los más tontos sino los menos preparados. Y creo que ningún niño tiene la culpa de su falta de preparación. Será, más bien, culpa de quien no pone el acento en lo importante.

CORTINAS DE HUMO

El otro día escuché que, cuando los políticos no quieren que se les preste atención, lanzan cortinas de humo. La semana pasada, la cortina de humo se llamaba Madrid-Barça. El partido socialista de Cataluña sabía, como cualquiera con sentido común y que sea capaz de pensar un poco, que tenía las elecciones perdidas. El de Cataluña y el nacional cuando nos toque votar, por cierto. Supongo que las elecciones se convocan cada cuatro años pero da igual domingo antes que después, y qué mejor domingo que el 28, al que sigue el lunes 29, con partido "histórico" incluido. Hasta la hora del partido quizá los medios presten atención a los resultados electorales, pero, llegada la hora del choque de colosos, la gente estará mucho más predispuesta a debatir sobre el cinco cero, la actuación arbitral, la última tontería que haya dicho Mouriño o la rabieta que se pueda pillar el niño (CR9) que sobre las elecciones catalanas. Somos muy fácilmente manipulables. Y me da una pena tremenda.

sábado, 13 de noviembre de 2010

LAS NUEVAS NORMAS DE LA RAE

Mis alumnos me llegaron el otro día con una duda: ¿van a cambiar las normas de ortografía?

Yo, que a veces empleo tanto tiempo en preparar mi rutina, me había saltado las noticias durante varios días, y no sabía de lo que me estaban hablando.

Ellos, preocupados por saber si lo que habían aprendido les iba a servir, o necesitaban aprender cosas nuevas, sí que le habían prestado atención a la noticia.

Me contaron que la y griega, ahora se iba a llamar "ye" y que desaparecía la tilde de la palabra "sólo" cuando equivale a solamente. O eso habían entendido. Yo, aluciné. Por los cambios y porque les preocuparan.

No sé qué fue lo que me dejó más perpleja.

Siempre he tenido a los académicos de la lengua como personas cabales, atentos a los cambios de la sociedad, los que afectan al lenguaje, y siempre me ha parecido loable que se incluyan en el diccionario usos y palabras que están en la calle. Hasta ahí, me parece que se justifican los cambios. La lengua está tan viva como nosotros y ha evolucionado con los tiempos, de manera que hoy no hablamos ni parecido a como lo hacíamos en el XVII. Y eso, claramente, hay que regularlo.

Me pareció perfecto cuando incorporaron no hace mucho palabras como "muslamen" o cuando, hace años, acordaron que las mayúsculas debían llevar tilde. Me pareció sensato que desaparecieran como letras la "ll" y la "ch", porque siempre había pensado que, de igual modo, deberían existir la "pr", "br", "bl",... y no era así. Pero lo de la "y"... sinceramente, me parece innecesario. ¿Por qué cambiarle el nombre? Supuestamente para que tenga un nombre con una sola palabra. Supongo que después harán lo mismo con la uve doble, ¿no?
Para igualarlas todas.

En una sociedad que se interesa tanto por la igualdad habrán pensado que las letras también la merecen.

Con respecto a la palabra "sólo", me lo temía desde hace años. He encontrado en muchos textos escolares esta palabra sin tilde en multitud de ocasiones, y ahora sé que es porque desde 1959 la Academia acordó que la tilde de la palabra 'sólo' y de los demostrativos no era obligatoria y a partir de entonces dejó de añadirla en sus publicaciones. Ahora aconseja no usarla porque "es innecesaria", aunque matiza que "no se condena usarla". ¡Menos mal! Mira que si acabo en Alcalá-Meco por empollona... Porque en mis libros decía que tenía que ponerla...

El problema es que yo creo que, sin tilde, se corre el riesgo de dobles interpretaciones en determinados contextos.

Un ejemplo:
                                               Luis venía solo los martes.

¿Solo sin compañía? ¿Solamente los martes? Tendremos que hacerle la pregunta a quien exprese la oración...

Si la lengua ya es ambigua en muchas ocasiones, nosotros, con los cambios que se proponen, vamos a ponérselo todavía más fácil. Si ahora, tratando de ser claros, no nos entendemos, en adelante todavía menos.

Será que lo moderno, lo mejor, es que no nos entendamos.

domingo, 7 de noviembre de 2010

PRIMERA PARTE

Ya sé que no es lo normal, ya sé que primero va lo primero y después, seguidito, lo segundo. Pero yo soy yo, y siempre voy contra corriente. Escribí un libro, una pequeña historia para mi niño que creció con él y se hizo novela. Hace un tiempo, no sé por qué, decidí retomarla. Y empezar por el principio. Así que así estoy ahora, inmersa en una segunda novela que es la primera parte de la primera. Un trabalenguas que no logra explicar ni a medias mi mundo interior. Adoro este mundo informático que te permite lanzar tus pensamientos más allá de tu cerebro. Para que crezcan al aire, para que no acaben volviéndote loco.

lunes, 1 de noviembre de 2010

TONTERÍAS

He descubierto que no me gustan las tonterías. Ni la gente tonta que vuelca sus frustraciones encima de ti para no reconocerse enfermo. No me gusta que jueguen conmigo, no soy una muñeca.