viernes, 14 de diciembre de 2012

JUEGO DE IDENTIDADES DE ARMANDO RODERA






Juego de Identidades, Armando Rodera.

Longitud aproximada: 326 páginas.

Autoedición.

Julio, 2012.






Esta reseña está dentro de la lectura conjunta del libro de Armando Rodera.

Sinopsis (extraída de Amazon):

Thomas Anderson, un joven científico afincado en Washington, está a punto de culminar una investigación que podría cambiar el curso de la medicina moderna. Un proyecto de más de diez años que supondría el mayor descubrimiento del siglo XXI. Pero su situación anímica y personal no es la más idónea, por lo que aprovecha un congreso médico que se celebra en Las Vegas durante el fin de semana para escapar de la rutina habitual.

Allí se encontrará con Nathan Danniels, antiguo compañero de estudios al que había perdido la pista. Juntos preparan un arriesgado plan que les permitirá a ambos acabar con todos sus problemas. Durante semanas ultiman los preparativos de lo que suponen puede ser la llave de su futuro. Pero el destino, caprichoso, les llevará por unos derroteros que jamás hubieran imaginado.

Anderson se verá entonces envuelto en una trama para la que no está preparado: intrigas empresariales, mafias internacionales, sicarios y asesinos a sueldo, o persecuciones de película en escenarios de medio mundo. Thomas será el peón en un tablero de poder con reglas desconocidas para él, asumiendo a partir de entonces una identidad que no le corresponde si quiere tener alguna oportunidad de reconducir su vida.

El protagonista de esta historia, un antihéroe por excelencia debido a su apocado carácter, tendrá que hacer frente a intensas aventuras en las que recorrerá desde los monumentos de Washington a las ruinas del Foro romano, o desde los rascacielos de Manhattan a las playas de Tenerife. Todo ello, en busca de una utopía que quizás nunca llegue a alcanzar... 

Mi opinión:

Ésta es la cuarta novela de Armando Rodera. La cuarta de su curriculum y la cuarta que leo. En ella, Armando logra crear otra historia de intriga, un relato de novela negra en la que el protagonista, un científico neurótico con una vida personal bastante triste, decide por su cuenta vender a la empresa de la competencia el fruto de sus investigaciones sobre enfermedades degenerativas. Es su particular manera de vengarse de su suegro, Larry Clayton, dueño de la farmacéutica para la que trabaja (que no le aprecia demasiado) y de su mujer, Diane, quien le ignora por completo desde el principio de su matrimonio. Thomas ve en la venta de sus descubrimientos una manera de escapar de esa vida que no le gusta y que además le reportará una cantidad de dinero suficiente para empezar una nueva vida y desaparecer, escondido en una nueva identidad: Adam Forrester.

Thomas se encuentra en un congreso en Las Vegas con su amigo de la universidad, Nathan y ambos deciden escapar juntos; Nathan tiene problemas con el juego y el reencuentro le supone una salida airosa a su situación. La huida está planeada para después de vender la fórmula, pero un accidente de tren provoca que las cosas se compliquen y no todo sale a pedir de boca…

La novela está estructurada en 22 capítulos, cada uno titulado por separado. Estos no están organizados de manera lineal, sino que van del presente al pasado, alternando el tiempo, desenmarañando la historia que empieza, precisamente, el día del funeral de Thomas Anderson. Tampoco el narrador es único. En algunos capítulos Armando Rodera utiliza la primera persona para narrar desde la perspectiva de Thomas, mientras que en otros el narrador se convierte en omnisciente y va desgranando las situaciones que el protagonista no conoce pero que le son necesarias al lector para la completa comprensión de la obra.

Los escenarios en los que se mueve este Juego de identidades son múltiples. Empieza en Estados Unidos, en Washington y de la mano del protagonista y sus perseguidores iremos recorriendo Las Vegas, Boston, Nueva York, la capital italiana, Tenerife e incluso el sur de Portugal. El trabajo de documentación es extenso y se nota que algunos lugares no son del todo ajenos a las experiencias personales del autor. Tengo la sensación de que los conoce de primera mano.

Esta novela tiene muchísimos personajes. Thomas, el protagonista, es un neurótico que constantemente sufre ataques de ansiedad. La situación en la que se mete, desde luego, no contribuye demasiado a que se relaje. Diane, su esposa, aparece al principio como una mujer fría, carente de sentimientos hacia Thomas pero esto va evolucionando. Nathan es un vividor al que Thomas tiene un cariño especial. La otra protagonista femenina, Teresa, no dejará de dar sorpresas hasta el final.

Juego de identidades es una obra de lectura rápida, que os hará pasar un buen rato y que os recomiendo. Está disponible en Amazon: Juego de identidades.

Le deseo a Armando muchos éxitos y le pido que siga escribiendo.

miércoles, 12 de diciembre de 2012

LA MUSA Relato ¿mitológico? breve.



               Mi escritor me abandonó. Ya, ya sé lo que dicen, que somos las musas las que los abandonamos a ellos, pero en mi caso no fue exactamente así. Al principio…

               Mi escritor tenía ideas en su cabeza. Muchas. Las ponía en orden, creaba relatos pero todos ellos carecían de la calidad suficiente para ser bien considerados por los demás. Por más que se esforzaba, lo que le salía era mediocre, sin la emoción suficiente para que un editor sintiera interés por ellos. Cada madrugada se afanaba en conseguir inspiración, pero ésta no encontraba el camino hasta sus manos. Las ideas no parecían conectarse con sus dedos y no pulsaba las teclas adecuadas en su ordenador. Sabía que podía, pero estaba bloqueado.

               Ahí aparecí yo.

               Fue una noche cualquiera en la que había borrado ya todo lo escrito. Estaba a punto de abandonar cuando se acordó de que las musas existimos; recordó que había leído que tenernos cerca era como sentir que alguien te murmura palabras al oído que tú solo tienes que dejar que fluyan.

               -¿Dónde estás, musa? –susurró. No quería despertar a nadie en casa. Escribía en ratos robados al sueño y a los suyos.

               Yo escuché a lo lejos sus palabras y me acerqué hasta su lado. La desesperación en su rostro desapareció en el instante en el que, suavemente, toqué su frente. Entonces, febril, empezó un relato. La primera frase de su libro le salió de lo más profundo de su alma, según confesó tiempo después a quienes lo entrevistaban, pero no fue así: fui yo quien la puso a su alcance. Noche tras noche, madrugada tras madrugada, lo visité. Con mi ayuda fue componiendo la novela que soñaba, sin ser consciente en ningún momento de que no era él solo quien trabajaba.

               Meses después llegó el éxito. Las críticas positivas que al principio levantaron su autoestima y que finalmente transformaron a mi escritor en un hombre demasiado pagado de sí mismo. Le rodearon los aduladores. Pensó que estaba todo hecho y que cuando de nuevo se pusiera manos a la obra, con la segunda novela que ya habíamos empezado juntos, sería igual de sencillo que con la primera.

               Cometió un tremendo error que pagará siempre.

               Una humana.

               La confundió conmigo.

               Pensó que ella era su musa y se atrevió a invocar mi nombre poniéndole su rostro. Le dijo que sin ella no se sentiría jamás inspirado, que a partir de ese instante todo lo que saliera de su mente llevaría, irremediablemente, su sello. Su nombre.

               Hace meses que no hablo para él.

               Miro su rostro cuando se sienta al teclado y no acierta con el tono, ni con las palabras, ni con el argumento que le lleve de nuevo a lugar privilegiado donde le conduje con mi toque y no hago nada. No me muevo, no susurro aunque me invoque. Le miro sufrir, derrotado.

               No se puede abandonar a una musa por una simple mortal.

               Al menos, no a mí. Ahora soy yo quien le abandona.

               Para siempre.


   Las musas, según la mitología griega, fueron nueve: Calíope ( ‘la de la bella voz’) musa de la elocuencia y poesía épica; Clío (‘la que ofrece gloria’) musa de la Historia; Erato (‘la amorosa’) musa de la poesía lírica-amorosa; Euterpe (‘la muy placentera’) musa de la música; Melpómene (‘la melodiosa’) musa de la tragedia; Polimnia (‘la muchos himnos’) musa de los cantos sagrados y la poesía sacra;Talía (‘la festiva’) musa de la comedia y de la poesía bucólica; Terpsícore (‘la que deleita en la danza’) musa de la danza y poesía coral y Urania (‘la celestial’) musa de la astronomía, poesía didáctica y las ciencias exactas.

   Se les atribuye el poder de traer a la mente de los escritores mortales lo que van a relatar, otorgándole gracia y armonía al resultado. También se les atribuyen dones proféticos (mi pobre escritor del relato ya puede echarse a temblar). 

   Tanta es su fama, que hasta el mismo Dante, en La divina comedia, las invoca:

¡Oh musas, oh altos genios, ayudadme!
¡Oh memoria que apunta lo que vi,
ahora se verá tu auténtica nobleza!

   Yo, por si acaso, no voy a hacer que se enfaden conmigo...




lunes, 10 de diciembre de 2012

EL PRINCIPITO DE Antoine de Saint-Exupéry


Unos años atrás, esperando mi turno en una librería, observé como la dependienta envolvía en papel de regalo una lujosa edición de este maravilloso libro. Me había llamado la atención y había tenido un ejemplar en mis manos, valorándolo como una joya que es. Incluso me tentó comprarlo, pero era demasiado caro y entonces tenía otras prioridades más urgentes que el comprar un libro repetido.



Pero no fue eso lo que más me llamó la atención, sino el comentario de la compradora: había elegido el libro para un niño de apenas seis años, esperando que le gustase mucho. Mi mente malévola pensó: espera sentada. Un niño de seis años no puede jamás encontrar la belleza que encierran cada uno de los párrafos de esta novela, sencillamente porque no está preparado para entenderla. Como mucho, podría disfrutar de las ilustraciones pero me preguntaba si sería capaz de apreciarlas también en su justa medida y mi cerebro insistía en la imposibilidad de ese hecho.

Hay multitud de fragmentos en el libro que son poesía en prosa, sencillez cargada de una profundidad inusual, y hoy, en lugar de reseñar un clásico que casi todo el mundo conoce, me limito a rescatar de uno de ellos la más hermosa definición de amistad que conozco.

" -¿Qué significa "domesticar"? –volvió a preguntar el Principito.
-Es una cosa ya olvidada –dijo el Zorro-, significa "crear lazos"…
-¿Crear lazos?
-Efectivamente, verás –dijo el Zorro-. Tú no eres para mí todavía más que un muchachito igual a otros cien mil muchachitos. Y no te necesito. Tú tampoco tienes necesidad de mí. No soy para ti nada más que un zorro entre  otros cien mil zorros semejantes. Pero si me domesticas, entonces tendremos necesidad el uno del otro. Tú serás para mí único en el mundo, yo seré para ti único en el mundo… "

viernes, 7 de diciembre de 2012

FAN FIC DE… SU CHICO DE ALQUILER


Hace tres años le daba clase a Olga, una adolescente por entonces de quince años. Un día me dijo que escribía cada noche un fan fic en un foro y estaba muy contenta porque tenía 22 seguidores de su historia. Me llamaron la atención tres cosas en esa conversación: primera, que me encontraba ante alguien con mis mismas inquietudes literarias; segunda, me moría de envidia porque yo en mi blog, por entonces, tenía menos de 22 seguidores (quizá no tenía ni media docena) y tercera, no tenía ni pajolera idea de qué era eso de un "fan fic". Olga se encargó de contarme que era una historia inventada, en la que se usaban como personajes tus cantantes favoritos, o los personajes de libros de éxito.



Con el tiempo y las visitas virtuales por este universo llamado internet, descubrí que existen multitud foros con historias en esta línea, tantos que si a alguien le da por hacer un estudio un día sobre el fenómeno se puede volver medio loco. Simplificando, me di cuenta de que cualquier libro de éxito, sobre todo en juvenil, tiene sus correspondiente fan fic. O varios. Los personajes de Harry Potter o de Crepúsculo "viven" en la red peripecias que no han sido imaginadas por J.K. Rowling o Stephanie Meyer, sino por adolescentes que como Olga entretienen su tiempo libre tejiendo tramas nuevas.

¿A qué viene todo esto? Pues a algo que descubrí ayer por casualidad.


Estaba buscando Su chico de alquiler, el enlace de Amazon, en un ordenador que no era el mío. Como en él, Google no está acostumbrado a mis búsquedas, se me olvidó poner Amazon y salieron páginas diferentes a las habituales. La primera, este enlace que pinché alentada por mi curiosidad:

                                                        
Ahí, en un foro, empezaba un relato que se llama como el mío, Su chico de alquiler, pero con ciertas variaciones, por supuesto. Ya no transcurre en Madrid, sino en Londres y los protagonistas… pues no son exactamente los mismos son…

¡Harry Potter y Ginny Weasley!

Estuve un tiempo perpleja, intentando asimilar qué proceso mental ha llevado a alguien a fusionar a estos personajes con los míos, pero enseguida se quedó dibujada una sonrisa en mi rostro.

Me parece un honor.

Sinceramente.

Hay a quien no le gusta esto, porque les parece que vampirizan sus ideas, pero yo no lo siento así. Es extraño, eso sí. Dos personajes que conozco, de una autora a la que siempre he admirado, se han ido a colar en un relato que escribí hace años. No me imagino a Harry en el papel de Javier, no tienen nada que ver, y Paula es puro temperamento, a años luz de Ginny, pero ese no es mi problema, veremos cómo la autora de este relato se las arregla para seguir adelante.

Me han dicho muchas veces que con una vuelta más, Su chico de alquiler tiene alma de película y quizá es cierto. Si me hubiera llegado una oferta de una productora para valorar si merece la pena ser llevada al cine no me hubiera quedado tan asombrada como con esto. Es algo que yo creía que sólo le ocurría a quienes son superventas y la mía, aunque se ha puesto muchos días número uno en Amazon, en juvenil, no es que sea de las habituales del top 100. Toda esta historia me lleva a una pequeña reflexión: ¿qué pasaría si este libro tuviera detrás una campaña de marketing? Si él solito, sin apoyo apenas, ha conseguido atención suficiente para convertirse en un fan fic, lo de la película caía fijo, jajaja.

Entre el montón de cosas curiosas que llevo vividas desde que comenzó mi aventura literaria, esta ha sido una de las más sorprendentes.

¿Os ha pasado alguna vez algo impensable?

martes, 4 de diciembre de 2012

ESCRITORES, NOVELISTAS Y ALGUNAS GENERALIDADES PREVIAS A ESCRIBIR UNA NOVELA.



Escribir no es solamente juntar palabras con coherencia sintáctica. Implica, además, reflejar la sensibilidad del autor, su cultura y su capacidad para emocionar. Por eso, no todo el que escribe de manera correcta, tiene talento literario. Viviríamos rodeados de escritores. Prácticamente todos los autores de buenas reseñas literarias en los blogs, serían escritores, porque tienen soltura para expresar su opinión y construyen textos que se entienden, ¿no? Un escritor, necesariamente, tiene que tener algo más, un don para tocar el alma de sus lectores.

Sin embargo, existen fórmulas para escribir novelas, generalidades que pueden lograr que casi cualquiera que se exprese medianamente bien y tenga imaginación suficiente, pueda lograr construir una novela entretenida y solvente. Estaríamos entonces, ante un novelista.

¿Queréis saber cómo? Hace meses estuve investigando y entre mis papeles han aparecido las notas que tomé. Hablaban de la creación de un best seller, generalidades a tener en cuenta antes de enfrentarse incluso a empezar la construcción del texto. Eran pocas instrucciones y me tomé un tiempo en anotarlas.

Empezaba diciendo que lo primero, lo fundamental, era pensar en un argumento que distraiga. Evidentemente, si ideamos una novela en el que el centro de la acción sea el aleteo de las moscas, no podremos ser Pepita Pérez, la secretaria de un taller de coches, futura novelista de éxito: tendríamos que tener un talento especial, ser capaces de emocionar desde la nada más absoluta, espacio reservado solamente a quienes he llamado escritores al principio.

Lo siguiente que recomendaba era que no se podía dejar nada a la imaginación del lector. Todo hay que enlazarlo, atarlo, no hacer trampas en definitiva. Pues esto que parece una perogrullada, no lo es. Es mucho más complicado de lo que puede parecer en principio. Muchas novelas, publicadas con el apoyo de grandes editoriales, están llenitas de trampas.

La tercera instrucción hablaba de los personajes. Recomendaba que fueran familiares, identificables, cercanos… Debían ser humanos pero con algo especial, tampoco valía cualquiera. Pensé que es sensato, de hecho, algunas de las novelas que más me han gustado tenían como protagonistas a personajes con los que podrías cruzarte en el metro. Gente con aspecto normal, pero que en el fondo no lo son tanto. Por eso no son personas, sino personajes.

También se acordaban del lenguaje y en este caso no había dudas: preferiblemente, inclinarnos por una prosa cercana y comprensible. Nos aseguraría llegar a un número mucho más elevado de lectores.
Uno de los pilares del best seller es encadenar conflictos, sin dar un solo respiro al lector. No sé dónde, hace años, leí que Ken Follet se lo planteaba como reto, que no se superasen las dos páginas de lectura sin que la acción avanzase. Eso le da ritmo a las novelas, el lector continúa leyendo casi sin darse cuenta de que está siendo llevado de la mano. Para esto había un truco: acabar un capítulo con un gancho, una pequeña anticipación de la acción del siguiente que obligase a seguir leyendo.

Finalmente, optar por los finales de película, pero no de una película de cine Croata (lo siento, he visto un cartel del cine club, donde había un título algo así como ¿Qué es un hombre sin bigote?, dentro de un ciclo de cine Croata subtitulado y me ha podido), sino una de esas películas cuyos finales se te quedan grabados, aunque sea previsible. Eso no importaba mucho, a veces los lectores están buscando en la lectura puro entretenimiento.

Dicho todo esto, me apunté las instrucciones pero siento decir que no fui capaz de hacer caso a casi nada. Sigo escribiendo por puro instinto. Ni siquiera soy capaz de hacer un esquema y seguirlo. Las navidades pasadas comencé una novela experimental, tenía todo clarísimo y antes de darme cuenta había perdido el hilo. A saber qué saldrá.

Reflexión de un martes lluvioso…